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14: "𝑬𝒏𝒇𝒆𝒓𝒎𝒂"

Una corriente de aire frío la golpeó, una vez bajó del taxi frente a su casa. Se abrazó con fuerza, intentando darse el calor que había perdido al apartarse de los brazos de esa alfa, su alfa. ¿Habría hecho bien? ¿No se había precipitado al no oír su versión de lo que realmente había sucedido? ¿Estaba exagerando? Su loba aulló en su interior, y Nayeon se descolocó de sentir su tristeza como hacía mucho tiempo no lo sentía, de seguro olía a tristeza también. Al fin y al cabo, ella había aceptado su invitación y había permitido que todo aquello ocurriera, si aquello tenía consecuencias sería la mayor responsable de ello, quisiera creerlo o no.

Aún estaba tan molesta. Algo de lo negativo de haber conocido a Yoo Jeongyeon, era que dudaba de sí misma a todas horas, por absolutamente todo, lo que sentía la hacía dudar tanto de sus acciones y eso la confundía muchísimo. Se restregó la nariz al sentir su aroma floral y abrazó el aroma de la alfa.

Parecía muy tonto, pero nuevamente estaba paralizada frente a su casa, dudando si ingresar o no, pero esta vez parecía ser más serio que las otras veces, porque no sentía deseos de enfrentar la verdad en su existencia con un matrimonio que ya no deseaba, una maternidad llena de errores que a veces parecían irreparables y un hogar carente de honestidad, aún de su propia parte.

Había considerado todas las posibilidades que tenía para evitar ingresar, "Tendría que haber ido a casa de Sana" se reclamó por milésima vez. Debió de haberse serenado primero, llegar a un acuerdo consigo misma, descansar de todas las presiones que la invadían por completo y que no la dejaban respirar. Pero ya era demasiado tarde para pedir un nuevo taxi. Consideró intentarlo sin que le vieran, pero sabía que Yejun estaría ahí, esperando por ella para romper con sus aires de libertad, ridiculizarla para sentirse mejor consigo mismo, acusarla, ya que era más sencillo para él que autoevaluarse, y quien sabe cuantas cosas más de las que ya estaba agotada de imaginar y enfrentar.

Dentro de su desesperación, imaginó que quizás lo mejor sería pasar la noche en el establo con los insectos, al menos sabía que ellos no iban a juzgar todas y cada una de sus acciones, aunque las de ese día hayan sido las más tontas. 

Un estornudo le tomó desprevenida y anticipó la gripe que se avecinaba, "pero nada sería peor que un futuro sin Yoo Jeongyeon" se recriminó y eso fue suficiente para arruinar toda su fortaleza. Se bordeó los labios con la punta de los dedos, al recordar lo tonta que fue de no corresponder su beso, y sus palabras llegaron como finas láminas de metal, lacerando su corazón. Ella le había dicho que la amaba, finalmente le había confesado esos sentimientos que habían expuesto tanto una de la otra. 

Luego de tantos años, de tantos desprecios, de tanto por lo que tuvo que transitar y lamentar, la alfa la había cubierto con su magia cálida y reconfortante, le había hablado de amor con tanta sencillez y ella la había dejado ir. ¡La había dejado ir! 

Lentamente fue cayendo contra la puerta, hasta quedar sentada sobre el suelo. No podía entrar, no estaba lista y ¡Maldición!, no imaginaba estarlo jamás. No estaba lista para analizar en que se había equivocado tanto, para sentirse tan insatisfecha de lo que se había convertido su vida. Aunque tuviera cuarenta y cinco años, en su interior no lograba recordar cuando se le había escapado el tiempo. Aún sentía que tenía treintaytantos, cuando las arrugas no eran tan claras y no se tapaba la canas con tinte. 

Sonrió sintiéndose ridícula, aún sentía lo terso en su piel, aún no perdía la vitalidad en su cuerpo, nada parecía haber cambiado drásticamente para sentir que debía tomarlo con más calma, que la hiciera asimilar su realidad, creyó aquello ante la falta de celos pero pero loba parecía extremadamente activa desde la aparición de Jeongyeon, se dijo aún cuando las lágrimas desbordaban desde sus ojos.  Se sintió como una pequeña huérfana que no tiene a quien recurrir, muy asustada. Se recordó a todo su entorno. Sí tenía, solo que quería removerse en su autocompasión, lo necesitaba por un momento, aunque fuera pequeño. 

Se abrazó las piernas, como cuando tenía quince y sentía que el cielo se le caería sobre sus cabeza para arruinar todo el universo, entonces llegaba su padre quien le advertía que estaba exagerando y que, por haber discutido con Sana por enésima vez, no se acabaría el mundo. 

"La amistad y el amor son como las plantas, mi niña hermosa, a veces solo necesita que lo reguemos para que crezca un poco más, pero si eres constante, no tiene porqué morir..." 

Solía recordarle muy seguido y le regalaba un abrazo que la cubría completamente con su aroma fraternal y ella se sentía tan protegida por su lobo, quien siempre había sido comprensivo con sus travesuras y su rebeldía. También había tenido las palabras correctas para calmar su falta de afecto respecto a su madre, quien era extrañamente poco afectiva y siempre ignoró el motivo. Pero, el alfa Im jamás había dejado de ser consentidor con ella ni con su hermana, aún por sobre el balance que mantenía con su firmeza y consistencia.

Quizás si hubiera tenido un poquito de su fuerza y entereza, no habría sido tan cobarde de reducir su vida a la miseria en la que la había convertido con sus decisiones, definitivamente no se parecía en nada a él. Entonces se recordó que su padre no era perfecto y que tampoco había tenido éxito en su matrimonio, su madre omega y él, no eran el mejor de los ejemplos. Los había idealizado tanto tiempo que, ahora que lo analizaba con más calma, se sentía demasiado ingenua por haber creído que ellos eran lo que aparentaban, aún por lo que de seguro seguía ignorando y que jamás descubriría sobre ellos.

Ahora estaba mojada, fría y sola al final del día, como en los últimos años en los que había decidido que 'complacer' era su destino. Ingenua e inconsciente, en eso se había vuelto una experta conformándose con ese destino. 

Las puertas del que fue su hogar durante los últimos veinte años, se abrieron y ella se quedó muy quieta deteniendo todo en lo que divagaba, pero aunque quiso, no pudo evitar sus lágrimas que le recorrían el rostro en pleno proceso de depuración. Cerró los ojos al saberse descubierta y sintió esa presencia frente a ella, más aunque quiso enfrentarle, no pudo. 

—¿Mamá? —preguntó la joven Chaeyoung muy confundida, cuando la encontró en su posición. 

—Chaeyoung... —Susurró sin abrir los ojos. No podía ver a su cachorra suponiendo lo que podría suceder a causa de sus acciones y de lo que había dejado ir y que tanto le dolía. Ya no se sentía tan fuerte. ¿Lo había sido alguna vez? Se cuestionó con ironía, su vida se había convertido en una.

—Estás toda mojada... —Respondió la omega adolescente ante el semblante deplorable en el que se encontraba su madre. Ella sonrió ante el poco tacto y empatía de su hija menor, luego asintió. 

—Lo estoy. —Aceptó, más no encontró palabras sutiles, para invitarla a que la dejara sola, para así poder sumergirse en su propia miseria. 

Vamos, ella también se podía sentir deprimida y llorar, no era de concreto como le quiso hacer creer todas las veces que le dejó a Chaeyoung hacer y decir lo que se le diera la gana. Sus palabras le dolían, sus actitudes le dolían, sus preferencias le dolían, sus hijas le dolían en ese preciso instante más que siempre. Necesitaba un poco de espacio, poder saborear la agonía sin pensar en alguien más que ella misma, aunque sea solo un momento. 

—¿De dónde vienes? ¿Dónde está mi papá? —Cuestionó de pronto, y fueron algunas preguntas más las que le siguieron a esas, pero Nayeon no las oyó debido a que, la pizca de lucidez que le quedaba, la había descargado contra el único ser que le había dicho que la amaba, después de tanto tiempo.

Aquello seguía palpitando en sus oídos con la misma persistencia, generándole náuseas y la gran migraña que le cubría gran parte de la cabeza, de solo pensar que estaba cometiendo un grave error al apartar de su vida a esa maravillosa alfa. 

—Vete. —Respondió a todas sus preguntas abriendo los ojos para mirarle con la más férrea de sus miradas.

La joven se posicionó a la defensiva y Nayeon se vió en ella, en cierto hotel, hace unos instantes atrás, aún seca y sin sentirse tan derrotada. Definitivamente era el espejo de sus más grandes defectos, entre ellos, su rebeldía que había dormido durante tantos años en su interior, junto con su loba.

—¿No vas a pasar? —preguntó con preocupación, al ver como su madre volvía a estornudar. 

—Vete. Déjame sola. —Insistió, intentando mantener las formas y no enviar a su hija menor a freír espárragos como verdaderamente quisiera. ¡Por la jodida diosa Luna! Era solo una niña, pero ella no era mejor que su hija, ¿qué demonios le había hecho creer que sería una buena madre, cuando tan siquiera había superado el haber sido una mala hija? —Vete... —Enfatizó deseando que obedezca, cuando escondió su rostro entre sus rodillas. Necesitaba un momento, solo un momento a solas, eso es todo lo que quería. ¿Acaso era demasiado pedir?

—¿Por qué estás así? Tú nunca lloras. Sé que las cosas con papá son difíciles, pero... —Comenzó a hablar, como nunca, pero no pudo evitar desencajarse al oír la risa de su madre, muy baja y dramática. ¿Desde cuándo rayos niña quería hablar? ¿Y desde cuándo ella no deseaba oírla? Bueno, quizás aquello último fuera porque deseaba estar sola un momento.

—Que no llore frente a ti, no quiere decir que no lo haga, cielo. Lo he hecho muy mal contigo, ¿sabes? Intenté todo para llegar a ti, pero desde que tienes derecho a tus propias acciones te has vuelto una completa extraña, y mientras dependías de mí, no podía llorar frente a ti porque... 

—¿Por qué? —insistió la jovencita de cabello tan castaño como el suyo natural, en una pregunta directa. Nayeon meció la cabeza, negándose a enfrentarla. Si, definitivamente debió de haber ido a lo de Sana.

—No lo sé... —Notó el temblor de sus manos y en todo su cuerpo cuando se frotó el rostro. —No soy perfecta, lo intenté, pero no lo logré. Fracasé y es bueno también que sepas que las madres no somos perfectas, cachorra —admitió con una sonrisa forzada, al recordar su análisis, antes de que apareciera su hija. 

La muchacha se sentó a su lado, sin invitación y su madre detuvo el impulso de voltear los ojos. Ella no deseaba su compañía, ¿Cómo rayos podría hacérselo saber, sin quedar como una malcriada inmadura? Chaeyoung alzó la mirada hacia la lluvia que seguía cubriendo el parque, aunque con más calma.

—Hice cosas malas mamá, pero aunque hubieras sido perfecta, no lo hubieras podido evitar, porque son mis acciones no las tuyas... —Le indicó y Nayeon le miró con preocupación. Era la primera vez en mucho tiempo que se dirigía a ella sin brusquedad y agresividad. 

—Lo siento. Fui muy torpe contigo, quizás si hubiera encontrado el modo de... 

—Tú no puedes hacer nada por mi. Nadie puede hacer nada por mi. Debo de hacerlo por mí misma. —Enfatizó en su independencia rápidamente, igual de sumergida en sus propios pensamientos. 

—¿Y qué es lo que te molesta entonces? ¿Cuáles son los motivos de tu actitud, de tus acciones, Chaeyoung? Todos necesitamos ayuda de vez en cuando hija, un abrazo, unas palabras, no le hacen daño a nadie ¿Sabes? —Intentó de este modo más directo y la joven resopló ante sus palabras.

—Tu eres mi problema... —Admitió —Y mi papá... —Agregó cuando Nayeon hizo una expresión de sentir culpa. Bueno, eso ya lo sabía. Aún con el hecho de agregar a su padre en la frase, no pudo evitar esa expresión en el rostro de su madre.

—¿Es por la separación? Mi amor, tu no tienes nada que ver con todo eso. Tu padre y yo... 

—Mi papá y tú son un problema, son mi problema. —Admitió con la mirada opaca. No sabía cómo afrontar todo aquello. —Yo los admiraba mucho mamá, ustedes me engañaron... —Susurró la jovencita, titubeó y Nayeon no se perdió una sola de sus palabras. —Me engañaron cuando decían que se querían, cuando todo parecía ser bonito y tranquilo. Porque desde el accidente, papá cambió drásticamente con Yeri, conmigo, contigo... —Le hizo saber su punto de vista.

Nayeon bajó la mirada esperando que siguiera hablando, quería saber cuanto guardaba en su interior. Rayos, ni siquiera sabía que aún tuviera recuerdos de ese día.

—Él se volvió otra persona y creí que tenía que culparte a ti por eso porque tu siempre te hiciste responsable de todo, mamá... —Dijo con una gran expresión de dolor. —Nos has engañado, porque ni tu tienes toda la culpa de las acciones de papá, ni él es la persona intachable que nos has pintado. —Susurró entonces y rápidamente Nayeon sintió que las lágrimas volvían a despegar desde sus ojos, inevitablemente. Su hija tenía mucha razón —Aún puedo recordar los gritos, los golpes, los ruidos, lo tengo todo grabado en la memoria... —Murmuró la muchacha, ahora tomándose las manos con nerviosismo y su madre tomó sus manos húmedas y nerviosas con sus manos frías. Ambas se encontraron en sus miradas.

—Mi amor, no... —Musitó totalmente asombrada con sus palabras y la jovencita bajó su habitual expresión pálida y agotada. El pasado emergía... 

—Lo recuerdo todo mamá y no hay nada que puedas decir que cambie esa realidad. —Admitió ante la atenta mirada de su madre. Nayeon acarició su mejilla con gran culpabilidad, pero por supuesto ella se apartó de inmediato. —Es mejor que entremos a la casa o en serio vas a enfermarte. —Musitó intentando escapar nuevamente de ella. Nayeon sostuvo el agarre.

—¿Estuviste molesta conmigo todo este tiempo? —Cuestionó entonces. Eso explicaría tantas cosas, se dijo al conocer sus secretos. Había estado guardando el pasado en su corazón, dejando que crezca con rencor a tamaños agigantados. 

—Desde que entendí que tu esfuerzo por sostener las apariencias eran para mantener a nuestro padre en la casa, me decepcioné mucho... de ti. —Habló la joven omega, sin poder mirarla.

Nayeon no soltó el agarre. Se había esforzado tanto por apartarlas de esos asuntos, pero al parecer había fallado inmensamente y más de lo que se imaginaba. 

—¿Y cómo has llegado a esa conclusión? ¿Cómo te diste cuenta que todo eso estaba dentro de ti? —Preguntó su madre, avergonzada ante el descubrimiento de su pequeña. 

Había tanto en lo que tenía que poner más atención, pero jamás fue con la intención de lastimar a una de sus hijas. Debía hablar con Yeri, saber que es lo que escondía, era la mayor, si Chaeyoung guardaba recuerdos, ¿Cuántos más Yeri? Se preguntó con temor. Cuando prestó atención, la joven omega la ayudaba a ingresar a la casa. 

—Desde que tuvimos taller sobre violencia de género, en el colegio y pude entender que es lo que sucedía entre papá y tu... —Murmuró con la voz muy baja. Su madre le miró con expresión de angustia y se encontró en sus ojitos muy tristes. 

—¿Has pasado todo este tiempo tratando de decírmelo? —No pudo evitar las lágrimas mediante su pregunta. Chaeyoung parpadeó varias veces para no imitar sus acciones y decidió dejar de verla o no lo lograría. 

—¿Cómo iba a poder decírtelo si siempre alzas la voz para juzgarme? Te he dicho muchísimas veces que te engañas a ti misma y jamás quisiste ponerme atención. —Le reprochó y Nayeon sintió el calor del lugar recorrer cada poro de su piel. Un nuevo estornudo la sorprendió y Chaeyoung meció la cabeza en desapruebo. 

—Creí que estabas del lado de tu padre... —Señaló la mayor, buscando la expresión incrédula de su hija.

—Yo lo quiero... —admitió apenada.

—Y eso está bien, es tu padre. —admitió pero la joven no dio señal alguna de lo que pasaba por su mente —Perdóname. —Suplicó su madre cuando estuvieron junto a la puerta de su alcoba.

Chaeyoung le observó con atención, aunque su expresión de seriedad no se iba un solo instante. 

—Será mejor que tomes un baño caliente, má... —Sugirió, mientras le recorría con vehemencia. Siempre había creído que que madre era una omega muy bonita, pero le entristecía que ella fuera quien nunca lo había creído, eso le había sembrado tantas inseguridades, pensó la joven. 

—Lo haré, mi amor. —Dijo alzando una de sus manos hacia su rostro. Le regaló una tierna caricia a lo largo de su cabello y la jovencita tembló al apartarse de ella, huyendo de su toque. 

<Nayeon, hablemos por favor. 
00:03 am. 

<Omega contéstame un momento, estoy preocupada por ti. Te prometo que solo será un momento. 
00:06 am. 

<Que descanses, omega. 
00:18 am. 

Yoo Jeongyeon parecía un fantasma, cuando llegó a casa esa noche. Sí, quizás había bebido un poco demás, pero no lo suficiente para olvidar sus problemas. Problemas que tenían nombre y apellido en ellos. 

"De haber sabido" la frase que nos decimos cada vez que nos equivocamos al tomar una dirección incorrecta, pero ella no estaba arrepentida, no, tampoco creía que había hecho mal en poner todas sus esperanzas en esa relación, claro que no. Se sintió una verdadera imbécil por haber sido impulsiva y egoísta por segunda vez en su vida. Pensar en sí misma, en sus necesidades, en sus deseos, en sus aspiraciones, y con todo aquello, nuevamente sacrificaba los sentimientos de su compañera y, como la última vez, podría costarle muy caro. 

¿En verdad tenía que volver a tomar esas malas decisiones?

—Has llegado más pronto de lo que esperaba... —admitió la omega pelinegra al verla llegar, sacudiendo sus remordimientos con reproches. La alfa le dirigió una mirada agotada. 

—No estoy para tus reclamos, y tú no quieres discutir. —Le advirtió mientras pasaba de largo hacia su despacho. 

Una vez en su lugar seguro, se sirvió una nueva copa y esperó a que al menos se aliviaran sus ánimos. No hay mejor lugar para beber, que estar en casa, se consoló la alfa pelicorta, evitando pensar en lo imbécil que se sentía desde que había dejado el hotel.

—¿Por qué estás aquí? Te hacía, en... otra parte. Además ¿Por qué estás tan molesta y te castigas de ese modo? —Admitió Dahyun, sin poder evitar el tono de reproche, asqueada por el modo en el que se bebía una nueva medida sin parpadear. De pronto su delicioso aroma se mezclaba con el alcohol y era realmente vomitivo, decidió la omega. Jeongyeon le miró por el rabillo de su ojo.

—Ella se molestó conmigo y creo que tiene mucha razón. —admitió una vez buscaba en el tarjetero que tenía junto al teléfono sobre su escritorio. 

—¿Se molestó? ¿Y qué es lo que hiciste para ser la responsable? —Curioseó Dahyun, mientras Jeongyeon buscaba con prisa. 

—Lo jodí, ¿de acuerdo? Aún así, lo puedo solucionar ¡Por supuesto que lo puedo solucionar! —Gruñó la alfa, sabiendo que una buena cantidad de dinero quizás no costaría la felicidad, pero sí solucionaría varios problemas.

Dahyun hizo su natural expresión de desagrado ante su inestable aroma a enojo, mezclado con tristeza y alcohol, y la miró por el hombro con preocupación. 

—Estás demasiado rara, no te veía así desde... —Hizo silencio al entrar en recuerdos. Jeongyeon meció la cabeza, con una sonrisa escalofriante.

—Créeme, nunca me has visto así. —Le advirtió, mientras hacía referencia a los sentimientos que la envolvían. Definitivamente eran los más fuertes que había transitado jamás y eso la hizo sentir más idiota.

—¿Qué vas a hacer? ¿Unnie? —Se preocupó al verla marcar a esas horas. 

—Haces demasiadas preguntas Dahyun, mejor vete a dormir. —Gruñó la alfa con seriedad y la omega la miró con reproche. —Hola, comuníqueme con el editor en jefe o el director, por favor. —Habló con la voz muy grave. Dahyun la analizó, expectante. —Sí, habla Yoo Jeongyeon —Anunció ganándose toda la atención del otro lado de la llamada. 

<¿Podemos hablar? 
08:00 am. 

<No puedes ignorarme para siempre, Im Nayeon.
08:05 am. 

<Hablemos omega, por favor. 
08:15 am. 

Era de mañana cuando un estornudo hizo estruendo desde la cocina. Estaba demasiado fresco, luego de la tormenta ese jueves de gripe y por más que quisiera, no se le iría la picazón en la naríz, pensó la castaña mientras bebía de la taza de café. Pero su madre siempre le dijo que una buena omega no debe interrumpir sus actividades por cualquier síntoma, de hecho ella jamás parecía enfermar, siempre estaba ahí para joderle la existencia a toda hora, se recordó. 

—Hace mucho que no sonreías mami, ¿los estornudos se deben a la tormenta de ayer y al vestido que Sunny llevaba, muy mojado esta mañana a la lavandería? —preguntó su hija mayor, mientras tecleaba en su teléfono. 

Nayeon le dedicó una mirada a su empleada, quien miró expectante ante su nombre, más solo hizo una mueca apenada por no haber podido ser más discreta. La omega mayor hizo una sonrisa avergonzada al ver cuán observada estaba en su propia casa. 

—No fue la mejor de las noches Yeri, pero se pasará... —Respondió, echándose ánimos. La realidad era que no podía estar segura aún de sus propias palabras. 

—¿Eres o te haces la tonta Im Nayeon? —Preguntó Minatozaki Sana, haciendo su ingreso abrupto en la casa Kim. 

Yeri, quien compartía un café de media mañana con su madre, se puso en pie e hizo expresión de que dejaba a su madre con todos sus problemas, incluso con los que podrían haber llegado junto con esa omega japonesa. Nayeon volteó los ojos ante la abrupta y brusca aparición de su amiga. 

—Te veo en la noche para cenar, ma. —Se despidió plantando un beso sobre su frente. Nayeon le dio un abrazo apretado. 

—Claro mi amor, cuídate. —Le aconsejó con la dulzura de siempre y prosiguió con las notas que escribía. 

—¡Te estoy hablando Nayeon! —Exclamó ahora cruzándose de brazos junto a la puerta. 

—No me faltes al respeto, señorita —Le advirtió la antes nombrada, sin levantar la mirada.

Sana bufó una vez se sentaba junto a ella, dejándole un beso en la mejilla a la joven alfa, como saludo y viéndola desaparecer. 

—Tenemos que hablar. —Dijo tan directa como siempre.

Nayeon arrugó el entrecejo ante su agresión, no estaba de ánimos para soportar a Sana esa mañana.

—¿Y desde cuándo me consultas eso? —preguntó Nayeon, con el humor reflejado en aquella ceja que siempre alzaba.

La japonesa volteó los ojos con exasperación, aunque le observó con pena al ver su aspecto. Su naríz estaba roja, sus ojos muy hinchados, sus ojeras profundas y su recogido tan tirante como siempre. 

—Hablé con Yoo. —Nayeon la miró con reproche y de un salto estuvo junto a ella tomándola del brazo con fuerza. 

—¡Oye, baja la maldita voz! —Le advirtió con seriedad, mientras la dirigía hacia el solario. Cuando cerró la puerta del lugar y le miró con molestia. —Sé breve. —No pudo evitar el interés, pensó Sana cuando se rió.

—Creí que te encontraría convulsionando del dolor, me sorprendes... —admitió la rubia omega, con humor en la sonrisa que dibujó y Nayeon carcajeó sin ganas. —Ella llamó... —Habló buscando su expresión, más solo halló fastidio en ella.

—¿Te llamó? ¿Y qué te dijo? Por supuesto, si se puede saber. —Cuestionó la coreana, encubriendo sus ansias con sarcasmo. —Esa alfa muy hábil, sabe muy bien cómo mover sus hilos ¿verdad? —Comentó con desagrado y tomó un espacio frente al escritorio para retomar la lista que meditaba, fingiendo que no tenía tanto interés en lo que su amiga fuera a decir.

—No, aquí el problema no es lo que dijo, el problema señorita, es que ahora eres actriz porno. Así que levántate y vámonos de aquí, porque no permitiré que sigas arruinando tu vida. —Indicó como si se tratara de palabras de una madre a su hija.

Nayeon perdió la sangre del rostro imaginando lo peor. No podía ser posible, ¿Ya se habría enterado?¿Cómo se había enterado? ¡Oh no!, razonó en cuestión de segundos. Sus peores temores se hacían realidad.

—No hablas enserio... —Murmuró entonces y Sana le ofreció la revista que ella no había notado y traía enrollado en una mano. Nayeon se la arrebató con desesperación, luego de dudar y gimió con alivio.

—Eres una omega muy tonta, Minatozaki Sana... —Jadeó una vez utilizaba el mismo repunte de hojas para abanicarse. ¡Casi la mata de un maldito disgusto! Jeongyeon, le había dicho demasiadas cosas a la persona equivocada.

—¿Qué? Te ves muy bonita, pareces una milf —Carcajeó cuando ella le aventó la revista con toda intención. —Cariño, no puedes apartarte de Yoo, por un tonto error. —Suplicó con ansiedad. 

—Es una idiota, como todos los alfas. Siempre has tenido la razón, así sean mujer, no valen la pena, al final solo quieren destrozarte. —Dijo una vez retomaba su lugar.

Sana se sentó frente a ella y alcanzó sus manos sobre el escritorio, buscando su atención. 

—Claro que tengo razón, pero Yoo es una marciana, Nayeon, no puedes meterla en la misma bolsa que los demás, tu sabes que no lo merece... 

—¿Has venido hasta aquí solo para interceder por ella? No puedo creerlo. —Le cuestionó, apartándose de su agarre ahora con toda molestia y Sana bufó con resignación, en afán de seguir con su juego. —No sé cuánto es lo que sabes, pero ella fue desconsiderada e inconsciente y yo... yo también ¡pero ella más! —Sé defendió precipitada. 

—Tu haces esto demasiado largo Nayeon, hasta yo me atasco menos que tu... —Dedujo al notar que su amiga no cambiaría tan fácil de parecer. Nayeon sonrió con incredulidad. —¿Qué? Mi signo es el menos complicado... 

—¡Ay, claro que sí capricornio! —Exclamó con ironía y Sana la miró con indignación. 

—Oye, al menos no soy el signo más complejo, virgo... —Alzó los hombros conforme. 

—Mira, cállate. —Le advirtió, cerrando la agenda y poniéndola dentro de su bolsa, alistándose para salir. 

—No bueno, al menos intenté que entraras en razón. —admitió Sana, mientras aceptaba la advertencia de su amiga.

—Ya déjate de tonterías y mejor acompáñame... —Dijo con distracción mientras observaba su reloj. —Tengo que ir a buscar a Chaeyoung a la escuela.

—¿Aún sigues buscando a esa niña en el colegio? Nayeon, tú y yo regresábamos en bus a su edad —Se fastidió la japonesa. Nayeon le miró con una ceja en alto. 

—Eso no es cierto. —Y casi al instante se hizo un rubor en su mejilla al recordar sus travesuras. 

—Si es cierto, cuando nos escapábamos y nos íbamos de compras —Admitió con una carcajada. Ambas compartieron unas risas de complicidad. 

—Solo para finales de semestre —Le miró con esa sonrisa. —¿Me acompañas? Me imagino que seguirás de intensa hasta que acabe por seguir tu consejo y llame a esa "marciana", para implorar por su perdón. —Dijo exagerando el drama. Sana aceptó. 

—Y sí, estás en lo correcto y sabes que jamás me doy por vencida, ni aún vencida... —admitió sin fingir una negativa.

Nayeon meció con la cabeza, dejándose acompañar y llegando a la conclusión de que su amiga era irreparable.

Yoo Jeongyeon observó de reojo a la omega que la acompañaba en la espera de su hija menor, frente a la puerta del colegio.

La alta pelicorta se puso las manos en los bolsillos sin poder evitar sentirse un poco incómoda ante la situación, ya que estaba muy segura que si hubiera sabido que ella iría, no se habrían cruzado porque no hubiera reparado en ir. Era sencillo hablar por teléfono, pero Jihyo era demasiado imponente y desprendía un temple demasiado... intenso para su gusto, pensó la alfa sin poder disimular su incomodidad.

Se miraron un momento en el que la omega de cabello largo estaba desprevenida y corrió la mirada casi al instante. 

—Ya Jeongyeon-ah, por favor, me pones incómoda. —Habló Park, sonriendo y evidenciando el mismo sentir de la pelicorta.

—Yo no dije nada. —Musitó la alfa, compartiendo la sonrisa tímida.

—Discúlpame, me olvidé de avisarte que vendría por la niña hoy. El avión arribó hace unas pocas horas... —Se explicó Jihyo con sinceridad y la alfa asintió como respuesta a sus palabras.

—Lo entiendo, Jihyo. No te preocupes, no es un problema. —Aceptó amablemente, viéndola de a instantes. 

Park Jihyo siempre había sido muy guapa, muy atractiva y pensar que en algún momento habían compartido absolutamente todo, la puso aún más incómoda. No creía poder compartir un espacio con esa omega, sin que el pasado cayera sobre ellas como una película de drama. 

—Es verdaderamente incómodo... —admitió sin poder mirarla y ambas se rieron por lo bajo. 

—¿Hace cuánto no nos veíamos? —Consultó la menor pensativa, Jeongyeon alzó los hombros. 

—Desde que dejó de ser necesario supongo... 

—O desde que dejó de ser una necesidad que me entregues a las chicas en la mano y ya estuvieron lo suficientemente grandes para subir solas al apartamento. —admitió sin abandonar la sonrisa. 

—Lamento mucho la distancia. No fue mi intención Jihyo. —Intentó la alfa, con poca honestidad. La omega la detuvo de inmediato. 

—Fue mutuo. —Jihyo sabía que no era solo eso, sino también sus constantes desacuerdos. 

Las visitas, los horarios, las colegiaturas, las autorizaciones, la falta de comprensión, diferían demasiado desde siempre y aunque alguna vez fue motivo de unión, también había sido el motivo de su separación.

Volvieron a compartir una sonrisa de amabilidad y se dispusieron a esperar en silencio, quizás era lo mejor para conservar la paz entre ambas y por sus hijas.

Minatozaki Sana era tan chismosa cuando se lo proponía, con tan solo checar un lugar atentamente con la mirada, era capaz de estar al tanto de absolutamente todo por su persuasión y demasiada observación. Pero nada la habría preparado para lo que encontró en aquel instante y sin buscarlo, aquello rebasaba toda su tolerancia.

—¡Demonios! A ella solo la rodean omegas hermosas Nayeon, estás en grandes aprietos... —Jadeó la omega japonesa, mordiéndose un índice al ver que alguien acompañaba a Yoo Jeongyeon. 

Nayeon comprendió al instante esa referencia, se volteó involuntariamente para buscarla con la mirada y la encontró segundos después. Pero para su desventura, la halló junto a una hermosa mujer de cabellos oscuros, la tez bronceada y sus grandes ojos repletos de misterios. Nayeon frunció el entrecejo instantáneamente y luego corrió la mirada deseando dejar de sentir todo lo que se reproducía en su interior con hervor al divisar a esa alfa, su alfa, ahora acompañada de otra hermosa omega.

—¿Y ahora quién es ella? —Exigió la nipona hacia el universo, con gran exasperación. 

—¡No lo sé! ¡Ni me interesa saber! Ya estoy muy cansada de estar... —Meneó la mano en lo que buscaba las palabras correctas — ...esperando respuestas sobre Yoo, Sana. Es una alfa joven y libre, tiene derecho de estar acompañada de quien le dé la gana. 

—Esa estupidez ni tu te la crees Im. —Minimizó la nipona —Es que mírala... —Reprochó en su dirección y Nayeon se volteó a verla con intención, mientras sentía el pulso latir con más prisa.

Comenzaba a sentirse enferma, esa alfa le demostraba nuevos síntomas de como sentirse desesperada. Celos, le llaman. 

—Como disfrutas de mortificarme de veras Sana... —Mencionó y presionó los labios en una dura línea. ¿Qué es lo que ganaba recordándole sus inseguridades constantemente?, le reclamó internamente. Dejó ir el aire que, sin querer estaba reteniendo en su reproche.

—Te mueres por ella... Se nota en la desilusión de tu rostro, en tu olor a enojo y desilusión. —Merodeó con diversión —De seguro te preguntas, "¿Quién es ella?" "¿Ya se metió en su cama?" "¿Lo hará pronto?" "¿Tan rápido se olvidó de mí?" —Insistió y Nayeon se puso de un rojo, que si las miradas mataran, ya la hubiera fulminado desde un principio a ella, a la alfa y a su omega acompañante.

—Basta. —Exigió con la voz demasiado gruesa, pero se convirtió como en una súplica cuando las miró presionando el labio inferior entre sus dientes. 

Sana sonrió al ver los dientes marcados en su labio, cuando lo liberó para exhalar con violencia, como quien hace un berrinche. Su amiga estaba demasiado enamorada de esa alfa y aunque se empeñara en negarlo, se moría por correr a sus brazos. 

—¡Mami! —Exclamó la linda niña de cabellos oscuros, corriendo con especial alegría hacia la omega que acompañaba a Jeongyeon.

Esa mujer extendió los brazos a su pequeña y ambas compartieron un abrazo apretado. Nayeon tragó al encontrar una respuesta. 

—Vaya, es su ex... —Comentó Minatozaki como quien hubiera logrado un gran descubrimiento. 

Nayeon gimió con preocupación. Si bien, se habría querido imaginar a la ex de Jeongyeon en algún remoto momento, sabía que era bonita, pero jamás se imaginó que la tendría en frente, bueno no en frente, pero no se imaginaba tener que verla directamente, admitió para sí misma. 

La niña encerró a ambas madres entre sus brazos, uniéndolas con toda intención y se notaba muy contenta con su hazaña. Ambas se vieron algo incómodas, pero compartieron una sonrisa cálida que Nayeon no podía dejar de observar en la escena.

Casi que sin parpadear, presionó la mandíbula con tanta fuerza que pensó que le estallarían los dientes. ¿Qué hacían juntas allí? ¿Será que aún existían sentimientos entre ellas? ¿Y si fuera así, por qué le molestaba tanto? "¡Porque la amas!" Le recordó su loba.

De pronto sintió como si fuera a exclamar de la molestia. Cerró los ojos cuando oyó la risa de Sana a su espalda, si pudiera la mataría en ese mismo instante, pero lo peor era que ni siquiera había sido un estúpido plan, porque ella misma la había invitado para que la acompañe. Era todo tan espontáneo, que se preguntó si, realmente no se trataba de un estúpido juego del destino, el cual trataba de decirle algo. 

—¿Mamá? —Habló Chaeyoung, una vez estuvo junto a ella. La misma la encontró con su mirada y la abrazó por los hombros, una vez la instaba a caminar con prisa. 

—Vámonos de aquí. —Mencionó mientras intentaba, más no podía apartar la vista de Jeongyeon con su ex.

Sabía muy bien que esa imagen no se iría de su cabeza por largo rato. Suspiró tendido cuando Sana la miró con diversión en todo el camino, debido a que no podrían hablar del asunto frente a Chaeyoung, pero que no perdía instante para seguir fastidiándola.

<Nayeon, necesitamos hablar. No podemos ignorarlo durante más tiempo.
20:05 pm.

<Nayeon, por favor...
22:17 pm.

La omega frunció el entrecejo abrazada a la almohada, mientras estaba sumida entre sus sueños. Una corriente fría le recorrió por todo el cuerpo, ella hizo un mohín y presionó la almohada con sus brazos, intentando aferrarse a algo seguro. Sí, eran pesadillas. Un sollozo se le escapó de sus labios, ella jamás había soñado tanto como esos últimos días. Se mecía, con incomodidad, con inquietud.

Inhaló ahogada cuando se despertó y se tomó el cuello como si hubiera perdido la respiración. Luchando por recuperarse, estudió el espacio y, cuando estuvo más consciente, los ojos se le llenaron de lágrimas que retuvo muy avergonzada. Tragó con dificultad e intentó reponerse, necesitaba un vaso con agua y otro con cloro, pensó dramáticamente.

—Fue un mal sueño, solo fue un mal sueño. —Dijo para la soledad en su habitación, intentando tranquilizar sus hormonas alteradas. 

Presionó los dientes. ¡Rayos! ¿Cuándo dejaría de soñarla? Se lamentó mientras observaba por el ventanal de la cocina, como centelleaban las estrellas en la penumbra y ella las encontró igual de brillantes como en sus sueños. 

Era el segundo día, hacían dos noches que la soñaba, la anterior madrugada con su prima haciendo que se sienta ridícula, y esa noche con su ex, mientras se daban un beso a la luz de la luna, logrando recargarse de vergüenza.

Bufó, ya se sentía enferma de tantos sentimientos a la vez.

Un estornudo se escapó de ella, además de la leve gripe que entumecía todos los músculos de su cuerpo y le provocaban un malestar insoportable, la expectativa de todo lo que sucedió y la distancia que impuso entre ambas, la estaban convirtiendo en alguien demasiado ajena, que ella no sabía controlar. 

No cabían más opciones, tenía que hablar con ella, ya no podía seguir ignorándola durante más tiempo.

Al haberla observado junto a su pasado tan de cerca, no pudo evitar sentirse afectada ante la idea de perderla definitivamente. Además, la necesitaba tanto, no supo el espacio que ocupaba en su rutina hasta ese día en el que alguien más ocupaba el lugar que ella deseaba ocupar, a su lado.

>Hablemos. 
04:33 am. 

<¿De enserio? 
4:33 am. 

>Vaya, ¿tu no duermes verdad? 
4:33 am. 

<Hace dos días que no duermo... 
4:34 am. 

>Comprendo. Igual yo.
4:34 am. 

<¿De verdad? Parecías muy tranquila cuando te vi. Tu siempre pareces muy serena... ¿Cómo lo haces? 
4:34 am. 

>¿Cuándo me viste? No creas todo lo que ves. Hasta luego, señorita Yoo.
4:34 am. 

<Esta tarde y sé que tu a mi. Espero tu llamada, a la hora que tu quieras, futura señora Yoo.
4:35 am. 

—¿Cuál futura?... —Se tapó los labios con los dedos para no despedir la carcajada y se sonrió sin poder repetir la frase —Estás loca Yoo Jeongyeon. —Musitó sin abandonar esa expresión de satisfacción —Y yo estoy loca por ti... —Un suspiro se le escapó, sintiendo el alivio que le recorrió al aceptar que la necesitaba, que se sentía enferma sin ella y que la sola idea de no volver a verla le dolía hasta en los huesos.

~"¿Sabías que tu eres el café que necesito en la mañana? 
Tu eres mi sol cuando está lloviendo (...)
Solo quiero ver lo hermosa que eres
Tu sabes lo que yo veo.
Sé que eres una estrella 
A cualquier lugar que vayas, te seguiré
No me importa lo lejos que sea
La vida es como una película,
Y tu eres la mejor parte (...)
Si me amas, ¿me dirás algo?"

Alguien cayó en la trampa de alguien con apellido Yoo... 

Tu, si tu... ¿Sabes cuan felíz me hace que estés aquí? Tu adoro, tu JazUnnie🌻

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