Eran las ocho de la mañana cuando mi apacible sueño se vio interrumpido por el irritante sonido de una llamada entrante. Me revolví entre las sábanas y alargué el brazo hacia la mesita donde reposaba mi móvil; la luz que emitía me despertó de inmediato. Miré la pantalla, era un teléfono nacional, pero no lo reconocí.
Descolgué y escuché un hilo de voz preguntando si era yo la que investigaba casos paranormales; resultó ser un niño que, según me dijo, había estado toda la noche despierto, aterrado por algo que había descubierto.
Inserté sus datos en un nuevo dosier de investigación.
-Necesito que estés tranquilo -le dije -, respira hondo. ¿Puedes contarme qué ha ocurrido?
-Sí... -Hizo una larga pausa, supuse que la necesitaba para tomar fuerzas, aunque también cabía la posibilidad de que alguien que estaba cerca no debiera escucharlo. Hasta que por fin habló. -Todo empezó cuando llegué a un pueblo con mi familia para pasar las vacaciones...
Cuando finalizó su relato, le advertí que saliera del pueblo cuanto antes y que por favor me llamara de nuevo cuando estuviera a salvo, de vuelta en casa.
Sin embargo, mis peores temores me dicen que algo ocurrió, pues no volví a saber nada de aquel chico.

Dados los hechos y hasta que logre esclarecer este asunto, encomiendo al lector evitar a toda costa la villa de Valverde del Fresno, en la provincia de Cáceres, España.