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14 años atrás.
—Papá, ¿puedes escucharnos?— La mirada de aquel chico demostaba tristeza, su padre no hacía más que estar en el celular mientras tomaba algo de cerveza.
—Los estoy escuchando.— Aclaró mientras que le daba un sorbo a aquella bebida.
La sonrisa de la menor no existía en aquellos momentos —Mamá nos habría escuchado...— Murmuró mientras que tomaba la mano de su hermano, buscando apoyo.
Tales palabras causaron ira en el mayor —Pero ella no está aquí ¿no es así?— Finalmente les tomó atención —¡Ella murió! Ya aceptenlo.— Escupió mientras tiraba la lata de cerveza por el suelo —Ella los abandonó.— Los ojos de sus hijos se encontraban cristalizados.
—¡Tú nos estas abandonando! ¡mamá no decidió morir!— Gritó el mayor de los hermanos. —¡No puedes ni siquiera cambiarle los pañales a tu hija de 3 años!— Su voz comenzaba a quebrarse.
La respiración entrecortada de la hermana del medio fue lo único que se pudo oír antes del golpe seco en el rostro de su hermano.
Una lágrima resbalo por su rostro —¡Pietro!— Gritó.
Elizabeth abrió sus ojos de golpe, la misma pesadilla nuevamente, el mismo recuerdo.
Colocó las mano en su rostro mientras que trataba de regularizar su respiración entrecortada, sentía gotas de sudor caer por su frente.
Quitó las mantas que se encontraban en su cuerpo para luego dirigirse al baño, lavó su rostro y se miró al espejo.
Una persona se encontraba detrás de ella.
Volteó rápidamente su cuerpo para poder quedar frente a tal mujer, pero ya no estaba. Soltó un suspiro pesado, debía seguir adormilada, esperaba que fuera así.
—¿Viene por las clases de cocina?— Una suave sonrisa se encontraba en los labios de Pietro.
La ya mayor mujer asintió suavemente —Exacto, querido.— Aclaró mientras le miraba —No me considero mala cocinando, pero me agrada la idea puesto que así puedo hacer algo durante el día, mis hijas y mi esposo se encuentran muy ocupados así que no he tenido mucho que hacer más que aburrirme.— Se encogió de hombros con una risita mientras miraba los utensilios.
El chico solo se limitó a asentir mientras que sacaba los materiales —Comprendo, ¿cómo se llaman?- Le miró, la mujer frunció el ceño -Usted, su esposo e hija.—
Una suave risilla salió de los labios de la mayor —Oh, lo siento. Mi hija se llama Violet y mi esposo se llama Ben. A mi hija le debe de conocer ya, por lo que sé viene diariamente debido a las consultas que tiene Jean con la señorita Williams.— Le miró.
—Entonces usted es la famosa Vivien Harmon.
La nombrada soltó una carcajada —Ojalá ser famosa.— Comenzaron a cocinar mientras que conversaban. —¿Por qué se mudaron aquí? Si no es molestia preguntar—.
Claro que era molestia.
¿Por qué todos le preguntaban aquello a los hermanos? ¿No podían aceptar que tenían nuevos vecinos y ya?
Un suspiro de cansancio fue lo único que salió de los labios del chico. —Cambio de aires.— Se encontraba poniendole especias a la carne.
Por accidente un vaso cayó al suelo asi siendo que aquel recipiente se rompiera.
Otro recuerdo más, uno doloroso.
—¡Eres un idiota!— Gritaba, la ya adolescente mientras que trataba de proteger a su hermana menor al mismo tiempo que los maltratos al mayor eran escuchados.
Sus ojos se encontraban rojos, el ceño fruncido y las mejillas en un tono carmesí. Apretaba sus puños suavemente mientras recibía aquellos golpes, quería que se detuviera, debía detenerse.
"Alguien que te ama no haría esto." Repetía en su mente aguantando las lágrimas.
Aquel día fue cuando todo se descontroló, todo empeoró.
—¿Pietro?...— Vivien miraba al chico preocupada, sus ojos se encontraban cristalizados luego de unos segundos —¿Te encuentras bi..— No logró finalizar, sintió los brazos del joven en su espalda, su cuerpo pegado al de ella y lágrimas en su hombro.
Era un abrazo, un abrazo lleno de dolor.
Sus lágrimas caían suavemente —¡Lo siento! No quería romperlo, lo siento, fue un accidente.— Se lamentaba.
—Está bien, está bien...No es tu culpa...— Lo consoló.
Por más fuerte que quisiera ser, Pietro era solo un niño en el cuerpo de un adulto, un niño que no tuvo una infancia, que lloraba y reía, sentía. Pietro sentía, preferia sentir a no hacerlo.
Ambos rubios se encontraban en la habitación de la chica, quien buscaba entre sus vinilos y cds mientras que el de ojos oscuros la miraba.
—¿Realmente se mudaron por un "cambio de aires"? Siempre dicen lo mismo por lo que noté, como si fuera algo planeado.— Aquello se sintió como un balde de agua fría cayendo por su espalda, Violet prefería no preguntar pese a no creerle a los hermanos aquella razón, ¿por qué Tate seguía preguntando?
Le dedicó una suave sonrisa, forzando la misma. —¿Por qué tanto interés?— Colocó el disco de "The Neighborhood" en la cual cierta canción llamada "softcore" se comenzó a escuchar.
El chico solo se encogió de hombros —Me interesas.— Fue lo que le respondió, Alissa era todo un misterio, un misterio que a Tate estaba dispuesto a resolver.
Lys se recostó en su cama, mirando el techo fijamente mientras que unos mechones de cabello le tapaban su rostro, todos querían saber aquel pasado de los hermanos
Todos querían saber su pasado.
Su corazón latía rápidamente, ¿y si Tate se alejaba por la simple realidad? No quería eso.
—Es muy pronto para saber la verdad, Tate.— Su mirada se suavizo, tratando de demostrar que le costaría pero que en algún momento le diría aquella verdad —Espero que no te alejes para cuando la sepas.— Farfulló, notando la visible confusión de el de tez pálida, prefirió no volver a preguntar.
Se acercó mientras que quitaba aquellos mechones de cabello rebeldes del rostro de aquella intrigante chica, colocó tales mechones detrás de su oreja mientras miraba fijamente sus ojos.
—No lo haré, no me alejaré.
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