San pov

Eran las tres de la mañana, y todavía no había dormido nada. La oscuridad de la habitación parecía reflejar mi estado de ánimo, sumido en la confusión y el dolor.

No entendía qué había hecho mal para que Wooyoung quisiera terminar con la relación. Yo pensaba que estaba bien conmigo, que me amaba. ¿Por qué de repente quería que nos alejáramos?
Sus palabras resonaban en mi cabeza: "Te amo... Pero necesito que terminemos". Me sentí angustiado y frustrado, golpeando la mesa a mi lado. Estaba exhausto, había llorado, gritado y pensado incesantemente en lo que había sucedido. Además, me atormentaba la pregunta de por qué estaba tan triste por alejarme de mí. ¿Acaso lo habían obligado a hacerlo? ¿No fue su elección?

Una vez más, sentí que ellos intentaban intervenir en mi vida, tratando de evitar que me distrajera de la música y robándome mi felicidad, como siempre lo habían hecho.

Decidí tomar medidas y marqué su número en mi celular. La llamada se contestó y una voz desconocida me saludó como "Sannie".

—¿¡Por qué lo hiciste!? ¿¡Por qué no me dejas ser feliz con Wooyoung!? —exclamé con enojo.

—¿Te equivocaste de número, cariño? —respondió la señora Jeong

—¡Deja de decir estupideces! ¡Primero arruinaste lo poco de estabilidad que tenía y luego me separaste de mi novio! —le espeté.

—¿Novio? ¿Qué clase de chiste es este, Jeong San? —preguntó mientras reía a carcajadas.

—¿Te das cuenta de lo estúpida que suenas? ¿Jeong San? Me llamo Choi San, y nunca aceptaré tener ese estúpido apellido —repliqué.

—¡No cambies de tema! ¿De qué novio estás hablando? ¿Kang? Ese estúpido ya está muerto —dijo la voz desconocida.

—¡Tú lo asesinaste! ¡Desde un principio asesinaste a las personas que más amaba! Yeosang, mi padre y... —empecé a acusar.

—¡Tu padre está vivo! ¡Ni siquiera viajó a Fra-! —la voz se quedó en silencio, se dio cuenta de su grave error.

—¿Me estás jodiendo? ¿Eso también? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorriendo mi espalda.

De repente, la llamada se llenó de sonidos perturbadores. Latigazos, cadenas y súplicas... Incluso escuché a alguien comenzar a gritar.

—Mierda... No... —susurré, horrorizado.

Una segunda voz se unió a la llamada, Wooyoung suplicaba que no le hiciera caso.

—San... No le h-hagas caso...

La llamada se cortó, dejándome temblando. Wooyoung estaba en peligro, y mi impotencia me consumía.

—¡W-Wooyoung! Oh por dios... ¡Eres una...! —comencé a decir, pero me detuve.

Wooyoung susurró algo antes de colapsar.

—¿Qué cosa? —pregunté desesperado.

—993401... T-Te va a servir... —musitó Wooyoung entre lágrimas y dolor.

—¿Qué es? ¿Una dirección, una clave? —pregunté, pero no obtuve respuesta.

Un fuerte azote resonó, y Wooyoung se desmayó.

—Bebé, tranquilo, iré por ti —prometí, aunque sabía que cada segundo que pasaba era crucial.

La señora Jeong me había dado indicaciones, pero estaba abrumado por la gravedad de la situación. Debía apresurarme si quería salvar a Wooyoung, no podía permitir que le hicieran más daño.