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Señorita Bae -dijo la recepcionista-, el señor Jeon ya puede recibirla.
Me levanté, preguntándome por vigésima quinta vez qué estaba haciendo allí, y abrí la puerta para entrar en su despacho. Había atravesado toda la ciudad para hacerlo. Al otro lado de aquella puerta estaba mi más oscura fantasía: sólo tenía que cruzarla para empezar a hacerla realidad.
Cuando se abrió y entré, me sentí orgullosa de que no me temblaran las manos.
Paso uno: conseguido.
Jeon Jungkook estaba sentado tras un enorme escritorio de caoba y tecleaba en un ordenador. No levantó la vista ni redujo el ritmo de sus pulsaciones. Ni siquiera pareció advertir mi presencia. Yo bajé la mirada por si acaso.
Me quedé muy quieta y esperé, con la vista fija en el suelo, los brazos colgando a los costados y los pies separados la distancia exacta de la anchura de mis hombros.
Ya hacía un rato que se había puesto el sol, pero la lámpara del escritorio proyectaba una luz tenue que iluminaba la estancia.
¿Pasaron diez minutos? ¿Veinte?
Él seguía tecleando.
Empecé a contar mis inspiraciones y al poco mi corazón aminoró la acelerada velocidad a la que había empezado a latir y a antes de que entrara en el despacho.
Pasaron otros diez minutos.
O quizá fueron treinta.
Entonces dejó de teclear.
- Bae Mi-suk -dijo.
Me sobresalté un poco, pero mantuve la cabeza gacha.
Paso dos: conseguido.
Oí cómo cogía un montón de papeles y los golpeaba sobre el escritorio para apilarlos ordenadamente. No tenía mucho sentido. Por lo que había oído decir sobre Jeon Jungkook, los documentos ya debían de estar perfectamente ordenados. Era otra prueba.
Empujó la silla hacia atrás y por un momento el único ruido que se oyó en la silenciosa habitación fue el sonido de las ruedas desplazándose por el suelo de madera. Luego echó a andar con calculados y pacientes pasos, hasta que lo noté detrás de mí.
Me apartó el pelo del cuello con una mano y me rozó la oreja con su cálido aliento:
-No tienes referencias.
No las tenía. Aquello era sólo una loca fantasía. ¿Debía decírselo? No. Tenía que permanecer en silencio. Se me disparó de nuevo el corazón.
-Quiero que sepas -prosiguió-, que no estoy interesado en entrenar a ninguna sumisa. Mis sumisas siempre han estado perfectamente entrenadas.
Era una locura. Estar allí era una locura. Pero eso era lo que yo quería: deseaba estar bajo el control de un hombre.
No. No de cualquier hombre. De aquel hombre en concreto.
-¿Estás segura de que esto es lo que quieres, Mi-suk? -Se enroscó mi melena en el puño y me dio un suave tirón-. Tienes que estar segura.
Yo tenía la boca seca y estaba bastante segura de que él podía oír los latidos de mi corazón, pero me quedé quieta donde estaba.
Se rio y volvió a su escritorio.
-Mírame, Mi-suk.
No era la primera vez que veía su cara. Todo el mundo conocía a Jeon Jungkook, era el propietario y director general de Industrias Jeon.
Pero las fotografías no le hacían justicia. Tenía la piel ligeramente pálida y su tono resaltaba el intenso color a chocolate de sus ojos. Su largo pelo negro recogido hacia atrás parecía pedir a gritos que alguien hundiera los dedos en él, tirase y acercase esos labios para besarlos.
Jungkook tamborileó con los dedos sobre el escritorio. Sus largos y fuertes dedos.
Cuando pensé en lo que podrían llegar a hacerme esos dedos, noté que se me aflojaban las rodillas.
Frente a mí, él esbozó una sonrisa fugaz y me obligué a recordar dónde estaba. Y por qué.
Entonces habló de nuevo:
-No me interesa saber por qué me has enviado tu solicitud. Si te elijo y aceptas mis condiciones, tu pasado no tendrá ninguna importancia. -Cogió los papeles de mi solicitud y los examinó por encima-. Ya sé todo lo que necesito saber.
Yo recordaba muy bien los datos que había incluido en la solicitud: las casillas que marqué en las listas, los análisis de sangre que pidió, incluso la especificación del método anticonceptivo que utilizaba. Por otra parte, él también me había hecho llegar su información para que pudiera revisarla antes del encuentro.
Ahora sabía su grupo sanguíneo, los resultados de sus análisis, sus límites infranqueables y las cosas que disfrutaba haciendo con sus compañeras de juegos.
Nos quedamos en silencio durante varios largos minutos.
-No estás entrenada -dijo-. Pero eres muy buena.
Se levantó para acercarse al enorme ventanal que había tras su escritorio y se hizo el silencio una vez más. Como fuera estaba completamente oscuro, pude ver su reflejo en el cristal. Nuestras miradas se cruzaron y yo bajé la mía.
-Me gustas bastante, Bae Mi-suk. Pero no recuerdo haberte dicho que apartaras la vista.
Yo volví a mirarlo con la esperanza de no haber cometido un error irreparable.
-Sí, creo que nos iría bien un fin de semana de prueba. -Le dio la espalda a la ventana y se aflojó la corbata-. Si aceptas, vendrás a mi casa este viernes, exactamente a las seis. Yo me encargaré de que un coche te recoja. Cenaremos juntos y empezaremos a partir de ahí.
Dejó la corbata en un sofá que tenía a su derecha y se desabrochó el botón de arriba del cuello de la camisa.
-Debo advertirte que tengo ciertas expectativas respecto a mis sumisas. Tendrás que dormir por lo menos ocho horas las noches del domingo al jueves. Seguirás una dieta equilibrada; ya te enviaré los menús por correo electrónico. También tendrás que correr un kilómetro y medio tres veces por semana. Y trabajarás la fuerza y la resistencia en mi gimnasio dos veces por semana; recibirás tu carné de socia mañana mismo. ¿Tienes alguna duda?
Otra prueba. No dije nada.
Él sonrió.
-Puedes contestar.
Por fin. Me humedecí los labios.
-No soy especialmente atlética, señor Jeon. No me gusta mucho correr.
-Debes aprender a no dejar que te dominen tus debilidades, Mi-suk. -Se acercó al escritorio y anotó algo en un papel-. También asistirás a clases de yoga tres veces por semana. Las puedes hacer en el gimnasio. ¿Alguna cosa más?
Negué con la cabeza.
-Muy bien. Nos veremos el viernes por la noche. -Me entregó algunos papeles-. Aquí encontrarás todo lo que necesitas saber.
Cogí los documentos y esperé.
Él volvió a sonreír.
-Puedes retirarte.
𝗠𝗶 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮... 𝗯𝘂𝗲𝗻𝗼 𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻. 𝗘𝘀𝘁𝗼𝘆 𝗲𝗺𝗽𝗲𝘇𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗮 𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗿 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗿𝗺𝗲 𝗮 𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝗯𝗶𝗿 𝗺𝗶𝘀 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗶𝗮𝘀 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮, 𝘁𝗮𝗹 𝘃𝗲𝘇 𝘀𝗲 𝗺𝗲 𝗱𝗶𝗳𝗶𝗰𝘂𝗹𝘁𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗰𝘂𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿 𝗰𝗼𝘀𝗮 𝗺𝗲 𝗮𝘃𝗶𝘀𝗮.
𝗠𝗶 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗮𝗯𝗮 𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗿 𝗲𝗿𝗮 "𝗨𝗻𝗮 𝗻𝗼𝗰𝗵𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗮𝗱𝗮" 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗰𝗿𝗲𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗵𝗮𝗯𝗶𝗮 𝘆 𝗼𝗽𝘁𝗲 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝘀𝘁𝗲, 𝘁𝗮𝗹 𝘃𝗲𝘇 𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗲 𝗼𝘁𝗿𝗼, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗶 𝘀𝗲 𝗰𝘂𝗮𝗹.
𝗘𝘀𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗲𝘀 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗲 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗼 𝘆 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗮𝗿𝗹𝗲𝘀 𝗲𝘅𝗶𝘁𝗼𝘀 𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗲𝗻 𝗹𝗲𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗼.
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