2: "𝑫𝒊𝒔𝒑𝒐𝒏𝒆𝒓"
Flash
Cruzó apurada por la sala e ingresó en su escritorio, aquella tarde fresca de otoño, se halló sin esperanzas de que las cosas fueran diferentes el día en curso. Sacó las planillas de su portafolio y continuó su papeleo, como cada día.
Llegaba a las seis y continuaba de largo hasta la hora de la cena. ¿Qué más debía de hacer? Su arduo trabajo la había posicionado en donde se encontraba y era lo único que ocupaba su día a día pues, así lo había deseado.
La vida de una mujer como ella podía ser mucho más emocionante de lo que era, pero Yoo Jeongyeon, portadora de un gran atractivo y de una sonrisa cautivadora, CEO de una gran empresa accionista de mucho renombre, la cual había crecido a pasos agigantados gracias a su buen ojo para reconocer una buena inversión, ya sea solo como inversora o como accionista. Creía que ser una alfa extrovertida, bien parecida y agradablemente sociable, no le servía de nada para cambiar su vida repleta de uniformidad e insatisfacción.
Reacia a relaciones amorosas desde que la única y última que había tenido, había fracasado irremediablemente. Su apasionada entrega a su empresa, había acabado con la estabilidad de su matrimonio con Park Jihyo, su ex esposa y empresaria innata, dueña de una joyería que moldeaba metales de todo tipo, en accesorios impresionantes. Ella había sido la omega que más felicidad le había otorgado al traer al mundo a sus dos hijas: Tzuyu una joven alfa de dieciséis y Ryujin de once años quien aún no se presentaba de ningún modo. Pero una relación cortés y su gran esfuerzo, no habían sido suficientes para sacar adelante una familia.
Por supuesto que luego del divorcio Jihyo se largó con las niñas y dejó a la alfa hundida en el vacío absoluto que representaba su gran hogar desde aquel día, llevando consigo todo el entusiasmo que pudiese tener en la vida.
Aunque veía a sus hijas los fines de semana, habían algunos en los que las mismas preferían pasar rato con sus amigos o con sus primos, ya que Park rebosaba de parientes con los que compartir, a diferencia de ella que solo tenía a su amada tía y a su prima en el extranjero, eso le dejaba aún más tiempo del que merecía.
Jeongyeon meció la cabeza ante sus pensamientos. Jihyo fue y aún era la omega ideal, pero ella no había sido una buena alfa con ella, y no supo aprovechar su entrega debido a su inmadurez y el modo ridículo en el que creía que se llevaba la vida, perdiendo el valor de las pequeñas cosas que realmente llenaban a una persona, como por ejemplo el verdadero valor de tener una buena compañía.
Pero ya sabía aprovechar el privilegio de las buenas compañías y una agradable plática que compartir, aunque le hubiera costado su historia de amor con su ex, sus hijas deseaban creer lo contrario muy a su pesar, y le recordaban cuánto le pesaba aún haberle fallado a Jihyo, más de lo que quería aceptar.
Por un instante, dejó los papeles que analizaba sobre su escritorio y mantuvo la mirada hacia la nada, con expresión desalentadora. Definitivamente su vida podría ser mucho más emocionante, siendo una alfa tan exitosa, rebosante de atractivos y recursos, pero no lo había pensado demasiado hasta esa noche, la noche en la que conoció la atracción a primera vista.
Corría la segunda semana después de que se había encontrado pensando en aquella bella y elegante, si esa era la palabra, elegante omega que se removía en sus recuerdos desde aquella noche. Lo que no había pensado era que, sin imaginarlo, todo tomaría un curso que acabaría por unirla a esa mujer en el universo.
El móvil entre sus manos sonó, irrumpiendo en el silencio de la habitación y Jeongyeon se apresuró a contestar pues, siempre podría ser importante.
—Yoo Jeongyeon. —Dijo en saludo, como cada vez que respondía un llamado, mientras volvía a poner su atención en esos papeles. Arrugó la frente una vez aseguró que la llamada seguía en curso y volvió a contestar. —¿Hola? ¡Hable! —Exigió ahora perdiendo la paciencia. Por un instante creyó que le estaban jugando una mala broma.
—Ehrm... —Su dudosa voz, tan dulce como la miel, se hizo sonar para luego acomodarse. —¿Yoo Jeongyeon? —Dudó en la pregunta.
Jeongyeon se puso de pie, estupefacta solo de recordar a la dueña de aquella voz. No daba crédito de lo que sentía con que ella hubiera tomado la repentina decisión de llamarle, hubiera jurado que jamás la volvería a ver y menos a oír en su vida. Que sorpresas daba la vida, para lo que fuera que se había comunicado, estaba más que agradecida de atenderla.
—Señora Nayeon, ¡Que gusto oírla nuevamente! Felíz cumpleaños. —Se recordó de decirle mientras observaba la fecha en el calendario de mesa sobre su escritorio. Si mal no recordaba...
—Gracias, es usted muy amable. —Murmuró con la voz baja.
Jeongyeon sonrió de lado, algo sabía raro en su falta de entusiasmo.
—¿Por qué no está festejando su cumpleaños? —preguntó la alfa curiosa, una vez observó el horario en su reloj.
Si fuera su omega, se encontraría disfrutando de una cena en alguna parte muy exclusiva de la ciudad, o hubiera preparado algo muy especial en la casa, una velada para dos, sonaba bien y de hecho, con Jihyo lo hizo hasta el año en el que todo acabó entre ellas.
Se oyó como lo que parecía una risita irónica del otro lado, vaya como cambiaba de temple con tanta facilidad, pensó la alfa, le fascinaba su volatilidad.
—Creo que mi familia tenía cosas más emocionantes que hacer, que festejar el cumpleaños de una madre y omega tan aburrida... —Dijo y aunque era humor lo que se oía en su voz, Jeongyeon supo notar la oscuridad en la melancolía de sus palabras.
—La invito a cenar, entonces. ¿Qué le parece? Podemos compartir el aburrimiento... —Se sonrió de medio lado. "Quien no arriesga, no gana", se dijo a sí misma, mientras se imaginaba la negativa que vendría por delante. El "no" ya estaba impuesto, no había nada que perder. ¿Verdad?
Mierda. ¿Qué la llevaba a tomarse tantas molestias con esa omega? Su loba dió un salto entusiasta y ella tragó de impaciencia ante su falta de respuesta.
—No sé si sería correcto que nos vieran juntas en público, señorita Yoo... —Le dejó oír su preocupación, eso quería decir que lo podría considerar.
Jeongyeon no pudo evitar aprovecharse de esa oportunidad, maldita sea, era una oportunidad, solo una oportunidad es lo que quería.
—No se preocupe por eso por favor, yo me encargaré. Solo seremos usted y yo, se lo garantizo. —Propuso la alfa y se oyó el silencio del otro lado.
Jeongyeon se impacientó, "¿Tanto lo tenía que pensar? ¿Porque las omegas tenían que pensar demasiado en todo, todo el tiempo?" "Si fuera ella quien hubiera hecho la propuesta... pero claro que ella no haría una propuesta como esas Yoo, esa omega es una dama".
—¿Qué es lo que pierde, señora? —Expresó la pelicorta ahora con serenidad. La realidad era que no podía esperar para compartir un nuevo instante con ella y le desesperaba inmensamente su evidente desconfianza, más entendía que era muy natural.
—De acuerdo. —Espera, ¿qué? —Indíqueme en donde la encuentro y ahí estaré. —Dijo una vez había peleado lo suficiente con sus demonios.
Jeongyeon miró su móvil con asombro y gran incredulidad, una vez acabó la llamada sin esperar su respuesta.
—Hoy es mi día de suerte... —Se dijo la alfa con entusiasmo, mientras cruzaba el lugar para encaminarse afuera de su despacho, sumergida en otra llamada que solucionaría todo lo que planeaba, para festejar a esa omega tan especial.
Im Nayeon, si mal no recordaba o la omega de Kim. Su alfa gruñó de solo pensar en esa mierda de referencia, ella no era de nadie, se recordó. Sin duda esa omega había acaparado toda su atención desde aquella inolvidable noche en que la había visto por primera vez e iba a descubrir con mucha paciencia que es lo que le atraía a ella, determinó.
Back*
—Yo-yo... —Nayeon se remojó el labio inferior, sin control, cuando la observó de arriba hacia abajo y pudo observar con exquisito detalle en su cuerpo joven y estilizado. Luego notó esas sus flores favoritas entre sus manos y entonces se colmó de desconcierto.
—¿Usted...? —preguntó la alfa con una sonrisa burlona en sus labios y tomó su abrigo acariciando sus hombros para despojarse de él.
—Son mis flores favoritas. —Señaló con cierto reproche e intentando imaginar cómo había coincidido con ese detalle.
—¿Ah sí? Pues también es uno de los ramos más bonitos y costosos que he visto hasta ahora, Nayeon, pero aunque lo elegí especialmente para usted, créame que fue mera coincidencia. —Pronunció con esa admirable confianza que poseía en sí misma y que la hacía aún más atractiva, además de ese aroma... —Adelante por favor, la cena nos está esperando. —Irrumpió la alfa en el silencio que se había desatado, con esa seguridad y tranquilidad que ponían todos los cabellos de la omega de punta.
—De acuerdo. —Solo supo responder con la voz por lo bajo, mientras caminaba hacia allí con las piernas como gelatina.
La verdad era, que ya no estaba tan segura de poder enfrentarse a Yoo Jeongyeon y lo que le hacía sentir con su mera presencia.
Efectivamente sí era el ramo más costoso y sí era el más bonito, deseaba creer que había sido coincidencia y que no se había puesto a investigarla con quien sabe quien, porque podría llegar a oídos de... "¡Ya deja de pensar en ese patán, Nayeon!" Un gran suspiro se escapó nuevamente de sus labios llamando la atención de aquella alfa que aclaró lo tenue en las luces para darles más brillo a la habitación y seguridad a aquella omega llena de inseguridades y miedos.
La suave música las envolvió al instante y Nayeon tragó atraída por ella. Maldita sea, el ambiente era perfecto y exacto a lo que cualquier omega desearía: íntimo y romántico. La habitación estaba rodeada de un suave y sutil aroma a vainilla que se complementa muy bien con el aroma de la alfa, la luz era tan cálida en todo el espacio, dándole un aspecto acogedor, tan propio de un ser audaz como se notaba aquella mujer.
La pelimiel la observó desplazarse con tanto temple. Un relámpago brilló por la ventana y Nayeon tembló al oír el estruendo del trueno que avecinaba a la tormenta que caería pronto en la ciudad. Estaba totalmente atrapada.
—Además de las flores, ¿con qué más puedo complacerla? Hábleme de usted, por favor... —Dijo la alfa, detrás de ella, quien acarició sus hombros indicándole su espacio, frente a una pequeña mesa frente al ventanal, que daba a un espléndido primer plano, a la estrepitosa lluvia que comenzaba a caer crespa y tranquila.
—¿Qué quiere saber? —preguntó observándola desplazarse por aquella habitación como si estuviera en casa, mientras abría la botella de vino blanco y regresaba junto a la mesa.
Su estómago se removió de puro gusto y su loba enloqueció en su interior. Nayeon exhaló inaudible, intentando despojarse de tanta tensión que la invadía.
—Lo que sea, lo que crea que deba saber, lo que quiera compartir conmigo, todo será bienvenido... —Y luego se sonrió con ternura, una vez había llenado las copas, y al final se sentó en la silla justo en frente de la omega.
—Aunque no creo que haya nada en especial que deba de saber, no hay mucho por saber de todos modos... simplemente soy una mujer mayor repleta de obligaciones y pocos sueños. —Desplazó la idea y allí se reflejaba la misma melancolía que le había oído un momento antes, tras el teléfono.
Jeongyeon admiró su postura en el brillo de un relámpago que alumbró toda la habitación, y se llenó de intrigas.
Además de que era preciosa, tenía una postura tan pulcra y admirable, que le atrajo muchísimo más. Y ese jodido aroma que identificó como rosas, rosas frescas de jardín, como las que su madre plantaba y que ella recordaba cuando era una niña. Tragó admirando su belleza, el aroma de su omega le sentaban perfecto pues, se veía tan delicada e igual de atractiva y peligrosa como una rosa.
—Pues me alegra que me haya llamado, así pude citarla en este lugar y alejarla de su madurez, obligaciones y falta de sueños que tanto la atormentan. ¿Le gusta la pasta? —Consultó la menor, destapando el plato frente a ella.
Nayeon arrugó la nariz con desconcierto, no por la pasta, sino por su modo tan práctico de verlo todo. En definitiva esa alfa veía algo en ella que no podía ver con sus propios ojos, pero ponía a bailar a su omega como una tonta bajo sustancias prohibidas. De seguro era por culpa de ese aroma...
—Sí me gusta, gracias. —Dejó ir el aire que detenía y decidió relajarse.
Nayeon se desajustó el rebozo que parecía estar ahogándola alrededor del cuello y la deslizó para que le rodeara los brazos.
La alfa observó cada detalle en sus movimientos, atentamente y Nayeon se sintió más intimidada.
—No me mire así... —Murmuró y acomodó la voz para recuperar su credibilidad.
—No la miro entonces. —Jeongyeon corrió la mirada con una sonrisa divertida. Cuando se disponía a reanudar la conversación, ella le interrumpió:
—Hablemos de usted mejor. De seguro debe de tener una vida mucho más interesante que la mía. Digo por la edad que tiene, supongo que...
—No suponga por favor. —Suplicó la alfa, quitándose el saco y quedando en una blusa color azul cielo de mangas muy suaves.
Jeongyeon se desabrochó un nuevo botón cerca del cuello bastante inconscientemente, que descubrió algo de su escote buscando liberarse un poco de la tensión propia del momento, sin ignorar esos intrigantes ojos sobre ella.
—Mi vida no ha sido tan interesante en mucho tiempo hasta esta cita con usted, se lo aseguro. —Sonrió seductora, pero había sinceridad en esos ojos, sinceridad que por supuesto, esa omega no supo identificar.
—Ya deje de ser tan halagadora porque comienza a fastidiarme, la verdad —Dijo la pelimiel, aunque no tan segura de lo que decía.
Jeongyeon se rió ante sus palabras y asintió de acuerdo, había querido ser especial con esa omega y quizás se le había pasado la mano. Quería que se sintiera cómoda, "Vaya, ¿Quién entendía a las omegas?" pensó, corriendo la mirada.
—Ay señora Nayeon, si supiera cuánta verdad hay en mis palabras... —Hizo un gesto de desaprobación antes de comenzar a relatar —Mi vida no es tan emocionante hasta el día de hoy, aunque usted no lo crea... —Insistió con lo que creía que era una verdad muy obvia —Pero, para que se quede más tranquila, le contaré sobre la monotonía de la que se trata mi vida, si eso es lo que desea. —Aceptó la alfa, mientras bebía un sorbo de vino de la copa.
—Me parece perfecto. De todos modos, no me molesta, simplemente no quiero que se vea en la obligación de seguir... siendo tan empalagosa, por mi. —Habló cuando arrugó la nariz nuevamente.
Jeongyeon encontró esa expresión tan tierna y la tomó como una de sus favoritas.
A Nayeon no le gustaban tanto los halagos sin sentido, pero porque ella no sabía que, de parte de esa alfa, no eran para nada deshonestas. ¿Cómo iba a saberlo? Si apenas la estaba conociendo, vaya locura.
—No me siento obligada a nada mi señora Nayeon, solo digo lo que siento, pero si mi sentir le molesta, puedo dejarlo para después. —Sonrió de costado y prosiguió antes de que la omega respondiera a sus palabras con otra de sus quejumbrosas frases. —Soy Licenciada en finanzas, por consiguiente, Presidenta y fundadora de mi propia empresa inversora. Esta se caracteriza por invertir y financiar proyectos con potencial, obtener acciones e incrementarlos. —Explicó la mujer antes de tomar un bocado.
Ahora sí que Nayeon comprendía de dónde venía todo lo costoso y elegante con lo que vestía esa mujer, detalló en la fina cadena dorada que adornaba su pecho y que hacia juego con la pulsera en su mano derecha, en la fragancia costosa y perfecta del perfume que acompañaba a su aroma natural, en lo sedosas que parecían las prendas que la vestían a su medida y que la moldeaban con exactitud.
Por supuesto que Jeongyeon era una empresaria y profesional exitosa, probablemente, eso le llevaba a asumir de dónde venía tanta seguridad.
—Vaya... tiene usted un empleo maravilloso. —Aceptó al fin, sintiéndose muy tonta por creer que era una pobre idiota tratando de utilizarla mediante un acostón.
Entonces también eso significaba que... ella tenía verdadero interés en su persona. ¡Oh cielos! se estaba sintiendo muy avergonzada en ese momento y se notó en el rubor de sus mejillas que la alfa supo identificar.
—Si. —Habló como si le respondiera a lo que la omega pensaba. —Es interesante, aunque muy agotador, la verdad. Estoy cansada de la vida que llevo, voy y vuelvo a la oficina, veo a mis hijas los fines de semana, algún que otro día lo utilizo para hacer ejercicio. Nada diferente a la vida que usted lleva Nayeon, tengo una vida frívola, aburrida y monótona. Brindemos por eso. —Levantó su copa hacia ella.
La omega la miró con atención antes de hacer chears. No sólo por lo mal que le hacía sentir su vacío interior, sino porque sabía el rápido efecto que tenía el vino en su metabolismo.
—¿Usted tiene hijos? —preguntó interesada en ese tema y se acabó la copa, contemos uno, mientras la alfa le servía nuevamente la copa y respondía con obediencia.
—Sí. —Sonrió con todos los dientes. —Tzuyu de dieciséis años y Ryujin de once. Mis niñas. —La miró y vio intriga en su mirada. Decidió hablar y ser breve —Me divorcié de mi ex esposa hace seis años. Ella me acusó de que la desatendí por mi trabajo y de que no era la misma desde que la empresa había tomado vuelo. De hecho estoy de acuerdo con ella, entre mis obligaciones, se me quedó la de alfa y me dio una gran lección dejándome, la verdad. —Ahora su sonrisa era más por cortesía que por sentir.
Eso le pesaba, pudo notar Nayeon en el expresar vació de su mirada y la conmovió por un instante.
—Todos necesitamos especial atención para sentirnos a gusto con la persona que compartimos la vida, ¿sabe? Personalmente, sería felíz con una conversación a la hora del desayuno o una cena para dos una vez cada tanto, pero para mi esposo son más interesantes sus conversaciones con su amante, probablemente... —Habló con serenidad, aquello ya estaba tan encajado en su interior como una espina.
Hubiera deseado no recordar a Kim, estaba muy cómoda en ese momento.
—¿Su esposo le es infiel? —preguntó la alfa sorprendida.
Por un momento Jeongyeon tuvo que detener la sonrisa de satisfacción que se asomó por la comisura de sus labios ante esa información, pero no pudo evitar pensar que eso le daba una oportunidad de acceder a ella, ¿o no? Nadie se recupera de algo tan fuerte como una infidelidad ¿Verdad?
"Deja de alentar tus ilusiones, Yoo." Se respondió a sí misma.
Esa omega no parecía ser una mujer, a la cual acceder de modo sencillo, pero, se valía soñar, siempre.
—¡Claro que sí me engaña! Con una omega quince años más joven, ella es abogada y trabaja con él. —Habló tan tranquila.
Nayeon pudo reconocer la satisfacción en la mirada de Jeongyeon, quien acabó la copa antes de responder.
—¡Wow! ¿Y por qué demonios no le pidió el divorcio?
"Porque estaba esperando la oportunidad de desquitarme con él y por eso estoy aquí, también" pensó Nayeon a la par de su pregunta, mientras notaba su entusiasmo e interés.
—Pues... Porque no sé qué hacer de mi vida si no soy esposa y madre. —Mintió.
Aunque no del todo, si le aterraba que fuera a suceder luego del divorcio con su aún esposo porque estaba muy segura de que jamás podría perdonarle, pero ella sabía que siempre encontraba una solución en la vida y con todo aquello, también habría una.
Jeongyeon se rió ante su respuesta, sorprendiéndola por un instante.
—Jamás he oído una respuesta tan honesta como esa.
La mujer bebió de su copa que se había vuelto a llenar y la observó de un modo tan intenso que, Nayeon creyó que podría traspasar cada fibra de su ser.
La omega comenzaba a sentir calor en esa habitación, cuando decidió apartar el rebozo que le rodeaba los brazos.
—Créame que usted es una omega de las que, me imagino, ha tenido educación, cultura y capacitación suficiente como para lograr el éxito por sí misma. —Respondió a sus pensamientos.
Nayeon se sintió deslumbrada de sus ciegas palabras, ¿qué podría saber ella de su persona para hablar de ese modo?
—En los tiempos que transitamos, debería tener en claro que, así como la amante de su esposo, las mujeres son autosuficientes y en usted no veo a una omega que debiera de seguir perdiendo su tiempo en mantener la casa cómoda para un tipo como Kim. Usted tiene todo lo necesario para salir adelante por sí misma... sabe, ese tipo ya me cae muy mal. —Habló antes de ponerse bocado en la boca.
Nayeon asintió luego de saborear la comida en su boca y bebió de la copa de su vino antes de responder.
—Creo fervientemente que es un imbécil, pero ya le he dicho varias veces que me diga la verdad y se niega rotundamente a aceptarlo. —Dijo sosteniéndole la mirada.
Jeongyeon observaba con atención como la omega tomaba la servilleta con delicadeza y deslizaba la tela por sus labios. Por un momento se olvidó lo que iba a decir.
—¿Lo enfrentó? —preguntó sorprendida.
Jeongyeon no se lograba imaginar a una mujer como la que veía en ese instante, tan serena y elegante, en plan molesta y reclamando una infidelidad a su alfa. Era tanto de lo que ella no se merecía, pensó.
—Por supuesto que lo hice. —Suspiró y tomó la copa entre sus manos nuevamente. —No disfruto de sentirme engañada, si eso es lo que cree... —Alojando los cubiertos sobre el plato, dió signos de que había terminado de comer. —Mi amiga Sana llegó una de las tantas noches que él pasaba la noche fuera "de viaje" y me dijo que lo vió en el aeropuerto besando y abrazando a una omega demasiado joven. —Sonrió con pesar, reviviendo aquel instante en el que parecía que se le caía el techo sobre la cabeza.
—¿Y así como así lo creyó? —Indagó la castaña.
Nayeon le miró con incredulidad.
—Conozco a Sana desde que teníamos cinco años, señorita Yoo, es de la única persona que creería tales palabras. Además... —Dijo bebiendo de la copa antes de proseguir. —Esa noche tampoco regresó a dormir y varios días después revisé su horario de regreso en ese vuelo y efectivamente Sana tenía razón, había regresado una noche antes de llegar a casa, ¿Dónde pasó esa noche? Con la señorita esa, seguramente... —Rió con jovialidad al recordar ese día, ya hacían dos meses desde que lo sabía.
Había sido tan tonta de rebajarse a la aventura de ir a buscarlo en el departamento de aquella joven y los vió con sus propios ojos, era mucho más que una suposición, pero decidió no exponerse y humillarse más frente a la alfa.
—Tiene usted razón... —agregó Jeongyeon viéndole a los ojos —... su esposo efectivamente es un verdadero imbécil. —Sonrió comprensiva y Nayeon la observó con atención.
El magnetismo las atrapó de inmediato, la habitación se colmó de un silencio calmo, en el que sólo se oía la música suave y envolvente, y el sonido de la lluvia repiqueteando en los vidrios del ventanal.
Nayeon se puso de pie, inquieta, intentando apartar la mirada de esa alfa que parecía querer inundarla de sí, por completo, hasta abrumarla. Rodeó la habitación con curiosidad, viendo a detalle su decoración, la realidad era que nada de aquello la deslumbraba, pero se sentía muy acogedor.
Sobre el mueble, un magnífico ejemplar del popular juego de ajedrez llamaba su atención y ella tomó una pieza entre sus manos para observar más de cerca. Era de cristal, muy hermoso.
—¿Juega? —preguntó la castaña, junto a su oído, ofreciéndole la copa de vino y la omega le observó de reojo aceptando la invitación. Nayeon meció la cabeza como si fuera obvio, "¡Por supuesto que no!" Se dijo con ironía.
—No. No soy buena para los juegos de tablero. —admitió sonriéndole, aquello le desesperaba inimaginablemente.
—Si quiere le puedo enseñar. A menos de que no se crea capaz... —Le desafió, una vez la pelimiel se había volteado a reencontrarse con esa mirada arrolladora de la que la alfa era portadora.
Una fusión de sus aromas se hizo en toda la habitación, en donde el cacao parecía abrazar las dulces rosas frescas y Nayeon decidió ignorar el modo en el que su aroma se incrementaba junto a esa alfa, como hacía años no lo percibía, fuerte y persistente.
—Puedo ser una muy buena aprendiz, señorita Yoo, puede estar segura. —Completó aceptando el desafío, mientras regresaba la pieza a su lugar. ¿Quién se creía para desafiarla?, le recrimina en su interior.
—No me cabe ninguna duda de ello... —Aceptó la castaña y señaló el tablero. —¿De enserio? —preguntó con humor.
De hecho, Jeongyeon no era la más indicada para dar cátedra de ajedrez, pues no era la mejor jugadora y todo lo que había aprendido, fue gracias a la obsesión de su ex, con ese bendito juego, pero podía aprovecharse de la situación, pensó.
—Mmm preferiría que fuera en otra ocasión... —admitió la omega, una vez estuvieron junto al ventanal observando el espectáculo que les entregaba la tormenta cayendo sobre la gran ciudad.
—Esa idea me parece perfecta. —Respondió, capturando la atención de la mujer frente a ella —Eso me aseguraría una nueva cita con usted, aunque sea para enseñarle a jugar ajedrez. —Terminó, chocando su copa con la de ella.
Esa expresión relajada que traía, como si aquello que estaban viviendo la llenara de satisfacciones, ¿De qué se trataba todo ese teatro? Se preguntó de pronto Nayeon, cuando ambas se debatieron con la mirada, ella llena de recelo y la alfa... no lo supo comprender con claridad.
—¿Por qué estamos aquí, señorita Yoo? —preguntó sin más, mientras le hablaba con la serenidad que hacía efecto en su interior, gracias al alcohol. —¿Qué es lo que ve en una omega como yo? ¿Qué es lo que pretende de mí? De seguro hasta su ex esposa debe de ser más joven y bella, ¿por qué no hace por recuperarla en vez de estar perdiendo su tiempo aquí conmigo? —Podría haber seguido preguntando, pero Jeongyeon levantó una mano pidiéndole que se detuviera.
—¿Por qué se rebaja tanto señora? Se nota que no ha visto lo que yo, en usted... —Nayeon iba a replicar, pero la mujer levantó dos dedos, antes de interrumpir: —Le voy a responder dos, de todas esas preguntas que acaba de hacer y quiero que con ellas se conforme.
Jeongyeon se apartó a subirle el volumen a la suave música que había estado sonando por lo bajo, sugerente, la cual Nayeon había ignorado durante todo el rato que llevaban conversando tan fluidamente y se obligó a verla sobre sus pestañas, cuando extendió una mano frente a ella, en clara invitación.
—No. Yo no bailo. —Canceló la pelimiel con poca emoción, mientras acababa la copa. Contemos última por hoy, pensó temblorosa.
Jeongyeon no retiró su mano.
—Yo tampoco, pero no quiero que se aburra en su cumpleaños y en ellos hay música y baile. Deme ese gusto. —Suplicó y la omega bufó, antes de tomar su mano.
De todos modos no perdía nada con bajar sus defensas y tomar otras directivas más amables, ya que vivía bajo las órdenes de aquel difícil alfa a diario, se recordó.
Todo lo que Nayeon pudiera pensar o recriminar, se desvaneció en ese instante en el que la alfa le rodeó la delgada cintura a esa omega que era una década mayor y juntó su cuerpo contra su pecho suavemente.
Nayeon levantó la mirada una vez se hizo ese íntimo contacto innecesario contra su cuerpo, sintiendo que perdía toda su compostura ante esa imponente mirada. La alfa no pudo evitar sonreír ante su visible nerviosismo, ¿había sido demasiado? Bah, al demonio, ya estaba hecho.
A lo lejos, una encantadora melodía relataba la historia de un ser reconociéndose más maravilloso de lo que le podían ver y que escondían toda su magia debajo de lo que podía ser al lado de quien la atrapaba detrás de un cristal, era una historia de desamor. Nayeon se sintió abrumada ante la letra y el movimiento preciso de Jeongyeon que la unía completamente a su cuerpo.
—¿Me dirá las respuestas que sí iba a darme? —Habló la omega una vez Jeongyeon apoyó su mejilla sobre su frente y comenzaron a moverse de un lado hacía otro, haciéndose una sola dentro la melodía.
Nayeon no pudo evitar respirar su escandaloso aroma amargo, con tonos dulces y embriagantes que enloquecen a su loba de ese modo abrumador.
—Por supuesto. —Habló cuando extendía su mano con firmeza y hacía una suave presión sobre su espalda baja.
Por inercia, Nayeon levantó la mirada para poner de su atención a esa muestra de posición.
—Lo que veo en usted, señora Nayeon, es una llama que me enciende todo el cuerpo y todos los sentidos con su atractivo, es como un último recurso, indispensable y déjeme decirle que soy una mujer que sabe aprovechar hábilmente todos y cada uno de sus recursos... —En aquellas palabras se estuvo muy cerca de su rostro —Y lo que quiero de usted... —Recorrió su mejilla con sus dedos.
Nayeon cerró los ojos ante su mínimo tacto que le retumbó con prisa por todo el cuerpo.
Para ese entonces la omega tenía la respiración tan alterada, que casi podía oír su pulso acelerado a la par de su melodiosa voz
—... es tenerla en mi cama, ¿Cuándo? Cuando usted disponga, ¿Cómo? Como usted disponga... sólo espero eso, que si disponga alguna vez... —Acabó viéndole a los ojos, cuando la pelimiel decidió buscarla al oír sus palabras y sus trémulas manos temblaron al intentar apartarse de su agarre.
Las palabras quedaron en el aire largos segundos.
Puesto a que la alfa reafirmó el agarre contra su cuerpo, no había escapatoria más que responder a esa inminente propuesta.
Nayeon parecía no poder pensar con claridad ante ese acercamiento que comenzaba a marearla. Su omega aulló de completo gusto y pareció retumbar en las habitaciones de todo el piso. Oh no...
—Yo... ¿yo dispongo? ¿Qué dispongo? —preguntó la omega con suma incredulidad, sintiendo su boca más reseca que antes.
Jeongyeon tomó una de sus manos que mantenía suspendida resistiéndose a tomarla, para ponerla sobre su hombro y situó la otra nuevamente alrededor de su espalda, sin apartarse un milímetro de ella. Recargó todo el cuerpo de la omega contra el suyo con más presión y el acercamiento se hizo más íntimo.
Nayeon se sintió desvanecer nuevamente, una sola copa y sentía las palabras salían de su boca sin su permiso, ¿qué sucedería en ese instante que había perdido la cuenta de cuántas había bebido? No podía comprender porqué todo parecía sentirse más intenso de lo que debería, ¿o así se sentiría de todos modos si no hubiera bebido? Su omega vibraba sin su consentimiento, su imaginación abrió millones de suposiciones de lo que sería "disponer" en brazos de Yoo Jeongyeon, y su cuerpo sintió escalofríos ante esa idea.
—Usted dispone y yo cumplo. —Afirmó la castaña con esa sonrisa insolente, descansando un suave beso sobre su mejilla, tan cerca de la comisura de sus labios.
Nayeon se tomó de la tela de su blusa, una vez la alfa comenzaba a moverse nuevamente en ese delicioso agarre que las mantenía unidas en calor y aliento. No había coherencia en sus pensamientos, solo podía sentir el deseo vibrante de sentir esos carnosos labios contra los suyos y comprobar el poder de esa tormentosa pasión que esa alfa desconocida le ofrecía en todo momento, desde que había puesto un pie en esa habitación.
~"Me amas, pero por las razones equivocadas.
¿Soy un objeto para ti y no una persona?
Porque me siento atrapada en este pedestal en el que me pusiste.
Dices que soy hermosa, pero creo que eso es una subestimación.
Porque soy más de lo que significo para ti.
Dices que soy perfecta, pero también tengo espinas además de mis pétalos.
Y no me voy a quedar con tu punto de vista.
Estoy rompiendo el cristal en el que me pusiste, porque mi belleza viene del interior.
Ya me harté de vivir mi vida solo para ti.
Dices que soy linda, pero tengo una magia que no has descubierto..."
Yo em... si comentas, actualizo el capítulo que sigue.
Me desperté caprichosa hoy, anda tú... dame ese gusto, tu JazUnnie🌻
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