20: "𝑴𝒊𝒓𝒂𝒎𝒆"
La calma floreció en su pecho, mientras respiraba el aroma a paz y libertad que desprendía el abundante campo de dientes de león que la rodeaba. Jeongyeon sintió como si se encontrara muy lejos de casa, de hecho no reconocía aquel lugar en su memoria, pensó mientras caminaba por aquel sendero, estudiando el camino en el trayecto.
A lo lejos, una risa que conocía muy bien, llamó toda su atención y fue entonces que la halló.
De pies descalzos, sonriendo al sol, vistiendo su hermoso vestido negro, el cual resplandecía con la luz del día, como las alas del águila bajo los rayos del astro rey. ¿Cuando había puesto fin a su agonía? Consultó en su memoria, mientras no podía desviar su mirada de sobre ella.
Lucía radiante con su hermoso cabello rizado que caía sobre sus hombros, así, rebelde, brillante y ondeaba libre al compás de una suave brisa de primavera. Sus suaves mejillas pintaban el sutil rubor que las caracterizaba y el destello que vivió en su inigualable mirada frondosa, endulzaba el amargor y la pena que había invadido su corazón y a su loba durante el tiempo que duró su ausencia.
Encontró el anillo, esa preciosa perla que resplandecía en su mano izquierda acompañando armoniosamente con el tono de su piel que tanto le gustaba admirar, es más, podía pasar horas enteras, quizás la vida misma perdiéndose en ella, en su omega.
—¡Jeongyeon! ¡Mira, ven! —Le llamó con una mano, hundiendo esos lindos dientes sobreslientes contra su labio inferior cuando sonreía con toda su dulzura y todo el amor que ella albergaba flotando en lo cálido de su voz, se dejaba oír. Arrugó la nariz ante el refulgente sol que la obligaba a entrecerrar sus rasgados ojos, para deleite de la alfa quien perdía la noción del tiempo al recibir con la brisa, su maravilloso aroma a rosas que hizo brincar a su alfa de emoción.
—¡Nayeon! —Exclamó la alfa con desesperación, apresurando el paso para alcanzarla.
La omega la incentivó a acercarse una vez más, al tiempo que continuaba admirando el cielo, como si algo allí atrapara poderosamente su atención.
—¡Jeongyeon! —Exclamó con alegría, cuando la alfa estuvo a su lado y la recorrió con sus manos, como si estuviera cerciorándose de que fuera real. Desde la cintura, hacia sus brazos, luego su cuello y finalmente sus mejillas —Mi amor... —Murmuró junto a su cuello cuando la estrechó fuertemente contra su cuerpo.
Pero Jeongyeon se concentró en abrazarla contra su cuerpo en su necesidad y esa sensación de pertenencia que se experimenta cuando uno llega a casa después de muchísimo tiempo de ausencia, le llenó el corazón.
—Mi Nayeon, mía... —Susurró sobre sus labios. Su frente estuvo contra la suya, cuando cerró los ojos, sintiendo como lentamente se aliviaba su cuerpo y se aceleraba su loba —¿Dónde te habías metido, huh? —No pudo evitar que esa pregunta se oyera como un reclamo.
Ella le sostuvo la mirada, una vez volvió a buscarla, como si quisiera descubrir lo que atormentaba todo su interior, mientras recorría sus mejilla con la suavidad de las yemas de sus dedos.
—Estoy aquí alfa, junto a ti —Respondió a su pregunta, al tiempo que correspondía con verdadera devoción al abrazo que las unía.
—Extrañaba tanto tu calor, me hacías falta toda tú... —Confesó la alfa, mientras cubría con delicados besos la piel de su rostro haciéndola reír.
Nayeon buscaba su mirada con la misma ansiedad que ella experimentaba.
—No se deshará de mí tan fácilmente, mi señorita Yoo... —Afirmó colgándose de su cuello.
Jeongyeon la sostuvo con sus firme agarre, disfrutando de ese instante durase lo que durase, así fuera una eternidad o tan solo ese abrazo, porque cada vez que sus miradas se encontraban todo se detenía y la vida eterna parecía reducirse al espléndido color de sus ojos.
—Te amo Im Nayeon...
El maravilloso sueño que Jeongyeon había tenido en la mente desde que había despertado el día anterior, se esfumó tan pronto su cerebro conectó con aquella desfachatez disfrazada de sugerencia, como si le pegaran una bofetada en el rostro, inesperadamente.
—¿Cómo pueden ser capaces de sentarnos aquí para decirnos algo tan horrible? —Reclamó Chaeyoung con su voz llorosa, aferrándose a su hermana mayor, quién reaccionó con furor, casi de inmediato.
—¡Por supuesto que no! —Exclamó Yerim con firmeza en su voz de alfa, abrigando a su hermana entre sus brazos, como si quisiera resguardarla de la maldad de aquellas personas a quienes observaba con horror, inevitablemente.
—¡Es una locura! ¡Absolutamente no, no estamos de acuerdo! —Exclamó Sana mostrándose igual de molesta y le sabía a repudio la sola idea.
El silencio invadió la sala de juntas en la que los directivos y personal médico exponían una posible solución para el futuro incierto que aguardaba a Im Nayeon. Jeongyeon se puso de pie, invitando a las hijas de la mujer que amaba a igualar su accionar.
—Chicas ¿Me permiten un momento a solas con estas personas, por favor? —Habló con la voz muy grave, intentando sin éxito alguno mantener la calma y detener sus impulsos se su loba posesiva por mantener a su omega en resguardo.
Sana, quien también se hallaba entre los presentes, palideció ante aquella petición pues sabía que nada bueno podría resultar una vez Yoo perdiera los estribos, por lo que decidió que era mejor acompañarla y mantenerse a su lado, después de todo, Nayeon era como la hermana que nunca tuvo.
Una vez las dos jóvenes estuvieron fuera, Jeongyeon observó detenidamente al cuerpo ejecutivo en cuestión como si quisiera deshacerlos hasta los huesos con su sola mirada.
—Señorita Yoo... —Intervino un hombre beta, tratando de explicar su propuesta —, simplemente estamos... —Carraspeó —... estamos suponiendo una oportunidad de... —El hombre hizo silencio ante el violento manotazo que la alfa plantó en la mesa y que retumbó en todo el lugar para sorpresa de todos los presentes.
—¿Cómo demonios te atreves a suponer tales estupideces? —Espetó furiosa, su pecho subía y bajaba realmente agitada por detener el deseo de impartir justicia propia —¿Cómo tienen el descaro de exponer sus "suposiciones" frente a sus hijas? —Reclamó con la ira reluciendo en el alto y grave tono de su voz, y en cada uno de los músculos de su rostro tenso.
—Señorita Yoo, le ruego que no nos malinterprete, por favor... —Pidió encarecidamente la jefa del área de neurocirugía. Jeongyeon dirigió su atención hacia ella con la misma expresión.
—¿Cómo quieres que no lo malinterprete? Es de mi futura esposa de quién ustedes están hablando, decidiendo su futuro como si se tratase de algo tan simple como deshojar una maldita flor, ¿Cómo mierda quieres que no lo malinterprete? —Exclamó sin preocuparse de modular los decibeles de su tono de voz.
—Bueno, han pasado cuatro meses ya... —Expuso aquel beta, ganándose su atención —Quizás, lo más sensato sería acabar con la agonía de esas niñas, señorita. —Comentó el ejecutivo como si en verdad le preocupara los sentimientos de aquellas cachorras y Jeongyeon lo miró con los ojos muy abiertos.
Definitivamente ese imbécil había comprado todos los números de aquella rifa y era obvio que se ganaría el premio.
—¡Repíteme eso imbécil! —Exclamó de manera impulsiva y como si estuviera poseída por el mismísimo Lucifer, rodeó la mesa de la sala en pocas zancadas, quedando frente a frente con aquel hombre —¡Repítelo si tienes los huevos suficientes! —Escupió con la voz estruendosa, tomando al representante legal del centro de salud, desde las solapas de su traje.
—¡Jeongyeon no! ¡Por favor! —Sana se apresuró a sostenerla por los hombros en un vano intento de detener la ira que emergía de forma tan espontánea del interior de esa alfa quien, la mayor parte del tiempo se caracterizaba por afrontar cualquier circunstancia de la vida con calma y serenidad, pero que en ese preciso instante parecía haber perdido toda la paciencia y lucidez.
Luego de un breve forcejeo, el hombre logró apartarse de las garras de Yoo, quien no podía dejar de ver a todos en la sala con evidente desprecio.
—Deténgase, Yoo —Sentenció el director, viéndola con desapruebo —Solamente les estamos notificando una posibilidad por la que podrían optar si...
—¿Cuál posibilidad? ¿Desconectarla? ¿Acabar con su vida? ¿Acaso no ven que tiene hijas que la esperan? —Sana se interpuso en medio de ella y la prepotencia de aquel hombre que parecía gustar de ser hijo de rigor.
—¡Mira maldito imbécil, no les estoy pagando una fortuna para que me expongan sus posibilidades de mierda! ¡Sino para que mantengan a salvo a mi omega todo el jodido tiempo que sea necesario, un mes, dos, cuatro, la vida entera si ella así lo decidiera! —Señaló plantando un índice sobre la mesa —¿Y lo único que a ustedes se les ocurre es desconectarla? ¡No! ¡Espérame que aún no acabo! —Exclamó con ira, al sentir las trepidantes manos de la nipona, quien intentaban desesperadamente calmarla pues estaba completamente fuera de control.
—¡Es que entiendanos por favor! ¡Debe pensar con la cabeza fría! Esas niñas necesitan una tranquilidad, necesitan intentar seguir con sus vidas, no merecen vivir con la incertidumbre de pensar si su madre despertará o no alguna vez, ¿No lo cree? —Argumentó la única mujer que hacía del cuerpo directivo —No es lo mejor para ellas y creemos que, si seguimos extendiendo la condición de la señora Im, solo lograremos hacer más grande su desencanto si algo llegara a suceder. No podemos garantizarles que ella volverá a despertar o que siquiera lo haga completamente recuperada... —Respondió la doctora con desesperación, ganándose la misma expresión de indignación y repudio que no abandonaba el rostro de Yoo.
—No lo puedo creer... —Jeongyeon se detuvo para sentarse por un instante —Dígame doctora, —Pronunció mientras anudaba sus brazos a la altura de su pecho —... ¿En qué se basa usted para contradecirse tanto? Porque hasta donde ustedes mismos nos han dicho, Nayeon ha presentado avances y nos han alentado con eso durante estos último malditos meses, pero ahora resulta, que mágicamente porque ustedes están cansados de vernos por aquí, ¿han decidido jugar a la carnicería con ella? ¡No! ¡Se les jodió la jugada! ¡Aquí se hará lo que yo digo! —Exclamó la alfa, eufórica en interrumpir las palabras de aquella mujer —Ustedes no son más que una partida de hipócritas que juegan a creerse Dios, queriendo decidir quién vive y quién muere, pero esa estúpida idea se terminó aquí. —Sentenció Yoo Jeongyeon, tomando a la nipona que lo acompañaba y encaminándose ambas hacia la puerta.
—¡Señorita Yoo! Nos está malinterpretando, ¡Por favor...! —Intervino por milésima vez la doctora, misma que se sentía completamente indignada por las acusaciones vertidas por la empresaria.
—¡Nayeon está viva! ¿Me oyeron todos ustedes? Y mientras siga respirando, no la dejaremos ir. Así que será mejor que mantengan sus estúpidas ideas y "sugerencias" suicidas lejos de mi omega, si no quieren ganarse una enemiga tan pudiente como yo. —Acabó con desprecio —Mientras ella esté aquí, ustedes tienen la maldita responsabilidad de mantenerla con vida, porque si no lo hacen, tengan por seguro que no solo me la llevaré de aquí, sino que también se la verán con mi plantilla de abogados, que les aseguro que es lo bastante grande como para acabar con toda esta maldita institución de impertinentes...
—¿Eso es una amenaza Yoo? —preguntó ahora el empresario, fingiendo escepticismo.
—¡Oh sí! —Respondió la alfa, sonriendo con sorna —¡Por supuesto que lo es! —admitió antes de salir de allí con Sana asida a su brazo.
—Son unos imbéciles... —Murmuró la omega japonesa, luego de buscarla con su mirada agobiada.
Jeongyeon pudo leer claramente el dolor que albergaba en su interior.
—Son unos desgraciados estos matasanos —Afirmó cuando su amiga la miró con los ojos cargados de lágrimas —No te preocupes Sana-ssi, no permitiré que le hagan daño a Nayeon, no me importa perder todo lo que poseo, pero no la dejaré ir, no mientras haya una esperanza —Prometió con tanto ímpetu, que la omega no pudo no creer en ella.
—¡Jeongyeon unnie! —Le llamó una desesperada Chaeyoung, acercándose a ellas.
Tan pronto las vio aparecer por la sala de espera en donde aguardaban con impaciencia, Jeongyeon sintió verdadera aflicción ante la desesperación que se alojaba en la mirada desolada de esas chicas.
—No te preocupes cariño, todo estará bien —Aseguró envolviendo en sus largos brazos a la jovencita.
Las dos se miraban en esos momentos como dos pollitos asustados, esperando por su mamá, suplicando que las lleve de vuelta a casa y Yoo sentía una opresión horrible desde que lo descubrió, ellas realmente solo tenían a Nayeon en la vida.
—Su madre seguirá estable y NADIE cambiará esa condición. —Acentuó buscando ser de garantía y no supo cuando, pero se vio rodeada por dos pares de brazos que se aferraron a ella y aunque no se lo esperaba, debía reconocer que le inyectaron las fuerzas que necesitaba para no dejarse vencer por la desesperanza y seguir dando pelea.
—Gracias unnie, no sé qué haríamos si tú no estuvieras aquí a nuestro lado para defender a nuestra madre —Admitió Yerim una vez se hubieron apartado del abrazo.
—Estoy segura de que ustedes la hubieran defendido a capa y espada, y lo hubieran hecho muy bien, porque la aman —Respondió con seguridad —En ustedes dos habita la misma fuerza que hay en ella, y es esa misma fuerza la que la impulsará a regresar a nosotras, muy pronto.
El sol se había puesto en la ciudad cuando Chaeyoung ingresó a la habitación de su madre, ese día en el que por poco y pierden las esperanzas que tan inalterablemente habían edificado alrededor de Nayeon, esperando pacientemente su despertar.
—Mami... —Habló la pequeña omega, una vez se estuvo sentada junto a su madre. —Hace unas semanas hablé con Jeongyeon unnie. —Respiró entrecortado —Ella me llamó a casa luego de que habló con Yeri y conmigo en casa, aquella vez... —Le comentó como si compartiera una conversación correspondida con ella. —Ella preguntó si quería ir a la universidad y le dije que lo haría con gusto, pero la verdad es que no me había puesto a pensar que debía seguir con mis estudios, elegir una carrera y todo lo que eso significa... —Admitió la muchacha, cuando buscó el cálido toque de su madre, así fuera con la inmovilidad de sus manos.
—Quiero, pero no me había hecho un momento para decidir que estudiar y la verdad es que no sé qué es lo que quiero hacer... —Susurró sintiéndose a la deriva —La sola idea de seguir sintiéndome una inútil me hace sentir cada vez peor... con Yerim, quien se preocupa tanto por mi. Cree que debe hacer de madre desde que tu no estas, y no he sido para nada grosera con ella porque se que a ti no te gustaría eso... —Admitió con pesar —Pero ya estoy cansada de que me presione con tantas exigencias. No sé qué es lo que quiero hacer, no puedo imaginarme haciendo nada más que esperar a que tu despiertes. No puedo pensar en otra cosa ahora... ¡Ni siquiera tuve la valentía para pensar en la posibilidad de que tu no fueras a despertar alguna vez! —Soltó efusivamente y detuvo sus palabras para dirigir la mirada sobre ella y la paz que irradiaba.
La observo allí, inconmovible como los últimos meses y se sintió tan tonta al pensar que quizás los últimos contactos con ella fueran esos en los que le había generado tanto sinsabores y mal sentires, luego se imaginó la vida sin su madre, de todo lo que se podría perder si todo culminaba allí, como lo habían sugerido esas personas. No... ya no quería seguir imaginando.
—Si ahora pudiera resguardarme entre tu abrazo, sentir cada uno de esos besos que me has dado y que yo, como una tonta hacía como si no estuviera sintiendo. —Miró hacia sus manos entrelazadas —Se que te oculté muchas cosas y que generé tantos problemas para ti. Pero... —Se sonrió con amargura. —He terminado la preparatoria ya, como lo sugeriste la última vez que discutimos. Yerim y Sana unnie han estado ahí. Papá no. —Dijo frunciendo el entrecejo por haber hecho ese estúpido comentario. Ese hombre, al que siempre había posicionado sobre su madre, le había abandonado luego de casi haberla dejado sin madre, sin remordimiento alguno aparentemente.
Chaeyoung analizó que su padre había sido un referente natural, inevitablemente, pero, en la falta y la distancia, aquel último tiempo había intentado entender ¿Por qué demonios había hecho un favoritismo entre ellos y se había alejado tanto de su madre en el trayecto?
Ella siempre solía ser muy dulce, comprensiva, parecía ser muy abierta de mente y con deseos de querer oír cada una de sus estupideces. Porque Chaeyoung concluyó que lo que había vivido anteriormente en toda su vida había sido una estupidez comparado con lo que transitaban a raíz de aquella tragedia que había puesto en pausa la vida de su madre, incluyendo la suya y la de su hermana, a la par. La madurez había llegado demasiado tarde para ella, decidió al recorrer uno de sus brazos con una caricia demostrativa.
—Tendría que haber hablado contigo hace mucho tiempo, pero no sé qué pasó ma... —Musitó, sin soltar su agarre —Yo no te odio, eso es una tonta mentira. Jamás te he odiado, la verdad fue que, ignoro el motivo por el cual las hijas y sus madres se apartan, pero jamás fue esa mi intención —Alzó los hombros —Me hubiera gustado haber disfrutado de tus consejos, quizás si hubiera abierto la boca a tiempo, no habría sucedido todo lo que sucedió. —Las lágrimas se hicieron en sus ojos al fin, sin poder evitarlo y por más de que se hubiera advertido mil veces mantener la calma para no transmitir angustia a su madre, a veces no podía evitar que su desesperación emergiera —Me callé hasta el último momento todo el daño que yo sabía que Kim Yejun te hacía, al igual que todos en nuestra familia sabían e ignoraban cobardemente, y ve las consecuencias... quizás si le hubiera dicho a mi papá que yo estaba ahí, no te hubiera hecho todo este daño y no estaríamos aquí. Y tú estarías, quizás siendo feliz con Jeongyeon unnie, porque de seguro nos merecíamos que tu nos abandonaras por el mero placer de vivir tu vida con alguien que te valore, que te merezca, que te idolatre y que te admire, como la he visto hacerlo a ella... —Meció la cabeza dejando caer sus lágrimas. Le había dicho esas palabras más, palabras menos, tantas veces desde la primera vez que la visitó en ese mismo lugar.
—Nunca me lo voy a perdonar. Nunca. —Enfatizó la joven omega presionando los ojos entre cada palabra —Perdóname, ya no volveré a callar nunca más... —Prometió la jovencita apoyando la frente sobre la mano que mantenía unida a la de su madre.
Cerró los ojos nuevamente, imaginando cuando su madre le miraba con toda esa comprensión que siempre le dedicaba, ella le comprendía como nadie. Siempre la justificaba, siempre le hacía sentir que eran normales sus actitudes, jamás le había hecho sentir que estaba mal o que estaba loca al comportarse tan irracionalmente, como lo recordaba. Su madre tenía tácticas tan sencillas para aclararle la mente, siempre le decía esas 'dos sencillas palabras' que la hacían pensar mil veces sobre sus propios actos, aunque le mintiera con que no la oía. Sí, era una mujer muy hábil, decidió la menor.
—Jeongyeon unnie es una buena alfa, ella ha sido de gran soporte para nosotras... —Sonrió al recordar el instante en que aquella alfa le había transmitido con gran seguridad, que su madre estaría muy bien, aquella caótica media mañana.
Yoo Jeongyeon se oía como una madre que las resguardaba a las dos con su compresión cálida y reconfortante.
—Ya comprendo porque simplemente preferías compartir tus horas con ella. Se nota fácilmente cuánto te adora, y Sana unnie tambien ha sido una gran amiga. Definitivamente jamás volveremos a verlas del mismo modo, después de todo lo que han hecho por esta familia. —Meció la cabeza, desaprobando las actitudes de un comienzo. —¿Qué va a ser de nosotras si no regresas, mamá? —Le preguntó persiguiendo la caricia que había comenzado en su mejilla.
—No pienses en eso, cariño... —Se dejó oír, una vez estaba de pie junto a la puerta. Chaeyoung se volteó y la miró con extrañeza.
—Hola —Dijo quitando algunas lágrimas que se le habían escapado —Quería agradecer una vez más por todo lo que unnie ha hecho por nosotras... —Expresó Chaeyoung, mirándole inexpresiva, tan natural en ella.
Jeongyeon meció la cabeza antes de interrumpir la frase que le habían repetido varias veces tanto ella, como su hermana mayor.
—No es molestia Chaeyoung, es lo que tu madre querría. —Terminó, dejando más que claro que lo que su madre querría era suficiente para ella.
La adoración con la que la alfa admiraba a su madre era a lo que aspiraba ella alguna vez en su vida y, de hecho, su madre le miró así alguna vez. Se sintió más tonta por ello.
—Pero unnie no es nuestra madre, no tiene ninguna obligación de hacer todo lo que hace. Además, nosotras... —Negó la cabeza, apenada —No nos merecemos nada bueno de parte de mi mamá. Bueno, quizás Yeri unnie estuvo más al pendiente de ella, pero yo no lo creo y unnie es un capítulo muy bonito en la vida de nuestra madre. —Musitó la joven y Jeongyeon se sonrió ante cada una de sus palabras. Era bueno saber que la veía de ese modo.
—Cariño, ustedes son el mejor capítulo en la vida de su madre, las dos. Estoy muy segura de que no hay nada más bueno y más bonito que ella haya experimentado en su vida, que el haberse convertido en su madre. ¿Sabes? Ella lo cree así. —Dijo recordando las palabras de su amada Nayeon, la pasión con la que las presumía aún y con sus defectos, ella las adoraba inmensurablemente.
La alfa hubiera querido tener una parte de ese capítulo en su vida, conservar el fruto de vida que brinda una omega al dar a luz a sus cachorros. Hubiera querido tantas cosas de ella, concluyó mientras estudiaba los ojos tristes de esa joven en quién jamás dejaría de ver a su amada Nayeon.
—No diga eso unnie, ella ha sido mejor persona que todos nosotras. Además es muy buena y muy bonita... —Musitó mientras le observaba a detalle, como si señalara lo que pensaba. Jeongyeon vio en ella cualidades de su madre, entre ellas, su facilidad para reconocer sus errores.
—Llámame de tú, por favor. —Dijo sabiendo que, a esas alturas no podía soportar que nadie le llamara de usted. —Y tienes más de tu madre de lo que crees cariño, entre ellos ese extraño color en tus ojos. —Dijo cuando estuvo junto a ambas.
La joven se ruborizó bajando la mirada y sonrió. Ni siquiera su padre había sido tan amable con ella antes, además de su madre.
—Gracias. —Aceptó Chaeyoung. Jeongyeon se sorprendió al ver cómo su mirada se oscurecía, tan similar al que su madre lograba en su mirar. —¿Ma-mamá? —Tartamudeó mirándole alternadamente a la alfa, quien experimentó su cambio de semblante casi que inmediato. —¡Me ha tomado la mano! —Explicó su cambio de actitud.
Las alarmas de Jeongyeon se prendieron instantáneamente.
—¿Qué? —Masculló, apresurándose para tomar la otra mano de su omega. —¿Nayeon? ¿Mi amor, puedes oírme? —Preguntó ansiosa y la omega hizo presión en sus manos. Jeongyeon pudo ver que también había movido sus pies.
—¡Quiere despertar! —Exclamó la joven sorprendida y la miró con una sonrisa que reflejaba la esperanza renovarse en el corazón de ambas.
Jeongyeon se perdió por la puerta rápidamente, para ir en busca de algún profesional que profundizara lo que habían presenciado.
Por primera vez, luego de tanto tiempo, Nayeon había dado un indicio de que podría despertar...
La habitación de Nayeon se había convertido en un mar en movimiento, para concretar el chequeo que aplacara todas las dudas. Varios doctores yendo y viniendo después, Chaeyoung y Jeongyeon obtuvieron una respuesta.
—Efectivamente, ella quiere recuperar los sentidos. —Dijo el doctor animadamente. —Es todo tan complejo que no nos cabría el día para hablarlo, pero en definitiva todo está en ella. Si ella quiere, lo hará. Ahora más que nunca hay que mantenerla en observación constante, podría despertar en cualquier momento. —Habló el hombre con positivismo y Jeongyeon se tomó la cabeza sin poder creerlo.
Todo ese tiempo había esperado que una noticia así llegara, era un aliento que las incentivaba a creer que había un futuro de colores.
La noticia había corrido con satisfacción entre sus hijas y los amigos más cercanos, logrando aplacar la desesperanza que quiso golpearles la puerta intempestiva, esa mañana.
Al día que le siguió, era Ryujin quien tomaba la mano de Nayeon y la acariciaba reiteradas veces mientras le comentaba sobre lo que pensaba respecto a la noticia de que podría despertar.
—A veces tengo miedo de que seas mala conmigo, eso sería muy malo, porque tu me agradas... —Admitió la pequeña mientras, sin querer, saltaban a relucir todas las expectativas que se habían formado en ella —Mi mamá dijo una vez que tu eras... había dicho una palabra en específico —Pensó por un instante —¡Dulce! Ella dijo que eres muy dulce, ¿cuán dulce puede llegar a ser una persona? —Ladeó la boca sumida en sus pensamientos. —¿Puedes sentirme cuándo hablo? —Curioceó mientras unía sus dedos con los de ella. —Tienes las manos muy grandes... —Mencionó mientras la medía con la suya —¿O yo tengo las manos muy pequeñas? —Cuestionó entonces, muy concentrada. —¿Tendrás más hijos con mi mamá? —Preguntó entonces, ansiando imaginar, si cuando estuviera despierta, también sentiría esa comodidad y confianza para hacer todo tipo de preguntas.
La pequeña removió los pensamientos cuando volteó la cabeza para ver la tormenta caer con toda su furia y todo su estruendo. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo cuando sintió la presión de esa mano que ella sostenía como si Nayeon fuera una muñeca sin voluntad.
Se mantuvo capturando con atención el instante en que la mujer frente a ella suspiró profundo como si tomara el aliento por primera vez y el corazón de la niña se paralizó, tardando en que su cerebro enviara la orden a su boca, para despedir el nombre que necesitaba pronunciar.
—¿Nayeon unnie? —preguntó con tremulidad en su voz, mientras le escrutaba casi que sin pestañear, no perdiéndose de ninguna de sus expresiones.
La pequeña Yoo no se hubiera imaginado que ese momento llegaría tan de pronto y menos que ella estaría presente para poder detallar el instante. La mujer respiraba como si estuviera recordando el modo de hacerlo y movió los pies, luego volvió a presionar sus manos.
Ryujin respondió al apretón, mientras la miraba como si se tratara de un extraterrestre, y es que verla despertar era casi, casi, que de otro planeta. Respiró el aroma de la omega mayor, que extendía en toda la habitación, dando a entender que todo en ella había recuperado conciencia.
—¿Cómo te sientes? —Le preguntó con la voz muy baja, pero la pelimiel no parecía que estuviera consciente. Solo Ryu sabía lo que estaba sucediendo a su alrededor, y aunque buscó casi que con desesperación hacia donde su madre tomaba una siesta, no se animó a alzar la voz para no perturbar a aquella mujer.
Nayeon se mantuvo inerte varios segundos que parecieron horas y se sintió muy confundida al notar el extraño modo perezoso en el que su cuerpo tardaba en obedecerle. Un momento después de reconocer el modo de dominar cada uno de los miembros en su cuerpo, primero los pies, las manos, los dedos, tragó saliva y arrugó la nariz con disgusto antes de removerse incómoda.
Yoo Ryujin sonrió al verla reaccionar con todos sus sentidos, alucinada.
—¿Dónde estoy? —Preguntó con la voz muy grave y ronca.
Maravillada, Ryujin decidió que era momento de pedirle lo que tanto se había imaginado desde que la conoció y que no podía esperar para presenciar.
—Abre los ojos unnie, mírame... —Ordenó con ansiedad.
Pasaron algunos segundos para que eso sucediera, pero sucedió y la omega abrió sus ojos, al fin...
Rápidamente entrecerró la mirada hacia la claridad de la luz fría que iluminaba la habitación y luego parpadeó varias veces para acostumbrarse a la invasión. Finalmente la miró intentando enfocar su rostro y lo que encontró le confundió aún más.
Todo era tan extraño que las preguntas no se hicieron esperar en su mente: ¿Qué había sucedido? ¿Por qué estaba ahí? ¿En dónde estaba? ¿Y sus hijas? ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Era la hija de Jeongyeon? Y todo fue tan precipitado, que por un instante le dolió en la cabeza pensar tan repentinamente.
—Ryujin... —Susurró con dificultad y le picó la garganta al pronunciar su nombre.
La jovencita presionó su mano con calidez, mientras retenía las lágrimas de genuina emoción al encontrar el inigualable color que ocultaban sus ojos.
—Si unnie, hola... —musitó la niña, esbozando una sonrisa conmovida, al momento en el que recorría el borde de su mejilla con dulzura.
Nayeon correspondió a la sonrisa que la niña le dedicaba con tanta emoción y una alegría muy cálida recorrió a la jovencita desde los cabellos hasta los pies. Sí, ahora estaba segura de que serían muy buenas amigas...
~"Estoy ganando la guerra, ahora
Lo estoy ganando todo, ahora
Yo gano contra el ego
Lanzando luz sobre la larga sombra.
Estoy iluminando el largo camino a casa.
Oh, el pasado me perseguía.
Oh, el pasado me quería muerta.
Oh, el pasado me atormentaba.
Pero, fue una batalla perdida.
Porque todavía sigo aquí..."
Hola Tu, aquí estoy nuevamente.
¿Cuál crees que será la reacción de Jeongyeon al descubrir que Nayeon por fin despertó?
Dejenme saber aquí debajo todas tus opiniones.
¿Sí te gusta esta historia? Hazme saber...
Tu JazUnnie🌻
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