Amor de Padres
- La cena te quedo tan deliciosa como siempre amor..- la dulce voz del hombre resonó por la antigua casa-
-Gracias.. Me esforcé mucho, Aya no quiso ayudarme - bromeo y regaño la mujer a partes iguales -
-Aya.. Has estado muy quieta y callada últimamente mi vida - la preocupación en su voz era evidente mientras agarraba la quena manito - Mi amor, la próxima vez ayuda a tu madre -
Ella no despidió, el hombre se entristeció por verse ignorado
-Está bien cariño, si Aya no quiere no la podemos obligar, lo que paso fue muy traumático para ella..- hablar de ese tema era doloroso para los tres -
-Tienes razón.. Cariño, ¿qué tal si después vienes a mi taller? A papi le gustaría mucho que lo ayudaras - él le sonrió, beso su pequeño manito y la verdad a este punto sabía que ella no respondería, así que solo siguieron cenando en silencio-
Aya no tocó un solo bocado de la deliciosa comida que su madre se esforzó en preparar.
Cayendo la tarde, el hombre levantó a la niña de cabellos obscuros del sofá, donpartesa cómodamente miraba la televisión, la cargo colocando su cabecita en su hombro y acariciando su cabello, la llevo hasta su taller. Cuando entraron a la habitación, el hombre prendió la luz, vio con orgullo su trabajo de años. Animales embalsamados por todas partes
-Mira Aya cariño… Este es Tobi.. ¿Lo recuerdas? Fue tu primera mascota, mi amor…- el hombre le mostró un perro, uno sato y sin raza - Nosotros nos ofrecimos a comprarte uno, pero tú quisiste a este perrito callejero, que lastima que ese brujas de la vecina lo mato…- susurro el - Recuerdo como lloraste por él… Pero yo lo conservé lo mejor que pude y cuando lo volviste a ver te sentiste tan feliz, nunca lo soltabas y seguías creyendo que estaba vivo, ay… Tu madre pensó que eso daba algo de miedo… Que cosas… - sonrió por la ironía de la situación -
La niña seguía sin reaccionar, es más, el hombre podía jurar que notaba incomodidad o incluso miedo en ella. Se sentía tan triste pensando que su niña no volvería a ser la misma. Pasado su mano por sus suaves y perfectas mejillas, estaban frías como siempre, él las calentaba con sus caricias al igual que su mujer.
Su niña no había sido la misma desde ese incidente, desde ese día en el que un degenerado entro a su casa e intento llevarse a Aya a la fuerza, ese loco logro poner sus manos sobre la niña, la cargo, la arropo e intento sacarla de su casa, pero el cómo el padre protector que es, ataco al intruso, lo golpeo en la nuca con un machete, el hombre se desplomó muerto en el suelo y callo enzima de la niña, la sangre salpicaba y su carita estaba pegada a la del cadáver sin vida, que hasta en sus últimos momentos abrazaba a la niña sin deseos de dejarla ir, ella lloró y grito durante dos días y dos noches enteras, su garganta debía estar gastada para ese punto, el trauma de intentar ser secuestrada por un seguramente pedófilo la había marcado tanto que él podía jurar que la sentía temblar con sus caricias llenas de amor paternal y buenos sentimientos, su esposa estaba ayudando en todo lo que podía también, esa noche ella había estado fuera de casa y cuando vio a su esposo con Aya en brazos estando tan pálida y paralizada su corazón se partió un momento al creerla muerta.
Gracias a dios, su niña estaba bien, le costaría, pero superaría todo esto y volvería a ser la dulce niña que una vez fue. Ella y su esposo se encargarían de eso, le devolverían el brillo a su mirada y el color a sus rosadas mejillas.
Cuando el hombre termino de embalsamar a una ardilla que había casado en el bosque, especialmente para esto se la mostró a la menor, ella no respondió. La desilusión se hizo presente otra vez en el hombre recordando esos días de antaño.
"-Papi y Mami son científicos locos! - había gritado la menor después de acompañar a su mamá a su trabajo como cirujana plástica, la mujer tenía su propia clínica privada donde trabajaban ella y unas compañeras de confianza -
- Ya te dije que no somos Científicos Aya - regaño su madre-
- Habla por ti, yo soy un científico loco malvado y voy a dominar el mundo con mis zombis - el hombre cargaba a su risueña niña mientras le hacía cosquillas -
-¡No! ¡Qué miedo! - se burló la niña - El seguía haciéndole cosquillas y ella solo pataleaba y reía-
- Constan, no hagas eso estás despeinando a Aya - se puso furiosa cuando noto como su niña era despeinada -
La niña de cabellera liza y negra con ojos obscuros como la noche y unas regordetas mejillas rosadas era la adoración de su madre, vestirla como una muñequita era su mayor placer, y no había quien la retara cuando alguien arruinaba sus bellos peinados o lindos vestidos
-oh no… - susurraron los dos asustados mientras se miraban con complicadas - "
- Oh Aya, mi pequeña muñequita, siempre peleaba contigo para que te quedaras quieta cuando te peinaba, quien me diría que extrañaría esa revoltosa parte de ti mi amor.. - hablo con pesar, el peine antiguo acariciaba la cabellera negra, mientras la mujer tenía sentada a la niña entre sus piernas, frente a ellas había un gran espejo-
Termino su trabajo y miro complacida a la niña. Su pequeño cuerpo estaba cubierto por un vestido rojo, lleno de brillo y lazos, un vestido de tutú pomposo y muy hermoso, sus piescecitos cubiertos por zapatos negros y medias blancas y su cabello estaba suelto con un lazo rojo en el medio de su cabeza. En otro momento, la niña correría a mostrarse ante su papá esperando algún cumplido y su madre vería orgullosa la hermosura que había hecho, pero ahora, solo podía abrazar a la niña con lágrimas en sus ojos, deseando que ella saliera corriendo afuera y se despeinaba, se ensuciaba e incluso rompiera su vestido y volviera con su cabecita gacha pidiendo perdón
- Aya.. Mi niña, por favor… Dime algo… - lloro y suplicó, pero nadie respondió, la menor estaba allí, inerte y sin expresión alguna -
El hombre de la casa ingreso en la habitación, vio la escena y también rompió en lágrimas, abrazo a su esposa e hija, llorando también, suplicando una sola palabra, un movimiento algo, que les dijera que aún estaba ahí.
En la noche, ambos padres acostaron a su bebé, la niña era valiente, dormía sola, después de ese evento traumático ella había dormido con ellos un tiempo, pero eso solo empeoro todo, así que decidieron dejarla dormir sola en su antiguo cuatro, tal vez en un lugar tan íntimo como ese se sentiría más cómoda y en confianza, ellos le cantaban una nana, besaban su cabeza y se iban de allí, aunque nunca la veían cerrar los ojos para dormir. Como era usual se despidieron deseando buenas noches y sin más salieron
La niña estaba en su posición de siempre, incapaz de moverse por sí misma, cuando una pequeña luz alumbro afuera, voces se escucharon entre susurros y entonces en el piso de abajo, en la sala principal se escuchó un fuerte golpe, gritos, golpes y ocasionalmente disparos sonaron abajo, ella seguía allí, inerte.
La puerta de su habitación comenzó a sonar, como si quisieran abrirla, pero esta estaba cerrada, ellos siempre cerraban con llave, de repente la puerta fue rota, callo al suelo y un hombre con ropa obscura se acercó, miro la cama con una expresión de sorpresa genuina. El hombre que bestia como policía se acercó a ella y con miedo en sus ojos, movió sus dedos hasta su cuello.
"TunTun"
"TunTun"
Los latidos de la niña lo saco de su espanto, pero aun así no entendí algo
-¿Daniel..? - preguntó en un susurro mientras sentaba a la niña-
Los ojos de esta lo miraron al instante, ya no cabía duda, el hombre cargo a la “niña” quien se tensó en sus mansos.
- No te preocupes pequeño, tu madre nos ha enviado, te está esperando, ahora estas a salvo - sus palabras sonaban dulces y amables mientras trataba de tranquilizar a la criatura entre sus manos -
Lágrimas mojaron su uniforme, el infante lloraba en sus brazos, sintió como el niño que minutos antes parecía una muñeca viviente, se aferraba a sus brazos mientras se deshacía en llanto.
-Ma-mama…- casi no se le entendía y su voz era casi imperceptpatrullas
El bajo con el niño en brazos, la casa estaba hecha un desastre, con policías por doquier. Cuando el hombre salió de allí el niño entrecerraba sus ojitos, las luces de las patrullas no le permitían ver bien, tampoco se sentía cómodo con los gritos y los sonidos de los policías y las mismas patrullas
-¡Mi Hija! - el grito agonizante de quien se hacía decir su “madre” causo estragos en el cuerpo del niño - ¡Suelten a mi hija! - gritaba la mujer, esposada y con la cara estampada contra una pared esta se movía como un animal, tratando de liberarse y correr hacia él -!Es mi niña, no me la pueden volver a quitar! - su voz sonaba desgarradora y verdaderamente desesperada
-Por favor… No la lastimen, ella aún es muy pequeña, dejen que vaya con su madre, por favor - el hombre tampoco se quedaba detrás, imploraba de buena fe, él no se retorcía ni gritaba, parecía querer dialogar - Yo fui quien mato a ese hombre, pero intentaba separarme de mi hija - explicaba entre sollozos - Aun así aceptaré las consecuencias, pero por favor dejen a mi esposa y a mi hija -
El niño tembló como una hoja, miro al hombre con ojos llorosos, pudiendo con la mirada que lo alejaran lo más posible de ellos
-No te preocupes pequeño, te vamos a llevar con tu verdadera madre - el policía se quitó su máscara, mostrando un rostro juvenil y con semblante amable, cubrió al niño con una manta mientras lo metía dentro de una patrulla - No te preocupes, no volverás a ver a esos locos jamás peque-
-Ahhh!!- el espantoso grito del menor alerto a los demás policías, quienes vieron espantados al igual que el niño a la desquiciada mujer -
Una vieja hacha, que usaban para cortar leña y cazar, ahora se encontraba en las manos de la enclenque y casi esquelética mujer, quien había atravesado la cabeza del joven oficial, sus manos aún esposadas temblaban, el cadáver sin vida callo al suelo con el arma medio encajada en su cabeza, la sangre no solo había manchado a la mujer, sino que el menor tenía una mancha también en su inocente rostros, que ahora no hacía más que llorar y temblar en la parte trasera del coche patrulla, arrastrándose hacia atrás evitando que la mujer lo tocara.
- Mi niña, nadie nos va a separar… - ella extendía sus brazos, esperando que el niño corriera a ella para abrazarla como supone aria una niña en su situación -
Pero el reencuentro no duro mucho, cuando dos policías la agarraron de los brazos y la alejaron con toda la fuerza posible del traumatizado niño, quien lloraba en posición fetal sin parar de suplicar ver a su madre.
Mientras los hombres ataban a la mujer con una camisa de fuerza, detrás de esta había dos cuerpos más, uno se retorcía de dolor en el suelo, con una de sus manos casi arrancada, su hueso se podía ver y la sangre cubría el verde pasto, el otro lamentablemente se podía notar a simple vista que no poseía vida ya, no se movía ni un milímetro y su rostro estaba totalmente desfigurado, su mandíbula estaba desencajada y totalmente separada de su cabeza, parecía como si le hubiesen dado un el filo del Acha en la boca, pero al no tener tanto filo esta se había clavado mal y al intentar sacarla había causado un daño mayor.
Un policía cerro la puerta de donde estaba el niño, y se sentó en la parte delantera del coche, encendiendo este y dándole minforme
- Constan Kafta y Marivel Kafta, un matrimonio en sus bodas de bronce, un excelente embalsamador, muy conocido por su arte de hacer que los muertos ya fueran humanos u animales parezcan estar verdaderamente vivos y ella era una cirujana plástica muy cotizada, su clínica se especializaba en cambios de sexo, incluso ayudo a algunos niños y adolescentes, comenzando con sus procesos hormonales y cuando estaban listos comenzaba el cambio real, jamás tuvo ni una sola operación fallida, los dos tenían una niña de apenas cinco años de edad llamada Aya Kafta lastimosamente su muerte fue una tragedia, su padre solía llevarla con él a la funeraria y un día luego de un berrinche, se escondió en el horno de cremación, uno de ellos encargados lo encendió como todas las mañanas antes de meter algún cuerpo para saber si todo estaba bien, fue demasiado tarde cuando escucharon los gritos de la niña, las quemaduras fueron demasiado graves, y el cuerpo era casi irreconocible, tanto que ambos padres se negaban a aceptar el fallecimiento de la menor, según el reporte clínico quien peor se encuentra es la mujer, que alegaba que su hija se había quedado esa mañana jugando en casa de sus vecinos, ahí es donde entra la familia Jens, Cornelis y Cameron Jens y su hijo Daniel, amigos cercano de la familia, en especial el niño, de la misma edad que la menor, solían jugar cada mañana antes de que Constan se llevara a la niña con él, dos noches después de la tragedia, el hombre allanó la casa de la familia mientras su esposa esperaba afuera y se llevó al niño, en el proceso asesino al padre de la víctima y dejo inconsciente a la madre, ella fue quien denuncio el asesinato y el secuestro…- había terminado de relatar un policía novato mientras leía de manera superficial el informe
-¿Cuántas bajas hubo? - preguntó un hombre de edad avanzada mientras caminaba siendo seguido por el chico -
-Dos muertos y uno herido de gravedad en el hospital, causados por la mujer - respondió con rapidez -
- ¿El estado del menor?- volvió a preguntar, esta vez con un deje de preocupación -
- De probable señor, estaba vestido como la difunta niña y no parecía querer moverse, era como si estuviera muerto… - un amargo sabor de boca se plantaba en el chico mientras contaba el estado del niño -
-¿Ah hablado?- entro a una sala donde estaba una mujer, la edad de esta rondaba los treinta, y se veía nerviosa y con lágrimas en sus ojos -
- Solo pregunta por su madre… Es lo único que dice - señalo con la cabeza a la llorosa mujer -
-Déjenla ir con él - ordeno -
- Sí, señor…- el chico dio la orden, y a la mujer le brillaron los ojos cuando escucho que después de tanto suplicio volvería a ver a su hijo.-
-¿Qué paso con los padres? - esta vez el anciano tenía un tono frío y seco en su vos -
- Ella se suicidó en su celda… Y a él también lo encontraron muerto por… - comenzó a explicar antes de ser interrumpidos -
- Bien - expreso, casi parecía conforme -
-¿No deberíamos abrir una investigación? El cuerpo de la mujer presentaba leves hematomas, como si alguien la hubiera obligado y el hombre presenta signos de envenenamiento - mostró fotos de ambos cadáveres mientras explicaba -
El anciano ni siquiera las miro y las aparto con desagrado, negó con fastidio y le permitió retirarse al chico, quien sin entender muy bien al hombre, simplemente acepto irse, no deseaba buscarse problemas con su jefe. El de cabellos blancos y mirada cansada soltó un suspiro, se quitó su placa y sus armas, poniéndolas sobre una mesa, frente a él había una puerta y detrás de esta una madre que se aferraba a su perdido hijo entre lágrimas.
La puerta fue abierta por él, quien derramo algunas lágrimas que había intentado ocultar desde el principio de aquella operación de rescate, pero la felicidad que sentía en ese momento compensaba las largas horas de sueño, los sobornos y los chanchullos que había hecho para que ninguno de esos dos psicópatas estuvieran vivos más de una hora en su encierro, todo valía la pena, al ver a su nieto de nuevo en brazos de su verdadera madre
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