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5. Se presenta

Hola otra vez.


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Capítulo siete
"Se presenta"

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Estaba nerviosa; ¿Para qué negarlo? Aún después de tantos años, aún seguía sintiendo mariposas en el estómago cuando de él se trataba. No podía evitarlo, tenía un "No sé qué" que le encantaba y aterraba al mismo tiempo.

Ese aire misterioso, de "yo todo lo puedo, soy genial admírame" lograba derretir a cualquier mujer que se cruzara en su camino y desde luego ella no era la excepción.

Miró el reloj en su muñeca y suspiró. Aún faltaba media hora para la media noche y ya podía sentir como las palmas de sus manos sudaban en grandes cantidades.

Estaba nerviosa...

—Tranquila Rose, a este ritmo tendrás que entrar en una secadora—La voz de la chica murciélago le hizo salir de sus pensamientos.

No dijo nada más, realmente estaba nerviosa; tenía demasiado en que pensar. Bueno, quizá no era demasiado pero si había algo que perturbaba su mente de una manera colosal. ¿Qué era lo que Shadow quería? Hacía bastante tiempo que no sabía nada él y ahora, de la nada se aparecía y demandaba verla.

¿Sería a caso portador de alguna mala noticia? ¿O es que a caso, quería regresar con ella? La segunda opción, desde luego no le molestaba en lo más mínimo, pues muy en el fondo, aún albergaba ciertos sentimientos por el chico de ojos color carmín.

Había quedado muy lastimada tras su partida, pues, había sido su primer novio y de alguna forma loca y extraña, se atrevía a decir que lo amaba. Así que, regresar con él, no le resultaría nada difícil si es que él se lo pedía.

Un sonoro suspiro se escapo de sus labios; ahora tendría que pensar en cómo actuar. ¿Qué debía hacer? ¿Ser indiferente, para llamar su atención? Desde luego que no, eso podría alejarlo, a Shadow no le gustaba que le ignoraran.

¿Debía prestarle mucha atención y ser melosa? Tampoco era una opción; a Shadow no le gustaban las empalagosas.

Después de tanto tiempo, aún no sabía a ciencia cierta cómo debía actuar para agradarle. Quizá tomaría el consejo de Rouge y sería "sexy y atrevida" pero ciertamente no sabía cómo serlo.

Sólo escenas de mujeres vulgares le venían a la mente. ¿Cómo ser sexy sin ser vulgar? Podía preguntarle a Rouge, pero para ser franca, Rouge no le parecía el modelo perfecto de sensualidad, por obvias razones que no era prudente mencionar.

Tampoco era buena idea preguntarle a Blaze; después de todo la chica estaría demasiado ocupada estudiando como para si quiera pensar en escucharla, o probablemente le sermonearía sobre las consecuencias que le traería estar tan tarde fuera del dormitorio.

Se detuvo un momento a analizar los pros y los contras de su situación. Actuar como ella misma no era una buena opción.

Probablemente terminaría fastidiando a Shadow y este se iría y la dejaría así sin más... ¿Qué hacer? era un suplicio tener una personalidad tan contrastante.

Aún no recordaba cómo es que pudieron estar juntos; Shadow era frío, metódico y calculador, la persona más seria que jamás había conocido. Ella en cambio, era cálida y dulce, además de bastante distraída y espontánea; la seriedad no era algo que estuviera muy marcado en su personalidad.

Quizá y era verdad la teoría de que los opuestos se atraían; pero, en este caso, ellos eran demasiado opuestos. A tal punto de que a veces el silencio reinaba por mucho tiempo entre ellos dos. Sin embargo, el poseía una mirada que le tenía de rodillas.

Quizá su sonrisa arrogante y altanera, o sus ojos penetrantes y llenos de misterio, que le invitaban a seguirle, o quizá esa actitud indiferente, le hacía querer penetrar más y más en su coraza impenetrable. Fuese cual fuese, Shadow siempre le resultó un misterio.

Se atrevía a decir que nunca dejaba de sorprenderla. Siempre había algo nuevo dentro de él que le dejaba cada vez más sorprendida. Desde su inteligencia hasta sus habilidades en las actividades físicas.

Ciertamente era un estuche de monerías y se sentía afortunada por estar con él. Le encantaba las miradas de envidia que solían lanzarle todas las chicas del internado, pues todas lo deseaban. Se regocijaba muy para sus adentros de tener al chico más codiciado y por tal, el más guapo que pudiese haber.

Aunque claro, no todo es miel sobre hojuelas; es mundialmente conocido que todos los seres vivos poseen defectos y el ejemplar perfecto, poseía uno, como todos los demás. Era el chico más posesivo que jamás podría haber.

De cierto modo eso no le molestaba; le gustaba que le prestara atención, pero claro, había ocasiones ―como el incidente con el imbécil de Sonic― en las que solía exagerar.

No podía hablar con ningún chico, pues según él era suya nada más. Nadie podía tocarla, nadie podía mirarla de mala manera sin que él lo supiera, era su suya y no la compartía con nadie según lo escucho decir una vez.

Suspiro de manera imperceptible y sintió un ligero escalofrío recorrerla. Algunas veces le asustaba; Blaze siempre solía decirle lo peligroso que eso podía tornarse pero no pudo tomárselo en serio.

Algunas veces se sentía acosada; pero siempre creyó que era algo bastante normal para una relación y más aún viniendo de alguien tan especial como el...

·.·

Estúpido.

Mil y una veces estúpido.

Sintió deseos de golpearse así mismo tantas veces como fuese posible para explotar su estúpido cráneo. Miró sin ganas la pared que tenía frente a él y la golpeó con todas sus fuerzas.

¿Cómo pudo? ¿Cómo pudo ser tan estúpido? El enojo le consumía; no, no era el enojo, era la vergüenza. La pena de que sus hormonas le hayan traicionado tan vilmente. ¿Cómo es que su fantasía se había salido de si?

No lo comprendía, no entendía cómo es que había sucedido, simplemente su mano llegó hasta el hermoso y firme trasero de la chica que tanto le gustaba.

Mierda, ahora todo estaba jodido. Ya no podría hablarle, ya no podría estar cerca de ella. ¿Por qué tenía que ser tan estúpido? ¿Por qué no pudo ser un tipo normal y conquistarla por las buenas? ¿Por qué tuvo que seguir la estúpida filosofía de su estúpido primo?

Ahora todo era estúpido... estaba molesto, harto, hastiado.

Odiaba su suerte.

Se odiaba a su mismo, odiaba todo lo que estaba a su paso; nunca creyó sentir tantas sensaciones horribles en un instante.

Era dolorosa la realidad; ahora tendría que vivir con el hecho de que había arruinado la oportunidad de conseguir a la chica de sus sueños; jamás podría perdonárselo.

No había manera de lograr que ella lo perdonara, ella le odiaría por el resto de sus días y eso le mataría lentamente, de eso no había duda.

Oficialmente; Silver The Hedgehog era un imbécil...

·.·

Miró el reloj en su muñeca y suspiró; faltaban diez minutos para la media noche y debía encontrar un buen sitio para esconderse.

Aún no podía creer que había caído tan bajo como para tener que espiar lo que Amy y Shadow hablarían pero ciertamente la duda le carcomería el alma por el resto de su vida si no sabía qué era lo que estaba a punto de pasar.

Sintió una pizca de vergüenza dentro de sí mismo y nuevamente pensó un momento las cosas. ¿Era esto una buena idea? ¿Qué sucedía si Shadow o Amy notaban que les espiaba? Podía correr como alma que se la lleva el diablo, pero no pararían hasta alcanzarlo y le golpearían hasta sacar todos sus órganos de sus respectivos lugares de origen.

Masajeó sus sienes por unos momentos y miró hacia el cielo. La luz de la luna le pareció bonita en ese momento; ella sería su cómplice en esta ocasión. Sonrío para sí mismo unos momentos y decidió ocultarse detrás de unos arbustos.

Esperó por unos momentos; los recuerdos de cómo era la vida cuando Shadow estaba le llegaron a la mente.

Ciertamente; y aunque no le gustase admitirlo abiertamente, Shadow era un completo cabrón principalmente con Amy. Era de conocimiento público que el de púas negras era bastante posesivo.

De cierto modo, aquello siempre le preocupo y temía por ella.

Un sujeto así podría hacerle cualquier cosa y le preocupaba. ¿Qué tal si el muy maldito le hacía algo muy grave, como golpearla o inclusive abusar de ella?

Sintió unos pasos acercarse; guardo silencio al instante mientras un escalofrío le recorrió. Después de tantos años, su Némesis no había cambiado en lo absoluto, seguía siendo el mismo de siempre.

Una sonrisa irónica se formo en su rostro; aún recordaba cuando le había roto el orgullo.

·.·

Joder que se le hacía tarde; corrió con fuerza por los pasillos solitarios de aquel internado que ya hacía vacío a esas horas; miró nuevamente su reloj y sintió la vergüenza acoplarse en sus mejillas, llevaba ya diez minutos de retraso, Shadow seguramente ya debía de estar sumamente molesto con ella.

Aceleró su paso y sintió como su corazón latía con fuerza al irse acercando a su punto de encuentro, de lejos vislumbraba su imponente figura, sintiendo como su corazón se aceleraba aún más y sus mejillas se tornaban carmín.

Se iba acercando más y más, lentamente sintió sus mejillas arder aún más, intentó parecer serena y justo al tenerlo frente a ella una sonrisa tímida se formo en sus labios.

—Hola, Shadow—Pronunció suavemente mientras se acercaba hasta el con lentitud.

Una sonrisa fingida se formo en el rostro del chico.

—Hola, Rossy...—hizo una breve pausa—¿Cómo estás esta noche? —Preguntó, tan elegante y caballeroso como acostumbraba.

Una risita torpe se le escapo y sonrió.

—Estoy bien, gracias. —Dudo un momento en continuar—¿De qué querías hablarme? —formuló la chica mientras disimulaba su rubor.

·.·

—¿De qué querías hablarme? —Había preguntado ella mientras se acercaba un poco hasta él.

Una sonrisa algo torcida y arrogante se formo en el rostro de su acompañante. Si debía admitirlo, eso siempre le había causado un poco de miedo.

—Mi estimada Rossy—Había pronunciado, permitiéndose unos breves momentos de silencio provocando ansiedad en la chica de ojos verdes. —Tengo una propuesta que hacerte—.

Unos breves momentos de silencio reinaron nuevamente. ¿Una propuesta? No sabía cómo tomar eso. ¿Quería regresar con ella?.

—¿Qué clase de propuesta? —Logró articular.

Nuevamente la sonrisa de arrogancia se formo en su rostro.

—De matrimonio, desde luego—Pronunció con tanta naturalidad que aquello bien pudo ser considerado como una broma de mal gusto.

Lo observó; ciertamente eso le había tomado por sorpresa. Un sonrojo bastante notable se apodero de sus mejillas y bastantes pensamientos típicos de una adolescente enamorada reinaron en su mente.

No supo que decir o cómo reaccionar; ni siquiera se molesto en prestar atención a los ruidos poco naturales que el arbusto a unos cuantos metros de ella emitía.

Aunque de igual manera sonrió; no supo si fue de emoción o nerviosismo.

Miró sus manos unos breves momentos, como tratando de darse cuenta de que estaba en esta realidad y finalmente decidió mirar a quien había sido su novio por unos breves momentos.

¡Oh! Bendita mala suerte; ¿Por qué no podía emitir palabras?

—Entonces, ¿Qué dices, querida Amy? —Había decidido decir; luego de mucho silencio. —¿Te casas conmigo? —Cuestionó nuevamente mientras se acercaba más de la cuenta a la chica.

Las manos no le respondían y el sudor frío que le recorrió le impidió reaccionar asertivamente. —de no ser así, se habría abofeteado así misma para poder entrar nuevamente en razón.

—Yo...—

·.·

No sabía exactamente qué era lo que debía hacer; esa sensación de asesinar a su rival le estaba ganando la batalla a su autocontrol.

¡Joder, joder, joder! ¿Qué debía hacer? Si no actuaba rápido Amy cometería el peor error de su vida y eso le destrozaría.

Quería golpear algo; salir corriendo y alejarla de él lo más rápido que sus pies se lo permitieran pues ella era suya.

Frunció el seño y trató de respirar con normalidad. ¿Qué hacer, qué hacer? Miró nuevamente la escena y sintió su sangre congelar al ver la proximidad de sus rostros.

Y todo su autocontrol se fue al diablo...

En menos de un minuto; ya se encontraba corriendo como alma que el maligno persigue con Amy en brazos.

No sabía a ciencia cierta qué era lo que estaba pasando pero tampoco podía detenerse.

—¡FAKER! —Escuchó tras de él. —¡Regresa aquí, maldito infeliz! —Había gritado con más fuerza mientras intentaba alcanzarlo.

Y de no ser porque estaba demasiado confundido como para prestarle atención se habría detenido en el acto.

—¡Sueltamente, imbécil! —Forcejeaba la chica de cabello rosa intentando inútilmente liberarse de él.

Aunque eso no serviría de nada; no pararía hasta Shadow dejase de seguirle.

Aún había cosas que debía hablar con Amy.

·.·

Estúpido, imbécil, idiota. ¡Bastardo! Jamás, en toda su vida creyó ser capaz de articular tantas frases impropias para una sola persona.

Silver The Hedgehog era un completo y total idiota. ¿Cómo se había atrevido?.

Frunció el seño; era un jodido pervertido. ¿Cómo es que le había transitado si quiera la idea de que, tan solo quizá, el era diferente? Se odiaba mentalmente por creer semejante estupidez.

Suspiró; miró el reloj en su mesita de noche y pensó en llamar a su compañera para desahogarse, pero decidió que lo mejor sería estar sola.

Aún no entendía porque no podía sacarlo de su mente; ¿Qué estaba pasando con ella? No podía concebir la idea de que...

¡No, no, no! Eso no era correcto, sólo estaba meramente confundida y contrariada.

Sí, eso era.

Suspiró; ¿Para qué perder más el tiempo pensando en cosas sin sentido? Lo mejor sería olvidarlo y seguir con su vida.

No podía amargarse pensando en un imbécil todo el tiempo.

Simplemente lo ignoraría y no le dirigiría ni siquiera la mirada; sí, definitivamente eso era todo lo que haría. Estaba segura que la indiferencia era lo mejor que podía brindar.

Entonces, ¿Por qué le resultaba tan difícil sacarlo de su mente? Aún no podía comprenderlo.

·.·

IDIOTA.

Sí, eso era. Y no pararía de reprochárselo así mismo.

Aún no lo comprendía, aún no le cabía en la cabeza que era lo que había pasado; simplemente sucedió así sin más.

Y por ello se odiaba en más de un sentido, ¿Cómo había dejado que eso ocurriera? Había soñado con ese momento no lo negaba, pero simplemente había sido eso.

O eso quería creer...

Miró la hora en el reloj de su celular; las 12:46 am, no tenía sueño.

Había deseado golpear algo; pero no era prudente, no a esta hora. Podría despertar al idiota cabeza dura de su primo y no tenía ganas de pelear con nadie.

El silencio reinó; y aquello le extraño. ¿Por qué había tanto silencio? No había prestado mucha atención cuando regreso cabizbajo al dormitorio, simplemente había entrado y se había tumbado en la cama en un intento por evitar dañar su propiedad.

Y se dio cuenta de algo importante: el idiota de Sonic no estaba...

Aunque poco le importaba en este momento, tenía suficientes problemas como para preocuparse por lo que sea que estuviese haciendo.

Después de todo, no podía irle tan mal como a él.

·.·

¿Cuánto tiempo llevaba aquella persecución? No lo sabía pero los pies les estaban matando; aunque la adrenalina aún no salía de su cuerpo. Amy ya había dejado de gritar desde hacía un rato pues hasta ella había comprendido que eso iba para largo.

Miró con disimulo hacía atrás y notó que su perseguidor ya no le seguía. ¿Era prudente parar? Pensó un momento y decidió esconderse en un lugar seguro, lo mejor sería hablar con Amy de frente y estando resguardado.

Desde hacía ya un buen rato habían salido de la propiedad de la escuela y desde hacía unas cuantas calles había distinguido un parque a esas horas desierto. Lo considero un momento y suspiro.

Se detuvo en una banca, depositando con cuidado el cuerpo de la chica y colocándose el también.

Luego de unos breves momentos de silencio el ardor en su mejilla lo hizo volver a su realidad; ella le miraba con molestia y resentimiento, estaba molesta, muy, muy molesta.

—¿SE PUEDE SABER POR QUÉ DEMONIOS TE ATREVISTE A RAPTARME? —Exigió saber furiosa mientras se cruzaba de brazos en un intento por no romperle la nariz.

Unos segundos de silencio reinaron; la respuesta salió sin que se atreviera a pensar en las consecuencias que pudiera traerle.

—Porque eres mía—Se limitó a decir el chico intentando recuperar el aire de la persecución.

Frunció ligeramente el seño y un leve sonrojo se apodero de sus mejillas. ¿¡Cómo se atrevía!?.

—¿Qué has dicho? —Cuestionó aun sin poder lo que acababa de decir.

Una leve sonrisa se formo en el rostro del chico; esto se pondría bastante divertido.

—Que eres mía—Le dijo nuevamente bastante claro y fuerte para que ella le escuchara.

Y ya iba a golpearlo, pero su mano fue mucho más rápida.

—Imbécil—Pronunció intentando disimular el color carmín en su cara.

Y muy para sus adentros, estaba disfrutando cada segundo de aquel tan inesperado encuentro, aprovecharía cada segundo al máximo.

—Tonta—Fue lo que pronunció. —Eres mía Amy, sólo mía y de nadie más...—Le confesó.

—¡No soy tuya, idiota! —.

La observó; era tan jodidamente hermosa.

—¿Ah no? —Pregunto, haciéndose el que no entendía. —¿Cómo puedes demostrarlo? —Le dijo, mientras se acercaba peligrosamente hasta ella provocando el nerviosismo en la muchacha.

¡Joder, joder! ¿Por qué las piernas no le respondían? Sabía que era capaz de partirle la cara y regresar a la escuela, pero ¿Por qué no podía moverse? Las piernas no le respondían y su respiración se hacía agitada.

Sus mejillas ardían y eso le estaba molestando. ¡El muy maldito no podía causar esas sensaciones en ella!.

—Mandándote al hospital—Le dijo, mientras dirigía su puño contra la cara del chico, pero tal golpe no llegó.

Sintió el cálido contacto de los labios de su captor contra los suyos y todo se nubló.

¿Por qué no podía apartarlo? Tenía la suficiente fuerza para mandarlo lejos de un solo golpe, pero no podía. ¿Qué le estaba deteniendo?.

Se separaron en busca de aire, sus mejillas carmín y su mirada desorbitada causaron en el chico una sonrisa de satisfacción bastante notable.

—¡Prometiste que me dejarías en paz! —Había gritado molesta, una vez recobrada su cordura.

Asintió ligeramente con la cabeza, dando crédito a las palabras de ella.

—Prometí, que ya no te jodería la vida en la escuela—Le dijo sin más.

Frunció el ceño, molesta, confundida y contrariada. ¿¡Cómo se había atrevido a jugarle semejante broma!?.

Ofendida, se puso de pie buscando alejarse lo más que le fuese posible de ese torpe he idiota joven, pero la mano de su captor le detuvo nuevamente.

—¿A dónde vas? Esto no ha terminado, nena—Le informó.

Lo observó; parecía tan tranquilo, tan calmado. ¡Le dieron ganas de matarlo!.

—Déjame, Hedgehog—Demandó molesta.

Negó con la cabeza, con cinismo.

—¡Qué me sueltes! —Exigió aún más molesta.

Un sonoro suspiro se escapo de sus labios; le había obligado nuevamente a sentarse.

—Eres demasiado molesta, ¿Sabes? —Le dijo, mientras masajeaba sus sienes. —Deberías relajarte...—

Lo observó, no dando crédito a lo que estaba pasando. ¿Es qué acaso se había vuelto completamente loco?.

—No te entiendo, Sonic—Había dicho en voz más calmada. —Me tratas cual mierda... me jodes, me exasperas y ahora te portas celoso... ¿Qué pretendes entonces?. —

Una sonrisa se formo en su rostro.

—Que seas solo para mí, Amy. —

Enarcó una ceja entre confundida y consternada.

—¿Y por qué habría de hacer eso? —Cuestiono incrédula.

Sintió su corazón latir con fuerza. Tanto había esperado que este momento llegara y al fin, lo tenía en sus manos. No lo desaprovecharía.

—Porque yo...—

Unos breves momentos de silencio se hicieron presentes; estaba reuniendo las fuerzas para decirlo, pero la chica comenzaba a desesperarse.

—¿Tu qué? —.

Cerró los ojos, fuertemente; evitando dirigirle la mirada.

—Yo te amo, Amy...—Lo dejo salir, mientras sus mejillas se tornaban rojas y abría lentamente los ojos para notar a la chica sonrojada y con una mirada confundida. —Te amo demasiado—Reiteró como si tratara de confirmar las cosas. —He sido un imbécil y un cobarde todos estos años, traté inútilmente de ganar tu atención, pues sabía que tu estas enamorada del emo... —Su mirada de se tornó triste.

Se sintió confundida.

—Sonic...—

·.·

Sus piernas ya no le respondían; ya ni siquiera le importaba si le expulsaban a causa de lo que haría.

Sus pies le llevaron hasta aquella ventana. La hora de la verdad había llegado...

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Continuará...
Se cuidan y muchas gracias por leerme

Atte.
Gri.

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