10: "𝑴𝒊𝒆𝒅𝒐 𝒂 𝑷𝒆𝒓𝒅𝒆𝒓𝒍𝒂"
La lluvia descendía del cielo, diminuta y chispeante sobre la tela de sus ropas y posándose sobre sus cabellos, humedeciendo todo el espacio.
Nayeon la admiró con intensas ganas de abrazarla, de sentirse cubierta por sus fuertes brazos y llorar en su pecho hasta saberse libre, sensación que solo sentía cada vez que se encontraba rodeada de su calidez, de su esencia a cacao tan amable, que le generaba tanta calma. La alfa se había vuelto indispensable para ella, tanto que le generó temor no reconocer la raíz de todos esos sentimientos que la subyugaban.
Jeongyeon la miró con gran preocupación, una vez sostuvo la cargada lágrima que, segundos antes, bordeó su naríz y alcanzó el nacimiento de sus labios. No podían apartar la mirada, estudiando el enigma que las encandilaba y las involucraba a ambas en esos sentimientos que no quisieron exponer, inexorablemente.
La menor quiso poder arrancar todo el dolor que sumergía allí, en el descolorido color en sus ojos y temiendo que pudiera haber provocado el mismo en su interior. Ese momento que se había sentido eterno se acabó a causa del estruendo de un trueno que anticipaba la tormenta. Nayeon apartó el rostro para limpiarse las lágrimas, regresando en tiempo y espacio.
—No imaginé jamás encontrarla aquí... —Admitió, intentando entender porque, de todos los lugares de la ciudad, se la tenía que encontrar en un lugar tan público y en ese momento tan inoportuno en el que no podía arrojarse en sus brazos.
—Vine a retirar a mi hija, Ryujin. —Dijo como si fuera obvio. Nayeon recordó que le había comentado de sus hijas la primera noche que estuvieron juntas.
—Claro, discúlpeme, estoy un poco dispersa. —Y como para no estarlo, cuando todo lo que estaba atormentando su vida, era agobiante y parecía nunca acabarse.
Jeongyeon la analizó de reojo intentando tener una distancia prudente para no presionarla, aunque en su interior deseaba apropiarse de ella, estrecharla contra su cuerpo y besarla hasta dejarla sin aliento. Debía dejar de anhelar el deseo en su mirada o acabaría haciendo una locura allí mismo, tan solo por recurrir a saciar esa sed que sentía su alfa por esa omega.
—¿Se encuentra bien? —Preguntó, evitando mencionar lo ocurrido la noche anterior en la extensión de la palabra "noche" la cual no había sido tan larga como los anteriores momentos que habían compartido, pero que no le quitaba lo memorable.
Por más que quisiera, no podía evitar sentirse agobiada ante la sola idea de que ella tomara sus estúpidas palabras con tal seriedad y quisiera apartarse de su lado definitivamente. Más aún, cuando su cabello bailaba con la brisa haciéndole llegar ese aroma que tanto la enloquecía, y a su loba, y esa sensualidad que ella desprendía de todo su ser, sintió su pulso alterarse solo de sentirla tan cerca. La omega suspiró y le preocupó ver como le rehuía a su mirada. La intensa conexión que había entre ellas casi que se podía tocar con las manos.
—Si Jeongyeon, ¿porqué no iba a estarlo? —Musitó con poco entusiasmo y Jeongyeon frunció el entrecejo. Ella se veía muy extraña, y sabía que no había sido la mejor noche, pero presentía ver algo más en su actitud, estaba ocultando sentimientos muy profundos.
—Si no quiere que la bese aquí, en frente de todas estas personas y que provoquemos un escándalo, le voy a suplicar que me diga lo que le sucede. —Habló junto. Tanto que Nayeon pudo sentir su calor pegando casi en su espalda.
La omega cerró los ojos por un instante suplicándose a sí misma no perder el control ante esa hipnosis en la que se sumergía por su causa y que le hacía temblar hasta las manos.
—Mi hija tiene problemas de comportamiento, señorita Yoo, y me tiene un poco preocupada, eso es todo. —Comentó y aunque no mentía, había mucho más que decir y Jeongyeon supo verlo cuando ella la miró a los ojos, al fin. Se vió obligada a pestañear, una vez estuvo ligada a esa mirada tan demostrativa. Nayeon contuvo el aire por un momento.
—Quiero besarla, ahora. —Pronunció sin despegar la vista de aquella profundidad marrón que tanto generaban en sus sentidos. Necesitaba hacerlo. —¿Qué le sucede? Está escondiendo cosas, en su mirada puedo verlo. ¿Qué es? Puede confiar en mi. —Habló la alfa, acariciando su mejilla con su suavidad, mas ella se apartó de su toque casi de inmediato.
No podía soportar su tacto en ese momento, porque se sentía demasiado débil para luchar incluso contra sus propios instintos. Nayeon dejó ir un suspiro de entre sus labios temblorosos y sonrió con tristeza. Jeongyeon era maravillosa.
—Me ha estudiado muy bien señorita, estoy deslumbrada. —Musitó, poniendo el pie de distancia que necesitaba para la tranquilidad de su alborotado ser.
Jeongyeon decidió darle ese espacio y poner sus manos inquietas dentro de los bolsillos de su abrigo.
—Usted tiene una mirada muy transparente, no es difícil de leer en ella, mi hermosa Nayeon. —Observó su semblante con preocupación. —Ahora veo que necesita un abrazo, contención, que hay algo que le pesa mucho y me preocupa ¿Sabe? —Comentó y la omega se rió por lo bajo.
—Lo veo pronto, señorita Yoo. —Se acercó para saludarle de beso, decidida a apartarse definitivamente de ella.
Jeongyeon sonrió al sentir sus labios en su mejilla brevemente y la vió acercarse más a la puerta del colegio, comprendiendo los claros signos de poner distancia entre ambas.
—La voy a besar aquí, Nayeon... —Advirtió en un canturreo, una vez estuvo a su lado nuevamente.
—No sé atrevería... —Respondió ella con dificultad antes de hablar. Le miró de reojo con complicidad, una vez estuvo muy cerca de su mejilla.
—¿Me está provocando de nueva cuenta? ¿Acaso no recuerda lo que sucedió la última vez que me retó? —Custionó ahora con la diversión que bailaba en su sonrisa. "¡¿Pero cómo no iba a poder?!" Pensó, cuando se alojó en esa magnífica mirada. Entonces lo vió, esos ojos le dijeron la verdad, era ella quien quería que lo hiciera, y se sorprendió deseándolo tanto o más como lo veía allí.
Confiando de que todos los mapadres agobiados y ansiosos a su alrededor estuvieran lo suficientemente sumidos en sus propios pensamientos y problemas, Jeongyeon tomó de un codo a esa omega quien le miró con los ojos muy abiertos ante su estrepitosa actitud, y caminaron juntas a paso rápido. Cruzaron el gran parque que dominaba la cuadra frente a la calle, más allá, en dirección a la unión de un par de árboles.
Jeongyeon agradeció, una vez estuvo muy cerca de su boca, cuando consiguió acorralarla contra la corteza de un gran árbol. Parecía poder oír su propio pulso, cuando se estuvo muy cerca de su nariz, respirando de ese aire que parecía haberseles escapado por la prisa que habían utilizado en el paso, ¿o era a causa de la tensión que compartían al estar una tan cerca de la otra? Jeongyeon cerró los ojos por un momentos para sentir su presencia junto a ella. "A la luz del día se veía más encantadora, más hermosa, más real" le cotilleo su loba y ella le dió la razón.
—Usted jamás me decepciona, señorita Yoo. —Confesó, respirando tan o más ansiosa que ella, mientras disfrutaba del dulce rose en ese beso de esquimal.
—Jamás la decepcionaré, mi hermosa Nayeon. —Rezó la alfa prisionera de esa mirada, antes de abalanzarse a cubrir su boca con la suya y arrebatarle ese beso que ambas estaban esperando desde que coincidieron en ese momento, y que ansiaban desde que se habían abandonado la noche anterior, en aquel hotel.
Nayeon reaccionó al instante enlazando su cuello con sus brazos, recorriendo su suave y perfumado cabello con sus manos, intentando unirse más a sus labios, si eso era posible. Jeongyeon presionó su cadera contra su cuerpo y la ciñó sin escapatoria, arrancando un gemido de satisfacción de la boca de la omega.
—Nayeon, la necesito... —Habló con dificultad para respirar —No se le ocurra acabar con esto que nos une, se lo ruego... —Aunque habían interrumpido el besó, seguían unidas en la caricia, así fuera para respirar.
La mayor meció la cabeza de acuerdo con sus palabras y regalándole una hermosa sonrisa como respuesta. Sus pechos subían y bajaban por la falta de oxígeno, sumiéndolos más en esa pasión incontenible, Nayeon bajó la mirada y la halló irresistible como cada vez que la veía, aquellos pensamientos que la perturbaron intensificaron su aroma y Jeongyeon respiró sin pena alguna, adoraba su aroma a deseo.
La alfa se acercó para saborear su labio inferior y Nayeon estilizó el cuello, consagrada a todas y cada una de sus caricias, inclusive las que comenzaba a sentir en ese instante, proclamando que era a ella a quien deseaban su cuerpo y su alma.
—Perdóneme, por favor Jeongyeon, perdóneme yo... —Intentó ella mirándole con lágrimas por caer y la alfa se negó a permitirlo, uniendo sus labios brevemente.
—Fuí una cobarde al dejarla sola anoche. Es usted quien debe perdonarme Nayeon... —Fue ella quien interrumpió sus palabras con sus labios. Jeongyeon correspondió con gusto y no se habrían apartado si no hubieran sentido la necesidad de respirar.
—Usted es muy importante en mi vida. ¿Entiende? Es muy importante, no lo dude por favor... —Le suplicó la omega, ganándose una sonrisa de aquella alfa quien, aún sentía preocupación por lo que leía en ella.
—Lo sé. Usted también lo es en la mía. Lo siento tanto. —Correspondió las disculpas y se fundieron en un abrazo desbordante, que fluyó de alivio mediante para ambas.
La omega dio un largo suspiro al oír los latidos apresurados del corazón de la alfa.
—Tenemos... ya van a salir. —Balbuceó y se sonrió al sentirla besar la punta de su nariz y una de sus mejillas, pero sin apartarse un solo milímetro de su cuerpo.
—Lo sé. Vaya usted primero, la alcanzaré y seremos dos adultas responsables llevando una desestructurada conversación... —Propuso con aquella sonrisa marcando ese par de hoyuelos perfectos y Nayeon se río con diversión de aquello. A Jeongyeon le fascinó ver sus ojos brillar con ese resplandor nuevamente.
—Espere... —Le pidió y la sostuvo de una de sus manos, logrando así ganarse la atención de su frondosa mirada repleta de esa esperanza, que la animaba día con día. Por un instante parecía querer confesarle tantas cosas que pasaban por su mente y que se agolpaban en sus labios queriendo ser oídas, pero luego de un momento el timbre que indicaba la salida de las niñas, irrumpió en la maravillosa conexión.
—Me alegro tanto de haberla visto. Nos vemos luego mi perfecta señorita Yoo. —Prometió ella apartándose dejando un beso sobre el dorso que sostenía su mano, y acabando con ese infinito magnetismo que las unía desde sus manos, hasta en el alma.
Jeongyeon se sostuvo el pecho como si intentarada detener que se le escapara el corazón de allí y respiró con dificultad al recordar lo que estaba por salir de sus labios.
Instantes luego, no supo en cuál exactamente, pero estuvo junto a la puerta viendo a su hija menor salir del colegio con rápida emoción por huír.
—Hola ma... —Le observo con duda y la alfa al fin la observó con emoción luego de abrazarla como saludo.
—Hola cielo, ¿cómo te fue en tu regreso a clases? —Preguntó interesada y decidió irse antes de no poder controlar el impulso que la invadía por correr a los brazos de la omega que estaba a algunos pies detrás de ellas.
Nayeon observa la escena con vehemencia. La joven mujercita que abrazaba a su alfa se le parecía tanto, aunque una cabellera larga y oscura como la noche le cubría la cabeza, decidió que la alfa se vería así de preciosa con el cabello largo, esa niña era su viva imagen. Sonrió de lado, se veía tan guapa siendo madre, tan tierna, tan sensible. Si tan solo hubiera podido ser parte de la vida de esa mujer de otro modo, si la vida no las hubiera distanciado tanto en tiempo y espacio. Regresó al mundo lejos de Yoo Jeongyeon, cuando oyó a su hija hablarle.
—¿Mamá? —Preguntó confundida ya completamente a la defensiva, y Nayeon tomó el brazo de su hija, dándole una sonrisa alentadora.
—Tenemos que hablar, mi amor. —Murmuró aquello ultimo. Nayeon no sabía que era lo mejor para su hija en ese preciso instante, por primera vez no sabía que era lo que tenía que hacer, en absoluto. Pero su instinto lo había solucionado todo con amor desde un inicio y esta vez no sería la excepción.
—¿Qué haces tu aquí? —Insistió nerviosamente, una vez recordado todos sus conflictos que le había estado acultando recientemente.
—Mientras vamos, te comento. Te invito a almorzar, solas tu y yo ¿Te parece? —Le consultó y la joven aceptó al fin sin remedio, ya que su madre insistiría sin descanso, lo sabía.
—De acuerdo. —Dijo ya imaginando lo que se venía. Cuando su madre la invitaba a pasar un momento a solas era porque algo querría saber, decirle o más bien regañarla.
Eran los suspiros profundos que arrancaba de su pequeña boca, o quizás el modo en el que era sumamente receptiva a todas sus caricias, quizás el modo en el que sus labios parecian ansiar sus besos, tanto como los suyos. Se disputaba Jeongyeon, buscando el motivo por el cual la señora Nayeon no abandonaba su cabeza un solo instante. Se remojó los labios, al recordar el modo en el que ella se tomaba los suyos con cada sensación que compartían. Los sentimientos parecían hacerse cada vez más claros en su interior, conforme pasaban los minutos.
—¿Mamita estas bien? —Preguntó Ryujin, una vez pasaba una de sus manos frente a la alfa que parecía estar sumido en sus pensamientos.
Jeongyeon regresó cuando se encontró con los ojos de sus hijas puestos en ella, ambas muy confundidas.
—Claro. —Respondió, avergonzada de haber perdido el enfoque. Había invitado a sus hijas a almorzar en un bonito restaurante.
—Acaban de dejar el plato, se enfriará la comida. —La pequeña ladeó la cabeza al analizar la actitud de su madre.
—Tienes razón. —Asintió recuperando la compostura y regresándole su atención al plato —¿Cómo te fue hoy de regreso a la escuela? —Preguntó a su hija menor, quien frunció los hombros con desgano.
—Igual que siempre, solo fueron dos semanas mamá. Vi a las mismas personas, todos somos de la misma casta, es el mismo colegio... —Suspiró y Jeongyeon volteó los ojos sabiendo a que desembocaba esa conversación.
—Hija, por favor. —Le advirtió de antemano.
—Pero mami, si tan solo me dieran la oportunidad de... —Su madre le advirtió ahora con su mirada. —Mami Jihyo me dijo que hable contigo del asunto. —Se justificó y Jeongyeon volteó los ojos. Por supuesto que su ex siempre le echaba los problemas a ella.
—Hija, después encontraremos el momento para tratar ese asunto, ¿de acuerdo? —Con aquellas palabras esperaba calmar las ansias de la jovencita, pero la realidad era que no se encontraba concentrada para ese tipo de debates. Sabía que debía de hablar con Jihyo de la escolaridad de su hija en el próximo inicio a la preparatoria, pero había estado evitando hablar con esa omega desde hacía siglos.
—Esta bien... —Bufó la muchachita.
—¿Y tú? —Puso su atención sobre su hija mayor y la muchacha alzó la mirada, antes de tragar bocado.
—Iremos de visita al Museo de Arte. Luego debes firmar la autorización. —Comentó Tzuyu. La menor resopló, para asombro de su madre.
—Yo también iría si fuera a una escuela como la de Tzuyu unnie... —Se quejó con la voz baja y Jeongyeon sonrió. Sabía que había sido una estúpida idea pretender que su hija nunca abandonaría la niñez en algún momento. Definitivamente su maternidad le exigía que hablara con su ex, decidió.
—Por supuesto que sí, cariño. —Respondió a las palabras de la joven y, aunque había costado un momento, pudieron encontrar una anécdota que las unió en una animada conversación.
—¡No puedes hacerme esto! —Exclamó la jovencita una vez llegaban a la casa, horas más tarde, una mala cosecha de fresas se podía percibir cuando su hija estaba así de molesta.
Nayeon le miró agotada, notando la batalla que comenzaba con su sola postura.
—Claro que puedo, porque soy tu madre, Chaeyoung, te guste o no. —Admitió con obvias razones en su incredulidad y la jovencita la miró totalmente indignada.
—¡Eso no te da el derecho de encerrarme todo un mes! Ya no soy una niñita —Cuestionó con la voz muy dura, a la decisión que había impuesto su madre.
—Hija, puedes ocupar ese tiempo para solucionar tus desastrosas calificaciones que no se elevarán solas. —Habló con humor y la muchachita cerró los puños con rencor. "Si supiera cuanto la amo" le susurró su loba, al admirar su odio. Por supuesto que no lo sabía.
—No puedes sentarte a ver que cumpla con ese estúpido castigo. —Le desafió con la voz amarga, su madre obtuvo la misma postura frente a ella, cuando le respondió:
—Te aconsejo que no me retes. —Le dijo con una sonrisa divertida, por sobre el enojo de la menor.
—¡Te odio! —Exclamó, alzando la voz —¡Odio esta casa y a todos los que viven aquí! ¡No entiendo porque si tu y mi papá ya no se quieren, todos tenemos que sufrir! —Exclamó con molestia e infinidad de lágrimas brillaron en sus ojos, pero que no premitió que cayeran.
Yejun, quien se encontraba extrañamente en la casa, ingresó en la sala, tras el escándalo de la jovencita. Nayeon se tensó al verlo acercarse.
—¿Qué son esos gritos? ¿Qué sucede con esa niña, Nayeon? —Preguntó malhumorado, señalando las escaleras por donde se había ido la chica.
—¿Qué le sucede? Nada le sucede. Es sana, tiene techo y comida, nada le sucede y aún así no deja de generar problemas sin sentido. Ahora la quieren expulsar de la escuela. —Dijo dejando su bolsa junto a un sofá, masajeándose las sienes en su cabeza como símbolo de agobio. El alfa la siguió detrás.
—¿Por qué? —Preguntó tan o más sorprendido que ella. Hasta el comienzo de todo el conflicto entre ellos, la jovencita era la mejor de la clase.
—Ha estado golpeando e insultando compañeras, fumando en el baño e intentando escapar de clases, y sí... —Asintió levantando una mano. —Sé que vas a decir que es mi culpa, pero recuerda que también es tu mérito que ella esté con vida, asique si hay culpables de su actitud aquí, entonces somos los dos. —Los señaló y el alfa bufó con molestia.
—Tu eres la que pasa más tiempo en casa, ¿o esperas que además me ocupe de lo que sucede aquí también? —Cuestionó con ironías. Nayeon se rió con sarcasmo, comenzaba a sentir que no lo soportaba un solo instante mas.
—No sería nada extraño, es más, lo haz hecho los últimos veinte años. —Carcajeó sin poder evitarlo y el hombre frente a ella se encontraba ya muy irritado.
—No te rías demasiado. Gracias a eso esto no se ha convertido en la casa de la risa. —Se acreditó el mérito y la omega no pudo creer tanto cinismo.
—¡Cuanto descaro! —Unió sus manos manos en un rezo con impaciencia. —Tu no haz hecho nada por ser parte de su vida, desde que tu amante ha hecho mágica aparición, te has vuelto un extraño al que hay que obedecer como a un Dios cuando se encuentre aquí. Me he cansado de advertirte que bajes de la ilusión en la que duermes, pero tu no oyes mas que las voces a tu conveniencia. —Dijo alzando la voz. El alfa le hizo una señas con sus manos.
—Por favor baja la voz, no es necesario que grites. —Exageró y Nayeon sabía que manipulaba la situación, como siempre.
—¿Y ahora por qué discuten? ¿Acaso nunca se estarán en paz —Preguntó Chaeyoung y Nayeon se rascó el puente de la nariz, sabía que su aparición significaba más problemas. Yejun meneó la cabeza.
—Nada mi amor, asuntos del mismo calibre con tu madre. —Pronunció, Chaeyoung le abrazó por la cintura cuando él le rodeó los hombros e hizo una mirada de desapruebo a su madre, como era su costumbre.
Aunque a Nayeon le dolió esa preferencia en su hija, se sonrió por lo bajo, de todos modos había sido su culpa por haber permitido que se la arrebatara de entre las manos y la criara a su imagen y semejanza.
—¿Qué sucede mamá? ¿Por qué tienes que pelear siempre con mi papá? —Preguntó la pequeña omega con expresión vituperante.
—Chaeng hija, por favor no opines. —Advirtió con la voz seca. Comenzaba a notar que la pequeña creía que podía saltar encima de su cabeza y ese había sido su propio mérito por haberle permitido ser tan insolente y no exigir un límite, ¿Pero que esperaba? Si los límites los había pactado ese hombre al que ella había puesto en un altar demasiado alto, incluso para ella misma y que ya no sabía como bajar de allí.
—¿Pero como me pides que no opine, si estas exponiendo sus asuntos aquí en medio de la sala? Deberías ser más prudente mamá. —Le aconsejó y Nayeon alzó sus ojos reflejando el dolor que sintió al ver como su hija la subestimaba. ¿Qué demonios había hecho permitiendo que esa niña viviera creyendo que la voluntad de su padre era la única santa palabra?
—Bueno, visto que aquí mis palabras no tienen oído, ni fundamento... —Dejó las palabras suspendiendo con una sonrisa amable hacia ambos, tomó su bolsa y se apartó con decisión de escapar de allí. Últimamente se sentía oprimida en aquella casa.
—¿A dónde vas ahora? —Preguntó la adolescente y supo ver entonces lo que antes no quería ver, al igual que su padre, su hija eran muy posesiva, aún cuando se trataba de ella.
—A casa de Sana. Conoces muy bien ese número, en veinte minutos puedes corroborarlo tu misma ¿De acuerdo?. —Dijo una sonrisa nuevamente falsa, antes de voltearse y salir por la puerta. Si la oía decir alguna palabra más, no sabía cómo sería capaz de reaccionar. Se encontraba totalmente intolerante ese día.
Estaba llegando a un límite, en el que tenía deseos de enviar todo al demonio y salir corriendo de allí, definitivamente. Era demasiado sacrificio para tanta ingratitud, su corazón comenzaba a reconsiderar sobre su decisión de quedarse ahí en donde ya ni siquiera el cariño de su hija sentía, si Yejun tanto se vanagloriaba de dominar toda situación, entonces lo obligaría a que se hiciera cargo de esa fiera que tenía por hija, aunque con ello debiera entregar también a la pobre de Yeri, quien siempre quedaba en medio de toda la familia.
"¿A quién quieres engañar Nayeon?" Jamás podría dejar a esas niñas, eran parte de su corazón. Solamente sabía suponer si se trataba de ellas, porque jamás dudaba de sus decisiones, siempre estaría a su lado, así fuera contraproducente incluso para sí misma. Las prefería y lo haría siempre.
Jeongyeon se encontraba con las manos sobre la cabeza y el mentón apoyado sobre sus rodillas con expresión de agobio. Hirai Momo se acercó para extenderle una copa, y la pelicorta levantó la cabeza para aceptarlo y se lo bebió de un trago, ganándose una carcajada de su amiga.
—Tranquila amiga, todo tiene solución en la vida. —Dijo con asombro de verla tan afligida, hacía mucho que no la veía así de desesperada.
—Casi se lo digo... —Respondió como si Momo pudiera leer su mente.
—¿Y por qué no lo hiciste? —Le cuestionó. Aunque estuviese fuera de contexto, la japonesa era una fiel creyente de que no había nada mejor que expresar lo que uno siente en el instante en que lo siente.
—Porque no era el momento... —Murmuró con pesar y sostuvo el vaso sobre sus manos. —¿Qué voy a hacer, Momo? —Murmuró nuevamente por lo bajo, tan confundida. Sus sentimientos la habían arrastrado a un estado de desesperación sin cesar. Momo la miró, intentando descifrar sus señales.
—Debes hablar con la verdad. Te ves muy cargada con lo que sea que te estes guardando ahora... —Habló, tomando el vaso para dejarlo a un lado. Hubiera querido ayudar más, pero su amiga estaba muy cerrada al asunto desde hacía largo tiempo.
—La amo... —Resopló y la alfa japonesa frente a ella, se carcajeó ante sus palabras.
—Amor, debí de haber imaginado que era eso lo que te tenía así. —Señaló y le acarició la espalda, intentando ser un apoyo.
—Hará un mes y yo siento como si la conociera desde hace una década, un siglo, una eternidad... —Musitó y se resfregó la cara, afligida por sus propias deducciones. A su simple vista, era una locura sentir lo que sentía. ¿Lo era? Se preguntó cuando su loba protesto.
—Es normal, el tiempo en el amor es incomprensible, se cuenta con vivencias y no en el calendario Jeongyeon. —Explicó comprendiéndole. La alfa pelicorta la miró como si no pudiera creer que lo que decía fuera tan cierto.
—No quiero perderla... —Comentó ahora soltando su mayor temor. Momo se sonrió, su amiga le daba mucha gracia en ese estado tan dramático.
—Si es verdadero, no la perderás. Debes estar segura de eso. —indicó la nipona asegurándole el éxito, siempre y cuando sea correspondido y así era, aunque Jeongyeon no estuviera muy segura de ello.
—Ella es todo lo que necesito. Pero nos rodean tantos problemas, Momo. —Exhaló, viéndole con temor. —Es una mujer casada. —Confesó y Momo comprendió porque no la reconocía. Eso hacía muy grande el problema.
—¿Quién es ella? —Preguntó con amabilidad y por su mente pasaron varias de las amigas de Sana.
—Nayeon, se llama Nayeon —Tartamudeó, evitando decir su apellido y el de su esposo, pero aún así, Momo la miró sorprendida y Jeongyeon supo que reconocía a quien se dirigía.
—¿La esposa del abogado Kim Yejun? —Preguntó confundida, era una omega con el perfil más bajo que hubiera imaginado en la vida de Jeongyeon. Quizás por ello era, pues ambas tenían eso en común.
—¿La conoces? —Preguntó la joven alfa con ilusión brillando en sus ojos y sintió interés al ver que su amiga afirmaba con la cabeza.
—La he visto algunas veces, es una omega muy sencilla, elegante, muy femenina. —La hizo en su mente por un instante. —Conozco a su esposo es un imbécil, es un tipo muy arrogante. No le importa la justicia en lo absoluto, lo único que le importa es ganar. Hemos tenido problemas con él, lo que pasa es que tu no lo recuerdas. —Dijo por lo bajo. De hecho Jeongyeon aún iba a la universidad cuando eso. Removió los recuerdos en su cabeza y la miró. —¿Cómo acabaste teniendo una relación con una mujer casada? —Cuestionó sorprendida. Jeongyeon no era de ese tipo de personas.
—Sana... ella me envolvió para que vaya a una de sus reuniones sociales, la realidad es que fui para acabar con la monotonía y casi me arrepiento hasta... hasta que la vi llegar. —Dijo parando de relatar, sumida en sus recuerdos. —Tenía ese aura tan pulcro, una expresión tan humilde y esa belleza que la recorre y ese aroma que... —Suspiró sin poder evitarlo, tomándose el labio inferior entre los dientes. Momo asintió, sonriendo amablemente al notar lo irremediable. —Hablamos un momento, ella creyó que intentaba seducirla, de hecho si lo hacía, pero yo sabía que ella estaba casada y aún así mi loba sintió una fuerte atracción que no pude ignorar. —Se justificó —Le dí mi tarjeta con mis números y luego de unas semanas, un día cualquiera, ella solo llamó. —Explicó tan sencillo lo que había sido una larga historia que contar.
—¿Te llamó así como así? —Preguntó la alfa mayor, con curiosidad y Jeongyeon meció la cabeza.
—Era el día de su cumpleaños y nadie estaba a su lado. La invité a cenar y todo... todo terminó como está ahora. —Dijo encontrándose con la insólita historia. —Kim la engaña, ella lo descubrió hace un tiempo, está hace dos años con una omega más joven. —Aclaró y Momo meció la cabeza en desacuerdo.
—Ella se apoyó en ti. —Confirmó con sus palabras.
—Ese primer día sí, y yo en ella. —Admitió. —Pero las cosas comenzaron a darse de otro modo Momo y yo no lo pude detener... No quise hacerlo. —Consintió, poniéndose de pie y caminando por la sala de su amiga, con inquietud. —Ella comenzó a verme como su refugio, comenzó a acostumbrarse a verme y yo a también, se volvió una necesidad para mi loba que la extraña con cada segundo que pasa y no está a mi lado. — Recordando la vez que le dijo que la necesitaba.
—Pero eres su amante Jeongyeon, porque me imagino que no ha sido un tema que pudieras publicar en sociedad... —Dijo la nipona directamente y Jeongyeon la miró con reproche ante esa verdad.
—Si, supongo que es lo que soy. —Aceptó bufando y removiendo la cabeza. —Comenzamos a querer vernos más seguido... —Dijo recordando el acuerdo. —Y ahora se ha vuelto tan necesario como respirar en mi vida y supongo que en la suya también... —Dijo tomándose el pecho con una de sus manos. —Y no quiero perderla, no soporto la idea de que siga compartiendo su vida con ese imbécil... —Dijo entre dientes y colmillos. Momo sonrió de lado, al parecer ella estaba ya muy enamorada.
—No la perderás. —Señaló cuando estuvo nuevamente junto a ella, en el sofá. —Debes aclarar lo que ella siente. Convertirlo en una relación sana para ella y para ti, alentarla a dejar de lado esa relación que no tiene futuro y exponerle una juntas. —Aconsejó mientras le tomaba un hombro en modo de apoyo.
—Lo sé, supongo que son los pasos más razonables a seguir. —Sonrió de lado. —Nunca he deseado que una omega sea mi esposa, como lo he deseado al verla a ella. Ella... ella está en todas partes y a todas horas, Momo. Mi loba llora cuando no estoy cerca suyo. Jamás me había sucedido algo así. —La gran expresión de frustración recorría sus expresiones. Momo estuvo de acuerdo con sus conclusiones, no cabía duda de que ella estaba muy enamorada.
—Con más razón, habla con ella Jeongyeonnie, ¿no haz considerado que ella sea tu predestinada? —Consultó y la alfa la miró con los ojos muy extendidos del asombro.
—Si lo he hecho, pero como son estúpidos cuentos de amor, no quise ilusionarme con estupideces.
—Lo destinados existen Jeongyeon, no son solo cuentos.
—Comienzo a creer en ello, ahora que ella no se aparta de mi mente ni un solo segundo y me orilla a necesitarla en cada paso que doy. —Murmuró con la voz graznida y se cubrió nuevamente la cabeza con los brazos. Momo sonrió repleta de ternura, y regresó la caricia que extendía por su espalda.
—Habla con ella, se honesta y espera espera su opinión, Jeongyeon. Además, supongo que debe ser difícil sacarse de encima un tipo como Kim, quizás ese sea su verdadero problema. —Divagó y Jeongyeon unió las cejas al oír sus palabras.
—Mas le vale ceder a ese hipócrita, o le voy a romper la cara, por hacerle tanto daño a mi omega. —Dijo haciendo presión en sus puños. Momo se rió por el modo en el que se refirió a aquella mujer, más no encontró buena idea el delatarla frente a sí misma en ese preciso momento.
—Tranquila amiga, solo es necesario que ella esté de acuerdo para que todo acabe, incluso el abogado de la empresa puede hacerse cargo de eso, solo es un trámite. —Ideó mientras la tranquilizaba. Por suerte para nuestra bella omega protagonista, Yoo Jeongyeon era una alfa con recursos y no dejaría de poner el mundo a sus pies, si ella correspondía a sus sentimientos.
—Tienes razón. Debo hablar con ella y alejarla de ese tipejo. —Concordó más segura que antes.
—¿Haz hablado con Tzuyu y Ryujin de lo que sientes por esa omega? —Dijo Momo y dudó al ver su dura expresión.
—No. —Respondió y suspiró largo.
Jeongyeon meció la cabeza. Que drama suponía aquello, ni siquiera se había puesto a pensar lo que sucedería cuando sus hijas supieran que su madre ya no era una opción en su futuro. Ya no lo era hacía muchos años, cuando Jihyo le había roto el corazón el día que decidió irse de la mansión y sumergirla a la soledad. Sí la quería y la respetaba, había sido la primera omega en su vida, pero ya no habría nunca una remota oportunidad entre ellas, eso había muerto y Jeongyeon lo tenía muy en claro.
—Sabes que tanto Ryujin como Tzuyu creen que tu volverás con Jihyo algún día... —Canturreó la alfa mayor, recordándole los deseos irremediables de sus hijas.
—Lo sé... —Musitó con temor. Jeongyeon sabía que romper con la adoración exagerada que tenían sus hijas con su madre omega no sería nada fácil, y no era lo que quería, admiraba como ellas adoraban a Jihyo pero, a la hora en donde de su vida se trataba, odiaba que eso le jugaba en contra también.
—Ten fe y comienza por ese lado, Jeongyeon. Lo demás, se dará con el tiempo... —Aconsejó mientras le daba una última caricia en la espalda.
—Asi haré, gracias Momo, eres una buena amiga. —La nombrada asintió con cortesía.
Aunque Momo solía ser una alfa cálida y menos ermitaña que Jeongyeon, se sorprendía de la facilidad con la que le había ayudado a aclarar sus ideas. No se daba cuenta de cuánto peso había dejado ir al compartir sus sentimientos con alguien más. Ahora tenía en claro varias cosas, entre ellas que debía de hacer a Nayeon en la vida de sus hijas del modo que fuera y de que debía de hacer a Nayeon en su vida a costa de lo que fuera, incluso de sus propias inseguridades y sus interminables prejuicios.
Condujo con lágrimas en los ojos, lo único que veía era a ese diluvio que había oscurecido su corazón del mismo gris que pintaba los cielos de la gran ciudad. Cuando llegó, lo primero que hizo fue abrazarse a su amiga y la omega japonesa la miró sorprendida por su estrepitosa interrupción a su clase de yoga.
—Ayúdame Sanari... —Suplicó una vez se escondía sobre su hombro.
La rubia mujer atónita que la cubría con sus brazos, reaccionó abrazándola con fuerza e intentando compartir calma con sus feromonas.
—¿Qué sucede cariño? ¿Es Yoo? Dime y le cortaré el pene a esa desgraciada... —Gruñó luego de que cerró la puerta detrás de ellas y dando por hecho que la causa de cualquiera de sus problemas tendría que ser un alfa. Y no estaba tan equivocada...
—No, ella no, ella sigue siendo una víctima en todas las situaciones que agobian mi vida, al igual que mis hijas. —Habló con lágrimas cayendo por sus ojos, como ríos por sus mejillas.
—¿Es el imbécil de Kim verdad? Ese desgraciado... ¡Siempre tiene que estar dando problemas! —Habló Sana con molestia, mientras sostenía sus manos cuando se habían sentando en el sofá.
—Me amenazó Sana, y estoy muy asustada. Anoche... —Se tomó el reboso y tragó con dificultad, aún. —Anoche me vi con Jeongyeon, él no estaba en casa, y luego llamó, interrumpiendo nuestra cita... —Sana le miró con culpa cuando se tapó la frente.
—Maldita sea, discúlpame Nayeon-ah, el imbécil llamó y preguntó por ti. Debí haber dicho que sí estabas en casa, lo olvidé completamente. Pero ¿Qué dijo? —Preguntó con culpa en su voz. Nayeon meció la cabeza.
—No te preocupes, yo no te advertí nada y me confié con que no volvería, debido a que ya era tarde cuando me fui de la casa y él no había regresado. —Explicó, Sana asintió, poniéndole entera atención. —Me dijo que me regresara para la casa, que me estaba esperando y Jeongyeon se dió cuenta y se molestó tanto... —Recordando la noche anterior. —Me sentí tan miserable al ver la tristeza en sus ojos, ella no merece todo esto. —Murmuró y sonrió por lo bajo con pena. —Se fue y me dejó en la habitación y yo sentí que se me iría la respiración, sentí pánico... —Dijo tomándose el cuello y la mascada se corrió.
Sana le miró extrañada y Nayeon se apuró en acomodarla.
—¿Que tienes ahí? ——Señaló con seriedad, una vez quiso sacarle la tela. —Nayeon, déjame ver... —La omega se negó. —Dejame ver. —Insistió con molestia, de solo imaginarlo se le hizo un nudo en el estómago. —¿Fue Yejun, verdad? —Cuestionó por lo bajo, sintiéndo lágrimas en sus ojos, de odio y de rencor porque su amiga ya traía las lágrimas vivas allí.
—Me tomó por el cuello, anoche cuando regresé de mi cita con Jeongyeon. —Admitió y Sana la abrazó con fuerza. —Sentí tanto miedo Sana-yah, y encima tiene el cinismo de amenazarme, que me mataría a mi y a Jeongyeon —Se apartó para verla a los ojos —Sana tengo mucho miedo. —Y la misma le miró con el mismo temor.
—Quiero que dejes esa casa Nayeon, que vengas aquí, conmigo. —Habló al fin. Nayeon meció la cabeza. —¿Cómo que no? Nayeon tu lo sabes, el que golpea una vez no le tiembla la mano para hacerlo de nuevo. Yo ya te había dicho que ese tipo nunca cambiaría y tu... —Aclaró con desesperación y Nayeon aceptó sus palabras, al detenerlas. El pasado emergía...
—Lo sé. Pero no voy a dejar a mis hijas con él. Chaeyoung ésta en problemas y a él no le importa nada más que su vida en su firma. Nada es más importante para él y mis hijas, no puedo abandonarlas a su suerte, debes entenderme. —Sana meció la cabeza con desaprobación, su amiga no tenía remedio con respecto a esas niñas que ya ni tan niñas eran.
—¿Y Jeongyeon? ¿Sigue molesta? ¿No han podido hablar? —Preguntó Sana, e instantáneamente detalló como los ojos de su amiga brillaron ante ese nombre.
—Hoy nos encontramos en la escuela de Chaeyoung. Ella iba a buscar a su hija. —Dijo y Sana le miró con atención —Nos besamos. —Musitó con una sonrisa cómplice y la omega no pudo evitar sonreír ante su expresión.
—¿La amas? —Volvió a preguntar y Nayeon tragó antes de analizar esa pregunta. "¡Claro que sí!" Gritaba su loba como una respuesta.
—Hoy se me quedó viendo de un modo en el que no lo había hecho jamás, como si quisiera decirme algo, y en sus ojos vi lo que necesitaba encontrar en mi. —Dijo poniendo una mano sobre su pecho. —Si, la amo. La amo como jamás amé a ningún otra persona en mi vida, Sana. Ella es mi alfa y mi amor. —Sana sonrió de lado ante sus palabras, ya conocía esa respuesta, lo había visto en ella desde la primera vez que hablaron de esa mujer.
—Porque jamás hallarás una conexión como esa, y el imbécil de Kim no cuenta esta vez Nayeon. Ustedes hicieron un lazo, estoy casi segura —Señaló llamando la atención de la omega frente a ella. —Piénsalo cariño, es maravilloso, estoy tan felíz por ti Nayeon. —Sonrió, sosteniendo sus manos y la castaña sonrió con pena.
—Tengo tanto miedo. Siento miedo de... —Su voz se perdió al notar que le costaba decir su peor temor. —Tengo miedo de perderla, Sana. —Murmuró por lo bajo sintiendo como todo en su cuerpo y mente lo rechazaba, su loba aulló ante la sola idea. Sana meció la cabeza, eso era imposible.
—Claro que no, Nayeon. —Meció la cabeza —Conozco más de lo que imaginas a Jeongyeon, y lo digo en el mejor sentido de la palabra. —Agregó una vez la coreana la miró extrañada. —Momo, su socia, me ha hablado mucho sobre ella, por eso insistí a que viniera a mi fiesta la última vez... —Caminó con ella de la mano. —Ella es una alfa muy solitaria Nayeon-ah, ni siquiera es de rodearse de omegas por doquier como acostumbra una alfa con sus ingresos brutos. —Dijo sonriendo de lado. —Es muy noble y muy responsable. —Asintió. —No creo que ella te haya invitado a su vida, sin ningún motivo. —Concordó.
—Yo tampoco lo creo. —Asintió de acuerdo con sus palabras. —¿Pero no es muy pronto para hablar de amor y de lazos? —Consultó, preocupaba por aquello de que aún está unida a su esposo y de que hacía menos de un mes que se frecuentaban. Pero Sana negó y con demasiado entusiasmo.
—¡Por supuesto que no! Han tenido una corta relación muy intensa. Pese a que no han podido vivir más allá de sus encuentros, me imagino que han hablado mucho.
Nayeon recordó el modo en el que Yoo y ella conversaban la primera vez que les había visto, y asintió con una sonrisa.
—Si, hablamos mucho. —Admitió recordando las conversaciones por teléfono y los mensajes constantes, ¿Cuándo dejaban de hablar?, era la pregunta.
—Debes hablar con ella, todo esto tiene que acabar ahora que no puede hacerte daño. —Dijo señalando lo que Yejun le había hecho. Nayeon meció la cabeza.
—No la voy a hacer parte de mis problemas, Sana. —Negó y la omega japonesa bufó como respuesta.
—¿Y si te hace más daño de lo que esperas? ¿Y si te mata, Nayeon? —Habló ahora con el temor que ocultaba en su insistencia. Nayeon le sonrió con cariño.
—Sé que es un imbécil, que es muy egoísta y demasiado arrogante, pero no es un asesino Sana, ademas él y yo hicimos un pacto por nuestras hijas. —Recordó entre dientes. —Quédate tranquila, por favor. —Dijo aparentando seguridad en sus palabras, en realidad eso quería creer. No podía desconocer tanto su futuro junto a ese hombre.
Cuando Sana volvía a sostener sus manos con fuerza, obtuvo nuevamente toda su atención.
—Si te vuelve a hacer una sola cosa de estas, vienes para acá sin rechistar. ¿Prometido? —Le comprometió, ella iba a replicar pero no la dejó hacerlo —Nada. Dame esa tranquilidad de que puedo confiar que tu conciencia me va a cumplir. —Dijo cruzando los dedos y ella aceptó dándole un abrazo.
—Te lo prometo. Pero no sucederá, ya le pediré el divorcio, necesito que me ayudes a conseguir un buen abogado... —Su amiga asintió a todo aquello, por supuesto que la ayudaría y más si se trataba de sacarse de encima a uno de los alfas más desagradables que había conocido jamás.
Nayeon se abrigó en el abrazo que le brindaba su amiga, repleta de nuevas esperanzas. Sabía que no estaba sola y que ella la ayudaría a sobreponerse a todo lo que pudiera acontecer con su decisión de ponerle un punto final a su matrimonio. Estaba perdidamente enamorada, ya no había vuelta atrás, le pertenecía a Yoo Jeongyeon.
~"Ayúdame, no sé como empezar.
Nunca pensé que te dejaría entrar.
Pero eres tu a quien elijo, pertenezco a tu lado. (...)
Entonces si me amas, déjamelo saber.
No tenemos que ir tan rápido, tómalo con calma.
A menos que quieras abrazarme.
Podemos hacer que algo bueno dure.
No nos soltemos.
Sabes que lo perfecto es imposible.
Pero me tienes con la esperanza,
Si el mundo se derrumbara,
Serías tu a quien abrazaría.
No, no es una pérdida de tiempo
Tuve que darme un golpe para poder leer las señales
Te encontré ahí..."
2 | ?
El amor es inoportuno, no tiene consideración por nada ni por nadie, ¿Tu lo crees así también?
Quiero saber tu opinión aquí abajito, me interesa aprender de ti.
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