Nunca fui un buen chico, siempre me metí en problemas y cosas estúpidas.

Justo ahora la cosa más estúpida que había hecho era proponer el juego y aceptar mi reto, e incluso ahora que sabía que esto era una estúpida idea no podía echarme para atrás, no quería, Soobin no merecía lo que estaba haciendo, era algo así como una persona demasiado buena para este mundo y aún así quería seguir con el reto.

Él sólo no podía decir que no, cuando le pedí que me enseñara, cuando hice que cambiara su estilo y aunque se negó al principio había terminado cediendo, cuando le prohibí comprar el pantalón de cuero, siempre asintió.

Nunca dijo que no, y no sabía que tan peligroso podría ser eso para Soobin.

Lo vi subirse uno de los pantalones nuevos que habíamos comprado ayer, y aunque el cambio no era mucho ahora imaginarlo teniendo sexo conmigo no era algo imposible.

No era feo, pero era simple.

El problema era que podía ser jodidamente lindo y entonces ya no podía apartar mi mirada de él.

—Déjame ayudarte —Tome la secadora para el cabello y lo peine cuidadosamente.

—Gracias por esto —dijo de forma nerviosa mientras jugaba con sus dedos.

—No tienes que agradecerme, y si tus padres te descubren viéndote jodidamente guapo puedes culparme a mí.

Soobin se carcajeó exageradamente y se hecho para atrás provocando que la silla en la cual estaba sentando se tambaleara y cayera al suelo.

—Holy shit —se quejó, y descubrí que las groserías saliendo de sus labios sonaban sexys.

Reí y él hizo lo mismo.

—Te ayudaré —le tendí la mano, él la tomó y logró ponerse de pie. —Eso fue algo peligroso, pudiste lastimarte.

Sacudió el polvo de su ropa y asintió.

—¿Entonces me veo guapo? —preguntó y sentí mis mejillas calentarse. No es como si fuera la gran cosa después de todo.

—Por supuesto, esto es obra de Choi Yeonjun, no hay forma de que te veas mal. Solo falta que vayas a la cita que hice con el oftalmólogo y cambies esos lentes.

—No estoy muy seguro de eso.

Apreté los pómulos de su cara —Sí lo estas —él me miró, estábamos jodidamente cerca, si le robaba un beso probablemente todo se acabaría; aún no estaba seguro de cómo lo tomaría, él podría corresponder o bien darme una patada en los huevos y joderme el reto para siempre.

No sabía cómo hacer para que se fijara en mí, ni siquiera tenía una idea de sus gustos, si era hetero o gay, Soobin podría incluso ser asexual y yo no lo sabría.

Y ya era el tercer día, mi tiempo se estaba acabando.

Él se alejó haciendo gestos extraños. —Estabas viéndome raro, ¿te perdiste en tu mundo?

Moví la cabeza en negación. —Mejor vamos a comer —le dije empujándolo fuera de la habitación.

—Por cierto, tenemos que tirar toda tu ropa fea.

—Estaba pensando en donarla.

—Definitivamente NO, vas a desgraciarle la vida a quien obtenga uno de esos pantalones color popo que tienes.

—No seas exagerado —sonrió.

—No lo soy.