007. Enemies
Relato escrito por: xLonelySoul17x
Lunter, human au
La odiaba, eso era seguro, una niñita de 6 años saltarina y enérgica era lo último que Hunter deseaba por su cumpleaños, sin embargo, llegó.
«Ella es Luz, trátala bien».
¿Por qué debería tratar bien a su competencia?
Todos le prestaban atención solo porque su madre estaba muerta y Edalyn la hermana de su Maestra y amiga de sus padres la había adoptado, vaya tontería. Y como si robarse la atención de las mayores que de vez en cuando lo visitaban no fuese suficiente, también debía soportar su presencia en la escuela.
¿Quién se creía esa niña para robar a las personas cercanas a él de forma tan descarada?
«Es muy bonita».
Comentaban sus amigos diciéndole lo suertudo que era por convivir con la niña, a él le parecía una broma de muy mal gusto, era una maleducada, bromista, sin chiste, fea y desagradable niñita y jamás le parecería algo distinto a eso.
Luz se sentía igual de irritada con la presencia del rubio, no por celos o algo así, en realidad era porque la actitud del niño era horrible, o al menos eso pensaba. A ella no le gustaba hablar con él, de hecho trataba de ni siquiera dirigirle la mirada, lo que provocaba constantemente riñas entre ambos.
Crecieron con esa idea el uno del otro.
«Eres un egocéntrico».
«Y tu una tonta».
«¡Te Odio!».
«¡El sentimiento es mutuo!».
Y, aunque los padres de ambos niños dijeron que al crecer ese odio se disiparía y transformaría gracias a la convivencia constante, fue todo lo contrario.
A los 14 años Hunter y Luz se odiaban con toda el alma, aunque sí, ciertamente su odio se transformó, ahora era un juego de poder en el que ambos jóvenes se molestaban hasta que alguno de los dos quisiera arrancarle el cabello al otro.
Luz era una bromista natural y podía ser increíblemente odiosa cuando se lo proponía, así que el rubio casi siempre era el que se enfadaba y terminaba empujando a la contraria o gritándole que se las iba a pagar.
A esa edad todos los molestaban diciéndoles que eran novios o que todo ese odio solo significaba que se amaban en secreto y eso hacía hervir la sangre de ambos.
«¡¿Yo, novia de este idiota?! ¡Jamás!».
«¡Preferiría estar muerto que enamorado de ella!».
Todos creían que su odio era divertido e incluso los profesores comenzaban a juntarlos en las clases y trabajos pues sabían que sería cómico verlos intentar trabajar en conjunto.
A los 16 años él la encontró llorando en su habitación.
A los 16 años ella se aferró a sus brazos entre lágrimas.
A los 16 años ambos vieron más allá de las bromas.
Y tal vez Luz era más que una niña feliz y enérgica, después de todo ella había perdido a toda su familia a temprana edad y había tenido que pasar hogar por hogar hasta encontrar personas que la amaran y cuidaran.
Y tal vez Hunter era más que un engreído y amargado, al final él solo era así porque Luz lo molestaba, y ni siquiera recordaba porque odiaba a aquella niña, ni siquiera sabía que lo hacía verla con tanto enfado.
Sus perspectivas cambiaron cuando ambos se vieron vulnerables frente a frente.
Cuando el rubio vio la máscara de hiperactividad de Luz desmoronarse en gotas saladas en su rostro, cuando la morena vio al joven que creía que solo se amaba a sí mismo abrazarla en silencio para hacerla sentir mejor.
Y entonces su dinámica cambió totalmente, ya no eran esos dos niños que hacían todo lo posible por ver enfadado al otro, ahora eran dos adolescentes que hacían todo lo posible por ver feliz al otro.
Hunter cuidaba de Luz como si su vida dependiera de ello pues se dijo a sí mismo que ver a esa niñata odiosa llorar era todo lo que él no quería.
Luz defendía a Hunter tanto que terminaba peleándose con todo el que viera feo al rubio, ella tenía la necesidad de proteger a quien la hacía sentir protegida, sentía que era una forma de agradecerle lo que sucedió esa noche, una forma de cuidarlo de sentirse como ella se sintió cada noche sola, una forma de hacerle saber que él no estaría solo, que ella no permitiría que estuviera solo.
A los 17 años ella dijo las palabras mágicas.
A los 17 años él no supo qué responder.
A los 17 años ellos sintieron algo florecer en sus corazones.
Era impresionante, como dos palabras pueden cambiar todo, como en 5 segundos tu mundo puede ponerse de cabeza por una voz.
Ellos eran mejores amigos, se querían inmensamente, era interesante como pasan de odiarse a sentir una especie de conexión interesante al estar juntos, ambos dedujeron que era amistad, claro, ¿Qué otra cosa podría ser?
¿Qué otro sentimiento podría darte ganas de estar siempre con alguien?
Ellos se consideraban los mejores amigos.
Hasta que ella habló.
Estaban en una fiesta, o al menos así llamaron a la reunión que tuvieron solo ellos dos en el garaje de la casa de Luz, luces apagadas y siendo iluminados por luces led de colores, bailaban y hacían tonterías con música a todo volumen.
De pronto, como si algo hubiera dado una bofetada a Luz ésta detuvo su baile y observó al joven junto a ella, él continuaba bailando entre risas y ella lo miró con una sonrisa boba.
–Hey idiota–.
–¿Si, brujita?–.
–Te quiero–.
Y entonces se sintió un silencio abrumante, como si la música se hubiera hecho cada vez más lejana hasta desaparecer por completo.
«¿Me quieres?» pensó Hunter sin dejar de observar a Luz. «¿Eso qué significa?».
–Yo... yo también te quiero Luz–.
Y esas simples palabras cambiaron todo sin querer, cosas tan normales ahora eran un martirio para sus mentes.
Se sentían como dos tontos.
Pero era distinto, todo era distinto sin que ellos se dieran cuenta de eso.
Ella quería tomar su mano pero cuando él lo intentaba ella salía a la defensiva como si estuviera tan nerviosa que no pudiera sentir su toque sin querer huir.
Era nuevo, todo eso era nuevo y no lo entendían. Estaban asustados, ¿Se estaban volviendo a odiar o por qué estar juntos era tan incomodo? no querían volver a odiarse, pero cuando ella se acercaba demasiado a su rostro él sentía que debía correr lejos o hacer lo contrario y acercarse tanto.
No querían volver a odiarse pero cuando él tomaba su mano para evitar que ella discutiera con otra persona sus rostros se pintaban de cereza y rápidamente deshacían la unión.
Nuevo y aterrador, y todo gracias a dos palabras
A los 18 años ella lo admitió.
A los 18 años ellos lo admitieron.
A los 18 años el cambio se hizo más grande.
Amor.
Esa palabra con concepto debatible e interesante, ellos no sabían su significado completo, sabían que amaban a sus padres, a su familia, amaban la música, amaban dormir. Pero jamás habían amado de esa forma a nadie.
De esa manera en la que duermes con una sonrisa.
En la que sientes el estómago revuelto y el corazón cálido.
Como si todo tu sistema estuviera colapsando.
Ellos jamás lo habían sentido y no sabían cómo identificarlo hasta que leyeron esa pequeña frase en el libro que ambos amaban: “Sabes que estás perdido cuando escuchas la palabra amor y piensas en esa persona”.
Los dos sintieron que el aire los abandonaba, pues habían pensado el uno en el otro. Evitaron la mirada y siguieron la página como si esa frase no se hubiera quedado clavada en su mente chocando con sus ideas, haciendo que sus manos sudaran.
–Hunter–.
Pronunciar ese nombre fue tan difícil para Luz, pues sentía que su voz se volvía un suspiro cada que lo intentaba decir.
–¿Sucede algo Luz?– contestó él, con ese tono suave y avergonzado, no la miró, evitó hacerlo pues lo había descubierto, había admitido lo inevitable.
–Hunter creo que...–.
Se detuvo, su corazón obtuvo una grieta por aquel pensamiento fugaz que tuvo, «Detente, no arruines esto».
Entonces él alzó la mirada, sin fijarse muy bien lo que hacía colocó su mano sobre la de ella y al notarlo quiso quitarla pero fue muy tarde para hacerlo, Luz la sostuvo con fuerza, realmente estaba asustada y dio un apretón como si de esa forma le comunicara el terror que le causaba cambiar todo y arruinarlo con sus palabras.
El movió ligeramente la cabeza con una expresión suave de asentimiento
–Creo que te amo–.
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