─┈── 𝐄𝐱𝐨𝐫𝐝𝐢𝐨 ─┈──
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𝐏𝐫ó𝐥𝐨𝐠𝐨
- 𝐉𝐮𝐞𝐠𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 -
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Eran tres niños correteándose entre sí,
jugando a que eran héroes y bandidos mientras la Luna iluminaba la acera gris en la que jugaban. Eran niños que desconocían el mal que acechaba, niños inocentes que jugaban en la noche mientras sus padres preparaban una rica cena.
Era el 31 de agosto de 1944, al día siguiente los tres muchachos se embarcarían a su próxima aventura en Hogwarts, a pesar de ser días oscuros para el mundo los tres niños parecían indiferentes ante las adversidades que les rodeaban, ellos disfrutaban del momento ajenos a la maldad que los observaba.
Los tres chiquillos correteaban por las calles, alejándose de las casas de sus padres, las calles estaban desérticas y se sentían los dueños del barrio, aunque sea por una noche. Correteándose se encontraron con un callejón donde el alumbrado de la calle no llegaba a iluminar, ni la luna misma, pero ellos eran valientes, ellos eran niños aguerridos, eran chiquillos que se aventuraban a lo desconocido y curiosos entraron como cuando se entra a una casa embrujada sabiendo que dicen que está maldita. El primero que ingresó fue el más chaparro, un chico de cabello repeinado y rubio; fue seguido de un niño castaño de ojos azules que curiosos inspeccionaban entre la oscuridad, era tan solo un poco más alto que el primero; el último que se asomó aventurándose con los demás era el que se veía mayor a los otros dos, sus facciones eran levemente más maduras y su cabello rizado tintineó al llegar corriendo con los otros dos, él llegó al último por haberse retrasado por los cordones de sus zapatos. Tan pronto como el mayor llegó se aventuró adelantándose al resto con instinto protector, pero los otros dos no se querían quedar atrás también querían estar en la primer fila de acción, entonces los tres se aventuraron al son en aquel callejón tan oscuro como la negrura de la noche misma, pero de una noche sin luna y sin estrellas.
Los tres avanzaron como héroes aguerridos abriéndose paso en la oscuridad, el mayor se le ocurrió entonces sacar su varita de su chamarra e intentar hacer un hechizo para iluminar por donde pisaban, susurró con ganas: « Lumos ! »
Pero la pequeña bola de luz a la punta de su varita apenas y apareció, los otros dos niños aguantaron la risa, tal vez estaban en medio de una "operación sigilosa de exploración" pero burlarse del mayor siempre que algo no le salía era su pasatiempo preferido, ¿qué culpa tenían ellos? Eran solo niños.
⸺ No se separen, que esto es lo único que nos ilumina ahora ⸺fue lo que objetó el mayor mordiéndose el labio inferior, el hechizo era uno de los básicos que había aprendido hacía un año pero todavía no lograba hacerlo del todo bien, además presentía algo muy raro en el ambiente y aquello le hacía sentir sus entrañas removiéndose. Los otros dos niños le miraron divertidamente, como cuando se ve a un amigo que tiene miedo y tú no, como cuando eres niño y ves a otro comportándose "cobardemente" aún asiendo mayor que tú, así le miraron pero prefirieron no decirle nada, ya después que exploraran el callejón y regresaran a casa para la cena, entonces lo molestarían llamándolo cobarde hasta el día siguiente.
Pero lo que los niños no sabían, eran las muchas cosas que estaban yendo mal en el vecindario, la serie de sucesos desafortunados que en cadena estaba ocurriendo como cuando en una hilera de dominós van cayendo uno a uno de forma consecutiva, ellos no podían saber que eran el próximo dominó en la cadena que iba a caer...
Lo primero que escucharon fue un grito, el de una mujer, que provenía dentro de la casa cuya pared lateral formaba el muro derecho del callejón, los tres niños voltearon de inmediato y el mayor intentó alumbrar con la titileante luz de su varita.
Todo pasó muy rápido.
Se oyó un gran estruendo cuando la modesta puerta de madera de aquella casa fue terriblemente arrancada y lanzada hasta la otra pared del callejón, los niños se sobresaltaron y se distrajeron mirando la puerta destrozada junto con la nube de polvo que les nubló más la mirada. La luz de la varita flaqueó y se apagó, a lo que rápidamente el mayor la volvió a agitar mientras planeaba decirles a los otros que se fueran de ahí, que no tenían porqué estar ahí en primer lugar, pero era tarde. Entonces se escuchó el alto grito que pegó uno de los niños, el más chaparrito, pues en cuánto la varita volvió a iluminar con su diminuta luz apareció ante ellos la imagen de una gran bestia cuyos ojos negros brillaban agresivamente, su pelaje oscuro que le recubría estaba medio húmedo y sus grandes colmillos amenazaban a cualquiera ya fuese adulto o niño, era una imagen que aterraba y más si no había suficiente luz para iluminar a la bestia completa, pero no hacía falta, los niños tenían que correr y salir de ahí.
Pero el rubio de menor estatura se quedó paralizado por el terror, el otro niño de ojos claros fue el primero en salir corriendo a avisar a sus padres pidiendo ayuda a gritos, mientras que el mayor estaba por irse hasta que se dió cuenta que el menor se había quedado atrás mientras la bestia estaba por cernirse encima suyo, entonces corrió lo más rápido que pudo para jalarlo lejos de las garras de la bestia... Todo fue muy rápido.
En un giro inesperado el mayor se colocó en la posición más cercana a la bestia, mientras que el menor reaccionaba gritando; había sido empujando con brusquedad por el mayor pero por fin reaccionaba ante el terror de ver aquella bestia, moviéndose por fin, pero fue tarde. La bestia ya había atacado, el mayor estaba distraído observando al niño insistiéndole que fuera a casa, que huyera mientras él distraía a la bestia, estaba distraído y no estaba volteando... No miró cuando aquella bestia se lanzó encima suyo, a sus espaldas, solo pudo sentir sus colmillos encajados en su hombro mientras era alzado por su gran fuerza.
Fue muy tarde también cuando el menor corrió suplicando ayuda encontrándose en el camino con sus tíos; los padres del otro niño que había alcanzado a correr primero. Fue muy tarde también cuando ambos adultos corrieron al callejón a lanzarle hechizos a la bestia para rescatar al muchacho, la gran bestia que parecía un lobo gigantesco salió corriendo dejando al chico sangrando sobre el frío cemento, dónde fue atendido por ambos adultos intentando sanar sus heridas pero ya era tarde y lo sabían.
Al final del día, esa noche fue distinta a las demás, esa noche no fue una simple noche de juegos,
esa noche quedó maldecida por la madre de aquel muchacho quién a partir de ese momento guardó el obscuro suceso a expensas de su marido.
Esa noche aquel muchacho tomó una responsabilidad en sus hombros que no debía tomar, una carga que no debía sostener, una culpa que no debía sentir, pues lo que sucedió aquella noche no debió haber ocurrido.
Y es que aunque culpen al destino,
a las muchas desafortunadas cosas que salieron mal y al irremediable "lugar y momento equivocados", algo que no sabían había figurado en las sombras. Algo, o alguien, que hizo que las cadenas de plata flaquearan ese día, algo o alguien que a propósito lo había hecho a sabiendas del peligro que ocasionaba. Alguien que no deseaba la sangre manchada entre magos y muggles, alguien que con todo el poder que tenía en sus manos nadie podía castigarlo de sus actos.
Pero como siempre,
nadie lo había visto venir ni tampoco irse.
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Es un prólogo corto, lo sé, pero también es uno que disfruté de escribir a pesar de su brevedad. Normalmente estoy acostumbrada a escribir capítulos y prólogos de 3000-5000 palabras, este apenas alcanza las 1000, sin embargo no encuentro necesario agregar nada más al haber escrito todo lo que deseaba escribir en este prólogo.
Espero les haya gustado ♡
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