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10

Leah Brunet

— Y., ¿a donde iremos? —pregunté mientras él me extendía el casco de su motocicleta.

— No lo sé, ¿a donde te gustaría ir? Yo tengo muchos lugares en mente pero no sé si sean de tu agrado —se subió e hizo señas para que me subiera detrás de él.

— ¿Por ejemplo? —me subí detrás de él.

— Al centro comercial, o a una heladería quizá. Se que te gusta lo sencillo —sonreí un poco— no demostraste eso en el club

Rodé los ojos.

— ¿Seguirás recordándomelo?

— Las veces que sean necesarias —soltó con una risa nasal.

— Lo que quiero es olvidarlo.

— Pero yo no.. —sentí mis mejillas calientes al entender el porqué y carraspee un poco nerviosa— Tranquila, vayamos a la heladería

— Me parece bien

— Abrázame, bonita.

Con algo de temor abrace su cintura. No era sorpresa saber que estaba ligeramente tonificado, siempre que nos abrazábamos podía sentirlo..

Y no se sentía para nada mal.

Aidan puso en marcha la motocicleta y yo me aferré a su cintura. Podía verlo de vez en cuando, él no llevaba casco así que podía ver como la ligera brisa despeinaba su hermoso y suave cabello, su vista clavada en el camino totalmente concentrado. Se veía tan atractivo así, tanto que incluso me sentía en un comercial de motocicletas.

Era guapísimo.

Al llegar corrí adentrándome a la heladería y rápidamente revisé el menú. Sonreí emocionada, hace mucho que no venía a una heladería, honestamente. Y si comía helado era simplemente porque compraba el bote en la tienda.

— ¿Que vas a pedir, linda? —preguntó la chica que atendía con una enorme sonrisa.

Voltee hacia Aidan quien apenas se adentraba. Se acercó y me sonrió mientras asentía indicándome que podía pedir lo que quisiera.

— Me gustaría un banana split, por favor.

— ¿Y para su hermano? —me vio aún con su sonrisa amable y reí un poco.

— Un helado de café estaría genial, gracias —dijo él y le guiñó el ojo. La chica asintió y rió un poco.

Oh

Sentí la mano de Aidan en mi cintura y nos encaminó a una mesa.

— ¿Mi "Hermano"? —arquee una ceja y él rió.

— ¿qué querías? ¿Que dijera que eres mi novia? —me vio con una sonrisa coqueta y negué rápidamente— entonces, ¿cuál es el problema?

— Yo no he dicho que haya algún problema, pero pudiste decir la verdad; que somos amigos.

— Amigos, si.., muy buenos amigos —me guiñó el ojo y rodé los ojos.

Jugaba con mis dedos sobre la mesa mientras esperábamos nuestros helados, nos habíamos quedado en silencio y comenzaba a sentirse incómodo, al menos para mi.

En eso sentí las manos de Aidan tomando las mías y lo mire con atención.

— Lamentó no haber ido a felicitarte, en verdad.

— No importa —sonríe un poco.

— Si importa, claro que me emocionaba el hecho de que cumplieras años, y quería estar contigo en tu día especial.

— Pero bueno, aquí estamos ¿no? —asintió y dejó un beso en mis nudillos. Me sonrojé un poco y nuestros helados llegaron.

— Que rico se ve —dije viendo mi plato y sonreí apunto de meter la cuchara en el contenido.

— Espera, espera —lo miré— Déjame tomarte una foto —dijo sacando su teléfono.

— ¿Por qué? —reí.

— Porque quiero tener este recuerdo —dijo y me indicó que me acomodara para la foto. Evite reír de nuevo y él tomó varías fotos, posteriormente de ambos.

Comíamos mientras platicábamos de múltiples temas, de un tema salía otro y otro y no le veía fin a la conversación. No sabía que Aidan podría ser muy fluido al hablar y eso me encantaba.

— ¿Sabes jugar billar? —preguntó terminando su helado. Negué— ¿te gustaría aprender?

— ¿Tienes un billar en casa? —asintió y levanté las cejas sorprendida.

— ¿Tus padres a que horas volverán del trabajo?

— En la noche —noté como hizo una mueca.

— Bueno, podemos reunirnos otro día y te enseño a jugar billar —sonrió.

— ¿Por qué no puedes enseñarme hoy? —él rió un poco, era una risa nerviosa a mi parecer. Fruncí el ceño con confusión.

— Porque debo asegurarme de que mis habilidades para jugarlo no hayan desaparecido, no quiero quedar en ridículo contigo —algo me decía que mentía pero simplemente me limité a preguntar más y asentí.

Al terminar me abrazo de lado y salimos de la heladería. Lo vi confundida

— ¿A donde iremos ahora? —pregunté.

— Leah, ¿te gustaría ir a una fiesta conmigo?

Parpadeé varias veces.

— No me gustan las fiestas.

— Hm, eso no suena muy creíble después de esa noche que te encontré en el club —me sonrió con picardía y lo empujé "enojada"

— Ya te dije que no me lo recuerdes

— Si, pero yo también te dije que te lo recordaré las veces que quiera —me guiña el ojo y lo veo molesta— entonces, ¿irías o no?

— Depende

— ¿De?

— ¿que tipo de fiesta? —lo vi con nervios.

— Linda, todas las fiestas son iguales; ríen, beben, bailan. No hay más —sonríe y levanta los hombros.

— Quizá si, debo pedir permiso.

— Eso es excelente, te avisaré bien el día y la hora para que preguntes con tiempo

— Porque siento que todo a lo que me estás invitando en realidad es solo para hacerme creer que eres interesante —lo vi con los ojos entrecerrados y soltó una sonora carcajada.

— Linda, si supieras todo lo que hago en mi día a día..

— Por ahora es mejor que me vaya a casa —sentí su mirada— Quede de verme con mis amigos para comer algo

— Entonces te llevo

— Preferiría irme caminando, sirve qué pasó a una tienda, quería comprar un refresco

— Anda, súbete. Pasamos a la tienda, te compro lo que quieras y luego voy a dejarte con tus amigos.

— Pero.. —interrumpió.

— No aceptaré un no por respuesta, Leah. Solo súbete y no digas nada más —dijo con voz demandante y me limité a rodar los ojos para luego subir detrás de él y rápidamente nos puso en marcha.

Cuando llegamos al restaurante donde se suponía que mis amigos me esperaban, me tomo del brazo antes de alejarme de él y lo vi confundida.

— ¿Con quien dijiste que te verías aquí?

— Con mis amigos.

— ¿Los mismos del club? —asentí e hizo una mueca— ¿el chico también?

— Aaron, se llama Aaron. Y si, ¿por qué preguntas?

— Curiosidad —asentí e intente seguir con mi camino, pero volvió a impedírmelo— Leah.

— ¿Te encuentras bien?

— Si, solo., ten cuidado, ¿de acuerdo? No quiero tener que volver a encontrarte en lugares donde no debes estar y menos con esa compañía

Trague duro y asentí porque de alguna forma quería que él se quedara tranquilo, sonrió un poco y me soltó. Se fue sin más mientras yo me adentré al restaurante y me senté en la barra donde mis amigos me abrazaron en cuanto me vieron llegar.

Por suerte no se percataron de quién me había ido a dejar..

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