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VII

-Charlize-

Avanzaba a una velocidad considerable, pues lo que menos tenía era tiempo. Todos en el auto iban en un silencio, probablemente incómodo para ellos, pero para mí era todo lo contrario. Paz.

Miré unas luces de colores al rededor. Mierda.

— Tenemos compañía -habló Klaus acomodándose bien en su asiento. Miré por el retrovisor. Si, la patrulla nos venía siguiendo-

— No me pueden ver a mi manejando. -frene poco a poco- ¿Alguien sabe manejar? -volteé a verlos-

— Quítate -ordenó Amaya. Evité rodar los ojos y rápidamente nos cambiamos de lugares-

— Si intentas escapar, te voy a desconocer, Amaya. -amenacé-

El oficial se acercó al carro y se agachó ligeramente. Amaya bajo el cristal y dio una sonrisa bastante falsa

— Buenas noches oficial, ¿hay algún problema?

— Me pareció ver a una niña manejando -entrecerró los ojos y buscó en la parte trasera- a ella -me señaló-

— ¿Mi hermanita menor? -soltó una risa- No oficial debió confundirse, yo vengo manejando

Le regalé una sonrisa igual de fingida al oficial y este no dejaba de vernos con los ojos entrecerrados.

— ¿Me podría mostrar los papeles del auto y su licencia, por favor? -Estamos jodidos-

— Ah... claro. Deben estar de ese lado -señaló el lado de copiloto. Ben abrió la guantera simulando buscar- ¿los tienes?

— No, creo que los saque cuando limpié el auto y olvidé meterlos de nuevo -inventó Ben. Estamos súper jodidos-

— ¿Y su licencia? -volvió a hablar el oficial. Esta vez puso la mano en su cintura y dejó ver su arma. Nada nuevo-

— Estaba con los papeles -se excusó-

— Escuche oficial, solo íbamos a dar un paseo nocturno, como todos los días. ¿Hay algún problema con eso? -se entrometió Klaus-

— No ninguno, pero iban a una alta velocidad y al parecer no traen algún documento que legalice que este auto es suyo. Les voy a pedir que bajen del vehículo -se hizo para atrás. Piensa Charl. Piensa-

— Pero, no hemos echo nada -se quejó Klaus-

— No me hagan repetirlo

— Debemos bajar -dije. No se me ocurría que más hacer. Me empecé a sentir asfixiada en el auto. Con el aire pensaría con más claridad-

Noté como Amaya le susurraba algo a Ben. El policía volvió a repetir su petición. Suspiré pesadamente y abrí la puerta para salir. Klaus salió después. Luego Amaya y Ben fue el último en salir del auto

— ¿Qué se supone que hará? ¿Detenernos? -preguntó Klaus-

— Podemos ir a casa por los papeles -mintió Ben. Comencé a morderme las uñas-

Miré como otro oficial bajo del auto. Creí que solo era uno. Ambos se acercaron y comenzaron a murmuran cosas.

— Debemos irnos, ya -susurré a Amaya. Ella asintió-

Esa era la única salida. Correr

— Si corren ahora los verán como sospechosos -advirtió Cinco-

— ¿Sospechosos de qué, genio? No hemos echo nada -susurré-

— ¡Robaste un auto!, y ahora involucraste a los demás -gritó-

— Deberías estar agradecido, saqué a Amaya de ese lugar -recordé-

— Señorita -el oficial se acercó a Amaya. Oh genial, más problemas- me parece conocida

— ¿Yo? -preguntó incrédula-

— Dígame su nombre -ordenó buscando en una libreta. Al parecer de delincuentes-

— Ya, olvídenlo. Estamos jodidos. Ni siquiera los conozco desde este momento -Levanté los hombros. Ben me empujó discretamente y evite reír-

— ¡Su nombre! -gritó el policía nuevamente. Amaya lo veía seriamente sin articular ningún movimiento-

— ¡Hagan algo! -exigió número cinco-

Y sin darme cuenta Amaya golpeó al policía. Abrí los ojos como platos por lo inesperado que fue. Ben se colocó frente a Klaus y frente a mi alejándonos un poco.

El policía contrario sacó su arma. Amaya de inmediato dio una patada en su mano y esta cayó al suelo. Golpeó al opuesto con su codo y cayó. Uno de los policías alcanzó a golpearla en el rostro, pero fue como si ella no hubiera sentido nada y continuó con lo suyo. Y ahí estaba mi hermana peleando completamente sola contra dos policías. Uno la abrazó por detrás para inmovilizarla pero de inmediato le dio un cabezazo. Auch.

Tomó el arma en sus manos y me aventó la otra. Apuntó a ambos policías en el suelo.

— Ahora, nos iremos -avisó y volteó a vernos- ¿Qué esperan?! -gritó. Ben y Klaus entraron de inmediato al auto. Guardé el arma y me subí en el lado del conductor. Arranqué rápidamente cuando finalmente Amaya subió y suspiré dejando salir todo el aire aprisionado que tenía-

— ¿Estas bien?

— De maravilla -la mire por el retrovisor, su labio sangraba- me hacía falta algo de diversión

— Bien echo -alagué, y es que en verdad se había lucido. Pero no quería alardear-

— Ben, guarda eso ahí -le pasó el arma. Ben muerto de miedo la guardo en la guantera-

— ¿Se dan cuenta que Ate buscó una solución sola? -escuché a Cinco. Estaba al lado de ella- asombroso -la miraba embobado. Evité burlarme-

— ¿Estamos cerca? -pregunté. Amaya asintió y aceleré más-

Cuando llegamos al lugar donde al parecer vivía Diego, Amaya y Klaus bajaron, le exigí que la cuidara bien pues yo tenía cosas que hacer y Ben, él estaba conmigo.

Luego puse el auto en marcha y cuando llegué a un estacionamiento hablé.

— No me tardaré -dije y Ben asintió confuso. Me teletransporte-

-Ben-

Charl se había teletransportado sin más, estábamos en el estacionamiento de un especié de hospital, si no me equivoco. Me quedé viendo por el vidrio del auto y al paso de aproximadamente 7 minutos, ella volvió.

— ¿Estas bien? -cuestioné confundido-

— ¿Recuerdas que te dije que Luther tenia una prótesis de ojo en su mano cuando lo encontré?

— ¿Por eso estamos aquí? -asintió-

— La prótesis debió ser echa aquí, a la medida. Y necesito saber el nombre de la persona

— ¿Por qué..? -continuó hablando-

— Porque quien sea el dueño de ese ojo es el causante de el fin de la existencia -bajé la mirada- pero no quieren darme el nombre.

— Es información confidencial, Charl. No te lo darán. Debe haber otra forma.. -dije tratando de pensar en un plan pero ella me ignoró y continuó hablando-

— Necesito tu ayuda -dijo algo molesta- necesito que te hagas pasar por mi padre -parpadeé varias veces sin entender y tragué saliva-

-Amaya-

El entrenador de lucha nos observó merodeando por ahí.

— Los novatos no nos vendrían mal -dijo y me acerqué un poco-

— Tentadora la oferta. Estamos buscando a Diego, Diego Hargreeves

— Oh, su habitación está por aqui, si lo ven díganle que no soy su secretario -lo seguimos y nos dejó entrar al pequeño cuarto que al parecer era de Diego-

— Klaus que h..-me vio con cierta sorpresa- ¿Amaya? ¿Cómo escapaste?

— ¿Esperabas que me quedara encerrada hasta morir? -pregunté con ironía- eres un idiota

— Yo solo quería ayudar

— No comiencen una pelea, por favor -dijo Klaus y suspiré para no iniciarla-

— ¿Quieres ayudar? Déjanos pasar la noche aquí -pedí-

— Solo hay una cama

— Nos acomodaremos entonces -le di una sonrisa fingida y él suspiró-

Me quité la sudadera pues estaba manchada, tanto de suciedad como de las notorias heridas en mi rostro. Klaus husmeaba por el lugar mientras que Diego se volteaba para no verme.

— ¿Tendrás una playera que me prestes?

— Claro -buscó en un gavetero y la extendió aún sin ver. Sonreí un poco- El baño esta por ahí -señaló y me adentré-

Me observé en el pequeño espejo que estaba colgado, hice una mueca al observar los moretones en mi rostro, cada vez era más notorios, mi ojo ligeramente cerrado debido a eso, y mi mejilla un tanto hinchada, además de mis labios, no creería que hubiera espacio para una cortadura más.

Mojé mis manos y las pasé por mi cara con suavidad, soltaba ligeros quejidos pero no me disgustaba tanto. Cerré los ojos con fuerza y apoyé las manos en el lavadero pensando un poco.

Luego de eso salí del baño ya con la playera de Diego puesta. Observé a Klaus quien se estaba preparando para dormir y sonreí.

Sin decir nada pase por ahí.

— Bonnie, ¿a donde vas? -lo escuché pero ignoré-

Salí tanto del cuarto como del lugar y me senté en una banqueta observando el cielo. Estaba hermoso..

La luna tierna, la iluminación que está daba, las estrellas al rededor, todo era bellísimo. Sonreí melancólica cuando una voz interrumpió mi paz.

— ¿Me vas a decir que tienes? -sentí como se sentó a mi lado y bajé la mirada-

— No te importa -recosté mi espalda en la banqueta y coloqué mis manos sobre mi estómago-

— Pues me importa, puedes decirme -insistió tratando de sonar amable e hizo lo mismo que yo-

Suspiré y continué observando el cielo.

— ¿Aún lo recuerdas?

— ¿A quién?

— Tú sabes de quien hablo.

No escuché nada durante unos segundos.

— Claro que si -hizo una pausa- ¿Aún no lo súperas?

— Auch -rió apenado y yo reí ligeramente al escucharlo reír. Luego ambos nos quedamos en silencio-

Pensé y pensé hasta que me decidí y suspiré antes de hablar.

— Él y yo subíamos al techo de la academia en los atardeceres, amábamos verlos juntos..

— Eso es lindo.. -dijo y sonreí-

— Lo era.. -pegué mi cabeza con la suya y cerré los ojos con fuerza. No iba a llorar- solo., no te alejes por favor

Él suspiró y dejó su cabeza en el mismo lugar. Ninguno de los dos se movía para nada.

— ¿Puedo preguntarte algo? -hizo un sonido de afirmación- ¿Por qué me odias?

— No te odio, Amaya -dijo de inmediato-

— Pues parece que si -dije riendo un poco-

— Aunque parezca no es así -sonreí y luego solté un suspiro algo débil-

Mis sentimientos me estaban traicionando, y Diego lo notó.

— Lo extrañas, ¿cierto?

— Demasiado.. -dije con una pequeña risa, señal clara de una persona antes de derrumbarse- nunca lo voy a entender.

— Todos en la academia estábamos muy preocupados por ti -él mantenía su vista en el cielo- pensábamos que ibas a morir, te descuidaste demasiado

— Han pasado tantos años y yo sigo pensando en su promesa -dije en voz baja-

— Puedo saber ¿qué promesa?

Aprisione ligeramente mis labios antes de hablar.

— Prometió estar conmigo y tener un futuro juntos -mis manos taparon mis ojos y sentí las lagrimas en mis mejillas-

— Oh, Maya. Ven aquí -sentí su calidez de inmediato, sus brazos detrás de mi espalda y su mejilla cerca de la mía; me estaba abrazando-

— Soy tan infantil, no se porque no puedo simplemente superarlo -reí mientras mis lagrimas seguían cayendo-

— Lo quieres mucho, no es fácil. ¿Sabes? -nos dejamos de abrazar y me limpié los ojos- Creo que estaría bien que conocieras a nuevas personas

— ¿Qué dices? -reí y él también-

— Solo digo, a mi me sirvió -levantó los hombros-

— ¿Ah si? -asintió- háblame de eso, hasta donde recuerdo coqueteabas hasta con la sombra de las personas -reímos-

— Oh, aún lo hago -me acomodó ligeramente el cabello y sonríe rodando los ojos-

— Lo recuerdo bien, te encantaba hacer enojar a Cinco con eso -asintió riendo-

— Como no tienes idea, era demasiado fácil, enserio.

— ¿Te gustaba Cinco o qué? -bromee y él levantó una ceja con curiosidad, regrese mi vista al cielo-

— Cinco no -hizo una pausa- me gustaba alguien más -voltee mi rostro y me percaté de que me veía. Sonreí apenada y él también- pero., conocí a otra persona -observó el cielo y yo continué observándolo a él-

— ¿Quieres contarme sobre eso?

— Estuvimos juntos un tiempo., luego ella me terminó

— Lo lamentó -dije sincera-

— No importa, la volveré a conquistar -habló con egocentrismo y reí, ahí estaba Diego, el Diego al que tanto quería-

— Y si no lo logras, siempre habrán otras opciones -bromeé con algo de coqueteo y él sonrió-

— Lo tomaré en cuenta -reímos-

— Linda charla, Diego -agradecí-

— Lo fue, si -me despeinó un poco y sonreí-

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