16: "𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝑽𝒊𝒔𝒕𝒂"
Una vez la puerta fue abierta, Jeongyeon le cedió el paso, y la omega ingresó con una sonrisa involuntaria.
Varios pasos dentro, y Nayeon notó como el aire se recargaba nuevamente de esa extraña y característica energía, como si de magia se tratara, respiró el suave aroma a vainilla con el que aromatizaban las habitaciones, al parecer, y suspiró como si el alivio de sentirse en casa la hubiera recorrido, no era el lugar, era ella y su compañía.
La omega pelimiel se quedó muy quieta algunos pasos adelante, cuando se oyó la puerta cerrarse en su espalda, divisó un mueble en donde dejar las flores que las acompañaban y pronto sintió como ese cuerpo estilizado la amuraba para sentirla contra el suyo, arrollándola con todo ímpetu.
—Oiga, que guapa se ve esta mañana mi señora Nayeon, no deseo apartar mis ojos de usted un solo instante... —Susurró la alfa, mientras posaba sus labios sobre sus hombros, luego de haberlos descubierto del abrigo, ansiosa de sacarle ese vestido con sus propias manos.
—Siempre que me arreglo, tenga por seguro que lo hago pensando en usted y sólo en usted, alfa... —Murmuró sintiendo como la alta removía su cabello rebelde. Nayeon ronroneó cuando volvió aprisionarla contra su cuerpo.
—Me enloquece imaginarla pensando en mi, a todas horas, a cada instante, como yo lo hago en usted, Nayeon... —Habló, mientras la instaba a caminar sin siquiera apartarse de su agarre.
La omega se dejó guiar cediendo toda la voluntad mientras saboreaba lo que generaban sus palabras en todo su ser.
Jeongyeon buscó de su mirada, tan pronto como estuvieron frente a un gran espejo que adornaba una de las paredes, detrás de ellas, se podía ver el reflejo de la cama acaparando toda la atención de la espaciosa habitación.
Nayeon no había reparado en nada a su alrededor, hasta que la pelicorta se detuvo frente a su reflejo, más solo supo perderse en la oscuridad de los ojos de esa alfa, quien la llevó a notar la presencia de la silla que estaba justo frente a ella.
Casi que sin tocarla, Jeongyeon estiró uno de sus largos brazos junto a ella, para cambiar la posición de la silla, mientras Nayeon observaba sus acciones por el reflejo del amplio espejo que las tomaba de cuerpo entero. La pelicorta entrelazó sus dedos sobre su mano derecha, la dirigió hacia el respaldo y ella obedeció la silenciosa orden de la alfa, aferrándose allí.
Jeongyeon sonrió notando lo ambiguo en sus acciones y tomó aquello como un incentivo para proseguir con toda libertad. Se estuvo frente a su rostro cuando ese mar de miel la inundó con gran ansiedad, y comenzó un camino de besos desde su frente, hacia su mejilla esponjosa y ruborizada. Se detuvo cuando juntó su nariz con la suya hasta que sus labios estuvieron encimados y los succionó, deseosa de impregnarse de su dulce aroma floral. Aunque hubiera querido unirse a su cuerpo en el mismo instante en el que la divisó en esa prenda, la alfa decidió que lo mejor era aprovechar la vista para enseñarle lo que le hacía sentir con su presencia y que no se atrevía a admitir en palabras.
Nayeon hizo el impulso de abandonar la orden que le dio a su mano derecha para rodearle la mejilla con esa mano, pero ella no se lo permitió, reafirmando el agarre contra su mano en el mueble, embriagándola con sus muestras de firmeza amables y sutiles.
—Obedezca, omega... —Ronroneó contra su oído y descendió por detrás de su oreja, hacia el largo de su cuello con sus besos húmedos, más debajo por su clavícula, persiguiendo el borde de su escote y ganándose algunos gemidos de sus labios rellenitos.
—La vista aquí me seduce tanto Nayeon, ¿no se lo había dicho, ya? —Murmuró contra su piel, no esperando una respuesta y la pelimiel sonrió sin poder evitarlo. —¿Está lista? —Musitó con ese tono de voz que le escandalizaba las mariposas en el estómago.
—Siempre. —Sonrió al notar como se alertaba toda por allí, en donde ella proseguía respirando, seduciendo su piel, ascendiendo nuevamente por su cuello. Cuando se estuvo contra su mentón, sin poder evitar la necesidad que la invadió repentinamente, la tomó de la nuca para reclamar otro de sus inigualables besos.
Jeongyeon correspondió de inmediato a su llamado, le encantaba que ella tomara la iniciativa, sea cual fuera la ocasión. Sumergió sus manos dentro de sus cabellos y decidió perderse entre ellos, una vez ambas apartaron sus bocas para respirar. Suavemente, Jeongyeon la volteó en su agarre, y Nayeon se puso nuevamente frente a su propio reflejo. Detrás de ella, la alfa recorría sus brazos y hombros, alcanzó su cabello para acomodarlo hacia un costado, hasta que coincidió con el cierre que sostenía la hermosa prenda en su cuerpo armonioso.
—Le voy a enseñar a verse a través de mis ojos, mi señora Nayeon... —Prometió mientras escurría la tela por sus hombros y poco a poco se iba deslizando hasta caer alrededor de sus pies, obteniendo lo que había estado deseando desde aquel fatídico día en el que le dijo que la amaba, a ella, solo a Nayeon.
Jeongyeon alzó la vista para admirarla detenidamente, se estaba sin sostén, supuso que el vestido no lo ameritaba, en bragas, medias y tacones y su deseo se hizo más molesto contra la tela de sus pantalones de oficina. Pero, como se temía, la omega se tensó al notar que tenía sus ojos puestos en ella, enteramente, y una vez más la incentivó a sostener el respaldo de esa silla, cuando parecía entrar en pánico al encontrarse tan expuesta frente a ella y frente a sí misma, y deseó huír.
—Jeongyeon, no... —Suplicó Nayeon, bajando la mirada y cerrando los ojos, invadida por el pudor. Era demasiado que criticar y que justificar, se dijo la omega cuando se negó a encontrarse consigo misma en su reflejo.
—¿A qué le temes, preciosa? —Preguntó mientras deslizaba sus manos por su abdomen —¿A la edad? —Susurró junto a su oído y ella asintió —Me gustarías así tuvieras cien años mi hermosa Nayeon... —Dijo deslizando sus manos hacia sus pechos, recorriendola como quien disfruta de la textura de una perfecta pieza de obra de arte, con deslumbramiento y rigor —¿A los defectos en su piel? —Preguntó sin abandonar el estímulo que alertaba todos los sentidos de la omega. —¿Acaso hay alguien que no tenga defectos, cariño? —Preguntó ganándose su mirada aguada y la alfa sonrió, intentando aliviar su opresión —Te presto mis ojos Nayeon, mírate... pero por favor mírate desde mi punto de vista... —Sugirió amablemente, persiguiendo la línea hacia su cuello y Nayeon se removió entre sus manos, cuando una cargada lágrima se escapó y luego otra.
Una gran lucha interna se debatía en su interior, una en la que sus defectos se habían burlado de ella por tanto tiempo hasta que le dejaron daños muy profundos que parecían irreparables, pensó mientras intentaba admirar la belleza a la que se refería su alfa.
Entonces llegaba esa joven mujer, con todas esas palabras bonitas, derribando todas sus inseguridades, haciendo que la amara aún más y deseando amar a su cuerpo un céntimo de lo que ella lo admiraba con esos hermosos ojos oscuros llenos de pasion y la posesión de su alfa, más que deseo, la veían con su amor. Nayeon se volteó buscando su refugio y la abrazó, pegando su nariz contra su cuello para poder sentir su aroma que podía ser tan dulce y amargo, que la embriagaba y le daba tanta calma a la vez.
Jeongyeon correspondió al instante, abrigándola entre sus brazos. "¿Porqué le era tan difícil?" Se cuestionó mientras sentía correr sus diminutas lágrimas contra su cuello. La alfa persistió con aquella caricia alrededor de sus brazos y halló aquella piel jodidamente suave, y pensó que podría pasarse el tiempo besándola y demostrándole cuán hechizada la tenía con su belleza. Pero no era suficiente comparado con el poder con el que todo en ella le había robado completamente el corazón y los sentidos en su loba, que la adoraba y la anhelaba cada segundo del día que pasaban lejos suyo.
—De en serio me ves con esos ojos... —Le reprochó, aún con las dudas humedeciendo sus mejillas. Mismas, que la alfa se apresuró en limpiar con sus manos.
—Con estos ojos, te veo, te admiro, te amo y te deseo inmensamente omega, ¿Por qué te es tan difícil creerlo? Todo de mi te anhela, a todas horas Nayeon, eres la única a quien he amado con esta intensidad... —Murmuró junto a sus labios y la omega no pudo detener el suspiro que se le escapó.
—Jeongyeon, ¿Ya te he dicho cuanto te amo, hoy? —Cuestionó cuando la pelicorta se perdía por la línea de su mandíbula una vez más. Le llamó la atención con sus palabras, pero su piel ardía bajo el efecto de cada toque, estaba ansiosa por perderse en su calor y degustar del aroma de su piel.
—Aún no, mi amor, pero pronto hallaremos el tiempo para hablar de todo eso, ahora déjame amarte a mi primero y a mi manera. —Le regaló un guiño, una vez la dejó nuevamente en la primera posición. Nayeon aceptó, viéndose en su reflejo, aún dudosa.
—¿Qué haces? —Preguntó la omega, confundida al ver como su alfa se ponía sobre sus rodillas, de modo que ella se estuvo nuevamente frente a su reflejo, solo que acompañada de una reducida Jeongyeon a sus pies.
—Shh... cállese, me desconcentra... —Musitó contra la piel de uno de sus pantorrillas, en donde depositó una línea de besos, como si le rezara al largo de sus piernas que se veían tan atractivas dentro de esas medias. Escuchó una risita cómplice de parte de su omega y supuso que fue por oír sus palabras en su boca.
Nayeon le observó desde su altura, mientras la alfa liberaba de a uno sus pies de los altos tacones y fundió sus labios por el arco de su pie hacia su tobillo, disfrutando de la sedosa textura de las medias, mientras su manos se hacían por sus muslos para deshacerse de la prenda. La miraba agitada y muy ruborizada, detallando sus acciones atentamente, mismas que le regalaban tantas sensaciones al unísono que no sabía cómo contener. Jeongyeon parecía estar decidida a enseñarle a amar sus defectos, imaginó, mientras repetía el proceso ahora con el otro pie, y una vez despojaba la prenda, desprendía sus besos por entero, quemándola toda a su paso.
La firmeza de su pálida piel, su suavidad femenina, el aroma que desprendía por doquier. La alfa de Jeongyeon se sentía colocada por su omega y deseaba mucho más, decidió, una vez ella recorría sus manos extensamente por su cabello, sintiendo su cuerpo reaccionar a cada uno de sus estímulos.
Lentamente deslizó la tela de sus bragas y eso la dejó completamente desnuda ante sus ojos. La alfa la observó con devoción, cubierta por ese manto de luz tenue que sólo brillaba tras las cortinas oscuras que escondían el sol de esa mañana de lunes, era su diosa, mentora de todos sus anhelos y sueños, Jeongyeon estaba decidida a adorarla como se lo merecía a paso lento y detalladamente hasta que explotara entre sus manos. Suavemente, recargó una de sus piernas sobre su hombro y con esa desvergonzada imagen frente a sus ojos, buscó su frondosa mirada pudorosa.
—Obsérveme... —Ordenó con la voz suave, una vez enlazó un brazo en su pie firme y sostuvo la rodilla flexionada alrededor de su hombro, a la vez que golpeaba su aliento sobre contra la cueva secreta de todos los placeres de su cuerpo.
Nayeon ahogó un gemido y arrebató el agarre sobre el respaldo de la silla, de la impresión que le provocó el primer acercamiento.
Jeongyeon absorbió su clítoris con suavidad, rodeándolo con su lengua insistentemente, persistente. Nayeon intentó seguirla en sus acciones con sus ojos entrecerrados, más no pudo evitar la avalancha de sensaciones que tomaron su cuerpo por su causa, y que se escapaban sin control de su linda boca, en forma de ondas sonoras que la alfa percibía con gusto de ser quien las provocara en ella y deseosa de que retumben en toda la habitación, hasta que vinieran quejarse por ello, quería que gritara en su liberación.
Nayeon no se reconoció cuando removió la cadera contra los labios de la alfa, atrapó sus cabellos cortos con su mano izquierda y exclamó un gemido involuntario, instintivamente. Jeongyeon sonrió mientras, en esta ocasión, se ayudaba con unos de sus dígitos y admiraba como ella se retorcía entre sus brazos, desinhibida, despreocupada y perturbada por sus insistentes caricias.
Como era de esperarse, la omega no tardó en alcanzar la cima y casi se deja caer en la relajante liberación de su cuerpo, pero Jeongyeon siempre estaría allí para sostenerla, pensó cuando se rodeó la cadera con sus piernas y la dirigió hacia la cama sin aparente complicación. Nayeon la observó, como aquella primera vez, imponente, tan segura de sí misma, tan elegante, tan... siempre tanto, incluso para sí misma.
—Me fascina tu punto de vista, alfa... —Murmuró cuando se quedaron viendo un instante que simuló ser eterno. La pelicorta sonrió ante sus palabras y rápidamente se apresuró a quitarse la ropa, pero ella la detuvo. —Déjame hacerlo, por favor... —Ronroneó, tomando el saco entre sus manos y la alfa se estuvo muy quieta, cuando deslizó la prenda de sus hombros y prosiguió hacia la blusa negra, con una paciencia infinita con esas manos tan suaves y amables.
Jeongyeon se removió impaciente y Nayeon se sonrió al reconocerlo en ella. Sabía cuán decidida era, le gustaba ver la ansiedad en su mirada oscura, le gustaba tanto ella, su alfa.
—Mi amor, por favor... —Intentó persuadirla la alfa, cuando Nayeon se la había quedado viendo con esos ojos admirados, y no pudo evitar mordisquearse los labios, enternecida por esa expresión, ella era feliz y eso llenaba de euforia y ego a su loba enamorada.
—Lo estoy disfrutando, cariño... —Respondió en un susurro, mientras desplegaba besos por su pecho hacia su hombro.
Jeongyeon cerró los ojos cuando esos suaves labios se deslizaban por su clavícula y regaban su cuello de esa dulce calidez. Su piel se erizó y jadeó, una vez hubo terminado de deshojar la mitad de su cuerpo. Dejó caer la última prenda y Jeongyeon carcajeó al ver la oscuridad en su tórrida mirada.
—Me encanta el color que toman tus ojos cuando me deseas, Nayeon... —Admitió la menor, corriendo ese hermoso cabello que se entrometía por su rostro. Quería tomarlo con sus manos y respirar profundamente su aroma, otra vez.
—Descríbemelo... —Ordenó curiosa, sin detener la estela de besos que dirigía por sus finos hombros, sobre esa piel tan clara y sensible, en dirección a su cuello y respiró ese delicioso aroma que la complementaba tan bien.
Jeongyeon gimió cuando las manos de la omega alcanzaron sus pechos y estrujaron en su agarre, cuando se obligó a dar una respuesta.
—O-oscuros, como el estanque de un lago, oscuros y brillantes, bonitos... como todo en ti, mi omega —Susurró la pelicorta y cerró los ojos, cuando Nayeon le regaló unos besos junto a la línea marcada de su mandíbula en dirección a reemplazar las caricias se sus manos, las cuales ahora terminaban de desprender su pantalón.
—Eso es todo lo que generas en mi —Habló la omega, adornando su pecho martilleante con sus besos ansiosos por recorrerla completa —Solo cosas bonitas. —Habló trazando —Esto es en lo que me convierto contigo y ya no puedo ocultarlo, resplandece como la misma luna por las noches... así eres tu en mi, Jeongyeon —Musitó, despojándola de su pantalón, el cual terminó en el suelo haciéndole compañía a su vestido negro y al resto de las ropas que las vestían.
Jeongyeon se dejó recorrer por los besos de esa omega, sintiéndose gustosa de ver el deseo reflejado en su vidriosa mirada, sintiendo el regocijo de que su omega la deseara con tanta vehemencia, cautivada por la exploración de sus besos. Aquel ser desinhibido, llena de seguridad al amar, de decisión, esa era la omega que ella amaba.
—Te amo Im Nayeon. —Susurró cuando se estuvo junto a sus labios y no esperó una respuesta a esa declaración, sólo se decidió a tomar esos labios que la llamaban con desesperación desde aquella lluviosa noche en la que parecía que se le escapaba de entre las manos, que se iba de su vida.
Las suaves manos de la alfa recorrían su cuerpo, deleitándose con la cremosidad de su piel, siguiendo su vientre, su espalda, la redondez de sus pechos, sus muslos, Nayeon identificaba que su cuerpo nuevamente se excitaba y la prueba estaba en su abundante lubricante natural, en lo lista que estaba para ella, no había forma de ocultarlo y tampoco deseaba hacerlo, adoraba la respuesta de su cuerpo para su alfa.
Jeongyeon deslizó sus dedos hacia sus pechos, ansiosa por volver a recorrerlos y jugar con ellos. Súbitamente sujetó sus pezones entre sus dedos, arrancando gemidos de su deliciosa boca, y fue aumentando la presión hasta que la omega creyó que tendría que pedirle que se detuviera, pero entonces soltó uno y lo introdujo en su boca. El cambio de temperatura fue tan drástico que Nayeon exclamó un gemido mientras su interior se contraía en apresurados espasmos ante la espera. La alfa en cambio, continuó degustándola, sin detener la sensaciones que distribuía por su cuerpo sin prisa alguna, logrando que la pelimiel se retuersa frenéticamente.
Nayeon estaba decidida a que ahora era su turno para explorarla, deseaba hacerle sentir el mismo placer que ella le había brindado momentos antes. Reclamó sus labios en un beso sensual, apasionado, creando una fricción de sus pechos desnudos, mientras sus manos memorizaron sus formas, recorría aquellos músculos cubiertos por esa piel clara, delicada y sedosa, disfrutando enormemente de cada detalle que descubría en ella, desde su cuello, hasta su vientre.
El beso aumentó en intensidad, logrando que el aire escaseara entre ambas, por lo que se vieron en la obligación de separarse un poco. Jeongyeon aprovechó para estimular su centro, e incluso introdujo uno de sus dedos en ella, sin dificultad y decidió que era inigualable aquella sensación de sentirla estrecharse deliciosamente ante la espera.
Nayeon le gimió al oído haciendo que se le erice toda la piel. Se aferró a sus hombros con fuerza y clavó levemente sus uñas en ellos. En respuesta, la alfa comenzó a moverse más con más prisa, hundiendo aquel travieso dedo en su cálido interior.
Por más de que quisiese hacer algo para cambiarlo a su modo, Jeongyeon siempre le ganaba la partida, ella tenía muchísima más imaginación a la hora de amar y la omega disfrutaba intensamente de su habilidad.
—Me encantas, omega... —Susurró con la voz tan grave que la colmó de muchas más sensaciones sin límite, era perfecta.
Nayeon no supo responder con palabras, solo se limitó a sonreírle como respuesta. Las manos de Jeongyeon apretaron el trasero de la omega para acercarla más contra su cuerpo, a la vez que Nayeon enterraba su boca en su cuello, en donde la mordisqueó y la chupó a su gusto, ya no prestaba especial atención a lo que la alfa hacía, pero creía que se estaba sentando para mayor comodidad, dejándola a ella sentada sobre su regazo.
Nayeon aprovechó aquella posición para estimularla, sintiendo el roce de su piel tan excitante, cubriéndola con su lubricante natural. Jeongyeon posó sus manos a ambos costados de su cintura y la ayudó a marcar el ritmo del roce. Sabía que la alfa necesitaba calmar su necesidad de ella, tanto como ella lo necesitaba de su alfa.
—Recuéstate —Ordenó la omega, al divisarse, y Jeongyeon obedeció sin objetar.
Para Nayeon, quien se deleitó con el cuadro que tenía frente a sus ojos, era una imagen asombrosa, no cabía en su cabeza cómo había logrado que una alfa, en sus plenos treintas, estuviese acostada en aquella cama, con sus pechos llenos que subían y bajaban de manera errática en clara señal de lo agitada que se encontraba. Su sexo erecto parecía suplicar por su libertad, clamaba que lo liberaran de esa ropa interior que tanta molestia parecía causarle.
La omega se acomodó de tal forma que sus piernas quedaron a cada lado de su cadera, sus manos buscaron el inicio de su ropa interior para despojarla de ella con rapidez. Un gemido se escapó de sus labios al verla completamente desnuda frente a ella y sus pupilas se dilataron, mientras el iris de sus ojos parecía oscurecerse aún más producto del deseo. Flexionó sus piernas y quedaron tan cerca una de la otra. Nayeon no esperó más, agarró suavemente el falo de la alfa y lo posicionó en su entrada, extendiendo un gemido por lo bajo, cuando sus pieles hicieron contacto de aquella forma tan íntima y se sentó completamente sobre ella, dejando que Jeongyeon la llenara por completo.
La omega buscó sus labios y colocó ambas manos a cada lado de su cabeza y la alfa gruñó en su boca cuando ella instaló su lengua, explorando cada rincón de aquella húmeda cavidad. Era increíble. Se apartó en búsqueda de oxígeno y con la intención de cambiar sus posiciones. La entrega comenzó lenta y pausada, aunque aún deliciosa. Lo único que Nayeon podía hacer era gemir mientras su cuerpo temblaba producto del placer que recibía al tomar por completo a su alfa.
Con el pasar de los minutos el contacto se volvió más ambicioso, Nayeon estaba aferrada a ella con una fuerza demandante, disfrutando de ese incesante compás, mientras Jeongyeon arremetía profundamente en su interior. La omega creyó tocar el cielo con las manos cada vez que esas ardientes manos la recorrían con inquietud y precisión.
Incapaz de contenerse, la omega comenzó a gemir sin detener su sentir, sin poder evitar abrir la boca para no perder la respiración, enterrando sus uñas en la piel de la espalda de la pelicorta intentando expresarle lo que le hacía sentir.
Y así fue como con unas cuantas arremetidas de por medio, Nayeon estalló nuevamente, producto del placer que le provocaba su alfa. Jeongyeon sintió su cuerpo tensarse pero aún no llegaba su turno.
—Quiero que sepas una cosa Nayeonnie... —Habló con tal dificultad que tuvo que tomar aire antes de proseguir. La omega se desarmada de espasmos bajo su cuerpo, pero la escuchaba perfectamente —Quiero que sepas, sin importar lo que suceda de ahora en adelante, que ya te amo demasiado para dejarte ir fácilmente...
A pesar de la intensidad, el corazón de la omega asimiló muy bien esas palabras, y floreció mucho más.
—Yo... yo también te amo tanto, Yoo Jeongyeon —Fue con esa declaración que la sintió estallar.
Jeongyeon había alcanzado la cumbre de placer inundándola en su totalidad y aquello se sintió extraordinariamente bueno.
Jeongyeon deslizaba uno de sus dedos sobre la fina línea del delicado hombro de la omega, y ella se removió cuando sintió escalofríos bajo el roce de su piel.
Había un inmenso silencio recorriendo la habitación, pero era tan delicioso como un instrumental, de esos que nadie tiene necesidad de detener. Mientras la alfa proseguía con aquel interminable trazo que parecía querer morir en su cuello, Nayeon seguía observándola sin poder creer que aquella espécimen se encontrara allí, frente suyo, observándola con la adoración que brillaba en sus ojos y que tantas satisfacciones le hacía sentir, deleitando con la fragancia de su cabello claro. Nayeon intentaba pensar poco y disfrutar de su tacto, pero no podía dejar de pensar en lo que había hecho bien para ganar un amor tan inmenso con el que se recompensaba al ver esos hermosos ojos.
—Este momento, mi señorita Yoo, lo llevaré guardado en mi corazón por el resto de mi vida... —Susurró la pelimiel al oído de su alfa, cuando se volteó para acercarse a ella.
—Yo a usted la amo mi señora Nayeon , futura señora Yoo, la amo con todo lo que soy y lo que poseo. Puede que muchas cosas en mi vida sean una absoluta mentira, pero mi amor por usted es tan real que ni siquiera yo lo puedo controlar, tu eres incontrolable en mi vida Im Nayeon. —Aseguró la pelicorta, emocionando a la mujer que yacía entre sus brazos con su mejilla contra su hombro.
—Eres tan perfecta, alfa... —Afirmó, frotando su nariz con la de ella —Tú eres mi más grande verdad. Te amo, Yoo Jeongyeon.
—Repítelo. —Exigió la alfa, hacia su mirada emocionada.
—Te amo, Yoo Jeongyeon. —Repitió con una sonrisa entre sus labios.
— Y yo a tí. Pase lo que pase contigo y conmigo en adelante, te seguiré amando hasta el final, mi hermosa Nayeon.
Jeongyeon vio como ella acogió su mirada con la suya y saboreó el intenso color de sus ojos, que maravilloso color, en él encontraba todo lo que necesitaba saber de ella. Allí junto a su cuerpo, disfrutando del calor de sus brazos, fue en donde, se decidió por cruzar aquella línea imaginaría, sin siquiera pensar lo que sucedería luego "¿Que era la vida sin arriesgarse?" Repensó la alfa, antes de decidirse a hablar.
—Mírame, omega. —Cubriéndole la mejilla con su mano, encontrando así, toda su atención. —Quiero que lo dejes, Nayeon. Te necesito a mi lado, todos los días, mi loba te necesita, omega. —Murmuró aquello con temor y mucho no se equivocó al ver su mirada confundida.
—¿A qué te refieres? —preguntó la omega, sin fuerzas para analizar lo que acaba de decirle.
No, aquello no podría estar sucediendo tan pronto. Aunque la perturbara, se sentía mejor de lo que habría imaginado, si tan solo hubiera tenido un instante para anticipar eso que la alfa le estaba proponiendo en ese instante.
—Me enamoré de ti, desde el primer momento en que te vi en esa aburrida fiesta y tu lo sabes. Ya no puedo vivir deseándote seis días a la semana, extrañando tu aroma, tu calor. Ya no puedo más Nayeon, te necesito junto a mi, todos los días y estoy segura de que tu omega me necesita... —Repitió haciendo ímpetu en el gran significado de aquellas palabras. Pero por primera vez, Jeongyeon no supo que es lo que leía en sus ojos y eso la aterró.
—Vaya... —Murmuró cuando se sentó y se cubrió la desnudez con la ropa que cubría la cama.
No, aún no podía creer que con todo lo que la abrumaba, entre ellos su edad y su aspecto, hubiera logrado generar sentimientos tan grandes en alguien más. Nayeon reconoció que se sentía incapaz de generar sentimientos de esa magnitud y todo aquello que veía en esa hermosa y joven alfa, era mucho más grande de lo que hubiera imaginado jamás.
—Deja de pensar un instante y mírame, por favor, cariño... —Suplicó. Jeongyeon no podía pensar con claridad cuando temía de que, lo que estuviera pasando por su mente, no fuera nada positivo.
—Jeongyeon, yo... —Intentó pero hizo silencio al ver eso que se negaba a asimilar, ese amor que latía desde su interior con efervescencia y supo que lo que picaba en su estómago también lo era. Ya estaba gestado, estaba allí, había crecido a pasos agigantados como si fuera vida, sin que tan siquiera se hayan dado cuenta y se vería como si quisiera tapar el sol con un dedo al negarlo, ese sentir las colmaba por completo, irremediablemente. —Es todo... esto es... muy pronto, ¿No crees? —Agregó, mientras correspondía al beso que le brindaba. Ese beso, con sentimientos ya nombrados, les había sabido aun mejor que todos los anteriores.
—Desde que te conocí supe que algo nos unía y mucho no me equivoqué, tú eres mi omega, Nayeon... —Le dijo con pesar, retomando la seriedad al sentir el aullido de su loba ansiosa por marcar a su omega.
Nayeon asintió, correspondiendo al llamado de su alfa, sabía que era verdad, pero aún era tan pronto y tenía tanto que solucionar en su desordenar vida antes de poder ser feliz con ella, la mujer que amaba y que la amaba como nadie.
—Lo sé, pero aún no puedo irme de mi casa. Chaeyoung aún no termina la preparatoria, dame chance alfa, por favor... —Murmuró sabiendo que su hija no la extrañaría demasiado y que Yeri podía vivir tranquilamente sin ella. Sus hijas eran maravillosas, pero ya había hecho todo lo que pudo con ellas. Jeongyeon meció la cabeza y ella le miró confundida. —¿No? —Expresó con humor.
—No, no puedo. —Se negó infantilmente, abrazándola como si quisiera dejarla sin aliento. —No quiero dejarte ir. Ven a vivir conmigo omega, duerme a mi lado por favor. —Se oyó en una súplica y Nayeon rió, enternecida por su agarre. —Por favor, omega...
—¡Estás loca, Yoo Jeongyeon! —Meció la cabeza en medio de una risa divertida. Aunque sonara a una locura, a ella también le gustaba esa idea.
—Estoy loca por ti Im Nayeon, cásate conmigo. —Dijo hacia sus hermosos ojos. Aquello último hizo que toda seriedad volviera a la omega frente a ella, quien se quedó de piedra al oírla. —No me mires así, mi amor... —La pelicorta tomó una de sus manos y buscó los anillos de casada, pero al contrario de las últimas veces, sus anillos ya no estaban ahí y la miró asombrada.
—Le pedí el divorcio. —Dijo tomando su mano de entre las suyas y suspiró con tanta violencia que Jeongyeon pudo ver como se atragantaba con el aire.
—¿Cuándo? —Murmuró la pregunta. Jeongyeon no cabía de la emoción, y aunque no pudo sonreír, ganas no le faltaron.
—El martes pasado. Cuando... —Se mordisqueó el labio inferior y bajó la mirada. No, no tenía porqué comentar aquello, ya era pasado y ahí se iba a quedar muy pronto, como todo lo demás que vivió con Kim.
—¿Sucedió algo, omega? —preguntó buscando la mirada que ella había perdido en alguna parte de la habitación, sumergida dentro de sus pensamientos. Nayeon le miró con la mirada apagada por un instante y Jeongyeon dudó de preguntar. —¿Te sientes mal? —preguntó al fin cuando ella se llevó la mano al estómago.
—Tuve una cita con mi médico de cabecera. Sufro de anemia desde muy joven y pude dominarlo durante los últimos años. Supongo que se me presentó por la tensión que estuve transitando en mi casa en este último tiempo. —Confesó y aunque no era lo que la hacía sentir del todo mal, no era una mentira. De hecho, por un remoto instante creyó que estaba embarazada, debido a que los síntomas eran muy similares. Se golpeó internamente de recordar aquello tan estúpido.
—Pero mi amor, ¿por qué no me lo has dicho antes? —preguntó corriendo el cabello de su frente y viéndola con una preocupación que a la omega le derritió el corazón.
—Por-porque estoy bien, me recetaron suplementos de hierro diarios para el mes en curso y de ese modo lo controlaría. —Dijo bajando la mirada, por un instante no pudo seguir sosteniendo la intensidad de su mirada.
Jeongyeon no la dejó abandonar esa conexión que comenzaba a unirlas eternamente.
—¿Estás cumpliendo con eso, verdad? La anemia puede ser muy peligrosa si no se trata correctamente, Nayeonnie. —Habló como si supiera demasiado del tema y Nayeon asintió como niña regañada.
—Si, tomo la pastilla al despertar. Estoy segura que no la he olvidado ni una sola vez. —Le dijo, entonces Jeongyeon decidió que era momento de regresar la conversación en donde más le inquietaba.
—¿Entonces? ¿Te casarás conmigo? —preguntó nerviosamente. El silencio en el que las sumía su falta de respuesta, a la pelicorta le desesperó nuevamente. —Omega, por todos los cielos, di algo, lo que sea por favor... —Uniendo las manos en un ruego. Ella volvió a suspirar como si se tragara el aire y la alfa temió a que su respuesta no fuera nada buena.
—¿Estás segura de que el matrimonio es lo que quieres? —Preguntó con la voz tan débil, que la alfa frente a ella sintió que abusaba de su confianza nuevamente.
—No será como se oye, lo prometo. —Respondió él, recordando que nada bueno veía en lo que cabía de esa palabra. —Sé que el matrimonio no te ha dado muchas cosas buenas, ni a mi, la verdad, pero, lo que quiero decir, es que... —Habló con torpeza mientras analizaba con más cuidado que diría —Lo que quiero decir es que será mejor de lo que lo has vivido. Te lo prometo. —Admitió más para ella que para Nayeon. Estaba más que segura que esa vez sí lo haría mejor.
—¿Por qué lo haces, Jeongyeon-ah? —Le miró con curiosidad. ¿Por qué se querría casar nuevamente? La idea de pasar por el altar de nueva cuenta no le hacía tanta gracia que digamos.
—Porque-porque-porque... —Repitió la alfa varias veces buscando en su cabeza qué demonios responder. ¿Acaso no era el compromiso lo que las omegas adoraban?, pensó. —Porque creí que era lo que tú querrías. Yo solo te quiero a ti, como quieras entregarte a esta relación, no me importa como. —Solucionó al fin hablando con las palabras que se agolpaban en su mente.
—¿Entonces no te agrada el matrimonio? —preguntó confundida. De hecho, no podría juzgarla, ella comenzaba a detestar todo lo que había vivido en el suyo, los últimos diez años de su vida.
—Me agrada todo lo que te agrade a ti. ¿No lo entiendes, omega? —Dijo al fin, y ella sonrió alzando una ceja. Aquello le sonaba hasta gracioso. ¿De qué maravilloso mundo había salido esa alfa?
—¿Estás loca? Ahora, de enserio que comienzo a dudar de tu congruencia, Yoo... —Repitió señalando su cabeza. Nayeon rió cuando Jeongyeon se acercó a besarla por todo su rostro. Parecía no querer dejar de besarla. —Ya, ¡Por favor! —Suplicó entre risas y la pelicorta se negó, tomándole los labios.
—No dejaré de besarte hasta que me respondas... —Concluyó y la omega puso sus manos delante de ella.
—De acuerdo. Está bien —Analizó al fin. La verdad era que le ilusionaba una vida con esa alfa, pero no le impresionaba la idea de casarse nuevamente, aún si fuera con ella que se había llevado los sentimientos más honestos que había sentido en vida. —¿De en serio quieres que nos casemos?
—Nayeon, oh Luna, yo solo te quiero a ti. Lo que sea que tengo que hacer o decir para que tu vivas junto a mi, lo haré. Incluyendo el matrimonio. Me valdré de lo que sea para ganarme tu...
—Tu ya te ganaste mi corazón, alfa, mi cuerpo, todo de mi te ama Yoo Jeongyeon. No debes valerte de nada. Si pudiera, te daría mi corazón aquí en la mano, ahora mismo, pero sería demasiado dramático ¿no crees? —Sonrió con diversión y la que se río fue la alfa.
—¿A dónde demonios te habías metido en toda mi vida? —preguntó la pelicorta, abrazándola junto a su cuerpo. La abrazo desde la espalda y se acomodaron junto a la almohada nuevamente.
—Es la misma pregunta que me vengo haciendo desde que te conocí, alfa... —Aceptó ella a su par y sintió la caricia de su mejilla junto a la suya, con los ojos cerrados.
—Cásate conmigo, omega. —Susurró ahora, junto a su oído, mientras descansaba besos detrás de su oreja. Nayeon rió sin abrir los ojos —Eres de esas omegas que sólo se conquistan mediante un propuesta de matrimonio, lo puedo presentir...
—¡Claro que no! —Se defendió, volteándose para encontrar su mirada.
—¿No? ¿Y entonces?
—Pues tú fíjate como, porque lo has logrado y no me habías pedido matrimonio hasta hace unos minutos. —Dijo entre risas.
Jeongyeon no sabía cómo, pero sí sabía que fue mutuo. Tampoco importaba demasiado, lo único que sentía que le importaba en ese momento era el deseo que tenía de poder llevarse a su omega a casa, pero sabía que eso no ocurriría precisamente ese mismo día.
El tiempo inexorablemente pasa más rápido cuando uno es felíz, Nayeon se removió un poco para comprobar la hora en el reloj que adornaba su muñeca.
—No es justo que el tiempo transcurra más rápido cuando estoy contigo —La grave voz de Jeongyeon susurró en su oído.
—Ya es tarde, y debo ir por Chaeng... —Se justificó ella, intentando ponerse de pie.
—Lo sé —Suspiró —Ven, tomaremos un baño —Anunció poniéndose repentinamente de pie, al tiempo que tomaba su cuerpo entre sus brazos como si de una niña pequeña se tratara y se encaminaba hacia aquella habitación.
Nayeon se aferró al cuello de la alfa, no pudiendo evitar reír. Amaba todo de esa mujer, aún esa clase de arrebatos.
—Solo un baño. —Le advirtió Nayeon y la pelicorta carcajeó ante sus palabras.
—Haremos mucho más que eso y lo sabes... — admitió, mientras estuvieron bajo la regadera. La omega gimió alto cuando el agua fresca las cubrió.
—¡Jeongyeon! —Exclamó y todo su cuerpo se erizó al instante. La alfa se rió, abrazándola con sus largos brazos fuertes.
—Me encantas molesta... —admitió antes de reclamar sus labios.
Nayeon correspondió al instante al arrebato de su boca, sin intenciones de detenerla, recibiendo del poder que dominaba sobre ella.
Sus cuerpos desnudos estaban relajados, pero no podían evitar que un fuego abrasador se encendiera nuevamente entre ellas. El ambiente allí era muy íntimo, favorecía la comunión de sus almas, los dulces besos que compartían se fueron convirtiendo en mordiscones, reflejo de la excitación que ambas sentían.
La pelicorta solo sonrío al verla tan entregada. Su idea era mimarla, brindándole un baño relajante, pero ambas habían descubierto que nunca tenían suficiente de la otra. Y aunque aquella experiencia era nueva para Nayeon, su ser le estaba revelando lo placentero que podía ser estar entre los brazos de su predestinada y sentirse respaldada por su agarre en la intimidad de la regadera.
—Me encanta tenerte toda para mí... —Ronroneó la alfa en su oído, haciéndola sonreír.
— Y a mi me encanta tenerte tan cerca de mí... —Susurró como respuesta, recibiendo sus caricias inquietas.
Jeongyeon tomó un poco del shampoo, y untó la cabellera de la mujer que tanto amaba, caricias reconfortantes, masajes relajantes. Nayeon por su parte se permitió enjabonar su cuerpo, quería dejar grabadas sus huellas en ella, necesitaba que la recordara aún más de lo que le había confesado que lo hacía.
Jeongyeon no tardó en bañar su piel con la delicada fragancia del jabón de baño, recorrió sus brazos, sus muslos y aún más allá, haciendo que su piel se estremezca para ella.
Nayeon alzó un poco más su rostro y buscó sus labios, necesitaba disfrutar de su calidez. Jeongyeon correspondió, atrayéndola mucho más hacia ella, mientras que su boca empezó a disfrutar de su delicada piel, iba regando besos por su rostro y siguió bajando hasta su cuello, justo donde latía su pulso y se intensificaba ese aroma que la fascinaba.
El intercambio de caricias era simplemente fascinante. La excitación alcanzó un punto máximo dónde ambas se sentían desfallecer. Jeongyeon detuvo las caricias que la omega perseguía, levantó una de sus piernas enroscándola en su cadera y guió su longitud hacia el interior suave y acogedor de la mayor, que la recibió cálidamente con un gemido.
Aquel acto de amor era maravilloso, enérgico, sagaz. Nayeon se aferró a los hombros de la alfa para no perder el equilibrio y las acometidas eran suaves, pero igual de placenteras. La alfa sentía como ella la absorvía en lo más profundo, la sensación era demasiado maravillosa como para contenerse, y ambas se dejaron arrastrar hacia un clímax estremecedor. Se quedaron abrazadas intentando calmar sus respiraciones.
Varios segundos, minutos, ¿Horas, quizás? Nayeon observó el horario en el smartphone de la alfa que brilló al llegar un email, abrió la boca con sorpresa, tenía exactamente media hora para ir por su hija menor.
—¡Oh Luna! ¡Solo me queda media hora de tiempo! —Exclamó sin crédito, al tiempo que se le había escapado de las manos y se apresuró a ponerse el vestido, bajo la atenta mirada de la alfa que la observaba sin perder detalle de sus movimientos.
—¿Rizos? —preguntó la alfa mientras la observaba caminar con prisa por la habitación. La omega sonrió con inocencia.
—Rizos. —Aceptó al entender que se veía su cabello con naturalidad como no había sucedido antes.
—Definitivamente eres un triángulo de misterios, mi Nayeonnie... —Dijo encerrándola en un triángulo que formó entre sus dedos.
En la distancia, muy relajada, extendida sobre la cama, orgullosamente desnuda frente a ella, Nayeon la observó de reojo sin disimulo, siendo perseguida por esa mirada hambrienta y su loba ronroneó de regocijo.
—¿Como el triángulo de las Bermudas? De verdad, tengo que irme ya alfa... —Le advirtió, cuando ella se acercaba lentamente, con obvia intención.
—Qué rápida eres omega, ya casi te has vestido y yo sigo aquí, observándote con devoción, soñando con el día en el que hagas todo este desastre en mi habitación. —Confesó al ver como había alzado su ropa junto con la ropa de ella, había dejado todo sobre la cama y le observaba con la mirada iluminada.
—Creo que tendré que ir a comprar ropa... —Murmuró sin poder correr la mirada de la suya —A menos de que baje a buscar a mi hija con este vestido de noche, pasando mediodía a pleno rayo del sol un lunes cualquiera. ¿Sabes?, todo esto es tu culpa señorita Yoo.
—¿Mi culpa? Por favor, yo solo sé amarte, es de lo único de lo que me puede culpar señora y lo sabes muy bien... —Dijo besando su mejilla y rodeándola con su cuerpo. Tomó su cabello pasándolo por sus labios —Me encanta tu cabello rizado, tus aromas, tus texturas, Nayeon me encantas tu...
—Ya, Jeongyeon-ah, por favor... —Suplicó tomándose el labio inferior, mientras sentía sus caricias. Si no la soltaba no tendría la fuerza para dejarla, no terminaría de irse jamás.
—Te amo. —Susurró sobre sus labios cuando la halló sonriendo, una vez bajaban por el ascensor, y sus mejillas se abultaron a causa de su sonrisa de dientes de conejo. "Por la madre Luna, ¿porque todos sus rasgos tenían que ser tan amables?" Se preguntó la alfa, mientras le observaba detalladamente.
—Mi amor... —Respondió ella sin poder creer lo que veía, lo que oía y lo que sentía. Era como si se hubiera montado en un tren directo al cielo desde que la había conocido, así se sentía, como en otro mundo. Con la punta de sus dedos recorrió su mejilla y la alfa recibió la caricia con los ojos cerrados.
—Ya no puedo vivir sin ti... —Insistió viéndole a los ojos en medio de esa súplica. Sus mejillas arquearon la forma de sus rasgados ojos al ver que nuevamente tenía que dejarla ir y que no faltaba demasiado para ese instante.
—Ni yo sin ti, pero tengo que regresar por mis hijas, solo el universo sabe que es lo que son capaces de hacer si no regreso. —Aseguró exagerándole, aunque fueran niñas grandes, bien dicho, eran niñas aún con mucho que madurar.
—Pero Nayeon... —Renegó la alfa aún, la omega la calló con sus labios.
—Ya mi amor, tan solo te pido tiempo, nada más. —Murmuró suplicando que ya no le rogara más o acabaría largándose con ella para jamás regresar.
Jeongyeon hizo una amable seña para que ella dejara el ascensor y así caminar por el parking hacia el auto de cada quien. Nayeon fue la primera en detenerse cuando estuvieron frente al suyo.
—Ten paciencia alfa, las cosas cambiarán muy pronto. —Prometió ella y Jeongyeon se acercó para tenerla prisionera entre su carro y el fornido cuerpo que la retenía.
—Dímelo Nayeon, dímelo una vez más por favor... —Suplicó la pelicorta, sobre sus labios rellenitos.
—Te amo, alfa. ——Suspiró la omega con una sonrisa dulce. Jeongyeon se quedó mirando sus ojos como si quisiera afirmar sus palabras en ellos, y allí lo vio.
Cuando los labios de Yoo Jeongyeon hacían su última parada sobre los de la omega, Nayeon sentía que su cuerpo reaccionaba infaliblemente a cada una de sus caricias. A aquella que proporcionaba en su espalda de un modo tan sutil, o la de su otra mano la cual seguía la línea de su cuello hacia su cabello. Ella se entregó irremediablemente a aquello, pero Jeongyeon pudo divisar una mirada curiosa sobre ellas que la descolocó por un instante.
~"Es como si tuvieras superpoderes,
Conviertes mis minutos en horas.
Tienes la mejor vista, cariño
Ves a través de mí como si fuera de cristal.
Me conoces más que yo misma,
Parece que no puedo esconderte nada.
¿Cómo tocas mi alma desde afuera?
Impregnas mi ego y mi orgullo.
Quiero amarme,
Del modo en que tu me amas.
Con todas mis bellezas,
Y todos mis defectos también.
Me encantaría verme desde tu punto de vista.
Quiero confiar en mi,
De la manera en que tu confías en mí.
Porque nunca nadie me amó como tú..."
Hola tu...
Sé que me ausenté mucho con este fict, he tenido días muy largos y por eso no he podido actualizarte aquí 😁
Gracias por no abandonarla, me muero por saber que es lo que piensas, me dejas todo aquí debajo en los coments.
Te quiero con la inmensidad del mar, tu JazUnnie 🌻
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