Soobin iba conduciendo por las frías calles de Seúl que en esta temporada estaban cubiertas de nieve, con un hermoso peli morado a su lado.

—Nos detendremos en la tienda de regalos y luego iremos a la dulceria ¿muy bien?

El pequeño asintió mientras se acomodaba la gruesa bufanda roja en su cuello y miraba por la ventana.

El alfa estacionó frente a la tienda y bajaron los dos del auto.

Entraron a la tienda donde adentro había cuadros pintorescos en las paredes, un estante con millones de chucherías, juguetes y joyas, detrás de ella había un simpática anciana que tomó amablemente el pedido de Soobin mientras Kai, recorría lentamente la tienda teniendo cuidado de no tocar nada.

Cuando salieron, Kai notó las dos pequeñas bolsas sabiendo perfectamente para quién eran esos regalos que había ahí adentro.

Estaban pasando por el medio del parque cuando Soobin se dio cuenta que su omega estaba triste.

Se detuvo y el pelirosa lo miró curioso.

Choi se agachó quedando a la altura de Kai, acunó en su mano la mejilla regordeta de Kai y lo miró a los ojos.

—¿Qué pasa cachorro? —le preguntó mientras que con su otra mano tomaba al omega de la cintura y lo acercaba a el.

—Nada. —Dijo cabizbajo al borde de las lágrimas.

Soobin lo atrajo rápido a un abrazo cálido, seguro y reconfortante.

—Dime que pasa Hyuka, no te puedo ayudar si no me lo dices. —acaricio la espalda Kai.

Escuchó varios sollozos y luego se separó del abrazo para tomar entre sus manos ambas mejillas contrarias, y besó al omega con todo el cariño del mundo, ignorando los bajos insultos homófobos de una madre mientras le tapaba los ojos a su hija.

—Alfa. —murmuró Hueningkai cuando se separaron. —¿Tu me quieres? —Preguntó viendo a los ojos a Soobin.

Soobin lo abrazó más fuerte, juntó sus frentes y le susurró con toda la paz un ''te quiero demasiado, amor''.

Besó de nuevo al pequeño y luego lo cargó para seguir su camino hasta el auto...

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