009. Party Night
Relato escrito por: Choko_Blight
—¿Irás a Miami? —cuestionó su amigo.
—Si, el tío Philip quiere que vaya a asesorarme de la construcción de la nueva empresa —contestó—. Además me servirá de vacaciones, la playa es buena.
Terminó de hacer su maleta, listo para tomar un vuelo al siguiente día a la ciudad de Miami a temprana hora. Era la primera vez que viajaba completamente sólo, normalmente iba acompañado de su tío y/o amigos, pero por esta vez sería diferente y haría todo lo posible por no arruinarlo.
—Es algo tarde Steve, puedes quedarte en la habitación de al lado.
—Si, gracias Hunter.
Luego de que su amigo se fuera, él rubio observó por última vez el gran ventanal de su habitación, apreciando la grandiosa vista que le brindaba uno de los más lujosos departamentos de la ciudad de Nueva York. Mañana sería un gran día, lo presentía.
Bajó la maleta de su cama y arregló la ropa que se pondría a la mañana para ir al aeropuerto. Fue al cuarto de baño para prepararse para dormir tomando una ducha caliente y cepillarse los dientes. Al finalizar se colocó su pijama, yendo directo a su cama para al fin poder descansar.
Al día siguiente el rubio ya se encontraba bajando de su avión a Miami, el clima húmedo y caliente golpeando en su rostro hizo que se sintiera pegajoso, normalmente no iba a playas.
Al salir del aeropuerto uno de los tantos choferes de su tío lo llevó al hotel donde se hospedaría. Hizo todo su registro y llegó a su habitación. Una vista que daba directamente a la playa detrás del enorme hotel se asomaba a través del ventanal del balcón, dejó su maleta cerca de la cama y se quitó los zapatos, saliendo al balcón para aspirar mejor el aire salado que desprendía el lugar.
Se sentía bien, relajado, cosa que no siempre podía sentir estando en Nueva York. Muchas veces tenía que solucionar asuntos comerciales a la edad de 23 años por ser el sobrino prodigio de su tío Philip, era abrumador para alguien jóven como él el tener que tratar con asuntos empresariales tan rápido, pero su tío siempre lo alentó a superarse cada vez más. Lo agradece inmensamente, todo su potencial fue expuesto y alababan por su gran mente en los negocios, aún así le gustaría tener un momento de tranquilidad y diversión como a cualquiera adulto joven de su edad.
Tal vez esa noche lo tendría.
Se quedó dormido en cuanto tocó la cama, no lo admitiría pero estaba exhausto. Eran poco más de las cuatro de la tarde cuando al fin despertó, sintiendo su estómago gruñir por hambre.
Se puso sus zapatos y bajó a uno de los tantos restaurantes que estaban dentro del hotel. Ahí pidió algo sencillo para degustar, siendo atendido por una muy hermosa mujer de tez morena. No pudo evitar el querer mirarla de lejos o quedarse como tonto sin saber que decir cuando ella se acercaba a preguntar si necesitaba algo más.
—No seas un idiota Hunter —murmuró para sí mismo—. Pareces un acosador.
—Disculpa.
La voz femenina causó que el chico rubio soltará un pequeño grito por el sobresalto, la mujer tapó su boca para ocultar su risa por la escena. Hunter lo notó, tornando su rostro un poco rojo por la vergüenza.
—¿Qué pasa? —su voz salió más chillona de lo que le habría gustado, pateandose mentalmente.
—Bueno, esta noche el hotel ofrecerá una fiesta a los huéspedes. Será en el salón principal del primer piso —la chica habló con tanta naturalidad y calma que lo hizo relajarse—. Espero verte ahí.
—¿Tú irás por trabajo? —se atrevió a preguntar.
—Sip —dijo marcando la "p".
—¿Tienes planes después de tu turno? —trató de sonar desinteresado, pero no le funcionó por la sonrisa de la mesera.
No hace falta recalcar que el coquetear no era lo suyo. Se volvió aún más torpe de lo que ya era tras lo que dijo. La morena lo miró ladeando un poco la cabeza, sus ojos curiosos ponían más nervioso al chico de lo que ya estaba.
—Iré a una fiesta en la playa —dijo al fin—. Podemos ir juntos, si quieres.
Él asintió en acuerdo.
Al pagar la cuenta recibió un pequeño mapa donde se le indicaba donde estaba el salón en el que se haría la fiesta junto con la hora de entrada. La mesera se fue y él por fin pudo limpiar las palmas de su mano, le estaban sudando desde que habló con la castaña.
Después de eso salió del restaurante mirando la hoja de papel emocionado, tenía una especie de cita y casi no tuvo que hacer nada. Tal vez era su encanto natural, pensó.
Ya en su cuarto de hotel organizó algunas escrituras en su maletín de cuero para mañana, pues tendría que ir a la constructora para que lo conocieran como representante de Philip. También se preparaba estudiando estrategias en negocios para cuando tuviera que volver a su ciudad. Sus "vacaciones" no eran tan vacaciones, no le importaba en realidad, él disfrutaba de estudiar. Además hoy por la noche tendría una fiesta, eso es vacacionar.
Dadas las siete p.m. entró a la ducha para arreglarse, estuvo mirándose poco más de 20 minutos en el espejo para asegurarse de que no hubiera ninguna imperfección. No la había, sólo sus ojeras y cicatriz.
Salió del baño con la toalla envuelta en su cintura, abrió su maleta y sacó una camisa de botones blanca con estampas rojas, un pantalón que aseguró mejor con un cinturón y zapatos marrones. No se veía mal, era lo que necesitaba para algo veraniego, ¿No?
Cepillo su cabello como de costumbre, haciéndolo hacia atrás aunque siempre le quedaba un rubio mechón rebelde. Miró su reloj de mano, llegaría exactamente a las ocho de la noche al lugar.
Al llegar observó el salón lleno de decoraciones bastante llamativas. Fue recibido por una de las tantas meseras del lugar, quien le ofreció un trago y lo dirigió a la mesa del bar. Con su mirada de color vino buscó a la chica morena de la tarde, estaba ansioso por verla otra vez. Cuando al fin llegó a la barra y se sentó se llevó la gran sorpresa de que la chica que tanto estaba buscando sería su bartender.
—¿Qué deseas tomar?
Nuevamente se quedó en blanco, pero ¿Quién lo podía culpar? La chica era espléndidamente linda. Morena, cabello corto pero dos mechones un poco largos a los costados, ojos marrones y demonios, nunca creyó que el color marrón le gustaría tanto en alguien. Además tenía que resaltar que la figura de la mujer frente a él era simplemente buena y se apreciaban bastante bien sus curvas por la camisa de botones blanca y pantalón negro que llevaba puestos.
Cuando al fin estuvo consciente de sí y lo que pasaba, agitó levemente su cabeza con una sonrisa tonta.
—Podrías eh… ¿Darme una margarita?
La chica asintió con una sonrisa, sus blancos dientes resaltando y haciendo que el corazón del chico latiera más rápido.
Tomó aire y lo soltó al ver a la mujer darse la vuelta para tomar una copa, no recordaba la última vez que se había puesto así de nervioso. ¿En octavo grado? No, fue un poco después de ese año, tal vez.
—Si necesitas algo más no dudes en llamarme —dijo la chica al ya tener su trago preparado—. Me llamo Luz.
—Hu-Hunter —se maldijo internamente por ser tan torpe, un empresario no podía ser así.
—Bien, Hu-Hunter —se burló, causando una sonrisa de vergüenza en él—. Estaré atendiendo a más personas.
El rubio asintió en acuerdo, observando a la chica alejarse al otro lado de la barra y atendiendo a otros tipos. Tomó su margarita despacio, no era mucho de beber alcohol pero por esta noche podría hacer una excepción.
La fiesta estuvo repleta de varias presentaciones para entretener a los huéspedes, el rubio se dedicó a grabar las que más le llamaban la atención mientras pedía una margarita cada cierto tiempo para poder hablar un poco con Luz. El alcohol comenzaba a hacer efecto en su cuerpo, llevándose consigo la timidez que tenía anteriormente.
Cuando se sintió algo mareado decidió parar, siendo ya poco más de las 12 a.m. cuando la fiesta terminó. Se quedó esperando en la entrada, apoyado contra la pared y cerrando sus ojos en un intento por disminuir el mareo. Sin duda no tenía aguante para las bebidas de ese estilo, no volvería a beber en su vida después de eso.
—¿Qué tal? —le preguntó una voz, reconociendo al instante aquel tono.
—Bastante bien aunque no lo parezca —bromeó, logrando su objetivo al hacer reír a la morena.
Luego de esa breve charla ambos salieron del hotel, caminando a la enorme playa. Iban hablando tranquilamente ahora que Hunter no tartamudeaba de nervios como al inicio, hablaban de cosas tribales dándose cuenta de que compartían más gustos de los que parecía.
—¿De verdad conoces los glifos? —preguntó la morena con la boca abierta de sorpresa.
—¡Pero claro que sí! —contestó orgullosamente el rubio—. Hubo un tiempo en el que estuve bastante interesado en la magia, los glifos son recursos mágicos no tan conocidos en el mundo.
—Soy fiel creyente de las brujas del pasado, estoy segura que utilizaban los glifos como alguna especie de protección contra demonios.
Después de esa entretenida plática, llegaron a la pequeña fiesta. Había una hoguera, parrilla y hielera llena de cervezas. Al rubio le volvieron las náuseas de solo verlas, no soportaría el sabor amargo otra vez.
—Luz, llegaste —se les acercó una chica un poco robusta, adorable—. Y con compañía por lo que veo —su tono coqueto sonrojo a ambos, en especial al de ojos vino.
—Willow, él es Hunter —los presentó—. Hunter, ella es Willow, mi mejor amiga.
Ambos se dieron la mano con una sonrisa, la chica apretó un poco fuerte la mano del rubio de forma amistosa, ganando una risa nerviosa por su parte.
Los tres se dirigieron al centro de la fogata, habían aproximadamente cincuenta personas ahí sí sus ojos no le fallaban. Todos estaban bailando al ritmo de música latina, él no sabía bailar en lo más mínimo, le avergonzaba hacerlo.
Luz se alejó un momento de él para ir por algo para tomar. Se mantuvo charlando con Willow pero su vista no podía alejarse de la morena. Cuando regresó con dos vasos y le ofreció uno a su amiga ella se negó, diciendo que sería descortés no dárselo a él. Hunter quiso negarse pero no quería parecer grosero, la castaña se tomó la molestia de llevar otro vaso además del de ella como para negárselo.
El olor a tequila inundó sus fosas nasales, tomó un trago y sintió su garganta arder. Poco a poco fue agradándole el sabor.
—¿Quieres bailar? —preguntó la morena, sonriéndole.
—Lo siento, no sé bailar —dijo apenado, rascando su mejilla.
Esa respuesta no dejó muy conforme a la chica. Tomó la mano del rubio, llevándolo entre la multitud. Hunter abrió sus ojos en grande, observando a cada lado para ver si nadie le tomaba atención. La morena posó sus manos en su cuello, haciendo que él al fin la mirara. Tomó las manos del rubio y las colocó en su cadera, el de piel blanca sintió que su respiración se cortaba por el toque, pero con valentía atrajo más el cuerpo de la morena al suyo.
—Solo sígueme —dijo la morena, casi en un susurro.
Le encantaba ver cómo Hunter no entendía nada, su mirada confundida la hacía sentir con control. El control le gustaba.
Comenzó a moverse lentamente mientras sonaba una canción de salsa, el rubio trataba de imitarla y constantemente miraba sus pies para no pisarla. Luz se acercó de puntillas a su oreja, el chico era más alto que ella y le agradaba la diferencia de estatura.
—Déjate llevar, lo haces bien —el aliento de la chica le erizó la piel, tensando más su cuerpo de lo que ya estaba.
Cuando sintió los labios húmedos de la morena en su cuello no pudo evitar soltar un suspiro. Ella sonrió contra su piel, le gustaba el efecto que estaba causando en el tímido chico.
Se alejó un poco de él, mirando sus labios con deseo. Sintió el mundo detenerse cuando el rubio posó sus labios en los de ella, eran suaves contra su boca, pero tan rápido como la besó también se alejó.
—Lo siento —murmuró.
Luz sonrió con burla, ¿De verdad se disculpaba? Ella le besó el cuello para que entendiera lo que quería. El chico era muy tímido o muy torpe.
Sin decir nada, pegó su cuerpo completamente al de él, aferrando su mano en la nuca del rubio para hacerlo bajar la cabeza y poder besarlo otra vez. Al inicio fue un beso suave, pero conforme pasaba el tiempo se tornó más apresurado y hambriento.
Hunter apretó sus manos en las caderas de la chica, estaba extasiado por el beso y el alcohol en su cuerpo no le ayudaba mucho en controlarse.
Se separaron por la falta de aire, ambos con la respiración agitada. La morena bajo sus manos hasta el pecho del rubio, sintiéndolo subir y bajar.
—Bailas bien —dijo Luz en broma y el chico se rió por lo dicho.
—Hago otras cosas mucho mejor —su tono coqueto lo sorprendió incluso a él. De algo servía todo lo que había tomado.
La morena mordió sus labios, sin poder resistirse lo besó nuevamente. Sus lenguas estaban en una lucha por el control, no querían dejar un solo espacio entre sus cuerpos. El viento se sentía más caliente de lo que normalmente era, eso les gustaba a ambos.
—Vámonos de aquí —murmuró el chico, separándose un poco de la boca de Luz.
Ella sólo atinó a asentir, mentiría si dijera que no se quería ir, porque realmente lo deseaba. El chico la tomó de la mano y la sacó de entre la multitud de gente que bailaba, Luz ni siquiera se despidió de su amiga por la urgencia de salir de ahí.
Ambos caminaron hasta el hotel en el que se hospedaba Hunter. En el ascensor él chico apoyó a la morena contra una de las paredes plateadas y la besó como en la playa, la castaña se aferraba a su cuello para no dejar que se separe de ella y el rubio pegaba las caderas de la chica a él.
Las puertas se abrieron y ambos salieron con una sonrisilla en sus rostros, como dos niños a punto de hacer una travesura. Entraron a la habitación y Hunter cargó a la morena en sus brazos, ella enredó sus piernas en la cintura del hombre para no caer.
Él la recostó en la suave cama. Quedando arriba de la chica y bajando sus besos hasta su cuello, la morena comenzaba a soltar pequeños suspiros y eso lo incentivaba a continuar.
Cuando sintió la mano de la morena bajar y tratar de quitar su cinturón supo que ya no habría marcha atrás. Eso le encantaba.
❃
Despertó abriendo los ojos en grande, tomando su celular para mirar la hora y dándose cuenta de que eran más de las 10:30 de la mañana. Tenía que ir a la constructora a las 8:00 a.m. y se quedó profundamente dormido.
Miró a su lado, observando el espacio hueco de la cama. Se sintió mal al no ver a la morena, ¿tan mal lo había hecho? Esperaba que no y que solo debía ir a trabajar.
El sonido de una puerta lo sacó de su trance, al parecer no seguía sólo y eso lo alivió. Se levantó de la cama y se puso sus bóxers, cuando se dió la vuelta se topó con la hermosa imagen de la chica morena envuelta en una toalla.
—Buenos días —dijo ella—. Perdón por usar el baño sin preguntar.
—Buenos días —le sonrió—. No te preocupes, puedes hacer lo que quieras.
Ambos se quedaron en silencio un momento, no incómodo, en realidad se sentía bastante agradable. La morena tomó su ropa para vestirse, quitando su toalla enfrente de Hunter. Él tragó saliva ante la imágen, quiso decir algo pero el sonido de su celular lo alertó.
Contestó y escuchó la furiosa voz de su tío en la línea. Sus ojos asustadizos confundieron a la chica, quien se acercó para abrazarlo. Sus cálidos brazos relajaron al rubio, incluso se le olvidó que estaba hablando con su tío cuando los labios de la morena besaron su cuello de forma lenta.
—No volverá a pasar —fue lo único que dijo para después colgar.
Sabía que su tío volvería a llamarlo, así que apagó el celular y lo tiró a la cama. Su completa atención fue directo a la morena, quien acariciaba su abdomen y dejaba besos en su clavícula ahora.
No se arrepentía de lo que hizo ni lo que haría, necesitaba un descanso y Luz era la indicada para dárselo.
Acaricio la cintura de la chica de arriba a abajo y la sintió tensarse un poco ante su toque. Luego de eso volvieron a hacer lo mismo que la noche anterior.
❃
—Tío, todo está en orden, ya están comenzando —dijo—. Quería decirte algo importante.
—¿Qué pasa? —dijo el hombre al otro lado de la línea.
—Tomé la decisión de mudarme a Miami.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro