Capítulo 6
Es capítulo cortito, pero espero que les guste ♡
— ¿Qué planeas contarle a Sunyoul? — preguntó la voz baja de Namjoon a través del teléfono.
— No lo sé. Supongo que lo que él quiera saber. — Miró alrededor de la cafetería que su hermano había elegido el día anterior para que se encontraran antes del trabajo de este. Había llegado casi una hora antes y cuando se aburrió lo suficiente decidió llamar a sus amigos para contarles. — No voy a planear una conversación cuando es mi hermano con el que voy a hablar.
— Bueno, tienes razón. — Ese era Hoseok. Su llamada había sido puesta en alta voz en cuanto llamó a su amigo pelinaranja, por alguna razón creyó que sus dos amigos estarían juntos y no se había equivocado. — Pero al menos deberías de decir todo lo que quieras decir.
— En realidad no. Quiero que la conversación fluya como sea, después de todo tendremos más ocasiones para hablar de lo que nos falte. — O al menos eso esperaba, Sunyoul había accedido a que se conocieran mejor, no cortaría contacto después de reunirse solo una vez. Estaba casi convencido de ello. — ¿Están en la oficina de Namjoon? — preguntó cuando escuchó ese molesto sonido del reloj de escritorio de Namjoon cuando marcaba el cambio de una hora a otra.
— Si, lamentablemente tuve que bajar aquí. ¿Sabes lo horrible que es este lugar? — Hoseok fingió vomitar, casi podía ver el horror en la cara de su limpio y ordenado amigo en la oficina del desastroso beta castaño. — Hay envoltorios de comida rápida por todos lados, siento que me enfermare en cualquier momento si toco algo.
— Puedes regresar a tu limpio y saludable espacio, yo no te invite a venir.
— Claro que no lo hiciste. Pensaste que si te escondidas aquí te librarías de ayudarme con el trabajo de Jungkook y por eso tuve que bajar.
Escuchó un resoplido de Namjoon y como susurraba un que molesto. Él estaba sonriendo por su tonto par de amigos que amaban pelear entre ellos.
— Namjoon-hyung, prometiste que ayudarías a Hoseok-hyung en mi ausencia — le recordó al más alto.
— Lo sé. Y lo he estado haciendo. Ya tengo mi parte del trabajo lista, pero quizás se me olvido mencionárselo a Hoseok.
Si, claro. Lo olvido.
— Eres un maldito. — Se escuchó un golpe, no tenía duda de que el pelinaranja había golpeado al más alto en el brazo, era su lugar favorito para golpear a Namjoon. — Me hiciste bajar a este horrible lugar sin razón alguna. ¿Por qué no me dijiste que ya tenias tu parte lista?
— Es más divertido hacerte enojar.
Se escuchó otro golpe fuerte y Namjoon quejándose acerca de los moretones que iban a quedar. Pero su vista estaba en el estacionamiento de la cafetería donde su hermano menor bajaba de su auto. Revisó la hora en su reloj de muñeca y sonrió al darse cuenta de que su hermano había llegado casi media hora antes de lo acordado.
— Llegó Sunyoul, tengo que colgar. Por favor no se maten mientras no estoy allá en Busan.
— Lo siento no puedo prometerlo — dijo Hoseok con un tono serio, sin duda fulminado a Namjoon con la mirada.
— ¿Lo escuchas? Esta amenazándome de muerte. Cuando llegues, si sigo vivo te pediré un bono de dinero por lo que tuve que soportar en tu ausencia.
Sunyoul entró en la cafetería y se acercó con él. Una sonrisa nerviosa en su rostro.
— Claro Namjoon-hyung, si no estas muerto para cuando llegue, te daré un bono. Colgaré ahora. No lleven mi empresa a la bancarrota.
Colgó después de escuchar rápidas afirmaciones y a Hoseok deseándole suerte.
Su hermano ya había tomado su lugar frente a él en la pequeña mesa redonda para dos personas, aún con esa sonrisa tímida y un poco incomoda en el rostro.
— Hola, hy-hyung.
— Hola Sunyoulie. — La beta que lo había atendido al llegar lo miraba desde la barra esperando por su orden. Le había pedido que preparará sus bebidas cuando su hermano llegara, así que le hizo una seña. — Te ordene chocolate caliente. Antes no te gustaba el café, aunque puede que te guste ahora. Puedo pedir que lo cambien.
Sunyoul sonrió, las arrugadas en las esquinas de sus ojos se presentaron. Tenía años que no las veía.
— Muy amargo. Sigue sin gustarme. S-Siempre pido chocolate caliente, gra-gracias.
— Me alegra haber acertado. No me decidía si pedirte un café más dulce o el chocolate.
— Siempre prefiero el chocolate, aunque algunos cafés dulces me gustan también. El café negro es el que no me gusta… A-Aunque me gusta s-su aroma. T-Tú hueles a café negro, principalmente.
— Lo sé. Me lo dijiste cuando eras pequeño.
— ¿Enserió?
— Si. Le pediste a una de las sirvientas betas que te dejara probar el café y no te gustó. Cuando te pregunté porque pediste café dijiste que porque yo olía de esa manera y te gustaba mi olor, pensaste que también te gustaría el sabor. Tenías cinco años.
Su hermano sonrió avergonzado.
— Pues sigue sin gustarme lo amargo que es.
Una risa escapó de sus labios mientras la beta dejaba sus tazas frente a ellos y la rebanada de pastel que había pedido para Sunyoul.
— Es extraño que te guste el aroma y no el sabor — dijo cuando la beta finalmente se alejó.
— En realidad no. — Sunyoul negó efusivamente para remarcar su punto. Seguía siendo tierno. — Siempre he pensado que el aroma a café negro en los alfas es uno de los mejores y en realidad le gusta a la mayoría. Hay quienes no toman café pero no pueden negar que el aroma es agradable.
— Entonces, te gusta mi aroma.
Su hermano bajo la mirada hacia su postre con las mejillas levemente encendidas. No contestó con palabras pero asintió.
No pudo evitar que una risita escapara de sus labios por la manera tímida en que su hermano lo estaba admitiendo. Eso solo precio colorear aun más la piel de su rostro con una sombra de rojo.
Su hermano se llenó la boca de pastel para concentrarse en algo más por unos segundos y finalmente habló cuando el rubor retrocedió un poco.
— Parecías divertido antes, cuando hablabas por teléfono.
— Si. Mis amigos pueden ser molestamente divertidos. Me están ayudando con mi trabajo mientras estoy aquí, se encargan de los asuntos menos importantes y me envían los que requieren que yo tome una decisión.
— Deben ser buenos amigos para que los dejaras a cargo. — El ceño de su hermano se frunció mientras pensaba en algo. — Padre hubiera odiado que su empresa quedara en manos de alguien más, nunca confiaba en nadie.
Lo estaba comparando. Y en realidad no lo molestaba, porque de esa manera podría ver rápidamente las diferencias, a menos que profundizará en cómo hacía su trabajo porque definitivamente en esa área podía ser tan manipulador o quizás más que su padre.
— Ya no es su empresa, ahora es legalmente mía. Soy el accionista mayoritario y CEO.
Los grandes ojos de su hermano se abrieron con sorpresa.
— ¿Realmente te dio sus acciones en la empresa?
— No todas. Me dio el cincuenta por ciento y él sigue conservando el veinte por ciento. Lo restante sigue dividido en pequeños porcentajes entre varias personas.
— Nunca creí que daría la mayoría de su empresa porque eso lo deja en una posición sin mucho poder — exclamó Sunyoul sorprendido.
Se encogió de hombros.
— Padre piensa que somos iguales. — Dudó de decir el resto, porque quizás eso le haría ver a Sunyoul como podía ser si quería conseguir algo, pero estaban ahí para conocerse, tenia que ser sincero. — Lo convencí de ello mientras convencía al resto de la junta de que necesitaban un CEO más joven con ideas más actuales. Siempre fue mi plan heredar la empresa joven. Siempre estuve consciente de que si tenía mayor poder en el negocio finalmente saldría de la correa que nuestros padres creían tener puesta en mí. Además si te encontraba tampoco tendrías que estar bajo su control. Aunque no esperaba encontrarte ya emparejado.
Sunyoul mordió su labio con la mirada en la mesa. Temía haber arruinado esa reunión haciéndole ver a su hermano como en verdad era, pero el menor levantó la mirada con una sonrisa más libre esta vez.
— Eres inteligente.
Sonrió en respuesta.
— Tenía que serlo. Al menos más inteligente y manipulador que nuestros padres. Lo que en realidad fue más fácil de lo que pensé, porque ellos bajaron la guardia a conmigo hace tiempo. — Sonrió de manera amarga al pensar en cómo había tenido que separarse de Sunyoul para lograr eso. — Aunque el costo fue alejarte.
— ¿Desde cuándo… comenzamos a distanciarnos? Recuerdo que antes de iniciar la primaria, pasabas las tardes en mi habitación.
Sonrió por el recuerdo de ese Sunyoul de casi seis años con sus ojos brillantes y su puchero pronunciado porque no lograba colorear el dibujo sin salirse de las líneas.
— Si. Fue poco antes de que cumplieras los seis años. Me encantaba hacer mi tarea en tu habitación porque podía estar contigo mientras coloreadas o jugabas. Cuando no tenía mucho que hacer, jugaba contigo.
— ¿Qué pasó cuando yo iba a cumplir seis?
Suspiró.
Aún recordaba perfectamente la conversación que sus padres estaban teniendo en la cocina. Esa que le hizo tomar una decisión a sus nueve años de edad.
— Escuché a nuestros padres. En ese entonces no sabían que mi oído era mejor que mis otros sentidos, aún ahora no saben el alcance de este. Sus conversaciones “privadas" nunca lo era realmente cuando vivía con ello. Se confiaron y estaba hablando sobre alejarnos, para ellos era inaceptable que nos tuviéramos cariño. — Envolvió sus dedos en la porcelana de la taza que estaba caliente al tacto. En su mente aparecieron de nuevo esas palabras que le dijo a su pequeño hermanito después de eso. — Cuando escuche que planeaban ponernos a competir entre nosotros me dio miedo de que lo lograran, de que hicieran que nos odiaramos de verdad, por eso decidí poner distancia. Creí que al menos de esa manera solo serias indiferente a mi, pero no me odiarías.
— Nunca te odie. — Su hermano habló rápidamente pero su tono de voz se mantuvo firme, al igual que la mirada intensa de sus ojos castaños. — No digo que no me hubiera gustado poder tener una buena relación con mi hermano mayor, pero principalmente me ignorabas, nunca hiciste nada para que te odiara.
Sonrió sin ganas.
— Nunca te ignore, no realmente. Siempre estaba pendiente de todo lo que tuviera que ver contigo. Fui a tantas de tus competencias como pude. Mi favorita fue la de canto. Ojala mis padres te hubieran dejado seguir con ello, tú voz me encantaba.
Sunyoul parpadeó sorprendido.
— ¿Estuviste ahí?
— Claro que si. También en la mayoría de tus competencias de taekwondo, en las de baloncesto y en las veces que se exhibieron tus cuadros de la clase de arte. Me encantaron todos ellos.
— ¿También sabías de mis clases de arte?
— Si. Después de ti cantando, tu dibujando era como más me gustaba verte, cada vez que tenias un lienzo enfrente parecías tan libre mientras usabas tus pinceles para crear algo nuevo. Te veías relajado y feliz.
La humedad se acumuló rápidamente en los grandes ojos de su hermano. Trató de parpadear la lejos, pero aun estaba ahí haciéndolos más brillantes.
— Hyung, tu realmente… — la voz de Sunyoul se quebró, tuvo que pasar saliva para volver a hablar — siempre me vigilaste de lejos… No lo sabía, perdón por creer que no te importaba.
— No, Sunyoulie. Tú no tienes que pedir perdón por absolutamente nada. Yo debería de haber manejado las cosas de manera diferente. Quizás hacerte saber de alguna manera que yo estaba ahí para ti, acercarme cuando nuestros padres no nos pudieran observar. Pero no lo hice, siempre temí que vieran la verdad en tus ojos o tus acciones. Debí de haber confiado más en ti.
— No sabias como iba a reaccionar o lo que yo iba a hacer si me lo decías. Hiciste lo que creíste que era lo mejor.
— Pero eso no significa que fuera lo correcto.
Se había repetido esa misma frase más que cualquier otra. En el pasado hacía lo que creía mejor, pero ver a su hermano aislado, solitario y silencioso siempre le hacía cuestionarse. Se alegró mucho cuando un beta llegó para hacerse mejor amigo de su hermano menor, pero aún así siempre anhelo ser él quien causará por lo menos una de esas sonrisa de Sunyoul.
— No lo sabes. Quizás si fue lo correcto. No puedo mentir, no soy bueno en ello, nuestros padres podrían haberlo sabido enseguida.
— Quizás. — Le sonrió a su hermano. Odiaba cuando se hablaban de los quizás y los hubiera, no quería molestarse y que su hermano lo malinterpretara. Sería más seguro cambiar el tema. — ¿Podemos hablar de otra cosa? — Su hermano asintió levemente volviendo a tomar de su taza. — Háblame de tu omega. ¿Cómo se conocieron?
Sunyoul sonrió con las mejillas encendidas y los ojos brillantes por la sola mención de su omega. Él solo pudo sonreír de igual manera, encantado de ver lo enamorado que su hermano estaba.
Pasó los siguientes minutos escuchando hablar de Soo-il, y conociendo un poco más de los nuevos amigos de su hermano menor.
De lo último que hablaron fue también lo último que rondo en su mente aún horas después. Cuando intento concentrarse en las letras de la pantalla de su laptop en su habitación de hotel.
Volvió a mirar su teléfono una vez más, lo había hecho mucho los pasados minutos, inseguro de sí mandar o no el mensaje que quería.
No sabía que tan bien recibido sería.
Ni siquiera estaba seguro de recibir respuesta.
Además no sería un buen movimiento seguir en contacto cuando era alguien que conocía a su hermano.
Aún así su dedo ya estaba deslizándose en la pantalla de su teléfono. Habían guardado su número una semana atrás, solo había llamado a ese contacto un total de tres veces, nunca había mandado mensaje.
Abrió la aplicación escribió rápidamente. Su dedo se demoró unos segundos encima del botón de enviar.
Realmente no debería pero su dedo presionó el botón de la pantalla táctil.
Mandó el segundo mensaje inmediatamente después del primero. En el tercero se demoró unos pocos segundos más. Y cinco minutos después recibió una respuesta, una que lo hizo sonreír.
Min Yoongi.
Definitivamente ahora tenía que mandarle otro mensaje. El alfa no dijo que no podía.
Tengan lindo fin de semana ♡
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