Los latidos de mi Angel guardián
La historia comienza cuando tenías diez años, mis padres y yo nos mudamos, a un barrio de gente con dinero, muy lejos de nuestra casa anterior, papá comenzó a trabajar en una clínica en esa misma zona, mamá siempre iba conmigo al parque y a todos lados. Y me dieron mi propia habitación. Recuerdo el miedo que me dio dormir solo la primera vez, pero me daba vergüenza molestar a mis padres, así que me envolvía en mi colcha y cerraba mis ojos con fuerza, suplicando a mi cuerpo que durmiera, esa rutina fue por varios días, mis padres se preocuparon por mi falta de sueño, yo les decía que solo me faltaba acostumbrarme a dormir solo, ya que nunca antes lo había hecho debido a la casa humilde que teníamos antes, en donde los tres dormíamos juntos. Mi padre me abrazo orgulloso diciendo que era un niño valiente y mi mamá me compro una luz de noche
Esa noche, como las anteriores, me removía en mi cama envuelto en mi sabana, tenía tanto calor por estar tapado de pies a cabeza, pero me daba miedo no tener nada habitación
otegiera”, había dejado la ventana abierta para que se refrescara la habitacióvoz
Cuando sentí unos latidos a mi lado, segundó de eso, caricias en mi espalda y cabeza cubierta, di un salto, creyendo que eran mis padres cuando escuche una gruesa voz
"No te asustes, pequeño héroe, es normal tener miedo, por eso yo voy a cuidar tu sueño esta noche y siempre, deja tu ventana abierta y vendré como príncipe a rescatar a su princesa, pero no le digas a gus padres o ellos estarán decepcionados de que su héroe sea un cobarjamás
Por increíble que suene. Esa noche, por primera vez, dormí plácidamente. La idea de tener un ángel de la guarda era la mayor hipótesis que mi cerebro logró hacer. Como me dijo, no hable con mis padres de esto jsiempre
A día de hoy, siendo un adulto ya graduado de la carrera de neurocirujano, y mi “ángel de la guarda” sigue aquí. Deje de dormir tapándole, pero jamás abrí mis ojos, siempre sentía sus latidos en mi oído y sus mansos acariciar mi cabello, caricias subes y abrazos nocturnos. Allá a donde vaya a dormir, en un hotel, en casa de algún amigo, incluso cuando fui por primera vez de campamento tenía miedo de que mi ángel no pudiera ayudarme, pero allí estuvo, primero sentí sus latinos y sus brazos rodearme, sus susurros en mi oído alagándome scuidarme
Él me cuida cada noche y sé que de día también lo hace, lo supe el día en el que un profesor se intentó pasar de listo, yo tenía catorce y siempre fui malo en español, ese profesor se ofreció a repetirme un examen que reprobé y yo acepte creyendo en la buena fe de mi profesora. Esa noche en cuanto sentí los latidos de mi ángel guardián, lágrimas cayeron por mis mejillas, me abraza a él y llore como nunca el recuerdo de las manos de ese hombre, pasearse por mi cuerpo y levantar mi camisa no me dejaba en paz, él me consoló y me juro que nunca dejaría que algo así me volviera a suceder. Nunca volvimos a saber de ese profesor, incluso en mi escuela nos dieron un día de duelo por la desaparición de un profesor. No me sentí mal por él, en absoluto a la hora de dormir le agradecí a mi ángel guardián por siempre cuidarme
Mi ángel tampoco escatimaba en gastos, cada año en mi cumpleaños, regalos de alta gama como consolas o incluso joyas eran puestas sobre mi cama en la noche anterior al día. Claro, siempre ocultaba estos presentes, o mis padres podrían sospechar y siempre daba gracias a mi ángel guardián por esos regalos
En mi cumpleaños número dieciocho me sorprendió con bello regalo, un anillo de diamante con un rubí.
El dedo arrancado en el que venía solo eran detalles. Ese anillo era una promesa silenciosa, una que acepte en silencio poniéndome ese anillo y a día de hoy lo sigo llevando a donde voy.
Hoy en la noche esperó ansioso la visita de mi ángel guardián. Ya no soy un niño, sé que él no es realmente un ángel, de hecho estoy seguro de que asemeja más a un demonio, él ya no necesita entrar por mi ventana, las puertas de mi casa están abiertas para él, mi cuerpo entero está a su disposición ayer, hoy y siempre.
Rondaban las doce de la noche, cuando un hombre de ruda apariencia, con una capucha y ropa algo desgastada, saco de su pantalón la llave que le había sido obsequiada hacía ya mucho. Abrió con lentitud la puerta, todas las luces estaban apagadas, menos la de la cocina, con curiosidad se encaminó hacia allí y en su rostro se dibujó una sonrisa llena de ternura, sobre la mesa un plato con comida y una nota esperaban por el "Estoy aprendiendo a cocinar;3” decir la nota con una rara letra casi ilegible. Incluso con la comida fría y tiesa, el hombre comió a gusto lo que le han preparado. Cuando termino labor el plato y escribió en la parte trasera de la nota "Delicioso como todo lo que preparas, gracias". Siguiendo con su rutina, subió las escaleras que erigieron a cada paso que daba. La casa era pequeña y humilde, una casita de soltero para un chico joven, llego a la habitación principal de la casa y la abrió con lentitud, dentro de ella se encontraba la figura de un joven de melena negra y piel blanca, que dormía dándole la espalda a la puerta, el hombre se sentó en la cama, se quitó sus zapatos y se acostó a su lado, paso sus fuertes brazos alrededor del joven y lo apego a su pecho, dejando que sintiera sus latidos, los latidos de su corazón, corazón que late solo para su niño.
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