Era el quinto cumpleaños de Harry. Se dio una ducha, se puso la ropa que le habían comprado los elfos domésticos, ya que sus padres se habían olvidado de él, y bajó las escaleras.

Nunca lo admitiría, pero en el fondo, deseaba recibir un simple "Feliz cumpleaños, Harry" de sus padres como solía hacerlo.

Desayunó mientras sus padres estaban demasiado ocupados alimentando a su hermana menor, Olivia, y fue a la biblioteca a leer un poco.

Estaba tan absorto en su lectura que no escuchó los gritos que sucedían ...

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"¿Dónde está mi ahijado?" Exclamó Sirius Black de aspecto feliz mientras entraba en la mansión.

"¿Ahijado?" James respondió confundido. ¿Qué ahijado?

La sonrisa de Sirius se desvaneció de inmediato y se convirtió en un ceño enojado en un segundo. "Te olvidaste de nuevo, ¿no es así?" Preguntó, luciendo disgustado.

"¿Olvidar qué?" James y Lily respondieron al mismo tiempo.

"¡El cumpleaños de Harry!" Olivia se rió y aplaudió emocionada. Los ojos de Sirius se suavizaron y puso una sonrisa triste. "Me lo llevo."

"¿Llevarlo a dónde, Pads?" Preguntó James, luciendo alarmado.

"A algún lugar donde es amado, Lord Potter." Sirius escupió y corrió a la biblioteca mientras James y Lily estaban demasiado conmocionados para detenerlo.

Unos minutos más tarde, encontró la biblioteca y abrió la puerta para encontrar a un niño pequeño con libros desparramados a su alrededor. "Harry, vienes conmigo." Dijo mientras lo miraba.

Harry levantó la cabeza y vio a su persona favorita (la única persona que no lo había olvidado además de su hermana) y lo abrazó con fuerza, luciendo emocionado. "¡De acuerdo, vámonos!"

Sirius no sabía si estar feliz porque quería tanto irse y vivir con él o triste por el hecho de que odia tanto que esté tan feliz.