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13: "𝑴𝒆 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆́"

¿Qué es lo que nos pasa por la cabeza en el instante preciso en el que decidimos arriesgarlo todo? Nos justificamos a nosotros mismos con frases tales como: "La vida no es eterna" "¿Si no soy felíz ahora, entonces cuando lo seré?" "¿Y si es el último tren?" "¿Valdrá la pena dejar pasar la oportunidad?" La vida es una aventura y como en todas ellas, hay riesgos que aceptar, cuando decides saltar desde el puente hacia la nada. 

La mano que descansaba sobre la espalda de aquella omega, era firme cuando subían por el ascensor que las llevaba desde el subsuelo del estacionamiento hacia la planta baja para recepcionarse. Juntas. Como una pareja. En frente de todo mundo. A la vista de que las sorprendieran y pudieran juzgar sus acciones, ensuciar sus sentimientos, dudar de sus intenciones, poner en vilo sus valores, su sensatez, su virtud y moral.

Alzó la mirada para hallar a Yoo Jeongyeon, quien la sostenía como si su cuerpo le perteneciera y creyó estar sufriendo un dejavu. La realidad la noqueó con un duro golpe que la colmó de decepciones de sí misma y de esa alfa que la había arrancado del sueño en el que dormía, con intenciones de sumergirla en otro prácticamente igual, o quizás peor... 

—¿Qué estoy haciendo? —Murmuró una vez se encontró en el reflejo en la pared del ascensor, de pie, con una alfa poderosa, llena de seguridad y una gran soberbia dirigiendo sus pasos.

"Pero claro, ¿qué puedo esperar de esta casa sumida en la opresión, en la que nos criaste?"

Las palabras de su hija Chaeyoung resonaban en sus oídos. Su vida se había basado en seguir órdenes, las de su padre, las de su madre, también en complacer al pie de la letra los deseos de Kim Yejun, y no había hecho absolutamente nada para cambiar esa situación, solo se había dejado llevar por esa marea, sin considerarse a sí misma en lo absoluto, olvidándose por completo de su poder de decisión. Nayeon de veinte años estaría decepcionada. 

—¿Cómo? —Preguntó la pelicorta, cuando le dirigió su mirada serena y satisfecha.

Esa alfa, esa alfa repleta de cualidades hermosas y expresiones perfectas, no era más que una mentirosa. Sí, la personificación de la palabra "engaño", decidió aquella omega cuando se apartó de su agarre y la miró como si de una homicida se tratara. 

—¿Qué me hiciste hacer? —Susurró detallando sus expresiones ante sus palabras. Era una pequeña mentirosa y ella había caído en su trampa. La alfa la miró, preocupada ante su repentina actitud. —¿Pero qué estoy haciendo? Estoy perdiendo el juicio... —Se señaló Nayeon, y tragó el taco que se le anudó en la garganta.

Había sido tan tonta de ceder su voluntad nuevamente ante una alfa que se estaba aprovechando de su estúpido defecto de querer complacer a todo lo que le extendiera una cuerda de afecto y quizás, un poco de compasión.

Un calor inflamable recorrió a la omega por completo, el estómago se le endureció profundamente, manifestándose en las náuseas que sintió mediante el impacto de su reflexión. El cuerpo le tembló por completo, su pulso resonó en sus oídos como un estruendo constante y una intensa migraña se intensificó en su cabeza. El rencor hacía estragos en su interior. 

Se explotó la burbuja en la que flotaba creyendo que podría existir un alfa que tenga una mísera neurona que no fuera totalmente egoísta. Yoo Jeongyeon no podría estar en esa posibilidad, porque estaba allí, muy tranquila luego de haberla expuesto descaradamente, aprovechándose de su entrega desmedida hacia eso que las unía y que claramente no podía controlar, sin presentar muestras de que le importe su integridad moral, porque habían hecho una escena típica de una película para adultos en medio de un evento en el que asistirían cientos de personas, de las cuales el quince por ciento de los invitados eran, seguramente, reporteros y fotógrafos, y no conforme con aquello, la había incitado a dejarlo todo por ir detrás de ella, como se atrae a una presa para cazarla y devorarla, sin piedad. Era una egoísta y ella había consentido que hiciera lo que quisiera con ella. "¿En qué diablos estabas pensando, Im Nayeon?" Se reclamó internamente, mientras analizaba inevitablemente las últimas dos horas de su vida e ignoraba el gruñido de desacuerdo de su loba.

—¿Nayeon, se siente bien? —preguntó la alfa, alertada por la repentina alteración que presentó la omega en su cuerpo, pero se puso pálida ante la expresión que esta le devolvió al buscar su mirada. 

—¿Que si me siento bien, preguntas? —Se exaltó al contestar su pregunta y no se fijó que elevaba la voz. —No puedes ser tan hipócrita, Yoo... con tus palabras llenas de corazones y rosas de colores, no son más que-que ¡Que un engaño! —Concluyó la omega, con total irritación —Mira déjame decirte una cosa señorita, ¡Casi! ¡Casi que permito que te salgas con la tuya! ¡Pero ya no más! —Le advirtió y salió una vez el ascensor abrió sus puertas en el lobbie de aquel hotel.

Jeongyeon la miró salir, totalmente atónita. Claramente le estaba reclamando algo, pero ¿Qué es lo que había hecho para molestarla de ese modo? Se preguntó la alfa confundida, mientras corría detrás de ella e intentaba alcanzarla, antes de que dejara el edificio.

—¡Pero Nayeon! —Dijo tomándola del brazo, deteniéndola suavemente —¿Engañarte? ¿De qué hablas? —Insistió, más no le agradó el modo en el que ella se apartó de su agarre, con demasiado impulso, como si ya no soportará su toque.

—¡Aléjate de mi, Yoo! —La enfrentó con su metro sesenta —¡No eres más que una mentirosa! Pero ya desperté de ese sueño estúpido en el que quisiste manipularme a tu conveniencia. Eres como todos los alfas, está en tu estúpida naturaleza, lo único que saben es mentir, manipular, poseer y destruir en pos de salirse con la suya... —Despotricó, armándose nuevamente con todos sus muros.

Jeongyeon no caía en sí, al oír las palabras que salían de la boca de esa omega.

—¡No Nayeon! ¡Yo jamás te engañé! —Se desentendió la alfa, al instante.

Claro que no lo había hecho, pero aquella omega estaba demasiado confundida para comprenderla, debía aprender a entenderse a sí misma para poder pensar en ella, porque Nayeon tenía tanto que conocer aún de sí misma y Jeongyeon tanto que componer en ella. 

—¡Déjame en paz! Este show se terminó aquí. —Finiquitó Nayeon, y prosiguió con el paso hacia la salida, dispuesta a apartarse de su lado. 

Un gran estruendo se oyó desde el cielo, como si su poder de decisión hubiera abierto los cielos. Jeongyeon abrió mucho los ojos, mientras analizaba sus últimas palabras, más aún sin poder comprender su cambio tan radical de actitud, apresuró el pasó cuando entendió que necesitaba explicaciones.

—Pe-pero ¿A qué va todo esto Nayeon? ¡Explícame porque no lo entiendo y de verdad que quiero hacerlo! ¡Necesito entender! —Sé defendió de inmediato y Nayeon carcajeó con ironía, delante de ella.

—Ya no es necesario que finjas, alfa. —Se detuvo para poner esa escalofriante mirada sobre ella —¡Tuuuu! —Le señaló con toda intención —Me engañaste. Derribaste todos mis defensas y te ganaste mi confianza fingiendo sentimientos ¿honestos, leales? —Dudó la palimiel, haciendo achicharrarse el corazón de la alfa —Fingiste comprensión, amabilidad, ternura ¿A cambio de qué? Simplemente para salirte con la tuya. Y ahora estoy aquí, exponiendo mi integridad física y moral, ¡A mis hijas! ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Por una relación con una alfa que puede desaparecer de la noche a la mañana? —Le recriminó repleta de rencor y los temores se hacían presentes mediante sus palabras.

Jeongyeon se estuvo de pie ahora observándola totalmente descreída. Jamás se hubiera esperado tal planteo. Vamos, ¡Ella la amaba! Y se lo hubiera hecho saber en el preciso instante en el que descubrió todo lo que escondía su corazón esa primera noche que compartieron sus verdades. Todo eso de lo que la acusaba, sonaba absolutamente absurdo en su interior en donde se alojaba su loba herida. 

—Al menos no eres tan cobarde para retractarte de tus acciones, pero si lo eres para disculparte tan siquiera por haberme hecho perder mi tiempo, ¿Verdad? ¡Taxi! —Exclamó alzando los dedos ante la aparición de un auto característico, el mismo estaba ocupado y la mayor resopló con molestia al sentir como lentamente las gotas comenzaban a caer a su alrededor. La piel se le erizó ante el viento que se alzó como un tornado, más no hizo un amague de abrazarse y mostrarse débil ante la alfa que, según ella, la había alzado hacia el cielo para luego dejarla caer sin paracaídas, no esta vez. 

—¡No, no, no, Nayeon! Has malinterpretado absolutamente todo, por favor, hablemos con calma... —Intentó parando sus palabras, pensamientos y recriminaciones que de seguro no paraban un solo instante dentro de su cabeza —No puedes acusarme de algo tan descarado, porque jamás te engañé, ni obligué a nada, esto es una terrible confusión... —Suplicó la pelicorta, sintiendo la impotencia alertar todas sus alarmas. 

—¿Me estás diciendo que lo imaginé todo, alfa? Tu sabías que ese lugar estaba lleno de reporteros Yoo, también sabías que mis acciones pueden afectarle a mis hijas... que confiaba en ti... —Hizo una pausa para contener las lágrimas y la menor quiso tomarla en sus brazos hasta que esa expresión de decepción desaparezca de su hermosos rostro porque no podía soportarlo —También sabes que soy omega en este maldito mundo en el que sí no eres perfecta estás perdida en él ¿Acaso no tuviste un solo instante para ponerte a pensar en cuánto me podría afectar a mi o a mis hijas, que se supiera lo de esta relación de ese escandaloso modo? —Cuestionó y solo se encontró con su estúpida expresión de asombro y hasta de culpabilidad en el rostro de la menor. —Por supuesto que no te lo has puesto a pensar. Porque a los alfas todo se les perdona por el simple hecho de ser intocables. Pero si alguien se enterara de que la "Omega del gran abogado Kim" le es infiel, porque ni siquiera van a llamarme por mi nombre, soy muy consciente de ello, solo me pondrán en la portada para decir que soy una cualquiera con palabras elegantes y que engaño a mi esposo con una joven alfa, que encima es diez años menor que yo. —Meció con la cabeza negándose a la idea de seguir imaginando ese escándalo —Te parecerá muy divertida esta aventura, pero ya no tengo veinte años para jugar a la historia de amor contigo, Yoo. Tengo hijas en las que pensar, una vida que resguardar y un futuro que depende de mi divorcio con el psicópata de mi esposo. —Aún con esa expresión de enojo y los ojos muy abiertos, se sintió ridícula mientras exponía frente a esa mujer todas las verdades que giraban en torno o su vida, una vida en la que ella era un ser prácticamente inexistente y no podría sobreguardarla de lo oscuro que se pondría el cielo sobre sus hombros, si aquella suposición se volvía una realidad.

Jeongyeon la miró con la expresión congelada en el instante en el que contuvo el aliento. 

—Baja esas defensas por favor, omega. Jamás quise aprovecharme de ti, ni de tu confianza, yo... solo quería... —Tartamudeó sintiéndose aún más idiota en su duda.

"Yo, yo, yo" "Yo quería" "Yo la quiero en mi cama" "Yo la necesito" "Yo le escribo" "Yo estoy celosa" —Enumeró con sus dedos. —¿Y yo? ¿Quién crees que soy? ¿Una omega sin sentimientos ni determinaciones que tú puedes manejar a tu antojo, chica? Yo —Se señaló —Im Nayeon, ya vivió una vida sometida a exigencias, órdenes y deseos de otros y créeme que ya no estoy dispuesta a igualar una vida como esa, nunca más. —Meció la cabeza varias veces, antes de volver a alzar la mano, insistiendo en el llamado al cual no respondían. 

—Por supuesto que no, yo jamás querría nada parecido para ti, Nayeon, mírame por favor. —Su voz se minimizó al notar que, la primera vez que se hablaban de tu, era en medio de esa discusión en la relucía la terrible torpeza en que se había desenvuelto con aquella hermosa omega a la que amaba irremediablemente, y que conforme pasaban el tiempo a su lado, sentía que lo hacía un poco más. 

Hubiera querido acabar con esa línea que mantenía en distancia sus vidas dentro y fuera de su relación, con un "Te amo" o alguna verdad de todas las que la invadían desde que ella había llegado a su vida, pero se había comportado como una completa torpe ¿Y por qué? Por unos tontos celos, por el incesante deseo de arrebatarla para ella y aprovecharse de su confianza de ese modo tan descortés. 

Si había una verdad, era que ella la había expuesto de un modo muy inmaduro en aquel lugar, esa noche y se sintió tan preocupada, Jeongyeon no se perdonaría jamás la sola posibilidad de haber generado un escándalo con su hermoso nombre en el titular. En ese preciso instante, su loba le gritaba una situación que no podría seguir ignorando ni aunque quisiera, ya no podría vivir sin esa omega, si decidiera decirle adiós.

—Mira, aprenderé a vivir con las consecuencias de mis estúpidas e ingenuas acciones, pero tu, acaso ¿tu podrás dormir esta noche sabiendo que acabaste con todo, por jugar a que el mundo te pertenece porque eres tu, y como si yo fuera un simple objeto al que tú puedes... —Murmuró con la voz graznida al obligarse a contener las lagrimas —... tomar a tu antojo? Esto ha rebasado los límites de la inconsciencia. Ahora entiendo perfectamente a tu ex... si cada vez que sucede algo que no puedes controlar, te vuelves así de irresponsable, yo también me habría alejado de ti. —Y aunque no lo demostró, Nayeon rápidamente se arrepintió de haberle dicho esa tontería, pero se sentía tan herida por su imprudencia, que no tuvo fuerzas para retractarse. Las manos le temblaron ante lo inminente, el final se avecinaba. 

—Nayeon... —le reprochó la alfa con un gemido agonizante, como si le hubiera enterrado una daga en el corazón. Sus palabras le habían hecho daño, pero ella sabía que con sus inseguridades también se lo había hecho. 

Para acabar de arruinar el instante, la tormenta se desató sobre ellas, agresiva. Jeongyeon la sostuvo con una de sus manos cuando ella se estaba por subir al auto que, segundos antes de sus dueas palabras, había parado frente a ambas.

Nayeon correspondió aquello con la furia y la desilusión flameando en sus ojos, que algún corto instante atrás la veían con admiración y deseo.

—Suéltame. —Exigió la omega, sin apartar la conexión. 

—Me enamoré de ti. —Respondió la pelicorta a todas y cada una de sus palabras. Su seguridad se hizo presente, imponente como todo en ella y adoró cada reacción de su expresión y semblante ante sus palabras. Jeongyeon admiró el modo en el que la omega exhaló inevitablemente, sus ojos se inundaron y arrugó la nariz como si le hubiera invadido un mal sentir. La alfa devoró el aroma de su omega, que se unió al suyo y al de la lluvia húmeda, y con aquello tan mínimo se colmó de esperanzas.

Aunque lo quisiera ocultar, Jeongyeon sabía que ella también la amaba, lo podía sentir profundamente entre ellas desde el principio, porque parecían destellar chispas cuando estaban juntas, porque le había entregado el corazón aquella primera vez, pero fue tan torpe en creer que tenía derechos, cuando ni siquiera había sido lo suficiente valiente para admitir frente a ella lo que le quitaba el sueño desde hacía varias semanas, hasta ese entonces. Moría por ella, por ser parte de su vida y dueña de su intimidad, moría porque fuera su omega

—Suéltame. —Repitió ahora sintiendo que su cuerpo reaccionaba y conectaba con sus palabras, traicionándola. 

No. Nayeon no se habría imaginado que ella confesaría tan repentinamente todo lo que las unía, de ese modo tan intempestivo para las dos.

La lluvia caía, implacable sobre ellas y ya estaban totalmente empapadas cuando la alfa deslizó una suave caricia con la punta de sus dedos en el borde de su tensa mandíbula y se hizo unos pies más cerca de ella para sentir su calor, así fuera por última vez.

—Créeme, por favor. Mi intención jamás estuvo en utilizarte. Me invadió la idea de que quisieras quedarte con él, fui impulsiva y cobarde. Moléstate, repréndeme, corrígeme, pero no me pidas que me disculpe por las palabras que acabo de decir, porque no lo haré omega... —Musitó y por supuesto se refería a esa confesión. 

—Ya basta... —Con la voz débil e intentando apartarse de ella. —Tu no sabes la definición de esa palabra, ninguno en tu casta lo sabe. Los alfas no saben amar, son muy tontos para comprender la magnitud en esas palabras. —Las lágrimas en sus ojos se perdieron bajo la lluvia incesante.

Jeongyeon sonrió con ternura, al ver la esperanza brillando en sus pupilas colmadas. 

—Tienes razón, no sabía amar, no lo supe hasta que te conocí a ti. Corrígeme... —Insistió, posando la frente sobre la de Nayeon, con desesperación por transmitirle su sentir. —O explícame tú, que es lo que significa esto que siento cuando te necesito a todas horas, te pienso hasta cuando no debo, vives aquí —Señaló su cabeza —Tu aroma impregna mis recuerdos, tus labios, los siento en mi piel y tu piel cosquillea en mis manos en todo tu esplendor Nayeon, en todo momento luego de estar junto a ti, y me llena de ansias de volver a tenerte entre mis brazos otra vez. Te amo omega y no quiero dejarte ir. Si, soy una maldita egoísta, perdóname, pero no me pidas que viva sin ti, porque ya no creo que pueda con eso... —Acentuó con desesperación sobre sus labios. 

Nayeon la estudió por un instante, saboreando toda su honestidad que le llenaba el alma de nuevas ilusiones, de la posibilidad de cuestionar la perspectiva en la que todo se había desarrollado. Antes de tomar el impulso de apartarse de ella, unas palabras salieron de sus labios rojos que la dedicó directo a su mirada.

—Y yo te amo a ti, pero para poder amarte debo solucionar algunos asuntos internos primero y tú también deberías considerarlo —admitió, dejando escapar algunas lágrimas más, que se unieron a la lluvia que las había cubierto por completo. 

La omega de cabello color miel, se tomó del sobre con fuerza, para detener la necesidad de rodearse entre sus hombros y besarla con la desesperación que atormentaba a su corazón y a su loba cautivada.

Jeongyeon corrió ese mechón que se le escapó del recogido en ese estúpido instante en el que decidió corromper su confianza, y que ahora se encontraba pegado sobre su frente. Nayeon sucumbió al sollozo que se le escapó de los labios, al sentir la suavidad en su toque.

—Tienes razón, tu mereces una vida mejor, una en lo que no temas en ser tu misma... —Le deseó la menor con honestidad y la omega asintió muy de acuerdo. 

—Estoy luchando por eso. —Admitió con la voz quebrajada. 

La alfa golpeó sus labios con un mero roce de los suyos y a través de la caricia, intentó transmitirle sus más sinceros sentimientos, todos esos por lo que algunas noches no había podido alcanzar el sueño y por el día la remontaban a los recuerdos que solo ella protagonizaba, con su gracia y su dulzura. 

En el instante que se resumió en esa mínima caricia, temieron de no poder recuperar lo que las unió alguna vez, pero resguardaban en sus corazones cada uno de esos sentimientos que desbordaban cada vez que estaban juntas.

Nayeon no correspondió a su caricia, solo se limitó a sentirla hasta que decidió apartarse de su alcance, se subió al taxi que había hecho su parada instantes antes y se marchó sin importarle el aullido de su loba desanimada.

~"El desamor es difícil, la traición es peor
Confianza y corazones rotos, lo sé.
Creyendo que todo lo que necesitas está allí
Confiando en el amor y en las palabras
Las promesas vacías se desgastan, lo sé.
Y ahora que todo está hecho, no hay nada que decir.
Y si haz terminado de avergonzarme,
Sigue tu camino y diles
Diles todo lo que sé ahora
Grítalo desde los tejados, escríbelo en el horizonte
Todo lo que teníamos se ha ido
Diles que era felíz y que mi corazón está roto
Todas mis heridas están abiertas
Diles que lo que yo esperaba sería imposible..."

Solo, no me odies. La vida está llena de oportunidades, pero las más bonitas se hacen esperar poquito...

Te quiero con todo y mis heridas, tu JazUnnie🌻

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