Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Dos

La estruendosa carcajada desvergonzada de su unnie se estrelló contra la habitación rompiendo con la insoportable tensión que se formó y Sana presionó los párpados ante la expresión rojiza y avergonzada de su incómoda novia.

—¿No has tenido una experiencia anal? ¿Nunca, nunca? ¡Oh vamos, Jihyo-yah! —Se burló Nayeon y Jihyo presionó la mandíbula con los dientes en presión, que le daban la credibilidad a sus suposiciones.

—No todos gustan de esas actividades, unnie. —Gruñó la menor, corriendo la mirada, para dar más diversión de su mayor.

—Nadie que haya disfrutado de buen sexo anal diría algo similar, Jihyo… —Le señaló Nayeon, con irónico y divertido desapruebo.

—¿Y qué? ¿Acaso tú eres la experta aquí, o cómo? —Reprochó la menor de la habitación evidenciando su molestia.

—No lo sé, pregúntale a mi esposa… —No tardó en responder Nayeon a su desafío, casi que de inmediato.

—¡Nayeon-ahg! —Se quejó una apenada Jeongyeon, volteando los ojos ante la risa nerviosa de Sana, quien no pudo con su genio al burlarse del espontáneo rubor que invadió a la rubia coreana.

—¡¿Qué?! ¿O acaso estoy mintiendo, cariño? —Nayeon le guiñó un ojo a su esposa y ésta tragó con nerviosismo y una risilla nerviosa se escapó de sus labios. No podía con el jodido genio de su entrometida y muy amada esposa.

Algún momento antes de que la pareja de intrusas dejara su casa, Jeongyeon se sentó junto a la pensativa y malhumorada Jihyo.

—¿Tienes miedo? —Preguntó Yoo, intentando acercarse a una tensa Jihyo.

—¿De qué? —Lanzó la menor con pocos ánimos.

—Ya sabes, creo que Nayeonnie te descubrió sin quererlo…

—Tu esposa es una entrometida con talento de vieja chismosa. —Se quejó Jihyo en confianza con su mejor amiga, quien aceptó sus palabras de inmediato.

—Lo sé y es jodidamente sexy también, una mezcla explosiva. —Admitió una orgullosa Jeongyeon, haciendo reír a su amiga, quien admiró lo enamorada que estaba la rubia de su esposa.

—¿Acaso es común, Jeongyeon-ah? —Preguntó una agobiada Jihyo.

—Es más común de lo que crees… —Suavizó la rubia.

—¿Y si me hace daño? No quiero caer en el hospital o tener que llamar a emergencias, eso sería muy vergonzoso.

—¿Qué diablos crees que te harán? —Carcajeó la mayor, con una risilla burlesca.

—Es un área muy sensible Jeongyeon, además ¿Qué tiene de divertido meterse cosas en el trasero? 

—El interior del ano es un área constituida por nervios, Jihyo, si se recibe un trato correcto y responsable, puede ser una práctica bastante, hum… intensa. —Advirtió la mayor, aunque aquello con la voz más queda y Jihyo se ruborizó. —¿No lo has hecho siquiera una sola vez?

—Sana, ella… 

—¿Y se sintió bien? ¿Te hizo daño? —Se preocupó ahora la mayor.

—No voy a mentirte… —Susurró Jihyo con esa expresión que Jeongyeon pudo reconocer de inmediato, y que la hizo sonreír.

—Pero tienes miedo.

—Bastante, me hace sentir avergonzada, incómoda, pero no con la práctica, más bien conmigo misma, me da como… cringe.

—Diablos tenía desde la escuela que no oía esa palabra —Se rió Jeongyeon, apoyando un brazo alrededor de los hombros de su perturbada amiga.

—Ya sé, me estoy comportando como una jodida obstinada, pero ¿Cómo hago para dejar de sentirme así? —Consultó la menor con total honestidad.

—Es normal Jihyo-yah, la sola palabra “sexo” sigue siendo un estúpido tabú, ¿cuánto más en sus demás practicas no tradicionales?

—¿Verdad? —Señaló la menor, sintiéndose profundamente comprendida por su mejor amiga.

—Escucha, cambia la perspectiva de cómo lo ves. No lo veas como una muestra de valentía, sinó como una muestra de confianza con tu pareja.

—¿Confianza? —Se interesó Jihyo, de pronto.

—Ajá, por lo que entiendo, tu estas preocupada por lo que vaya a suceder durante, por causa de las dudas que existen en tí, eso quiere decir que lo que hayan experimentado no te ha cerrado a un explícito no, ¿huh?

—Ajá… —admitió la menor, sin poder mirar a su amiga a la cara.

—Pues tú conoces a Sana más que nadie, Jihyo, si realmente confías en ella, dense esa oportunidad. 

—¿Lo crees? 

—Mjh… —Afirmó con el sonido de su voz segura —Si necesitas una garantía, pues… —Se acomodó la voz —Si e-es bien intenso. —Musitó la mayor con confianza y Jihyo sonrió de lado ante su incomodidad.

—Gracias por esto, Jeongyeon-ah…

—Hum, no te preocupes por mi esposa, me la llevaré muy pronto, solo deja que termine mi cerveza. —Bromeó la rubia pelicorta y Jihyo chocó su botella con ella, antes de sonreír.

Ya había cerrado la puerta del apartamento, cuando Jihyo la abrazó contra su cuerpo desde la espalda y la japonesa respiró con alivio, al entender que no estaba molesta con ella por la incomodidad que le hizo sentir con su demostración y esa nueva experiencia.

—Quiero hacerlo contigo, porque yo sí confío en ti Shiba… —Musitó una avergonzada Jihyo y Sana jadeó antes sus palabras, antes de darse vuelta y buscarla con sus ojos.

—¿Hablas malditamente en serio? 

—S-si, no quiero que pienses que me hiciste daño porque no fue así. Solo me preocupaba lo que pudiera sentir, pero no me di cuenta que ponía en duda la confianza que siento por ti, porque todo lo que tu me haces, me haces sentir muy bien amor…

—Claro que sí Jihyo-ssi, solo quiero hacerte sentir muy bien… —Musitó cuando la menor la besó con entusiasmo y Sana pudo sentir el intenso calor de su cuerpo. —Solo quiero hacerte sentir muy, muy bien… —Sonrió la japonesa cuando la menor recorrió sus besos por su cuello.

—Hazme sentir muy bien, amor… —Accedió la menor, aún siendo un manojo de hormonas revoltosas y desequilibradas.

—Yo sabía que eras tú quien me lo iba a pedir, amor… —Musitó la japonesa, luego de tomar sus mejillas y buscar sus labios con los suyos hasta que se enredaron una en el delicioso sabor de la otra.

—Te quiero mañana, antes de la cena. ¿De acuerdo? 

—D-de acuerdo. 

—No te arrepentirás, haré que te desvanezcas contra mis manos Jihyo-ssi…

—Mhm, no puedo esperar… —Jadeó la menor dejándose besar por esos cálidos y pomposos labios de su japonesa. 

Sana se sentó a su lado, abrazándola con su mirada deseosa cuando recogió su corto cabello en alto, lo tomó con una goma que rodeaba su muñeca oportunamente y susurró lo mucho que le gustaba junto a su oído, mientras sus manos la recorrían con tanta libertad. Pronto no tardaron en oírse los gemidos de la sensual boca de Jihyo, quien ondeaba la cadera en compañía de las caricias con las que su novia se deleitaba, mientras amasaba sus grandes y apetitosos pechos.

—También quiero tocarte… —Se quejó la menor.

—No soy yo quien está ovulando cariño, déjame consentirte y no te preocupes por mí, ¿Está bien?

Cuando las manos de Sana alcanzaron la suave piel que ella ocultaba entre sus muslos, no pudo evitar contener el aliento. Sana se rió con emoción, le encantaba todo lo que provocaba en su linda novia.

—Respira cariño, relájate… —Señaló y la coreana asintió cuando se recordó que era menester que lo hiciera.

—Lo siento, es que…

—Lo sé, no tengo prisa. Respira con calma, aún tengo tanto para hacer en ti, antes de llegar a ese punto —Murmuró Sana intentando regarla de su confianza. 

Jihyo asintió trémulamente cuando la japonesa la recorrió con sus ansiosas manos inquietas que no podía dejar de perseguir las atractivas líneas marcadas de su vientre, sus dedos se resbalaban amablemente gracias al lubricante transparente y casi imperceptible que solo servía para darle elasticidad a sus movimientos.

—¿Quieres que te bese primero? Ah amor, sabes que siempre es un honor besarte toda… —Susurró la nipona, atrapando el suave lóbulo de su oreja y tirando suavemente. 

El cuerpo de Jihyo estaba tan sensible que lo que sea que hiciera o dijera, estaba segura que la haría empaparse por completo, cuando asintió. 

—Hazme lo que quieras Shiba, confío en ti, soy tuya… —habló mediante aquellos jadeos involuntarios que le provocaba el rostro de las suaves manos de su japonesa, quien sonrió satisfecha.

—Oh Jihyo-ssi, no te vas a arrepentir de esa declaración, me muero por comerte entera antes de que te vengas y me mojes todas las manos, ¿si lo harás para mí? 

—Mhm si, haré todo lo que quieras… —Se entregó la menor, acompañando su declaración con el movimiento de su cadera, que acompañaban la suave fricción de los apretones de las sedosas manos de Sana.

—Ven. —Musitó Sana, acomodandola contra la cama en donde seleccionó la posición de las almohadas para que ella estuviera muy cómoda sobre la cama. 

Extendida e indefensa, solo rodeada por algunas suaves almohadas, el mullido cobertor de la cama que compartían, Jihyo esperaba por las próximas acciones de su novia.

—Me he dado cuenta que el problema está en tu jodida mente, mi linda coreana obstinada… —Habló la japonesa seleccionando los objetos que deseaba usar para la atenta mirada de su novia jadeante y a la expectativa.

—¿A qué te refieres? —Se obligó Jihyo a responder, atrapada en aquellas increíbles sensaciones que le regalaba su novia.

—¿Recuerdas nuestra conversación sobre restricciones? —Jihyo jadeó ante ese recuerdo y Sana sonrió, sabía que le excitaba porque estaba segura que todo lo que pudiera darle en la cama le excitaba, cuando su cuerpo estaba tan expuesto para ella. —Respóndeme.

—S-sí lo recuerdo… —Asintió la pelicorta, frenéticamente.

—Sé que si lo recuerdas amor, y por ese motivo quiero que esta experiencia sea única para ti, sin preocupaciones que te hagan dudar…

—Tiene sentido…

—¿Qué dices de que te ponga una venda en los ojos y que te ate las manos sobre la cabeza? ¿Te gustaría eso, amor? —Musitó Sana, reafirmando ahora la caricia que le hacía a sus pechos, sus pezones morenos no hacían más que tensarse más y más contra sus manos.

Sana había restringido a Jihyo de sus sentidos varias veces, pero nunca, de varios a la vez, por lo que esa sería una nueva experiencia.

—Siempre puedes decirme que me detenga y sabes que lo haré de inmediato, lo único que deseo es que te sientas amada por todas partes, mi hermosa Jihyo-ssi… —Susurró junto a su oído, apretando sus pechos con suavidad, del modo que Sana sabía que contribuía a la húmedad entre sus pliegues.

—Oh sí, sólo quiero sentirme amada por ti Shiba, hazme lo que quieras…

—Cielos, estás tan caliente que solo sabes decir que sí amor, ¿que diría Nayeon unnie si supiera lo pasiva que te pones en tus días de ovulación? —se burló la nipona, deslizando sus labios por su sensual cuello, para tomar esas delicadas clavículas y chuparlas con ahínco.

—Oh, te haré pagar muy duro cuando todo esto se me pase, Sana-ssi… —Prometió la coreana con los labios entreabiertos, una vez su novia se apartó para mostrar esa preciosa sonrisa atractiva.

—No puedo esperar, para entonces. —Le guiñó un ojo y se bajó de la cama para buscar los objetos que utilizaría para poner en práctica sus ideas. —Por lo pronto sé una buena novia y mantente en silencio. —Susurró contra sus labios y Jihyo sonrió antes de tomarse el labio inferior ante la espera. 

Sana tomó una amarronada cuerda de grosor medio que sacó de una bolsa de ferretería y luego tomó una de sus tantos antifaces para dormir, cuando se dirigió en su dirección. Jihyo la veía como una pequeña que necesitaba instrucciones, y rápidamente observó la pulcra desnudez de su japonesa, sus deliciosos pechos excitados, sus muslos firmes, su vientre marcado que tanto le gustaba besar y sonrió cuando Sana la encontró viendo.

—¿Qué tanto miras, pequeña pervertida? 

—Me gustas tanto…

—Y tu a mi, no veo la hora de comerte entera. Ahora haz silencio para mí y no me desconcentres, ¿huh? —Musitó la nipona simpaticamente, para luego posarse sobre su cuerpo y comenzar a rodear sus suaves muñecas con la áspera textura de la cuerda en algunas vueltas.

Sana atendió el nudo con cuidado de no hacer demasiada presión para no dañar la delicada piel de su hermosa novia y, una vez estuvo segura de que sería inquebrantable, se puso en pie y la observó con aquellas oscuras y dilatadas pupilas admiradas.

—Me gustas atada y vendada Jihyo-ssi, y te amordazaría, pero me encanta oírte gemir en voz alta… —Murmuró la nipona dejando un casto beso sobre su mejilla.

Para este punto la coreana ya estaba tan agitada y húmeda que todo de su cuerpo deseaba un punto de liberación para explotar y descomprimir.

—Me muero por amarrarte también, por los pechos y los muslos, hasta que te quedes tan roja y sensible para mí… —Jadeó Jihyo y Sana se remojó los labios ante la sola idea y luego sonrió.

—Estaré esperándolo amor, a partir de este mismo instante.

—Oh Shiba… —no tardó Jihyo en evidenciar lo mucho que le afectaba la sola idea, uniendo sus muslos ante la espera.

Sana hizo nueva aparición sobre la coreana, esta vez gateando sobre su hermoso cuerpo.

Jihyo se relajó de sentirla cerca al fin, y pronto de sentir la reconocida viscosidad del lubricante. Pronto un impregnante aroma a fresa dulce se intensificó, cuando la nipona masajeaba su pecho con suavidad. 

—¿Qué es ese aroma? —Jadeó, tan susceptible a sus suaves caricias.

—Shhh, siénteme cariño, no me obligues a amordazarte de verdad —Murmuró Sana, mientras admiraba como los pechos de su novia se mecieron al compás de su acelerada respiración.

—N-no hablaré. —Aceptó Jihyo, permitiéndose y dejándose llevar por el juego de su novia.

—Si, relájate para mí, sé mía… —Estimuló la nipona, mientras se aferraba a esos muslos atractivos y los apretaba. 

Jihyo jadeó repetidamente cuando su novia comenzó con sus besos por su cuello, recorriéndola suavemente hasta que chocó con su hombro, sin dejar que sus manos rastrillen su estómago con sus finas uñas, cuando su boca alcanzó sus clavículas con más firmeza. Sana encerró sus labios sobre el delicado hueso sobresaliente y la coreana gimió más alto, sintiendo esas inquietas manos en donde deseaba su boca cálida y experta.

Sana comprendió sus deseos ante el modo en el que despegaba su espalda de la cama para entregarle sus pechos llenos que le gustaba comer, e hizo presión para que regrese a la cama.

—Te comeré por completo, amor —Prometió la nipona, cuando apretó sus hombros contra el colchón —Así que mantente quieta y ten paciencia ¿esta bien? —Jihyo no respondió más que con el roce y la fricción de su cuerpo hipersensible. —Dí que me entiendes.

—E-entiendo. —Asintió la coreana frenéticamente en su trémula ansiedad.

—Eso es, tan buena novia que eres para mi, Jihyo-ssi. Adoro cada parte de ti, lo único que siempre deseo es comerte entera, amor… —Admiró la nipona, atrapando el labio inferior entre sus dientes, cuando deslizó sus manos sobre su torso en una larga caricia ambiciosa y luego deslizó su lengua desde su ombligo hasta su pecho, extasiada del sabor del lubricante comestible y de su deliciosa chica jadeante, una vez decidió atrapar su erizado pezón derecho que se endurecía contra su húmeda boca.

La oleada de calurosos gemidos que invadieron la habitación no hacían más que empapar la entrada de Sana, que no hacía otra cosa que buscar que ella se retuerza con sus ricas caricias. A veces se preguntaba cómo podía proporcionarle tanto placer con algo que le gustaba tanto hacerle. Su lengua alegre, bailaba y chasqueaba contra su pezón izquierdo cuando se decidió a meter sus suaves caricias entre sus muslos y fundir sus ansiosos dedos para buscar sus pliegues. Gimió al hallar lo que esperaba, Jihyo ya estaba tan húmeda para ella, que la hizo desear frotarse contra ella hasta la liberación.

—Tan buena novia para mi, Jihyo-ssi… —Murmuró Sana contra su tenso pezón, mientras recorría su entrada ya dilatada y empapada por sus besos y no pudo contenerse a sumergir un dedo en ese delicioso y resbaladizo recibimiento.

El gemido agudo de la coreana no hizo más que incentivarla a perseguir sus convicciones y poco a poco, Sana se fue deslizando hacia la altura de su intimidad frondosa que tanto le gustaba consentir. 

—Nunca me puedo resistir a comerte Jihyo, menos cuando hay tanto de ti para mí… —Jadeó la nipona, cuando se acomodó sobre sus talones, empinó el trasero y se abrazó con sus muslos en su comodidad, para golpear su piel más sensible con la extensión de su lengua hambrienta.

La coreana pelicorta no tardó en lanzar un alarido agudo cuando su japonesa imprimió las insistentes caricias de su lengua contra su hinchado y necesitado clítoris, y no tardó en acompañar sus caricias con su cadera ansiosa. 

Extasiada con el incremento de su deliciosa esencia, apresuró el llamado de su lengua contra su pequeño nervio, ansiosa de que le responda con toda la liberación de su cuerpo. Diablos sabía que aún deseaba hacerle tantas cosas, pero comerse a Jihyo era su pasatiempos favorito y que la llenara de su humedad, la satisfacía tanto.

Su linda novia no tardó en llegar a la liberación, cuando esa persistente caricia encontró cierto delicado punto contra su clítoris, que la hizo estremecerse hasta los pelos, una vez la liberación rompió contra su cuerpo de manera turbulenta.

Sana se apartó del agarre de sus manos, jadeante y satisfecha, antes de apartarse de ella con impulsiva prisa y la volteó, hasta que obtuvo su armonioso culo del modo que lo deseaba, expuesto para ella.

—Pon el torso sobre tus brazos, relaja la cabeza y levanta ese hermoso trasero para mi, preciosa… —La nalgueó Sana, haciéndola gemir agudo y la coreana no tardó en obedecer con un asentimiento y movimientos perezosos, mientras se ponía en posición. 

—Desde ya, estoy exhausta… —Ronroneó Jihyo, aún jadeante por su reciente orgasmo y la mejilla aplastada contra el cobertor. 

—Te tomaré tan bien, que te dejaré somnolienta, mi amor. Abre tus piernas… —Murmuró la nipona contra su cadera y la besó reiteradas veces, haciendo que la menor ronronee una vez más, antes de obedecer.

No hubo una respuesta de Jihyo, ya que podía sentir como el lubricante se distribuía por sus orificios con las sedosas caricias de la yema de los dedos de su japonesa.

—Relájate mi amor, no te haré daño, quiero que lo disfrutes, confía en mí… —Suplicó Sana, mientras deslizaba sus suaves caricias por sus amables orificios. La japonesa sonrió cuando Jihyo se relajaba, lanzando un profundo suspiro. 

—Eso es mi amor, relájate, siénteme en ti… —Musitó la japonesa dulcemente, acompañando los movimientos de sus resbaladizos dedos y las caricias de su manos contra la extensión de su espalda. 

Sana estaba enamorada.

Enamorada no solo de ese cuerpo, sino de la entrega completa que le estaba ofreciendo su hermosa novia, entregándole todo de ella aún sobre sus dudas y sus temores, aquello le regalaba un sensación de éxtasis y conmoción que no sabía cómo asimilar. Jihyo ella suya y ella era de Jihyo.

Ambiciosa por demostrarle todo lo que podía disfrutar con ella, la japonesa comenzó a sumergir ambos de sus dedos en uso, uno en cada orificio vivo y deseoso en el cuerpo blando de su novia, y contuvo el aliento ante el espectáculo.

Jihyo la aprisionó con sus paredes estrechas y nerviosas y Sana enlazó su brazo libre contra el muslo que tenía a su alcance, antes de iniciar la arremetida contra su interior. 

—Oh Sana, Sana mhm… —Masculló una inconciente Jihyo, quien sacudió la cadera ante la perturbadora nueva sensación de sentirse completamente llena y atendida por su novia. 

Sana jadeó y presionó los muslos, sin perder el pausado ritmo de sus dedos e intentando sumergirse lo más profundo que sus dedos se lo permitirán, sin dejar de regalarle apretones a su culo y muslo. Jihyo removió la cabeza y los gemidos aumentaron a medida que las arremetidas de la japonesa apresuraban su ritmo en el interior de sus agujeros, que se ceñían con cada emboscada un poco más alrededor de sus falanges.

—¿Ya te vas a correr? Oh diablos, me encanta que muevas el culo de ese modo Jihyo-ssi, sigue… —Gimió Sana, siendo afortunada de tal imagen, mientras la fina cintura de su novia se movía contra la atención de sus dedos rígidos y orgullosos contra su completo interior.

—Sana, Sana, Sana… —Repitió la coreana, sumergida en un mar de gemidos y sensaciones calientes y abrazadoras que incendiaban todo su cuerpo.

—Estoy aquí mi amor, córrete para mi… —Le incentivó la japonesa metiendo su mano libre entre sus piernas y comenzando la tintineante caricia contra su clítoris empapado.

—¡Ahg, Sana! —Exclamó Jihyo ante el acertado ritmo de las embestidas y el furioso trazo de su mano libre contra su pequeño nervio, cuando el mundo se oscureció certeramente.

Sana no se detuvo hasta que las caderas de Jihyo lo hicieron y el pulsante quiebre de su liberación repartía espasmos por cada centímetro de su ser. Su piel sonrosada y caliente evidenciaban lo a gusto que se debía de sentir después de sus caricias y la respiración forzada y escabrosa, solo le indicaron que aún no se reponía de aquel viaje, y se negó a dejar la caricia de su mano libre, para extender las sensaciones por todo su hermoso cuerpo.

Una vez sintió que sus paredes dejaron de apretarla y su cuerpo se relajaba a su alrededor, Sana deslizó sus dedos activos y abandonó la caricia, hallando las temblorosas rodillas de su novia al punto del colapso. Eso debió de haber sido jodidamente intenso.

Sana empujó suavemente su cadera a un lado para que su linda coreana pudiera recostar todo el peso de su cuerpo contra la cama, y se apresuró a quitarle la venda, el nudo y las vueltas de cuerda con prisa. Jihyo no abrió los ojos en todo ese pequeño lapso y proceso, procurando a Sana al instante.

—M-mi amor, ¿estás bien? Háblame Jihyo-ssi… —Tembló la nipona cuando la menor no era capaz de abrir sus maravillosos ojos para verla con claridad. 

Pero lo logró y cuando Jihyo se halló en los cálidos y dulces ojos preocupados de su japonesa, sonrió perezosamente, logrando que el corazón acelerado de una alterada Sana regrese lentamente a su normalidad.

—Cielos Shiba, no puedo mantener los ojos abiertos… —Sonrió la menor y Sana sonrió tan emocionada con haber cumplido con su palabra, que recostarse junto a ella y recibirla contra su pecho, iba a ser la mejor recompensa.

—Me asustaste, de pronto dejaste de moverte y de hablar… —Musitó Sana con la voz en bajo para no perturbar la calma de su novia y tomó la húmeda toalla que tenía dispuesta para limpiarla. 

Jihyo se dejó hacer por su atenta novia, que recogía la húmedad entre sus piernas mientras regaba suaves besos que erizaron su piel sensible por completo. Estaba agradecida, porque si se hubiera tenido que levantar para limpiarse, iba a ser un gran sacrificio para su cuerpo, que se sentía más pesado que un yunque.

—Mhm, lo siento amor, creo que estaba demasiado abrumada para pensar, casi me quedo dormida. —admitió con esa dulzura por voz, incapaz de abrir los ojos más de dos segundos.

Sana sonrió con satisfacción y una vez se había deshecho de todo lo que había usado, para liberar la cama y abrir las tapas. Tomó una amplia camisa grande, la pasó por su cuerpo y tomó una para su novia, antes de apagar la cálida luz que las iluminaba y regresar a la cama.

—A ver preciosa, déjame ponerte algo de ropa para que no vayas a enfermarte… —Murmuró una atenta Sana, pasando la prenda por la cabeza de su novia para extenderla por su desnudez. Jihyo la buscó con sus ojos suplicantes. 

—Oh no Shiba, pero ¿y tú?

—Yo estoy muy bien, estás tan relajada que no puedo dejar de sentirme satisfecha amor… —Sonrió con aquellos iluminados ojos que no la dejaban mentir.

—Eso no es justo, seré una mala novia si te dejo así… —Se quejó perezosamente, mientras se acomodaba sobre el cálido pecho de su novia sonriente, quien no tardó en ahuecarla contra su cuerpo y acariciar su corto cabello.

—Eres la mejor novia del mundo, has sido comprensiva, has considerado abrirte a nuevas prácticas y me hiciste dueña de tu confianza Jihyo-ssi, soy la novia más afortunada. —Musitó la japonesa, dejando un suave beso sobre su frente. 

Jihyo sonrió ampliamente cuando se apretó contra su cuerpo, como respuesta.

—¿Sabes? Descubrí que todas mis primeras veces fueron maravillosas, gracias a ti.

—¿De verdad? —Se emocionó Sana, cuando su novia la miró con esa tierna expresión relajada que le daba la razón.

—Todas Shiba, absolutamente todas.

—Oh cariño, la primera vez más importante que tu me regalaste es la de sentir este amor que solo siento cuando estas junto a mi. ¿Acaso sabes cuanto te amo, preciosa? 

Ambas se encontraron en sus miradas húmedas y emocionadas antes de unirse en un beso suave y amable como una caricia.

—Lo sé, porque yo te amo del mismo modo y mucho más, mi hermosa japonesa. 

Esa fue la última frase antes de regresar a la posición que las abrigaba a una contra otra, hasta que se dejaron llevar por los sueños.

Hola soy Jazu Ü

Al fin pude terminar este maravilloso dúo de relatos en el que vengo trabajando desde hace rato ya, espero que te haya gustado muchísimo Tu.

¿Qué dices? ¿Queremos un extra de la experiencia de Jihyo top también, o nah? Déjame un “Ü” aquí si sí quieres:

Por supuesto que, al igual que mis demás OS ya está disponible para adaptar, Yay Ü

Me largo, seguiré editando mucho para ti hoy, espérame, tqm♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro