Hueningkai despertó en una habitación oscura, estaba acostado en una cama grande y fría que pudo reconocer casi al instante.

Se alteró al saber que era la cama de los tres alfas, se levantó con cuidado y sin hacer tanto ruido cuando escuchó voces afuera de la habitación.

No le dolía el cuerpo y nada por el estilo, así que por ahora estaba calmado de no ser porqué apareció en otra casa, pero conocía la puerta y el camino a casa.
Puso su ojo en la cerradura para ver que estaba pasando afuera.

Puso su ojo en la cerradura para ver que estaba pasando afuera.

—Novecientos noventa y nueve, y mil wones. —El pelinegro le entregó el dinero a la chica e hicieron un apretón de manos. —Aquí tienes, gracias por tu ayuda.

—Mmh. —La pelinegra solo asintió y se fue a sentar al sillón.

Kai solo suspiró intrigado al querer saber quien era la fémina que estaba con Soobin, pero rápidamente frunció el ceño ante la voz que reconoció.

—Tengo que irme, Lia me está esperando. —Dijo la chica parándose.

Hueningkai pensó que era la misma voz de Ryujin, pero eso era imposible...

¿O no?

No podía ser ella, una hora antes de encontrarse con el trío, había hablado con ella por mensaje y le dijo que iba a estar una semana cuidando a su abuela, según Kai, habría pasado solo dos días, entonces era imposible que su alfa esté ahí.

El pelinegro se dirigió a la puerta, la abrió y se hizo a un lado.

La chica estaba de espaldas cuando se acercó y salió de la casa, entonces Soobin habló.

—Los chicos y yo estamos muy agradecidos contigo, en todo este tiempo nos ayudaste mucho. —La pelinegra seguía de espaldas.

—No me gustó ayudarlos pero necesitaba el dinero, luego de esto no quiero verlos más, a ninguno de ustedes y menos a Hueningkai, me iré lejos para asegurarme de que eso no pase.

—Te aseguro que no nos verás nunca más. —Soobin estaba cerrando la puerta. —Adios Ryujin...

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