𝑃𝑟𝑜𝑙𝑜𝑔𝑜.
La vida es una carrera interminable de obstáculos, una montaña rusa de altibajos, días luminosos y noches sombrías.
Con el tiempo, uno se acostumbra tanto al dolor que la felicidad empieza a parecer un lujo inmerecido. Creí que tenía el control absoluto sobre mi vida, que comprendía cada rincón de mi ser. Pero, vaya ironía... Ahora descubro que soy como la Luna: guardo en mí una cara oculta, una sombra que ni siquiera yo conocía.
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