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LXI: UN DIA MAS

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𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟲𝟭:
𝗨𝗡 𝗗𝗜𝗔 𝗠𝗔𝗦
...

Mi cabeza me dolía demasiado. No se si se debía a que ahora, por alguna razón, mi cabello ahora era de otro color. Pero el dolor era insoportable.

Lo que Bellatrix me había hecho era que cortó de mi cuero cabelludo. La orilla que delimita mi frente con mi cabello, supongo que con algún hechizo que desconozco, ella logró eso. Pero la idea me aterraba... me miraba en el espejo y lo único que sentía era asco ante mi imagen. Para nada quería lucir así. Estaba harta. Yo ya no podía seguir aquí.

Lo único bueno de esto, es que tenía el diario de nuevo en mis manos. Así que, mas de diez veces le he escrito a Harry, con la esperanza que vea mi mensaje. Sobre donde estoy, sobre lo sucedido. Para que así, si le pasó algo a Fred, estuvieran al tanto.

No tanto para que vengan a salvarme.

Porque como dijo ella, realmente estoy harta de no hacer nada para salvarme y ser siempre la damisela en peligro. Es horrible y para nada lo soy por voluntad propia. Yo no contaba con que un señor de cuarenta años, el cual tiene esposa e hijos, este de lo mas traumado conmigo.

Pasó todo un día, y todo ese día estuve en la habitación. Nadie vino ni nadie hizo algo. Eso me calmó un poco, pues, aun no tengo que hablar con ese demente. Y gracias a mi bolso, es que tengo alimento. Guardé mucho ahí. Unos panes y botellas de agua.

Pero de alguna manera, yo ya estaba harta de estar aquí. Si de por si, en casa de Queenie me sentía de lo mas desesperada por no poder hacer nada... aquí es mucho peor. Aparte de que hace frío. Nos encontrábamos en diciembre si no me equivoco.

Necesitaba hablar con Draco. Así que salí de mi habitación, esperando que esa vieja loca no me viera, aunque con este cabello lo veo imposible. La habitación de Draco era enfrente de la mía, un poco mas a la izquierda. Sería rápido ese traslado.

O eso creí.

Justo en el momento en el que salgo, una mujer se acerca a mi y me da una tremenda cachetada. Sin razón alguna. Ella toma de mi mano y me lleva a una sala. A la cual no había entrado antes. Me sienta en el sofá y se empieza a quitar de su saco.

- ¿tienes frío? - negué con la cabeza. No iba a tomar nada de aquella persona. - bien, como quiera, no te la iba a dar.

Se quita por igual su gorro y todas las demás prendas de frío y veo quien es. Esa persona era Suzanne. La ex novia de Fred. No pude evitar soltar un suspiro hacia dentro de lo sorprendida que estaba de verla.

De verla aquí.

- ¿qué rayos haces aquí? - le dije mientras me alejaba de ella.

- cabello rubio. - dice mientras me mira y lo toca. - ¿intentando parecerte a mi? - me lo suelta y me empuja pero me mantengo firme. Para nada le tengo miedo a este demente.

- dado a que Fred tiene mas una fascinación por las pelicastañas... creo que no. - cuando dije eso, su sonrisa se borró del rostro y de nuevo se acerca para volver a golpearme pero le detengo la mano y ella saca su varita. Ahí yo no podía hacer nada... sigo sin tener mi varita.

- estas con el ¿cierto? siguen juntos. - asentí. Ella sonríe hipócritamente y me suelta. - y se casaran. - se queda viendo a mi anillo.

- es falso. - dije tratando de evitar el tema. - el anillo.

- no soy idiota, Charlotte. Quizá no estuve mucho tiempo con el pero se perfectamente que es algo que el haría. Dar un anillo de dulce. - sonríe al pensar en ello y después su sonrisa se borra al voltear a verme. - no sabes lo emocionada que estoy de que el llegue a buscarte y me vea aquí contigo.

- Fred no vendrá. - eso espero. No necesito que nadie se arriesgue por mi. - y en todo caso ¿para que lo quieres aquí? nada cambiara.

- pero que tal si... - camina por la habitación dando vueltas. - ¡yo mato a su novia frente a sus ojos! - por las barbas de Merlín, ella esta igual de loca que todos aquí. - creo que es suficiente venganza ¿no?

- creí que tu enojo era hacia mi y no hacia el.

- pues si, en su mayoría si es hacia ti. - me mira con desprecio. - pero el fue el que tomó la decisión al final.

- seamos honestas ¿tu de verdad lo querías?

- ¡por supuesto que lo quería! - me grita interrumpiendo me. - y me lo has quitado. Lo único bueno en mi vida.

- lamento mucho eso. - lo decía en serio. - quizá las cosas no salieron de la mejor manera pero... - y entonces ahí fue cuando lo pensé. - un minuto. ¿por qué estás tu aquí?

- ¿que no es obvio? - ella se sienta en una silla y me muestra su brazo. La marca tenebrosa. - estas en la manción Malfoy.

- todos los mortífagos están en esta casa.

- no todos, algunos. - sonríe. - los necesarios para hacerte la vida imposible.

- ¿mi hermana esta aquí? - ella no me contesta. - ¿Vivian esta aquí?

- bueno ¿y a ti que te hace pensar que yo te voy a contestar eso? - no puedo creerlo, en algún lugar de esta terrible casa se encontraba mi hermana. Eso me dió un poco de esperanzas. - basta.

- ¿qué?

- estas pensando en ella. - negué con la cabeza. - claro que lo haces. No lo hagas.

- Suzanne. - a la habitación, entra Lucius Malfoy y eso puso mis pelos de puntas. - largo. Voy a hablar con ella.

- si, señor. - ella me mira con desprecio y después, sale de la habitación.

- lamento mucho que Bellatrix te hiciera eso. - dice mientras se acerca a mi para poder tomar de mi cabello pero yo asustada me hice aun mas para atrás en el sofá. El se da cuenta de eso y se detiene. - pero tengo que admitir que el color te queda.

- parezco una demente. - le dije con todo el odio que pude haber sacado. - mi cabello debería ser oscuro. Negro. Como el de mi padre. Henry Griffin. - cuando dije esto el se acerca con su varita en alto y sin miedo alguna me levanté del sofá y me coloque justo en frente. Se que no me mataría. No cuando me deseaba mucho aquí.- adelante, hazlo.

- ¿dónde esta tu madre? - me dice mientras se aleja, y por igual, camina por la habitación. - no la he visto en un muy largo tiempo.

- no lo sé. - me mira como si no me creyera. - lo digo en serio, no lo sé. Ellos... se están cambiando de lugar constantemente. - mentí. - por supuesto para que maniacos como tu no los encuentres.

- esa no es manera de hablarle a tu padre. - el se veía de lo mas descuidado. Con barba saliéndole apenas, ojeras enormes, despeinado... todo un desastre.

- estás perdiendo la cabeza. - le dije riendo. - tu no eres mi padre.

- y es que tu madre nunca te lo contó. - se sienta en el sofá en el que yo estaba sentada antes. - pero ella y yo estuvimos enamorados.

- me lo contó. Si. Ustedes salieron por un tiempo, en el tiempo que usted le hizo creer que era tan solo un muggle, y después ella conoció a mi padre.

- si el estupido de Henry, no le hubiera valido por completo mi amor por ella. Todo sería diferente. - suspira. - tu padre y yo éramos amigos. Muy buenos amigos. Le conté sobre la fabulosa mujer que había conocido y lo mucho que me gustaba. Para ese momento, tu madre y yo ya salíamos. Lo que pasó después es que un día Henry decidió conocerla y le gustó tanto, que no le importó nada de lo que le dije, y aun así la invitaba a salir. - jamás me imaginé a mi padre como un mal amigo. Un rompe relaciones.

- lamento el que las cosas hayan salido así. - no sabía que mas decirle. - pero ahora estas con otra persona. - la madre de Draco.

- Narcissa es una persona increíble. - sonríe. - pero el sentimiento que me causó tu madre es muy diferente.

- ¿por qué rayos tu quisieras salir con una muggle? todos en esta casan los detestan. ¿qué no están matando en estos momentos a personas indefensas? - le dije muy molesta.

- por eso mismo el señor tenebroso no sabe nada de esto. El no sabe que estás aquí. - sonríe victorioso. - por ello Bellatrix me hizo el favor de irte a buscar.

- ¿y que pensabas exactamente que pasaría después? ¿que iríamos por un helado como padre e hija?

- entonces admites el hecho de que lo eres.

- ¿que te hace pensar que eres mi padre? - si hay algo que debe saber, que lo diga ahora. - acaso ¿mi madre y tu se vieron después de ella casarse?

- si. - que tanto anhelaba que eso fuera mentira. - fue ella quien me buscó de hecho. - negué con la cabeza. - tan solo teníamos veintidós años. Si lo piensas, éramos muy jóvenes. Y ella estaba muy triste porque había perdido completo contacto conmigo así que me pidió que fuésemos amigos.

- bien.

- pero eso no fue lo único que paso esa noche. - negué de nuevo con la cabeza. Eso no puede ser cierto. De verdad que no. - semanas después, resultó que estaba esperando un hijo.

- no soy tu hija Malfoy, tan solo ve me. No tengo ni un solo rasgo tuyo. - el sonríe al ver mi cabello. - eso es falso. Tu lo sabes.

- quizás no seas mi hija. - el asiente. - creo que quizá puede que así sea. ¿pero puedo pensar en ello, no? ya tienes el cabello igual... quizá ahora cambiar tus ojos azules por unos verdes.

- ¿acaso eso es posible? - dije riendo. - no hay magia tan estética.

- o bueno... - se queda pensando. - te niegas a ser mi hija.

- por supuesto que si.

- eres muy parecida a tu madre. - me mira con una sonrisa. - aun eres joven pero...

- ¿está demente? - me salí de la habitación lo mas rápido que pude y entré a la de Draco. Escucho como el me persigue pero cierro la puerta con seguro.

- abre la puerta, Charlotte.

- ¡usted esta enfermo! - le grité y unas manos me ayudan a cerrar la puerta por igual. Empujando conmigo. Escuchamos como este se retira. Y descanso de la fuerza que ejercía al intentar que el no entrara. - gracias Draco.

- gracias Vivian. - ella me corrige. Volteo a verla y no puedo creer lo que veo. Era ella, y a un lado suyo Maddie. Detrás, Draco.

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