🎃⌇ Three: Endless maze
❝Esto es solo un sueño, un simple sueño que solo tú puedes detener. Este es el mundo de tu pequeña mente esquizofrénica.❞
Las voces de su cabeza jamás cesaban, cada día le aterraban más y más, aunque nunca las lograba ver, su cabeza era un grande lío de emociones, un nudo atado con fuerza que le hace sentir un infernal dolor para luego ser soltado y brindarle aquella tranquilidad necesitada.
Ha golpeado su cabeza constantemente en la pared, buscando libertad pero alertando a su amado que la toma delicadamente y le susurra con algo de dulzura que todo está bien, que todo se resolverá, cuando todo es una absurda mentira, porque nada está bien.
Los dolores de cabeza se hacen cada vez más constantes hasta despertar en aquella habitación blanca que le hace sentir pronta tranquilidad, que es como un mar de emociones neutrales, emociones que le relajan y le hacen sentir bien.
El problema es que no hay habitación blanca.
No hay bonitos vestidos decorándola.
Ni mucho menos frutas y vino.
Quizás era el hecho de que se mantenía dentro de casa, quizás alguna enfermedad se había desarrollado dentro de su mente mientras aquella casa le hacía sentir cada vez más pequeña.
Los vecinos le advertían pasar demasiado tiempo sola en casa, le advertían no quedarse demasiado dentro de esta.
Chica tonta, debió de haberles hecho caso...
Se despierta de golpe, su cabeza comenzando a doler fuertemente como ya era costumbre. Las tenues luces la desconciertan, entra en pánico, quiere levantarse porque no siente el tibio cuerpo de su esposo junto a ella, siente angustia y terror que se quiere esparcir en su cuerpo tembloroso.
—¿A dónde vas, querida?—la mujer de ojos gatunos y obscuros tal como su largo cabello la detiene, sosteniendo su muñeca.
—Él... Él no está conmigo, lo debo buscar—susurra, con sus manos temblando, su cuerpo en tierra pero su mente bagando en el mundo de la distracción.
Ciertamente no sabe de donde proviene todo ese miedo, no sabe si es por su la mujer que le evita caminar o el miedo a quedarse sola con todas las voces susurrantes que su cabeza crea en defensa de cada pensamiento sensato que tiene.
>>Los niños... Hoy es Halloween, ¿No es así?—le pregunta a aquella mujer que comienza a soltar su agarre.
—Así es. Hoy es Halloween, por eso no está tu esposo, salieron a pedir dulces—responde sonriendo.
—Es cierto, yo... Yo lo había olvidado.
—Ya me dí cuenta—dice riendo—Ven, te voy cepillar el cabello en mi habitación—agrega después, tomando la mano de Kim Jisoo, mientras tiene un sonrisa dulce en sus labios y ella asiente.
Caminan unos cuantos pasos hasta llegar a la misma habitación blanca de siempre, está vez hay un tocador de madera junto a un pequeño banco del mismo material, tomando asiento allí y viendo solo su reflejo en el espejo.
Solo su reflejo. Solo uno.
—Tú cabello sigue igual de hermoso que la última vez, el rojo es mi color preferido—toma un mechón de cabello comenzando a cepillar.
—¿Por qué?—decide preguntar, con ansias de saber más y los nervios siendo ocultos por su mente propia.
—Me recuerda a un sueño que una vez tuve hace años—comienza a contar, acariciando el cabello rojizo delicadamente—En esté solo veía una cabellera roja como la tuya, y era algo que atraía mi atención, de tal manera que ignoré lo que pasaba a mi alrededor, eso era lo único que me mantenía cuerda.
—Estabas evitando algo... ¿Verdad?
—Así es, estaba evitando ver el cuerpo inerte de mi marido, aquel que yo misma le había quitado la vida con mis propias manos al verlo en nuestra cama con aquella cabellera pelirroja—susurra, agachando su cuerpo para hacerlo en la oreja de Jisoo.
—¿Él te fue infiel, entonces?—le pregunta con angustia, sintiéndose avergonzada de pronto por haber preguntado.
—Sí... Pero yo lo amaba demasiado que me lastimó tanto, yo no pude evitarlo, lo apuñalé y el color de la sangre me transmitía satisfacción que la dejé ir, la dejé ir por tener ese mismo color en su cabello.
—Debiste sufrir tanto—murmura con lástima.
—No... No porque todo era un sueño—añade riendo suavemente—Luego desperté.
—Eso es algo bueno... supongo—dice Jisoo, asustándose un poco al analizar la situación en la que se encontraba—Me-mejor dejemos esto para otro momento, Jennie.
¿Jennie?
—No, querida. No vas a huir de mí, no ahora que tengo tu cabello—susurra de pronto, sacando unas tijeras y cortado brutalmente el cabello sobre sus manos.
Jisoo finalmente comenzaba a entender todo.
Después de pisar aquella casa su mente comenzó a vagar, los dolores constantes estaban comenzando a aparecer junto a aquellas violentas voces de culpabilidad que le piden a gritos el perdón por una razón que no conoce.
Se levanta, dándose cuenta por fin de que no había habitación blanca, solo la azotea de su casa y ella casi cayendo de esta.
—Esto es solo un sueño, un simple sueño que solo tú puedes detener. Este es el mundo de tu pequeña mente esquizofrénica.
—¿C-cómo me detengo?
—Déjame ayudarte a hacerlo.
—No, Jisoo. Ella miente, ella te miente—la pronta silueta de Roseanne le sostiene de no caer.
—¿En-entonces que debo hacer?—pregunta, al borde de las lágrimas.
—Despierta—responde ella con una sonrisa amable soltando la mano de la pelirroja que pierde el equilibrio y cae.
De nuevo despierta en su cama sin el cuerpo de su amado junto a ella, haciendo una vez más lo que ya había hecho. Como un deja vu.
—Cometes el mismo error, caes y vuelves a despertar. Todo como un ciclo que jamás termina—dice Jennie, de pie junto a ella haciendo que se asuste y comience a correr—Pero no corras, te puedes lastimar.
—¡Largo! ¡Largo de mi cabeza! ¡Déjame vivir en paz!—grita, llorando, pero el ente no hace más que reír.
—Solo soy un producto tuyo, solo tú me puedes hacer desaparecer pero no lo haces, no puedes.
—¿Por qué? ¿Por qué no puedo?.
—Porque dependes de todas las voces de tu cabeza, sin ellas no puedes vivir, porque tú no puedes tener una vida normal, si vives aquí no tienes derecho. Lo dice la casa. Nuestro hogar.
—Yo quiero tener una vida normal—jadea cayendo al suelo.
—No puedes, Kim Jisoo. Ve a dormir.
—No, no, no quiero—susurra tomando su cabello entre sus manos con desesperación en su llanto.
Jennie toma su rostro, mirándola a los ojos, acariciando sus mejillas mientras quita los rastros de lágrimas.
—Taehyung no ha llegado—susurra con más tranquilidad, entre los brazos de la mujer.
—Ya lo hizo, está en la puerta—responde ella, girando el rostro ajeno a la puerta viendo a Taehyung junto a sus hijos.
—¿Po-por qué no se ve feliz?—pregunta cuando ve el rostro asustado de los tres, mirándola desde el final de los escalones en la parte inferior.
—Porque no te quieren, ya no, Jisoo.
—No... Yo soy su familia, ellos me quieren.
—¿Entonces, por qué huyen de ti?—es un pregunta retórica la que hace, pues para ese punto, Taehyung le decía a sus hijos que fueran a la cocina.
Ella se levanta, distante a la situación, bajando los escalones directo a su amado mientras Jennie camina detrás.
—Cariño, ayúdame—dice, tomándolo de los hombros insistente.
—Tranquila, todo está bien, vamos a subir a nuestra habitación y dormirás un poco—contesta, sujetando sus muñecas y ayudándola a caminar.
—¡No! ¡Ya no quiero dormir!—exclama eufórica, empujando al hombre frente a ella mientras Jennie ríe—¡Ya cállate, maldita sea!.
—¿De qué hablas, Jisoo? No dije nada—Taehyung le cuestiona desconcertado.
—Ella... Jennie, se ríe de mí—responde señalando a aquella mujer pero su esposo solo ve un punto vacío.
—¿Quién es Jennie?
—Es... No sé quién es—le contesta, frunciendo su ceño confundida.
—De acuerdo, Jisoo, debes tomar tus pastillas y dormir, lo sabes, ¿Verdad?
—No, espera—interviene comenzando a caminar, poniéndose de pie en el mismo punto vacío—¿Quién eres?
—Soy un producto de tu torcida imaginación—responde, Jennie.
—No, tú eres real, lo eres... Por eso sé tu nombre.
—Pero solo tú me puedes ver, al igual que a Roseanne, ¿No es así?—agrega, con un sonrisa cínica que hace voltear a Jisoo y ver a Taehyung absorto de todo que simplemente le ve hablar sola.
—Vamos a dormir—es lo único que dice, subiendo las escaleras hasta su cuarto, acomodándose de vuelta entre sus sábanas, dispuesta a dormir.
Pero todo es un ciclo infinito que jamás termina, un laberinto sin fin que quizás ella ha completado. Por lo que despierta, en el mismo lugar, misma hora, misma situación.
Pero hay algo diferente, se siente más real, siente más adrenalina, más pánico, aunque su cabeza duele de la misma manera, aquella que es parecida al como si te hubieses golpeado una y otra vez contra una roca.
El viejo timbré suena, ella se levanta, tomando un recipiente con chocolates dentro y baja los desgastados escalones, tarda un poco en llegar, pero finalmente abre, sonriendo mientras su cabeza es torturada una y otra vez con voces que le atormentan salvajemente.
—¡Dulce o truco!—exclama entusiasmado un grupo de niños.
Jisoo los observa, atenta a sus disfraces, mientras Jennie le susurra tantas cosas al oído y a su vez, comienza a crear una nube de desesperación, coraje y miedo.
—Lo siento, no hay dulces—y la puerta es cerrada con brutalidad.
—No te sientas culpable, cariño, hiciste bien. No merecen tus dulces.
—Ya cállate—suelta, girando su cuerpo con un cuchillo en su mano derecha.
No sabe de dónde lo consiguió, es como aquellas tijeras que Jennie sostenía en el primer sueño, solo aparecieron. Aunque la casa lo sabe, la casa sabe sus sueños más inhumanos y efectivamente, el de Jisoo era asesinar a Jennie.
—Oh, quieres cortar nuestra conexión con un cuchillo. Eres absurda. Que lástima que tu esposo aún no te abandone.
—¿Por qué te aferras en hacer de mi vida un infierno?—pregunta, mientras la mujer se acerca poco a poco—¿Por qué no eres como Roseanne?
—Querida, todas somos producto de tu imaginación, comprende—dice, sonriendo nuevamente—Mientras nosotras te atormentamos aquí, tú nos atormentabas en nuestras noches vivas.
—Así es, tu silueta caminaba cada noche por toda la casa, en mi entonces, en nuestro entonces—concluye la misma rubia que le había hecho despertar la primera vez, apuntándose y luego a Jennie.
—¿Us-ustedes me imaginaban a mí, como yo a ustedes?
—Sí, querida. La casa nos conecta, o quizás las tres estamos dementes.
—Yo no estoy demente—reprende, elevando el cuchillo y clavándolo en la fina clavícula de Jennie sin sentido alguno.
—Está bien, en tu imaginación me quieres hacer morir. Pero tú más que nadie sabe, que seguiré viva—dice llevando sus manos a la parte afectada, manchando estas de sangre con Jisoo apuñalando una y otra vez su pecho sin algún pudor.
—Lo sé, pero mi mente es feliz sabiendo que de alguna manera te hice desaparecer—murmura, satisfecha. Viéndola inerte en el suelo mientras Roseanne la mira sin expresión.
—Ya despierta, Jisoo—dice ella, tomando su mano para llevarla a los escalones, sin ser reprendida, es seguida.
Quizás Jisoo solo anhelaba un poco de tranquilidad.
Suben y suben, pareciendo que no hay final, pero todo tiene uno. Es el tercer piso de la casa, la parte que no ha sido arreglada por tener aquella característica de no tener un barandal para protegerle de una caída.
—Si caes de aquí, todo se termina—le susurra Roseanne.
Jisoo se acerca un poco, con miedo, porque no quiere caer, no aún, y asoma su cabeza viendo cuán alto está. Pero siente manos en su espalda, haciendo presión para empujarla y haciéndola caer después con un golpe sordo en el suelo, hueco como su alma y vacío como el corazón que jamás tuvo.
Sin embargo, el laberinto no tenía fin, por más que lo buscase.
Y cuando Taehyung llega junto a sus hijos, es demasiado tarde porque el juego había concluido. Solo están los restos de este y amargos recuerdos injustos.
Dando por desenlace que su esposa se había suicidado en una noche de Halloween. Grande estúpido que aquel hombre es, pero jamás comprenderá el juego porque ella no se había suicidado, ella había ganado.
Ella había encontrado la única manera de dar por cerrado el laberinto y eliminar cada una de la voces atormentadas que su cabeza le susurraba como gotas de lluvia cayendo.
Feliz Halloween... (?)
Un poco tarde de nuestra parte, pero somos chicas ocupadas que también tienen una vida fuera de aquí.
Solo espero que nos puedan disculpar.
—Edi fuera.
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