Era viernes a las 15:30 cuando Kai estaba caminando por los pasillos de la secundaria, con sus brazos sostenía sus tres libros necesarios para la anterior clase que había tenido, los pasillos estaban desiertos y los rayos del sol entraban por las ventanas.

Tenia que llegar a su casillero y así poder guardar los libros para sacar su cuaderno e ir a la biblioteca a estudiar para los exámenes que iba a haber la semana próxima.

Pasó por el sector de la universidad para cortar camino, algunos estaban en su última clase y otros ya se habían ido hace un par de horas. Con curiosidad miró para el salón de los de último año y vio que todos estaban prestando atención al frente, a sus hojas o perdidos mirando por la ventana. Uno de ellos era una chica pelinegra con el pelo corto hasta los hombros, unos labios gruesos y un cuerpo bien formado, unos pechos grandes, una cintura pequeña, caderas bien anchas, piernas gruesas, fuertes y largas.

Era preciosa.

Kai se le quedó mirando tanto tiempo que cuando menos se dio cuenta, todos ya habían salido del salón y solo quedaba ella que ya tenia todo guardado en su mochila y estaba con su celular seguramente hablando con alguien.

De inmediato se avergonzó y siguió su camino, preguntándose como sería el nombre de aquella alfa. Porqué hasta un tonto lo podría diferenciar.

Estaba pasando por el campo de entrenamiento del equipo de fútbol americano de la universidad que en este momento estaba desocupado, ya que por la tarde-noche tenían entrenamiento.

Al estar expuesto, los rayos del sol le estaban dando en la cara, se cubrió con una mano y siguió su camino hasta que pudo entrar al área secundaria donde solo tenia que caminar y doblar por un par de pasillos más y llegaba a los casilleros.

Cuando pasó por otro pasillo desierto, sintió pasos detrás de el, "disimuladamente" volteó, se ruborizó y se dio vuelta rápido de nuevo siguiendo su camino cuando descubrió que era la misma chica que había estado viendo, estaba distraída con su celular tranquilamente mientras caminaba por la misma dirección que Kai.

No se la podía sacar de la cabeza y eso le preocupaba porque tenia alfas, pero luego se acordó que no era problema porque el fin de semana anterior luego del cumpleaños de Yuna, se había peleado con ellos y le dijo que no los quería volver a ver, ellos aceptaron entre gritos y lo dejaron ir a casa solo.

Al fin llegó a su casillero y guardó sus libros, sacó su cuaderno y un lápiz, cerró el casillero y se dirigió a la biblioteca, entró, fue a las mesas del fondo donde había más tranquilidad, dejó su cuaderno en la mesa y fue en busca de libros.

Pasó tranquilamente por los estantes y recogió al menos 6 libros gruesos llenos de información que le servirían, volvió a la mesa, los apoyó a un lado y cuando estaba por sentarse, unos fuertes brazos lo tomaron de la cintura y lo sentaron rápidamente en la mesa, un hermoso cuerpo entró en su espacio personal y un precioso rostro se acercó demasiado al suyo.

-Si vas a mirarme tanto, al menos pudiste haber entrado al maldito salón y pedir mi jodido número de teléfono ¿No es así niño bonito? -Terminó de decir la pelinegra.

El omega trataba de procesar toda la información hasta que cayó en cuenta de lo sucedido y se ruborizó. La alta rió y se acercó todavía más. -Me llamo Ryujin. -Puso su dedo índice en los labios contrarios cuando el pelirosa intentó presentarse. -Shh, no hace falta que me digas tu nombre, se bien quien eres. -Hizo una pausa. -Eres Kai Kamal Huening y ahora eres MI omega. -aclaró. -¿Te quedó claro? -Preguntó con una ceja alzada, sonriendo cuando escuchó un timido "si" salir de aquellos belfos que rápidamente besó con lujuria y deseo, agarró los cortos y regordetes brazos contrarios y los llevó a su cuello, el omega captó rápido la orden y los enrrolló alrededor del cuello de la pelinegra y trató de seguir el ritmo del beso que le estaban dando.

Ryujin llevó sus traviesas manos a el culo de Kai y lo estrujó haciéndolo jadear de sorpresa, aprovechando para meter su lengua en la dulce boca del pequeño.

Hueningkai se pegó más a la chica, haciéndole notar su erección, la pelinegra sonrió en medio del beso y lo atrajo todavía más a su cuerpo.

Se separaron en busca de aire, Ryujin aprovechó para mordisquear el cuello pálido y dulce, fue directo a la glándula de olor del pequeño que expulsaba el rico olor a miel y caramelos, lamio con la lengua ancha todo el cuello, mordió las claviculas y besó más los gordos labios rosas...

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