9
Leah Brunet
— Si, mamá tranquila. Solo iré a comer con Sasha y Aaron. Pero más tarde —dije mientras amarraba una bolsa de basura.
— Bueno, avisas. Nosotros ya nos vamos, tenemos que llegar temprano por la presentación que habrá, debemos preparar todo para que esté Perfecto. —mi padre dejó un beso en mi cabeza y asentí despidiéndome. Ellos salieron de casa y posteriormente arrancaron el carro.
Yo terminé de acomodar la cocina y luego salí a tirar la basura. Observé al rededor, las calles estaban muy solas, adoraba ese ambiente. Daban muchas ganas de sentarse en el pasto del patio sin hacer nada en todo el día. Tapé el bote y escuché mi nombre a lo lejos.
— Leah, ¿estas sorda? —escuché detrás. Tragué duro y volteé a verlo.
— Lo lamento, estaba pensando
— ¿Mientras tirabas la basura? —arqueó una ceja.
— Buenos días —dije en forma de despedida e intente pasar a su lado. Él me sostuvo del brazo evitando que así pasara.
— ¿No me das un abrazo? —preguntó. Yo tenía mi vista al frente.
— ¿Por qué lo haría? —intente soltar su agarre de mi brazo pero eso solo ocasionó que me jalara hacia enfrente de él de nuevo.
— Mírame —ignoré y jugué con mis dedos con la vista en el suelo— Leah, mírame —sentí sus dedos en mi barbilla y la elevó ocasionando que nos viéramos a los ojos.
— ¿Que ocurre, Aidan?
— Eso mismo te preguntó, ¿estas bien?
— No le veo sentido a tu pregunta —quité su mano de mi barbilla.
— Pues ni siquiera me saludas. Quiero darte un abrazo ven aquí —extendió los brazos y se abalanzó hacia mi.
Me abrazo y apachurro contra él, mis brazos estaban hacia abajo y mi frente chocaba contra su hombro. Él se agachó un poco y acurrucó su barbilla en el mío.
Sentía su respiración en mi cuello y solté un pequeño suspiro, se sentía tan caliente, tan.. pacifico. Parecía que él se relajaba estando ahí.
Carraspee y se alejó. Por unos segundos no dijimos nada y noté como él me observaba de abajo hacia arriba, yo aún llevaba la pijama. Una sonrisa coqueta se escapó de sus labios y entonces habló.
— Así que., pequeña Leah... —sentí uno de sus dedos deslizándose sobre mi brazo descubierto de arriba a abajo de una forma delicada— Ya eres mayor de edad..
La sangre me viajo a las mejillas, que va, a la cara totalmente. Su caricia seguía intacta y yo no sabía que pensar.
— ¿Cómo te gustaría festejar tu cumpleaños?
Bufé irónica.
— Mi cumpleaños fue ayer —me alejé un poco de él y de su caricia.
— Lo sé pero —interrumpí.
— Y no estuviste, por cierto. Pero no te preocupes, puedes esperarte un año más para festejar conmigo —sonreí y sin más pase a su lado para luego entrar a casa.
Antes de cerrar la puerta noté como su pie lo evitó y entró a la casa sin problema alguno. Tragué duro y me alejé. Cerró la puerta detrás de él.
— ¿No quieres festejarlo ahorita? —fruncí el ceño.
— No es lo mismo
— Claro que lo es, solo necesitas decir que si —él se acercaba y yo retrocedía.
Los nervios que sentía eran inexplicables, conforme iba hablando yo retrocedía y llego el punto en que mi espalda chocó con la pared.
Mis mejillas seguían hirviendo y mis ojos se cerraron por inercia. Volví a sentir su caricia en mi brazo.
— Esa pijama fue hecha para ti.. —sentí otra caricia en mi mejilla. Moriría de nervios en cualquier momento— Por un lado me encantaría quedarme admirándote por siempre con ella puesta. Y por otro lado.., solo pienso en quitártela de inmediato mientras te beso y nos recostamos sobre tu cama
—su voz sonó ronca en un susurro y sentí un escalofrío en todo mi ser.
— Aidan, es mejor que te alejes —dije bajo.
— ¿Quieres que me aleje? Leah, mírame —dijo de manera seria y abrí los ojos con miedo— ¿quieres que me aleje?
No.
— Si, es lo mejor, podría pasar algo que no debería —fui sincera y él sonrió lentamente.
— ¿Ah si? ¿Algo como qué? ¿Hm? —rozó nuestras narices y suspiré.
No dije nada y lo empujé un poco para alejarlo mientras ambos nos mirábamos a los ojos
— ¿Estas molesta por qué ayer no vine a felicitarte? —preguntó confundido.
— No es molestia
— ¿Y entonces que es?
— Es más como decepción.
— ¿Por qué?
— Bueno, solo creí que serías el primero en felicitarme, te veías algo emocionado por el tema —noté como trago duro y suspiro alejándose un poco más de mi— Pero tranquilo, entiendo que tuvieras mejores cosas que hacer —sonreí un poco.
— No es así, pequeña
Reí un poco y levanté los hombros. Caminé hacia la puerta para abrirla y esperar a que él saliera. Volteó a verme pero no se movió de su lugar.
— Por más que me guste verte con esa pijama es mejor que vayas a cambiarte —lo vi con el ceño fruncido.— Te quiero llevar a festejar tu cumpleaños
— ¿Qué?
— Vamos al cine, vamos de compras, a comer algo, lo que tú quieras hacer, ¿qué quieres hacer? Tú mandas hoy —se acercó y sonrió amable.
— Pero mi cumpleaños..—interrumpió.
— Lo se y me disculpo, pero para intentar compensártelo; hoy lo celebraré contigo. ¿Aceptas?
Sonreí un poco y asentí con duda, él sonrió tan divinamente como siempre lo hacía, me tomo de las mejillas y dejó un gran beso en mi frente.
— Cuando estes lista tocas la puerta, ¿está bien?
Volví a asentir. Aidan me guiño el ojo y sin más salió de mi casa.
Pensé y pensé unos minutos, ¿esto esta bien? ¿Está bien salir con Aidan? Tenía planes con mis amigos, ¿está bien cancelarlos por él?
En el fondo si quería, quería pasar un día solo con Aidan, tenía mucha curiosidad de saber cómo era él solo conmigo. Nunca salíamos solos, nuestros padres siempre estaban acompañándonos, a excepción de esa noche que nos encontramos en el club. Y no había terminado tan bien que digamos..
Luego de pensar, analizar y ver los altos y bajos en la decisión; accedí.
Me bañé y vestí, algo bastante casual; un top el cual casi cubría por completo mi suéter de zíper, una falda negra y unos tenis. Me dejé el cabello suelto porque aún seguía algo húmedo y solo prensé un gancho en el inicio de mi playera.
Luego tomé una mochila, ya que nunca salía sin ella y sin más fui a casa de Aidan. Al estar frente a esta toqué con algo de nervios y casi de inmediato él abrió. En sus labios se dibujó una gran sonrisa ladina en cuanto me vio frente a él.
— ¿Estas lista, mi pequeña Leah?
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