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Capítulo 3ཻུ⸙͎

La boda había sido perfecta.

Los invitados mágicos se habían comportado. Los invitados muggle habían permanecido benditamente ignorantes de la magia bajo sus narices. Los medios habían permanecido fuera de la ecuación. La ceremonia había sido llevada a cabo sin ningún inconveniente.

El ramo no se había desarmado cuando fue arrojado.

La comida había sido positivamente divina.

Y el pastel... bueno, el pastel había sido la diva la noche.

En especial, verlo a él comer ese pastel.

Y lo mejor, nadie había preguntado el porqué de un pastel de seis pisos para un total de cuarenta y siete invitados.

Esos hechizos de estasis eran de verdad magníficos.

Severus todavía amaba el vestido de Hermione, si los dedos que se deslizaron sobre la hilera de botones durante su primer, y último baile, fueron algún indicativo. Además, parecía que él no podía quitarle los ojos de encima, sobre todo su cabello, que había arreglado y decorado con plumas de azúcar, en lugar de flores, hechizadas para que no se pusieran pegajosas o se rompieran prematuramente.

Tentar al novio era parte de la diversión, después de todo.

"Finalmente." Gruñó Severus, presionándola contra la pared más cercana, una vez que el mareo de la aparición conjunto hubo pasado.

Hermione se rio, besando la nariz de su hombre. "Que impaciente."

"He tolerado tu necesidad de tener una ceremonia, y ahora, ahora te tengo... toda... para... mí." Puntualizó cada palabra con un beso.

"La ceremonia fue idea tuya." Le recordó ella. "Querías tener una excusa para tener pastel. Sin embargo, creo que te prometí algo..."

Los ojos de Severus brillaron y permitió que fuera ella quien lo presionara contra la pared. Hermione se puso de rodillas frente a él con una sonrisa atrevida, hundiéndose en la falda de su vestido como si fuera merengue.

"¿Todavía quieres hacerlo?"

"Claro que sí." Siseó él, de forma tal que ella supo que había estado así de 'listo' por horas. No podía culparlo. Ella sabía bien que esta era de sus cosas favoritas.

Y también de ella.

De verdad, ambos se merecían esto después de tanta planeación y puesta en escena.

"Accio." Murmuró Severus mientras Hermione tironeaba del suave y cálido cuero del cinturón de él. Escuchó cómo la botella golpeaba la palma de la mano de su marido justo al tiempo en el que él inhalaba repentinamente, cuando ella logró liberar la hebilla del cinturón, dejándola caer, provocando un sonido como de campanillas.

Entonces movió sus dedos sobre los botones.

Plic

Plic

Plic

Plic

Soltó cada uno de los botones, con suavidad, y luego se rio cuando el ansioso miembro de Severus casi escapó de la bragueta.

Como ella, él tampoco se había puesto ropa interior.

Hermione acarició la esponjosa cabeza de su miembro y continuó con la liberación. Empujó los pantalones más abajo hasta que se quedaron enrollados en los tobillos y sonrió feliz.

A pesar del tiempo pasado, la pasión inicial que los unió en primer momento, seguía tan fuerte como el primer día.

El sexo era divino, la vida hogareña perfecta y llena de sarcasmo, llena de ardientes discusiones.

Él, era un desgraciado consumado, y ella, bueno, ella no podía ser más feliz.

Ella lo acarició con dulzura mientras él se quitaba los pantalones y comenzaba a desabotonar su camisa. Ella sopló su aliento cálido sobre la longitud de su miembro, pero no lo tocó.

"Malvada." Recriminó él, respirando pesadamente, dejando ver la mentira entre dientes de su afirmación previa. Severus amaba todo eso y ambos lo sabían.

"Y no te gustaría que fuera de otra manera."

"No. No me gustaría... esposa." Siguió desvistiéndose, quitándose la parte superior del traje. El saco, chaqueta y la camisa desaparecieron en un impresionante acto de magia sin varita.

Ella inhaló repentinamente, reaccionando al tono de propietario de su esposo.

"Muy bien, esposo."

Hermione nunca llegaría a saber si ese gemido ronco y grave que salió de Severus fue producto de llamarlo 'esposo' o si fue porque se puso su miembro en la boca.

Las manos de él fueron a tocar su cabello, pero ella se alejó de inmediato. "Sin tocar." Ordenó la castaña.

Los músculos en el cuello del hombre se pusieron tensos y asintió, retirando sus manos de ella.

"Las manos contra la pared, Severus."

Él le obedeció tan fácil como ella le obedecía a él.

"Bien." Susurró ella.

Mirándolo con fijeza a los ojos, esos ojos tan oscuros y tan ardientes con un fuego con el que ella estaba tan familiarizada, ella besó la punta de su erección y comenzó a descender. Luego fue el turno de la lengua y su mejilla, rozando la sedosa y caliente piel de sus testículos. Él había ido a su boda sin calzones solo por ella.

Con eso en mente, Hermione se retiró un poco y comenzó a meterse el enorme miembro en su boca, chupando con avidez, extendiendo su brazo para tomar la botella del firme agarre de él. No requirió ningún esfuerzo para abrirla, retirarse un poco y decorar el bien lubricado pene con caramelo.

Le puso la tapa a la botella otra vez y la puso a un lado.

¡Ay Merlín! Lo hermoso que se veía ese hombre con el rico caramelo decorando su pálida piel. Eso siempre le hacía pensar en los chocolates que había llevado al café, tanto tiempo atrás, y en el caramelo que se había deslizado por su muñeca y que había limpiado con su lengua.

Sonriendo, Hermione alzó la mirada, solo para encontrarse con un Severus ceñudo.

"Acaba ya con tan concienzudo examen y hazlo de una vez." Dijo él casi con enfado.

Se lo veía por completo agitado. Las manos pegadas a la pared, con los nudillos casi blancos por el esfuerzo de mantener las manos quietas y no tocarla. Su cabello casi pegado a sus enrojecidas mejillas, y ella no pudo evitar sonreír todavía más al notar que tan abajo llegaba el enrojecimiento.

"Lo siento."

"No. Puta madre, no lo sientes nada."

"Tienes toda la razón." Lo dejó protestar entre dientes un poco más, sin un ápice de arrepentimiento.

Severus movió la cadera con impaciencia. "Voy a chorrear caramelo por todo el piso."

Hermione hizo una falsa mueca de indignación. "No te atreverías."

"Oh, sí, ¡claro que meaaaMIERDA!" Sus palabras terminaron en un ahogado grito en cuanto ella se puso su miembro en la boca, y Hermione pudo escuchar como la cabeza de su marido golpeaba la pared mientras gemía. "¡Mierda! ¡Mierda!"

Ella lo ignoró y se dedicó a saborear la salada piel de Severus en combinación con el delicioso y cremoso caramelo. Frotó la lengua contra la extensión de su miembro, llevándose más caramelo con cada pasada. Era una absolutamente deliciosa combinación y se preguntó si el butterscotch (*) sería tan bueno.

Tenía que recordar hablar con él al respecto, más tarde.

Aun cuando darle placer oral era algo que le gustaba mucho, la parte favorita de Hermione era escuchar a Severus Snape venirse. La sedosa voz se elevaba cada vez que ella se detenía, se hacía más grave cuando ella tocaba ese lugar especial que tanto placer le daba, y lo muy rasposa que se ponía cuando le rogaba por mas, la ponía loca de lujuria. El tipo era absolutamente intoxicante.

Sintiéndose más atrevida que de costumbre, Hermione deslizó una mano detrás de los testículos para acariciar la suave piel del perineo.

"¡Mierda!" La palabra fue casi un suspiro, y ella se dedicó a lamer el caramelo de los testículos desnudos de Severus, succionando con cuidado ambos, metiéndolos en su boca hasta que él no aguantó más.

Hermione sintió las delgadas rodillas comenzar a temblar, los músculos de las piernas se esforzaban al máximo y las manos abandonaban la pared para acariciar el cabello de su esposa.

"Hermione..." Gimió el hombre, y esa era una advertencia y una súplica, todo en uno.

Con suavidad, ella lo soltó, dejándolo jadeando y temblando sobre ella. El pecho enrojecido como su pecho y su cabello pegándose a las mejillas y el cuello.

"Creo que logré limpiarlo todo." Dijo ella, sintiéndose muy traviesa.

Severus dejó escapar una áspera risa y la ayudó a ponerse de pie. "Tal vez."

Él acarició su mejilla y ella se recargó contra su mano, sonriendo. Severus se inclinó para besarla, y su cabello se pegó al hombro de ella.

La boca de Severus todavía sabía a chocolate, lo que significaba que había probado otra rebanada antes que se fueran de la fiesta. Hermione apretó un poco el diminuto rollito con felicidad. Él quitó una pluma de azúcar de su cabello, tocando la punta de la nariz de su esposa con ella. Ella apenas pudo sentir la pluma.

"Estas plumas me han estado llamando toda la noche."

Una de las plumas se deslizó sobre la curva de la mandíbula de ella.

"Termina el hechizo, para que pueda comerla, y a ti..."

Hermione murmuró el 'finite' entre besos y la dulce pluma se deslizó en su escote. Los besos se hicieron más apasionados y las manos de Severus se aventuraron sobre la cintura de ella y más abajo, atrapando su trasero para poder atraerla hacia sí. Ambos gimieron y ella logró escuchar el apenas audible sonido de la pluma de azúcar quebrándose en la mano de su marido. Aparentemente, los previos deseos de comer el dichoso dulce se habían desvanecido hacía tiempo.

Las manos de ambos se deslizaban por aquí y por allá. Las de él, atrapando la falda del vestido o buscando la hilera de botones. Las de ella, acariciando los músculos de los brazos de él, el hermoso vello en el pecho, y los rollitos en su cadera.

Ella lo adoraba tal cual estaba.

Ese lugar, ese café, había sido lo mejor que le había pasado.

Severus la levantó del suelo y ella dio un gritito de sorpresa. El vestido se arrugó por completo por las manipulaciones de él al depositarla sobre la cama. Se inclinó sobre ella, reptando sobre su cuerpo para besarla una y otra vez. Como siempre, los ojos de ella se pusieron a observar el cielo raso encantado, que esa noche, mostraban un cielo claro, sin nubes, cubierto de relucientes estrellas.

"¿Con vestido o sin?" Preguntó ella en medio de los ardientes besos. Él encogió los hombros y movió su boca hacia el cuello de la joven, la nariz hizo cosquillas detrás de su oreja.

"Mmmm... eso me gusta."

Los labios de Severus comenzaron a depositar suaves besos en la zona." Lo sé." Dijo él con ese sedoso tono de voz que siempre lograba estremecerla. "Sé precisamente lo que te gusta, mi esposa."

Ella sonrió ante el tono posesivo de su voz, deslizando las uñas sobre el cabello de él cuando Severus se inclinó para mordisquearle el cuello. El hombre gruñó y mordisqueó más fuerte, y ella gimió de puro placer. Él comenzó a tironear del escote del vestido, para liberar sus pechos. Hermione se mordió el labio, sintiendo el calor que se acumulaba entre sus piernas.

Esta noche se sentía especial y sublime. Hermione se sentía atesorada y adorada y deseada, yaciendo así, con sus piernas abiertas y su blanco vestido en medio, y su duro miembro haciéndose sentir, incluso en medio de todo el género de la prenda.

"Estuviste hermosa esta noche." Dijo él, la cabal honestidad en su voz, hacía que el cuerpo de la chica temblara. "Radiante."

Ella deslizó una mano por el cabello de él hasta llegar a su mejilla. "Y tú estabas tan guapo, como siempre."

Severus se rio y besó uno de los pechos, justo por encima del corazón, deteniéndose allí por un momento, antes de desvanecer el vestido de la joven con un murmullo. La prenda reapareció dentro del clóset, y Hermione suspiró al sentir el calor de la piel de su marido contra su propia piel. Severus se derretía contra su cuerpo como chocolate y sus manos exploraban lánguidamente los pechos de la castaña. Luego, sus labios siguieron el mismo camino.

Hermione, mientras tanto, movía sus manos sobre la espalda y sus hombros, gimiendo al sentir que su esposo atrapaba uno de los pezones en la calidez de su boca. Había una gran sensualidad en el ritmo que llevaba. Se tomaba su dulce tiempo en cada succión, hasta que ella gritaba, sintiendo la respuesta entre sus piernas.

La lenta construcción del fuego se convirtió pronto en un incendio, mientras él acariciaba cada parte del cuerpo de ella, menos el necesitado centro de su cuerpo, que ya ardía por una caricia de él. Sus propios intentos de tocarse fueron interrumpidos por Severus, que, con suavidad, retiraba las manos de la chica del clítoris, y Hermione se retorcía y gemía, cerca de comenzar a suplicarle por más.

Y él sabía exactamente cómo tocarla, como excitarla, y ella se deleitaba por las atenciones recibidas.

Finalmente, la mano de Severus decidió viajar hacia abajo, para sentir la humedad entre las piernas de su esposa. Hermione le besó las cejas y él gruñó de placer, al encontrarla totalmente empapada y lista para ser penetrada.

Se miraron uno al otro, algo muy especial en ese momento, su primera vez juntos, como marido y mujer.

Severus acercó su miembro a la vulva de ella, sin quitarle la mirada de encima.

Hubo un chispazo, en el momento de conectarse, cuando él comenzó a penetrar. La circunferencia de su órgano abriéndola y llenándola. Hermione gimió. No se había sentido tan apretada con él dentro desde las primeras veces en las que habían estado juntos.

"Mi esposa." Dijo Severus con la voz como lava, con un tono casi como de asombro, mientras penetraba todo el camino hasta el fondo de su cuerpo.

Sintiendo las llamas, Hermione se derritió con él.

"Esposo." Movió un poco la cabeza para poder besar el antebrazo de Severus, en donde quedaban los resabios de la marca tenebrosa, y alzó la mano para entrelazar sus dedos con los de él. "Mi esposo."

"Siiiiiiiiii..." Se escuchó más bien como un siseo. Las manos de él se aferraban con fuerza a las de ella, los anillos se enterraban en la piel, en cuanto Severus comenzó a moverse.

De alguna forma, ella se sentía más cercana a él. Tal vez era la magia del momento, razonó Hermione, poco antes de perder totalmente la capacidad de razonar.

Severus sabía justo qué ángulo debía tener su cadera para que ella sintiera como si su cerebro se hubiera convertido en flan.

Envolvió la cadera de su marido con sus piernas y su respiración se hizo agitada y entrecortada. Sentía el rugir de su sangre en los oídos, y su cuerpo se tensó al máximo en cuanto llegó al orgasmo. Él emitió un largo gruñido, deteniéndose, y luego los hizo roda con sumo cuidado.

Hermione, pronto, se encontró sobre él, a horcajadas sobre la cadera de él.

"¿No te viniste?" Le preguntó ella con un poco de incredulidad. Él se había enloquecido tanto y estaba tan listo cuando jugaron con el caramelo...

"Bebí una poción." Fue la respuesta.

"Oh." Dijo ella, excitándose al pensar en lo maravillosa que sería esa noche.

Cuando la semana anterior, Hermione le había susurrado al oído, la fantasía de ser follada hasta perder el conocimiento, una y otra, y otra vez, nunca pensó que fuera a hacerlo esa noche, la noche de bodas.

Hermione estaba segura que esa noche iba a ser la noche de bodas más memorable de la historia.

"Quiero ver cómo te montas sobre mí." Le dijo con voz ronca. Las manos de Severus se deslizaron torso arriba, para acariciar los pechos. Apretó un poco los pezones y la cadera de ella se movió un poco. "Siiiiiiiiiii... justo así..."

Hermione comenzó a moverse, girando la cadera mientras lo montaba. Él dejó de atormentar sus pezones para aferrarse a su cadera. Controlaba su ritmo, empujando su cuerpo hacia arriba cuando empujaba el de ella hacia abajo. El abdomen de la chica vibraba, los rizos de su cabello se liberaban de los clips con cada embestida. Severus gruñía bajo su cuerpo, un sonido lujurioso, que se transformaba en algo feral y primitivo, cuando la última pluma de azúcar cayó del cabello de Hermione, quedando atrapada en un rizo castaño, evitando que cayera hasta el pecho de él.

Ella se inclinaba hacia atrás con cada movimiento, para que la cabeza del miembro encontrara su punto G, de nuevo y de nuevo.

Concentrarse en el ritmo se estaba haciendo cada vez más difícil con cada acometida, que la llevaba más cerca del pináculo. Los dedos de él se enterraban más fuerte en la cadera de ella, moviéndola con más fuerza y velocidad.

El mundo de Hermione se centró en el movimiento de sus pechos y en los sonidos que escapaban de la garganta de él. Su cuerpo se sentía como al borde un precipicio, del que pronto terminó cayendo y sintió como las estrellas mismas se encendieran dentro de ella.

El grito que la chica profirió, casi fue arrancado de su cuerpo, cuando se puso tensa y tuvo un orgasmo largo e intenso, pulsando alrededor del duro miembro que todavía estaba dentro de ella.

"Ah, mierda." Dijo él, con el cuerpo en medio de las contracciones. Hermione se relajó finalmente, jadeando, y lo miró a los ojos. Severus le sonrió, casi con malicia, ayudándola a levantarse y dejar su regazo.

"Ahora ponte de rodillas." Ronroneó él.

Horas más tarde, ambos estaban positivamente exhaustos. Las plumas de azúcar habían sido consumidas, y ahora, yacían ambos sobre la cama. Cómodamente ubicada con su espalda contra el velludo pecho de él, y con sus brazos alrededor de sus pechos, Hermione inclinó la cabeza para besar la sudorosa mano que aún sostenía la de ella.

"Te amo." Le dijo con la voz adormilada, pero llena de felicidad.

"Ya era hora que lo dijeras." Contestó Severus, acariciando su cuello con la nariz y depositando un beso en su cabello.

Suspiró de puro gusto.

Fin.

(*) Butterscotch es una especie de golosina de caramelo, elaborada con azúcar morena y manteca, propio de algunas regiones de Reino Unido.

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