𝑀𝛼𝜋𝜄𝜌𝜇𝑙𝛼𝜕𝜎𝑟 𝜌𝜎𝑟 𝜀𝜘𝑐𝜀𝑙𝜀𝜋𝑐𝜄𝛼
Una de las cosas que más disfrutaba Kim TaeHyung, era el hecho de poder llegar al gran edificio de la empresa de su padre en su nuevo mercedes. Era de verdad su actividad favorita del día.
Acomodaba su carísimo traje antes de entregar las llaves del auto para que este fuera guardado en el estacionamiento subterráneo de aquel resplandeciente edificio. Después, cruzaba las puertas de vidrio con una gran sonrisa en su rostro y saludaba a las personas que pasaban por la recepción.
Ese día había llegado un poco tarde, por lo tanto, se apresuró a la cafetería para poder encontrarse con sus amigos y colegas. Y los vió ahí sentados, disfrutando de su delicioso café mientras ocupaban la mesa que estaba junto a la ventana.
—¡TaeHyung! —Llamó el castaño, mostrándole una gran sonrisa e invitándolo a que los acompañara en su desayuno. El rubio del traje llamativo caminó con distinción a la mesa.
—Buenos días, caballeros. —Saludó el rubio, heredero de la empresa de tecnologías avanzadas: "KimTech Corporation". El otro chico que estaba ocupando una silla en esa mesa miró a su mejor amigo y se levantó.
—Tae, pensé que ya no vendrías. El señor Kim ha estado toda la mañana preguntando por ti. ¿Le avisaste que llegarías tarde? —Preguntó el chico de nombre Park JiMin, quien recientemente, se había teñido el cabello de un tono azul grisáceo.
—No... —contestó el rubio, alargando un poco la última vocal de ese monosílabo que lo metería en problemas, eso seguro—. ¿Qué tanto preguntó por mí?
—Bueno, cuando llegué a la oficina me preguntó si sabía algo de ti. Le dije que no, así que fue a las siguientes oficinas a preguntar lo mismo. —Jung HoSeok, el chico castaño, comentó. Después le dio otra mordida a su croissant y observó al rubio tomar asiento junto a JiMin.
—Mierda... espero no haberme metido en más problemas.
—¿Más? ¿Ahora qué hiciste, Tae? —Preguntó el de ojos chicos y labios rosas abultados. Parecía que él se preocupaba más por el bienestar de Kim que él mismo. Siempre estaba al pendiente de él, pero a veces era exhaustivo regañarlo por todas las cosas que hacía.
El menor de todos comenzó a morder su labio inferior con nerviosismo; esta vez sí se había pasado. Y no sólo de presupuesto, sino que había manipulado a su padre para que le prestara dinero para comprarse un auto nuevo. ¡Pero jamás mencionó que sería tan caro!
Tenía un gran problema, y ese era su amor por las cosas nuevas y resplandecientes; además, su padre, el señor Kim NamJoon siempre se rendía ante su único hijo, quien con una sonrisa, podía conseguir todo.
Pero bueno, digamos que era bastante irresponsable y no consideraba que cada acción, iba a tener una reacción. Y estaba a punto de descubrir cuál sería la reacción de su padre al enterarse de la acción tan irresponsable que había llevado a cabo.
—Digamos que... —comenzó a hablar, sintiéndose inseguro de continuar con su relato—. Ayer hablé con mi papá, y lo convencí de que me dejara comprar otro auto.
—¿Otro? ¿Qué pasó con el Ferrari rojo? —Reaccionó el castaño, sintiéndose completamente confundido por lo que estaba diciendo su amigo.
—Nada. Está perfectamente bien, pero le dije a mi papá que un auto nuevo me haría muy feliz; sobre todo porque sería un cambio significativo y los cambios son buenos para lograr que la persona no se quede estancada en lo mismo y logre crecer internamente.
Sus dos amigos lo miraban con el ceño fruncido, atónitos por lo que estaban escuchando. Vaya que TaeHyung sabía cómo conseguir las cosas y, la sarta de tonterías que estaba diciendo, al parecer habían sido suficientes para manipular a su padre y obtener el dinero necesario para comprar el nuevo vehículo.
—Increíble, TaeHyung. Manipulas hasta a tu propio padre... ¿no te cansas? —Preguntó el peliazul, quien era la única persona a la que TaeHyung no podía engañar. Pero incluso a HoSeok lo había convencido de hacer cosas para facilitarle el trabajo.
TaeHyung formó un pequeño puchero con sus labios y miró al techo, casi como pensando en una respuesta a la presente pregunta. Sin embargo, después de unos segundos, miró a sus amigos y sonrió.
—No —soltó sin una pizca de vergüenza—. La verdad no.
Comenzó a reír y JiMin simplemente se quedó callado, pensando en que su mejor amigo era un as para la manipulación; y que, eso lo iba a llevar por un mal camino a la larga.
—¿No crees que el jefe va a poner el grito en el cielo cuando se entere de lo que gastaste en el auto? ¿No te arrepientes ni un poco? —Preguntó el castaño, tratando de advertir al rubio acerca de lo que le esperaba.
—No lo creo, manipular a mi padre se me da bien. Y jamás se va a enterar de la fortuna que gasté en el mercedes. No se preocupen. —JiMin abrió mucho más los ojos, el rubio creyó que se le iban a salir; ambos chicos le estaban tratando de decir con la mirada que algo no estaba bien.
Y cuando asimiló la situación y que ambos chicos miraban a alguien en su misma dirección, cerró los ojos con fuerza. Estaba en graves problemas.
—¿En serio, Kim TaeHyung? —escuchó la voz del mismísimo diablo detrás de él. Sin duda era su padre, y había metido la pata hasta el fondo—. Creo que tu papá ya se enteró de la fortuna que gastaste.
Con una sonrisa fingida, que más que felicidad, expresaba nerviosismo y vergüenza, el menor volteó a ver su padre.
Kim NamJoon, el dueño de esa multimillonaria compañía estaba cruzado de brazos; llevaba puesto un traje negro casi tan caro como el de su hijo; su cabello castaño estaba peinado hacia arriba y sus ojos expresaban molestia. Tae estaba muerto.
—No. —Fue torpe incluso contestarle a su padre, pues, haciendo una completa escena, tomó a su hijo del brazo y lo levantó de la silla.
—Necesitamos ir a mi oficina, Tae. ¡Ahora! —Le ordenó con una voz firme, que le puso los nervios de punta a los otros dos chicos que observaban la escena.
—No creo que se hora, papá. Mis amigos y yo estamos desayunando y-
El menor no pudo terminar de objetar en contra de lo estipulado por su padre, cuando este último lo jaló hacia afuera de la cafetería. HoSeok y JiMin se quedaron observando cómo su amigo trataba de liberarse del agarre que su padre ejercía en su bracito.
Cabe recalcar que TaeHyung era un chico delgado; tenía fuerza en los brazos, sí, pero comparado con su padre —quien siempre se mantenía en buena forma—, era un debilucho fácil de arrastrar por la recepción hacia el elevador.
—¡Suéltame! ¡Esto es maltrato infantil y está penado por la ley! —comenzó a gritarle a su padre, quien hacía oídos sordos a las palabras de ese chico y seguía su camino al elevador. Una vez ahí, metió al chico junto con él y presionó el botón del piso en donde estaba su oficina—. Papá, sé razonable, podemos hablar de esto con calma, ¿sí podemos, verdad?
TaeHyung no se rendía, y la verdad es que lo que menos quería —y a lo que le tenía más miedo en el mundo— era que su papá lo regañara en su oficina. Y desde que tenía cinco años, odiaba ser regañado en aquel lugar. Ni siquiera sabía por qué ser regañado en ese cuarto de cuatro paredes y adornos lujosos era una pesadilla, pero lo afectaba demasiado.
El pequeño seguía luchando por su vida, tratando de soltarse del agarre de su padre y sintiéndose mucho más asustado que antes. NamJoon tenía una expresión impasible, simplemente esperaba a que el elevador llegara a su destino. Hacía oídos sordos a los reclamos y súplicas de su hijo, mientras que no soltaba su agarre.
—Por favor, papá. Sí podemos arreglarlo con calma, podemos bajar y platicarlo; pero por lo que más quieras, no en tu oficina. —Le daba muchísimo miedo aquel lugar, y lo odiaba a muerte. No soportaba estar ahí, y tal vez la razón por la cual ocurría esto, es porque cada que estaba ahí, recibía regaños, trabajos y malas noticias.
El mayor no respondió nada; cuando el elevador se abrió, TaeHyung sintió su cuerpo temblar. Su papá lo arrastró hasta su oficina y lo único que quería hacer el rubio era salir corriendo e irse a su caro apartamento.
Cuando entraron, el menor se sentó en una silla giratoria y se aferró a esta como si su vida dependiera de ello. Su padre cerró la oficina con llave y por fin lo miró.
—TaeHyung...
—Papá, lo juro, no quería hacerlo.
—¿En serio? Porque, según lo que mis oídos llegaron a captar, no te arrepentías de haber manipulado a tu padre para comprarte otro auto. —El rubio bajó la mirada y sintió sus ojitos color miel picar—. Esto ya no puede seguir así.
—Pero, papá-
—¡Silencio, Tae! —exclamó, mirándolo a los ojos con cierta decepción—. Eres un chico mimado; gastas el dinero que no te ganas y estoy seguro de que ni siquiera podrías valerte por ti mismo en el mundo real. Te he dado todo desde que naciste, y ¡mira en lo que te has convertido!
Las palabras del señor Kim eran demasiado duras para Tae, sabía que era un chico mimado, pero nunca antes se lo había dicho su papá. Además, ver que en los ojos de su querido padre había decepción, lo destrozó por completo y comenzó a sollozar.
—TaeHyung... —NamJoon desajustó su corbata, estaba muy estresado y, el hecho de tener que regañar a su querido hijo, no ayudaba a calmarlo—. Tengo miedo de que seas mi heredero. ¿Qué va a pasar cuando yo ya no esté aquí? —Notó los ojos cristalizados de su hijo y su corazón se aplastó. Pero era el efecto TaeHyung, y NamJoon no podía contra él.
—Yo... lo lamento. —Habló, con la nariz de un intenso color rojo y las cristalinas lágrimas cayendo por sus mejillas.
El jefe se sintió mal de haberle gritado a su querido hijo, y respiró profundamente—. Necesitas cambiar, TaeHyung. No puedes seguir siendo tan irresponsable, ¿está bien? —Tal vez se estaba ablandando un poco, de nuevo. Pero los ojitos de su hijo hicieron que su corazón fuera estrujado con culpa y se calmara un poco.
—Sí. —Contestó con un hilo de voz; sollozaba fuerte y limpiaba sus lágrimas con la manga de su saco.
—Tendré que castigarte esta vez; hace mucho que no lo hago, pero es la única manera en la que puedes entender. —TaeHyung se incorporó en la silla y miró a su padre boquiabierto por lo que acababa de escuchar.
—¡Te lo ruego! No el Ferrari, por favor. —Suplicó el menor, juntando ambas manos y mirando a su padre a los ojos; el mayor hizo una mueca y, con una mirada, le ordenó que volviera a sentarse bien.
—No tiene caso quitártelo, ya tienes otro, ¿recuerdas? —TaeHyung asintió lentamente mientras mantenía su mirada en el rostro de NamJoon, quien sonrió de manera ingeniosa y volvió a hablar—: Pero, haré esto. Escucha muy bien cuál será tu castigo.
El menor posó sus ojos y concentró su atención en la boca de su padre, de la cual iba a salir su condena; lo haría sufrir como un niño al que le quitaron su paleta o no lo llevaron al parque.
—Mañana por la mañana tengo una cita con el inversionista Jeon KwangJin; pero la verdad creo que debería tomarme unas vacaciones...
—¿Quién es... ese tipo? —Preguntó sintiéndose un completo estúpido frente a su padre: una mirada decepción viajó por la oficina y aterrizó en el rubio.
—Es un inversionista que está muy interesado en financiar nuestro futuro proyecto; quiero suponer que, como te dije que lo hicieras la semana pasada, revisaste las propuestas y presupuestos para el futuro producto, ¿cierto?
TaeHyung se burló e hizo un gesto divertido, fingiendo haber leído el informe que le había dado su papá una semana antes. Moviendo su mano hacia abajo con rapidez y comenzando a reír.
—Por supuesto.
—Excelente —no le creía ni una palabra—, pero cuando salgas de mi oficina, te pones a leer el informe inmediatamente. Nada de ir a desayunar croissants con cafecito sin café.
—Pero-
—Silencio —habló de una manera tranquila mientras tomaba asiento en su silla—. Como decía, mañana tengo una cita con él, pero preferiría tomar un día de descanso. Por lo tanto, serás tú quien lo atienda. Y ya que eres tan bueno manipulando a tu padre, tendrás que hacer lo mismo con el señor Jeon y lograr convencerlo de que el producto vale la pena y que somos su mejor opción. ¿Entendido?
—Sí, papá. —Contestó con fastidio. Ya podía verse pasando el resto de su día sentado en su oficina mientras leía el bendito informe de mil páginas sin alimento en su cuerpo.
Y todo eso por comprarse un auto nuevo para el progreso y madurez de su valioso ser. ¡Qué injusta era la vida con Kim TaeHyung!
La irritante alarma sacó a TaeHyung de su ensoñación; no lo estaba disfrutando para nada. Había dormido en la oficina la noche anterior, puesto que su padre no lo dejó irse, sino hasta que terminara de redactar un informe acerca del proyecto que tenía que presentarle al inversionista.
Y bueno, TaeHyung no era flash o supersónico; se tardó sus horas en leer todos y cada uno de los reportes de desarrollo y ventas; cabe recalcar que debió de haberlos leído un mes atrás.
El rubio estuvo apunto de tomar su celular y aventarlo por la ventana de la oficina. Estaba tan fastidiado de haber dormido sobre esa silla —que era cómoda, pero no se asemejaba en nada a su colchón especial para un descanso óptimo—, con la camisa puesta y sin su osito de peluche.
Ni siquiera sabía en qué momento había caído dormido, pero lo que sí recuerda, es haber guardado el informe en los archivos de su computadora. Pero, ¿exactamente en qué carpeta? Mierda, ahí tenía un problema.
Después, el hecho de que no se había bañado y su cabello estaba desordenado; dos problemas entonces. ¡Esperen! También tenía hambre, y lo único que comió el día anterior, fue pizza fría que le llevó JiMin cuando se enteró de que el menor no podía salir de la oficina. De acuerdo, eran muchos problemas.
El heredero de la empresa se estiró —aún sentado en la silla— antes de buscar el archivo que contenía el informe. Tenía que mandárselo por correo a su injusto padre antes de irse a casa y asearse para recibir al inversionista Jeon.
Y una vez que encontró el archivo dentro de las profundidades de la computadora, redactó el correo con el asunto de: "Cumplimiento de la condena". Y como parte del cuerpo del correo, colocó: "Aprendí mi lección, padre. Pero, ¿la próxima vez podrías darme una lista de los archivos duplicados? ¡Perdí tres horas separando papeles y eliminando archivos!".
Adjuntó el archivo y colocó su nombre como firma: "Kim TaeHyung, el hijo del mejor y más inteligente padre del mundo. (Sé que me enseñaste que mentir está mal, pero hay ocasiones en las que es pertinente)".
Presionó enviar y tomó el saco de su traje. Tenía planeado irse de la oficina; manejar hasta su casa, en donde se daría una merecida ducha y arreglaría para, por fin, terminar todo su castigo.
Sus ojitos brillaron cuando, en el camino a su casa, vió un nuevo Mini Cooper que le robó por completo su atención. No tenía un auto color guinda aún...
—¿Pero qué mierda estás pensando, Tae? ¡Ni un jodido auto más! —Se reprochó a sí mismo. Sólo para llegar a su departamento y darse su tan ansiada ducha.
El reloj marcaba las diez de la mañana y Park JiMin se encontraba revisando un reporte de ventas en la oficina que compartía con HoSeok, quien justo ahora, disfrutaba de su exquisito café americano.
Todo era tan normal como un día de trabajo en el que TaeHyung llegaba tarde por excelencia. Sin embargo, esta vez, NamJoon no se veía molesto. Más bien, lucía una resplandeciente sonrisa en su rostro. Los empleados rumoreaban que se había levantado con el pie derecho, por fin. O, que tal vez, su heredero le había devuelto el dinero de los autos. Siendo realistas, la primera opción era mucho más factible.
Y por la misma razón, después de revisar algunos papeles y realizar unas llamadas, se despidió de los empleados y regresó a su casa. Tenía planeado regresar cuando TaeHyung ya tuviera la firma en el contrato.
Algo en especial llamó la atención de Park, y es que un hombre —que se veía incluso más joven que él—, con cabellos negros y un traje negro, con el saco abotonado (que resaltaba su pequeña cintura), caminaba por la oficina con evidente confusión. Así que, después de guardar el archivo que estaba revisando, se levantó de su silla y caminó hasta el chico.
Aclaró la garganta y le sonrió—. ¿Puedo ayudarle en algo? —Preguntó de la manera más amable posible, a lo que recibió una mirada seria de aquel hombre de ojos grandes.
—Sí, estoy buscando a Kim NamJoon. Mi padre, el señor Jeon KwangJin no pudo presentarse hoy; pero yo vengo en su lugar. —Habló el chico mientras observaba toda la oficina. Park se sintió nervioso, pues sabía que su mejor amigo, al enterarse de este repentino cambio de planes, se iba a molestar.
—Excelente. Soy Park JiMin, soy el director ejecutivo de la empresa. El señor Kim NamJoon está indispuesto en este momento, pero su hijo, Kim TaeHyung viene en camino para suplirlo.
—Bien. Soy Jeon JungKook —informó mientras asentía con la cabeza. JiMin había tenido que mentir como su jefe ordenó; tal vez por eso su rostro estaba rojo y sentía ganas de correr a esconderse. No le gustaba mentir—. ¿Tienes una cafetería?
—En efecto. Está en el primer piso; puedes pasar a la oficina principal y esperar ahí, te aseguro que alguien te traerá lo que desees de la cafetería mientras que el señor Kim llega. —Habló el chico de cabellos azules mientras que el azabache posaba sus manos en su cintura. ¡Vaya, esto iba a ser mucho más difícil para Tae de lo que había imaginado!
El hijo del inversionista le sonrió a JiMin, pero no fue una sonrisa genuina, sino una mucho más forzada y sin intenciones de parecer amable. Caminó en la dirección que el director le indicó y llegó a la oficina principal.
Mientras tanto, TaeHyung se bajó de su auto nuevo sin darse cuenta de que había dejado el maletín en el asiento del copiloto. Ya había emprendido la carrera cuando se acordó y regresó a su automóvil corriendo. Tomó el bendito maletín que en su interior tenía prácticamente nada; lo compró para verse más serio con el inversionista.
Una vez con el maletín negro en la mano, y después de haber peinado de nuevo su cabello guiándose por el reflejo de la venta de su vehículo, volvió a correr hacia la oficina.
Park JiMin brincaba en su lugar con notables nervios, pasando sus ojos del reloj que tenía en la muñeca al que estaba en la pared. ¿En dónde mierda estaba TaeHyung?
Jeon JungKook ya estaba sentado en la silla giratoria dentro de la oficina del jefe y daba vueltas con aburrimiento. JiMin sólo esperaba que el heredero no estuviera muy lejos, porque si no lo iba a ahorcar para después-
—¡JiMin! —gritó el rubio cuando salió del elevador y divisó a su amigo. Park por fin respiró y le ordenó que se apurara mientras olvidaba sus pensamientos homicidas para/con el heredero de la empresa—. ¿Ya llegó?
—¡Sí! No puedo creer que seas tan irresponsable como para dejarlo esperando diez minutos. —Regañó el mayor con un tono demasiado chistoso para el rubio, quien sonrió antes de caminar a la oficina del terror.
—Fueron diez minutos, el señor KwangJin no puede enojarse conmigo. —Se excusó el rubio cuando llegaron a la puerta cerrada de la oficina.
—Sobre eso... —JiMin titubeó un poco, pero al final se decidió por decirle—. El señor KwangJin no pudo venir, pero envió a su hijo: Jeon JungKook.
TaeHyung rodó los ojos con molestia, de verdad le molestaba cuando la gente hacía cambios de última hora. No venía preparado para lidiar con otro que no fuera el señor Jeon. Al final, pensó que en realidad no estaba preparado para nada en lo absoluto.
—Es la misma mierda —dijo antes de abrir la puerta de la oficina, JiMin se mantuvo detrás de él como apoyo moral—. Buenos días, soy-
—¡El chico de Ferrari rojo! —Gritó el azabache que estaba sentado; miró al rubio e inmediatamente lo reconoció. Le causó demasiada gracia la situación en la que ahora se encontraba. Kim abrió los ojos al darse cuenta de que, quien estaba ahí, era "el idiota del club".
En ese momento, cerró la puerta fuertemente y JiMin lo tomó del brazo—. ¿Qué? ¿Lo conoces? —Preguntó casi en un susurro.
—No. —Contestó el menor, negando con la cabeza y mostrando su típica sonrisa nerviosa; no podía soltar el picaporte de la puerta.
—¿Por qué él a ti sí? —seguían susurrando, Park lo miraba acusadoramente mientras que Kim mordía su labio inferior con el ceño fruncido.
—¡Bien! Lo conocí en un club, quiso propasarse conmigo pero me negué y salí del club, él me siguió y... puede que haya tratado de arrollarlo con el auto.
—¡¿Qué?! —Park no pudo evitar gritar lo último; de verdad le era imposible creer que todo eso estuviera pasando—. Abre la puerta en este instante y discúlpate.
—¡No! Jódete, JiMin. —Asintió fuertemente con su cabeza, y tomó una gran bocanada de aire antes de fingir una gran sonrisa y adentrarse en la oficina de nuevo. JiMin se fue a su propia oficina a rezar porque todo saliera bien.
—Mi nombre es Kim TaeHyung, soy el hijo del señor Kim NamJoon. Y yo estaré presentándole el nuevo proyecto el día de hoy; espero que sea una reunión productiva y poder llegar a acuerdos. —Habló mientras caminaba por la horrible oficina; trató de concentrarse mucho más en ser amable y profesional, que en el hecho de haber conocido a ese chico en otro lugar; o que odiaba estar en esa oficina del terror.
—Yo opino lo mismo, TaeHyung. Esa noche no me dejaste presentarme bien, soy Jeon JungKook. Menos mal que justo ahora no tienes un vaso de whisky en la mano; no me gustaría que me volvieras a mojar la cara con él. —Se burló el azabache, cruzó las piernas en su lugar y miró divertido al rubio que tomó asiento en la silla detrás del escritorio.
TaeHyung no iba a aguantar mucho tiempo con ese tipo en frente. Si bien era cierto que era muy atractivo, y mucho más porque ahora tenía el cabello más largo y se veía un poco más apetecible, no creía poder sobrevivir toda la presentación con él. Y él jamás quiso arrollarlo, pero bueno, Jeon estaba borracho esa noche y Tae no quería nada con él.
—Lo lamento mucho, señor Jeon. Debo admitir que ese comportamiento de mi parte no fue correcto —se disculpó entre dientes el mayor de los dos chicos—, no obstante, eso fue fuera del ámbito laboral y no tendría que ser un tema pertinente en estos momentos.
Jeon sonrió, en realidad le divertía esa situación. Y no estaba molesto por lo del auto, pero quería divertirse con ese chico. Cabe agregar que esa noche le gustó demasiado, y en ese momento, le gustaba aún más.
—Por supuesto que no, señor Kim. Es más, justo ahora me encantaría hablar de su nueva propuesta, si no es molestia. —Se enserió el azabache; su padre lo había amenazado con quitarle sus consolas de videojuegos si no hacía su trabajo. Y antes de molestar al rubio, prefería escuchar la propuesta y después divertirse.
TaeHyung respiró profundo; el trabajo era el trabajo, tenía que realizarlo aunque quien estuviera frente a él lo mirara con hambre en sus ojos.
—Excelente, señor Jeon. Pues como sabe, "KimTech Corporation" ha sido una de las empresas más importantes a nivel nacional. Ya nos estamos expandiendo a Japón, China y Estados Unidos. Con esto en mente, el equipo de desarrollo e investigación en áreas tecnológicas y especialización en el uso inteligente de los recursos, ha desarrollado un nuevo producto, que antes de ser un aparato, es un sistema operativo revolucionario.
El chico rubio comenzó con su exposición, se había aprendido de memoria todo el reporte del día anterior y hasta lo repasó en sus sueños. Ahora, lo único que tenía que hacer era convencer al azabache; la primera regla de la vida era: no mezclar el trabajo con la vida privada. Y ambos chicos tenían que atenerse a esa regla para no ser castigados.
Durante la presentación, ambos chicos se mantuvieron serios mientras mantenían una conversación demasiado profesional y civilizada. JungKook escuchaba con atención y hacía preguntas, a lo que Tae contestaba con amabilidad.
—La inversión de su parte es crucial para que el proyecto se desarrolle de la manera que esperamos. Y, por supuesto, las ganancias se estimaron como el triple del capital invertido. Es un gran negocio si me preguntas a mí, una pequeña firma, y miles de dólares a los bolsillos de la empresa Jeon.
JungKook sonrió. En realidad le había encantado la idea y el producto que estaban vendiendo, estaba listo para firmar el papel, puesto que TaeHyung lo había convencido de hacerlo, sin embargo, una idea llegó a su cabeza.
—¿De cuánto capital estamos hablando? ¿Y cuál va a ser el periodo de prueba del sistema desarrollado? —Preguntó acomodándose en su silla de nuevo.
—En realidad las cantidades no importan al principio de los tratos, y mucho menos cuando estamos hablando de inversiones que van a subir y a duplicar las cantidades. —Habló el rubio con una sonrisa en su rostro. En realidad creyó que el azabache estaba cayendo en sus redes—. Ahora, en cuanto al periodo de prueba y error, queremos que sea el menor posible, ya que tenemos un producto con muchas mejoras y sin rastros de error hasta ahora.
—Entonces, con esto me estás diciendo que los fondos necesarios son bastantes como para hablarlos en una reunión en la que se va a firmar un contrato millonario, ¿me equivoco? Además de que, estas asegurándome el éxito de un producto que aún no ha visto la luz.
Kim sintió sus piernas temblar, el chico frente a él estaba comenzando a ponerlo nervioso. Iba a ser muy difícil convencerlo de firmar el contrato sin saber la cantidad que debía de proporcionar de su parte. En realidad difícil.
Después recordó que su padre le había dicho que usara sus poderes de manipulación. Pero, ¡vamos! Ponerle ojitos de cachorro a JungKook, a parte de que iba a ser humillante, no tenía altas probabilidades de funcionar.
Jeon esperaba una respuesta y Tae no estaba listo para darle una. Pensó en las posibles respuestas a lo que había dicho JungKook, pero vaya, no podían hablar de cantidades. NamJoon le enseñó que al momento de hacer tratos millonarios, la confianza era más importante que el dinero.
¿Cómo mierda podía hacer que JungKook confiara en él? ¡Hasta lo arrolló con su auto! Pero... ¡Un momento! Lo que Jeon quería desde el principio, era coger. Tal vez era mala idea, pero era una manera de manipularlo.
Kim asintió con la cabeza mientras se levantaba de su asiento y caminaba lentamente hasta donde estaba el azabache.
—Es cierto que las cantidades son importantes —mencionó en un tono más relajado—, pero en estos casos, la confianza lo es todo, ¿no crees? —Cambió su tono de voz a uno mucho más seductor mientras tomaba asiento en las piernas del otro.
El menor se sorprendió por aquella acción, pero le gustó pensar en mezclar el trabajo con lo personal. Además, no tenía idea de a qué iba eso, pero sabía que lo iba a disfrutar.
—Sí lo creo, Tae. —Habló mirando al rubio a los ojos. Ese chico tenía ojos canela hermosos, de verdad sintió que cayó por él en ese mismo instante. Y su corazón paró cuando las delgadas manos del moreno recorrieron su rostro con lentitud mientras miraba con deseo sus labios.
Ambos chicos se unieron en un beso que fue lento al principio, los labios apenas compartían un momento y no fue que se volvió necesitado, sino hasta que TaeHyung introdujo su lengua a la boca contraria y el intercambio de saliva comenzó.
Las manos del menor se posicionaron en la estrecha cintura del rubio que lo besaba con pasión mientras estaba sentado sobre sus piernas. Y es que la diferencia de tamaños era casi hilarante, pues Kim era demasiado delgado a comparación del de ojos negros.
Los jadeos por parte del mayor se hicieron presentes cuando Jeon pasó sus traviesas manos a su trasero y comenzó a apretarlo a su gusto. Las piernas de TaeHyung se abrieron para que el cuerpo de Jeon se posicionara en ese espacio y pudieran besarse con la pasión necesaria.
Era una manera de manipularlo, ¿o no? Además, Kim lo estaba disfrutando mucho. ¡Sí lo era!
Las torpes pero lindas manos de TaeHyung lucharon para deshacerse de la corbata contraria. Jeon tampoco perdió el tiempo, pues al sentirse endurecer por culpa de la experta lengua de Kim profanando su boca, le quitó el saco negro y le arrancó la camisa blanca.
Las manos de Kim pasaron por el cabello del menor, despeinándolo en el proceso y haciéndolo lucir mucho más sexy.
Entre jadeos, mordidas y saliva, ambos chicos se besaron. El rubio se volvió loco con el tacto de las manos lechosas sobre su cuerpo, conociéndolo y delineando las lindas clavículas y espalda que, de manera extremamente sensual para el menor, relucían.
Comenzó el contacto mucho más desesperado, Jeon jadeaba al sentir el trasero del chico manipulador frotándose con insistencia contra su dura polla.
—¿Esta es la confianza que querías, Kim? —Preguntó Jeon cuando tomó los mechones rubios del mayor y lo alejó de él. Los ojos del moreno no podían abrirse debido al placer que le provocaba sentir al azabache debajo de él. Simplemente asintió y lamió sus labios, recogiendo cualquier rastro del espléndido néctar que, para él era, la saliva del contrario.
—Necesitamos más, Kook —Le contestó entre jadeos. Pasó sus manos por los hombros del menor, quitándole en saco y dejándolo caer sobre la silla.
Jeon había estado deseando esta situación desde que vio al rubio esa noche en aquel club. Es que era precioso; sus ojos, su piel... incluso trabajando se veía delicioso. No pudo resistirse mucho más a la gran tentación que tenía enfrente.
Se levantó de la silla, cargando al mayor sobre él y lo recostó con delicadeza sobre el escritorio. TaeHyung soltó un jadeo bastante sensual; abrió las piernas y pasó sus manos desde sus caderas hasta su miembro —que aún seguía cubierto por el pantalón— mientras miraba a Kook con una sonrisa.
—¿Es una invitación, TaeHyung? —Le preguntó el blanco, con las manos recargadas es su linda cintura, mirándolo con una sonrisa de burla y rendición.
—Tu gran erección también lo es, JungKook. —Le contestó descaradamente. Comenzó a frotarse con ambas manos por encima de la tela, levantando de a poco la cadera debido al placer que sentía. Jadeaba y observaba el miembro de Jeon, con su lengua lubricando sus delgados y apetecibles labios.
—Joder~ —Reaccionó el menor, antes de quitar las manos del rubio de su propia erección. Se decidió a quitarle el pantalón de vestir junto con su bóxer color gris, dejándolos a ambos en sus tobillos—. ¿Qué mierda cambió de esa noche a hoy?
TaeHyung se sentía cohibido al tener la sensual mirada del menor sobre su pene y sus testículos. Y boqueó con sorpresa cuando sus huevos fueron estrujados por la mano del menor, que además, estaba fría.
—No estamos borrachos~ mgh~ —Se quejó el de piel canela, podía sentir su verga palpitar debido al deseo que tenía por sentir la cálida boca de Jeon, tragándoselo entero.
—Pero sí estamos locos, TaeTae. —La mano grande y blanca del mayor abrazó tortuosamente la polla contraria, logrando que el mayor arqueara su espalda y tomara su marcado brazo con fuerza—. Es horario de trabajo y tus colegas están afuera...
Las gemidos agudos de Kim se hicieron presentes cuando Jeon besó lentamente su glande, llenándolo de saliva y pasando delicadamente sus dientes por esa zona tan delicada.
Flexionó sus rodillas y llevó sus manos hacia arriba de su cabeza, entregándose por completo a ese azabache de rasgos masculinos y filosos que, de una manera despiadada, lo estaba arruinando.
JungKook metió todo el pene del heredero a su boca y comenzó a chuparlo con fuerza y rapidez; desquitándose completamente de esa noche en la que casi fue arrollado; comiéndoselo entero y arrancándole gemidos al mayor.
Las manos largas, con una manicura impecable, viajaron a los mechones azabaches del menor, acariciandolos y apretándolos cuando quería callar sus gemidos.
Sus testículos eran masajeados con delicadeza por la experta mano de —el que sería— su nuevo socio. La lengua de Jeon bajó descaradamente hacia el precioso y apretado anillo de músculos que tanto lo había estado llamando; que tanto había deseado, y que tanto deseaba arruinar.
Comenzó a chuparlo con suavidad mientras continuaba masturbando la verga de TaeHyung. Este último ya se sentía débil, no podía mantener sus ojos abiertos y la sangre estaba muy acumulada en su polla.
Jeon, después de unos dos minutos de estimular el ano de su presa, comenzó a meter lentamente la lengua dentro de él. Lo saboreaba mientras que su lindo culo se presionaba contra sus mejillas; de vez en cuando se quejaba por los espasmos que experimentaba su verga —presa de aquel pantalón negro—.
—Mhm~ Kookie~ —Era tan dulce, un sonido demasiado dulce para el azabache. Lo volvió loco escuchar esa voz —que normalmente era grave— rota, pareciendo tres tonos más arriba de la original, gimiendo su nombre.
En realidad se estaba volviendo loco y desesperado por follárselo.
Cuando Kim estuvo lo suficientemente dilatado para recibirlo, Jeon introdujo tres dedos en su interior, olvidándose de la compasión que le había tenido a ese chico que creía que podía tener lo que quisiera. Se levantó y atacó la boca del de ojos claros; mordidas, lenguas jugando... incluso se presentó un delicioso blowjob de lengua —de parte de TaeHyung hacia el bombón de JungKookie—.
Los dedos entraban con fuerza, estirando, abriendo, dilatando esa deliciosa entrada. Sólo para que Jeon pudiera enterrarse con fuerza en su interior; se volvía loco con los gemidos que soltaba TaeHyung en medio de su beso.
—Jeon~ —trató de tomar más aire, sentía el sofocante ambiente que lo consumía poco a poco, cada vez más, terminando con la poca cordura que le quedaba—. Jeon~ ¡Dámelo! ¡Métemela, por favor! —Le rogó, mirándolo a los ojos y demostrándole lo necesitado que estaba su interior.
—¿Aquí? ¿En la oficina? ¿Para que todos te escuchen ser follado por mí? ¿Para que todos escuchen cómo gritas mi nombre con esa hermosa voz rota? —Preguntaba con burla, después de haberse separado del mayor para desabrochar los botones de su pantalón y bajarlo con fuerza.
Se deshizo de su ropa interior negra, la cual, estaba más que empapada por el líquido pre-seminal que llevaba expulsando con fuerza durante minutos.
—No me importa que todos me oigan, Jeon. ¡Jódeme fuerte! —Le exigió, sintiendo su interior demasiado vacío a falta de los dedos del menor. Llevó su mano a la desesperada polla de JungKook para masturbarlo con fuerza, arrancándole jadeos muy masculinos y provocándolo mucho más.
—Dame una pluma. —Pidió el menor, enfrentado el techo con sus ojos cerrados, mostrando su exquisito cuello al moreno y llevando a cabo movimientos suaves con su cadera para follar la mano de Tae.
Confundido, el mayor tomó la pluma que descansaba a su lado y se la dio al blanco. Quien, con la mirada envuelta en lujuria, tomó el contrato que estaba junto al chico precioso de sabor exquisito y, sin pensarlo dos veces, lo firmó.
Aventó la pluma hacia algún lugar de la oficina mientras que Kim terminaba de deshacerse de toda la ropa que aún vestía sus tobillos.
Y finalmente, el momento más anhelado para ambos, llegó. El glande de Jeon comenzó a frotarse con insistencia contra el precioso ano de Tae; todo esto para que, después de unos segundos, se adentrara en su interior de un sólo movimiento.
La garganta del mayor se lastimó cuando soltó un grito desgarrador; se sentía tan caliente, tan lleno por la verga palpitante de JungKook. Los jadeos de Jeon finalmente inundaron la habitación junto con los gemidos lastimeros de TaeHyung.
—Sí, Kook. Así, por favor —lograba decir Tae mientras su culo era torturado por el pene de ese hombre precioso, tallado a mano por los mismos dioses que, además, se esmeraron en tallarle una gorda y larga verga. ¡Gracias dioses!
Las estocadas eran demasiado profundas para lo que TaeHyung podía aguantar, y sin duda, fue su perdición cuando Jeon encontró su próstata y se aferró a la idea de torturarla, empujarla y arruinarla con fuerza.
Su verga resbalaba tan fácilmente dentro de TaeHyung, gracias a la cantidad de saliva que Jeon había abandonado ahí.
Ambos chicos gritaban de excitación mientras llevaban a cabo ese acto tan irrespetuoso en la oficina del padre del mayor. ¡En el trabajo!
Se habían cegado por completo por la lujuria, que invadía sus cuerpos, sin preocupación alguna. La oficina se llenó de gemidos, de gruñidos y jadeos fuertes; el chapoteo de sus pieles chocando una y otra vez también se hizo presente, así como el sonido acuoso de las penetraciones.
Mientras JungKook empotraba a Tae contra el escritorio, sintieron la adrenalina de ser escuchados por las personas que se encontraban haciendo su trabajo, y no les pudo importar menos.
Es que el interior de Kim se sentía tan bien; era deliciosa la manera en la que lo apretaba mientras se besaban e intercambiaban grandes cantidades de saliva. Siendo TaeHyung quien no podía tragarla debido a los jadeos y gemidos, así como de la posición en la que se encontraba. Así que, con esto en mente, se explica a la perfección el por qué este ultimo tenía la barbilla y las comisuras de sus labios empapados en saliva; misma que Jeon limpiaba con su lengua constantemente.
Lo estaba arruinando por completo, haciéndolo entrar a un lugar de placer exquisito que lo consumía sin piedad. Que lo llevaba a ignorar la cantidad de pecados que estaban cometiendo en ese lugar laboral.
Por supuesto que Kim no planeó que todo eso fuera tan placentero y adictivo, él sólo estaba buscando unos besos, pero Jeon no. Y ahora se encontraban en esta situación, ambos gimiendo el nombre del otro y deseando el ardiente tacto de la piel contraria sobre la propia.
Ambos estaban despeinados, con una que otra gota de sudor en su cuerpo y con unas ganas tremendas de jamás volver a estar con otra persona.
El agudo sonido del escritorio rechinando contra el suelo era muy incómodo para todos los trabajadores, quienes, avergonzados, pasaban de largo la oficina.
Y fue sólo cuestión de segundos para que ambos se corrieran con fuerza, alcanzando sus orgasmos y soltando gemidos altos de excitación y adictivo placer.
Kim terminó hecho un completo desastre sobre el escritorio de su amadísimo padre, con el cabello revuelto y saliva en las comisuras de sus labios. Con el trasero lleno de semen ajeno y un cuerpo musculoso sobre él.
Habían follado en un lugar que, se supone, era para relaciones laborales. Tal vez, ahora que habían terminado y que TaeHyung acariciaba los mechones del hombre hermoso que tenía encima, se sentía avergonzado.
Pero, ¡Hey! ¡Jeon JungKook había firmado el contrato!
—¿Algún otro contrato que quieras que firme? —Se miraron a los ojos con diversión. ¿Cómo era posible que JungKook se viera incluso más sensual con el cabello empapado en sudor? ¿Por qué se seguía sintiendo tan bien que dejara besos en su cuello?
—Ven a mi departamento.
Un fuerte golpe resonó en toda la oficina profanada por el acto tan asqueroso que se había llevado a cabo ahí mismo unas horas antes.
—¿Sexo en mi oficina, Kim TaeHyung? ¿Qué demonios te has creído? —Gritó el señor NamJoon cuando TaeHyung entró a la oficina a entregar unos papeles.
—Papá, ¿de qué hablas? ¡Nadie tuvo sexo aquí! —Aseguró el rubio, actuando completamente ofendido por la acusación de su padre.
—No mientas, Kim. HoSeok me enseñó los videos de seguridad que se graban todo el tiempo dentro de todo el edificio —el ceño del heredero se frunció y miró hacia el techo, en efecto, habían cámaras que él nunca había visto—. ¿Cómo pudiste?
—¿Se grabó? —preguntó sintiéndose apachurrado y culpable.
—Cada segundo. ¿Cómo se te ocurre dejar que un desconocido te profane de esa manera? Y créeme que el video es horrible. Y por si eso no fuera poco, ¡recibí quejas de todos los empleados por tu culpa! —TaeHyung ahora sí se sentía como un perrito con la cola entre las patas; pero tal vez, ya no le pesaba tanto estar en esa oficina.
—Lo lamento, papá. Pero era por una buena causa. —Mencionó al momento de levantar los papeles que tenía en la mano.
—¿Cuál? No creo que después de eso hayas conseguido la firma. —Se cruzó de brazos con el rostro rojo del coraje. No podría perdonar nunca aquella falta de respeto tan grave por parte de su propio hijo.
—Pues, ¿qué crees? Después de todo, tu hijo y sus poderes de manipulación, no importa su naturaleza, consiguieron que el inversionista Jeon firmara el contrato de financiamiento e inversión. —Habló con una sonrisa, a lo que su padre caminó hasta él y le arrebató los papeles.
No podía creer que haber tenido que aguantar esas escenas tan horribles en su cabeza (de su unigénito seduciendo a un tipo desconocido, o siendo embestido mientras estaba recostado sobre el escritorio), hubieran valido la pena de esta manera. Y por supuesto que se alegró, pero era muy grave lo que había hecho el menor.
—Bien. Puedes quedarte los autos. —Pronunció con rendición mientras volvía a su lugar detrás del escritorio.
—¿Y los videos de seguridad?
—¡No! ¡Absolutamente no! —le gritó el mayor y TaeHyung se encogió de hombros.
—Tenía que intentar.
Y se fue de la oficina, con la satisfacción de que podría conservar su trabajo, su herencia; junto con los autos que lo volvían loco. Sin mencionar que ahora tenía un hombre exquisito y millonario dentro de su apartamento, esperando por él.
Por el lado bueno, había conseguido una firma en un contrato millonario usando en efecto TaeHyung. Y, a pesar de que la oficina seguía siendo el lugar favorito de NamJoon para regañarlo, ya no le tenía tanto miedo.
Juntar el trabajo con lo personal no le resultó tan mal después de todo. Sobre todo porque era un manipulador por excelencia.
Fin.
Palabras totales: 7197
©𝚄𝙽𝙶𝙺𝙿𝙾𝙿𝙻𝙾𝚅𝙴
♪♫•*¨*•.¸¸
Sι тe ɢυѕтó, ɴo olvιdeѕ voтαr, coмeɴтαr y coмpαrтιr. Dαтe υɴα vυelтα por мι perғιl.
Brιɴdeмoѕ porqυe el KooĸV ѕeα reαl.
Noѕ leeмoѕ.
¸¸.•*¨*•♫♪
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro