Capítulo 1
Amy
Escucho mi despertador sonar e instantáneamente hago una mueca de desagrado. Lo apago de un manotazo y me convenzo de levantarme sin importarme que posiblemente el reloj haya salido por la ventana del golpe que le he dado. Hoy es el primer día de escuela en el nuevo instituto y supuestamente es uno de los días que deberíamos llegar temprano, ya saben, por todo eso de ser el primer día y no conocer a nadie.
Voy enseguida hacia el baño para lavarme un poco el rostro, me observo en el espejo y veo los frutos de no dormir bien. Las ojeras me llegan casi hasta la boca, los labios agrietados y parece que con mi cabello barrieron la tienda de la esquina. Rápidamente hago el intento de verme decente por una vez en mi vida. Al terminar recojo la cama, me pongo el uniforme y cojo mi mochila para ir caminando hacia la cocina a desayunar algo. Me despido de mi mamá que me mira con desagrado, quizás porque al final no me he peinado y me dirijo hacia la parada del autobús. Miro hacia todas partes y puedo ver todo tipo de uniformes desfilando de un lugar a otro dando a notar que hoy es el primer día. Llego después de unos minutos a la parada y siento todos los ojos sobre mí.
Estudio en una de las escuelas de música más importantes del país, por lo que se pueden imaginar que mi uniforme hace que todos se den cuenta a donde asisto o lo que estoy estudiando (o quizás nunca han visto a alguien tan despeinada como yo). Estos son los momentos donde odio ser quien soy. Después de unos minutos agradezco que haya llegado el bus, suelto un suspiro cansado y me siento en una de las ventanas para así poder ver el paisaje.
Me levanto en el momento que veo desde la ventana que he llegado a mi parada. Me coloco los audífonos y camino unas dos calles más hacia arriba para llegar a la escuela intentando no entrar tarde. Siento mi móvil sonar y rápidamente contesto sin ver ni siquiera de quién se trata.
—¿Dónde estás? ¿Ya llegaste? —pregunta Ana Laura desde el otro extremo entusiasmada.
Ana es una de las chicas que ha estado conmigo desde la secundaria. Poco a poco nos hicimos muy buenas amigas, formando así todo un círculo de amistades los cuales conseguimos entrar todos juntos al instituto. Ella, principalmente, es una de las más cercanas y no me sorprendo de que me esté llamando tan temprano.
—Estoy en camino y tú, ¿ya llegaste?
—Sí, estoy aquí con todos esperándote en el patio. —Escucho como alguien más le quita el móvil, ella refunfuña y las risas de todos se hacen presentes contagiándome de alegría—. ¡Hola! ¿Cómo estás?
La voz de Jean hace que suelte fuertes carcajadas. Este chico es una de las mejores personas que podían llegar a mi vida, poniendo de lado lo apuesto que es (ojos azules, rubio con cabello en risos, pómulos marcados y labios pequeños), es un chico dulce, amable y carismático. De verdad le debo mucho a él, demasiadas lágrimas ha tenido que soportar, pobre.
— ¡Hola! Te escucho entusiasmado —le digo entre risas mientras apuro el paso para llegar más rápido. Los muy cabrones me han hecho el día.
—Pues claro, esto aquí es genial. ¿Ya llegas?
—Estoy entrando por la puerta principal.
Cuelgo el teléfono y me detengo a observar el paisaje. Es un gran edificio rodeado de frondosos árboles donde a lo lejos se pueden apreciar todo tipo de arboledas y espacios para poder estudiar tranquilos. Sonrío entusiasmada y me adentro en el colegio mirando hacia el suelo, hay muchas personas y no me gusta mantener el contacto visual siendo nueva aquí. De pronto siento como caigo al suelo de un empujón y al levantar la vista encuentro parado frente a mí un muchacho rubio de ojos verdes que me mira impactado. Su mirada se suaviza y se acerca a ayudarme. Me levanta y quedo tan cerca de él que logro notar su perfume.
—Lo siento, no te vi. — su voz. ¡Dios! Su voz es tan impactante que hace a algunas chicas cerca de nosotros girarse rápidamente.
— ¡Oh! No te preocupes. Era yo la que no estaba prestando atención por dónde iba. —me alejo un poco de él ya que aún estaba muy cerca, lo que me permite ver lo alto que es. Pero no tanto como otra persona.
— Lo siento, me tengo que ir. Nos vemos luego. —se aleja de mí corriendo sin más hacia otra parte de la escuela mientras se despide con la mano dejándome con la boca abierta de par en par y una sensación de derrota.
¿Lo habré espantado? Lo más posible. Soy un desastre en estas cosas...
—Cierra la boca, el río de baba llega a la oficina de la dirección —comenta Rayan entre risas. Mi mejor amigo y que ha estado para mí en todo momento desde hace ya tres años, uno de los más importantes sin duda, principalmente arrebatándome los caramelos.
—No seas idiota, sólo hablaba con él —me defiendo frunciendo el ceño y fijándome en Rayan. Lleva su cabello negro despeinado completamente, su uniforme está remangado y tiene una pequeña expansión negra que se perforó el año pasado. Es de lo más guapo el muy descarado.
—Yo no he dicho lo contrario — responde como si se encontrara ofendido.
—Mejor vámonos de aquí. Los demás nos están esperando. —corto la conversación que no nos iba a llevar a ninguna parte, por lo menos ahora y nos dirigimos hacia el patio central.
Caminamos por un pasillo largo hasta llegar al lugar donde se reúnen los nuevos estudiantes, un patio grande lleno de árboles y bancos de madera donde sentarse. Divisamos a nuestros amigos en el mar de gente y nos acercamos a ellos.
— ¿Qué nos perdimos? —pregunta Rayan mientras se coloca a mi lado y sube su brazo sobre mis hombros fijándose en todos los detalles a nuestro alrededor.
—Hasta ahora de nada importante, sólo que tienen que ir a recoger sus horarios y esas cosas. —nos dice Matías, el novio de Ana Laura restándole importancia al asunto.
Luego de toda la bienvenida general hecha por la dirección del instituto nos dirigimos a buscar los horarios y otros materiales que debían entregarnos. Después de perdernos por los largos pasillos logramos encontrar la oficina del docente y lo diviso a lo lejos. Sí, definitivamente es él; su piel de tono oscuro resalta entre sus amigos al igual que sus rizos negros que ondean de un lado a otro mientras se ríe de los chistes que seguramente está haciendo. Unos minutos después escucho que me llaman por mi nombre lo que me hace salir de mi trance.
—Amy Sánchez por favor venga a buscar su horario junto a Lily Hernández. —vocifera el docente mientras alza unos papeles en sus manos.
Me encamino a buscar mi horario y me encuentro con una chica pequeña y rubia que debe ser Lily. Recogemos nuestros horarios y nos dirigimos hacia las aulas principales para conocer a nuestros profesores guías, encargados de soportarnos todo el año.
—Hola, me llamo Amy. Un gusto —me presento con una sonrisa a la chica antes de entrar al aula.
—Un placer, espero que nos llevemos bien—comenta un poco tímida toqueteándose el cabello sin parar con la mirada hacia el suelo.
—Ya verás que seremos buenas amigas , ¿te sientas conmigo?
—Claro —responde alzándose de hombros mientras nos adentramos.
Escogimos una mesa y esperamos a que comenzara toda la bienvenida individual, la cual se divide por aulas y en la que se conoce como será todo de aquí en adelante. Al terminar toda la parte de la acogida tuvimos la oportunidad de conocer también a Victoria, una chica de espejuelos de pasta dónde estamos casi seguros de que se ha robado el cerebro de Einstein o algo así.
Me despido de las chicas y camino hacia la cafetería para intentar encontrarme con alguien que me hiciera compañía y a la misma vez comer algo. Pido algo para tomar al darme cuenta de que mis amigos no están por aquí y siento como alguien me toca el hombro.
—Hola —escucho como me saluda y giro el cuello para encontrarme con el rubio de hace unas horas.
— ¡Hey! ¿También tienes hambre? — interrogo escueta y él asiente.
—Sí. Vine para ver si podía comer algo. —le abro el paso para que se acerque a pedir algo y vuelve a dirigirse a mí—. Perdón por irme de esa manera hace un rato. La verdad tenía que encontrar a mis amigos y este lugar es un laberinto.
—En serio, no te preocupes. Se veía que tenías prisa —admito avergonzada. Mi pedido sale y él me alcanza la jarra de batido de chocolate—. Bueno, nos vemos después.
—¡Espera! ¿Te apetece merendar conmigo? Ahora tampoco tengo idea de dónde están mis amigos —comenta entre risas. Me sonrojo ante su petición y rápidamente su rostro se torna serio y coloca su mano derecha en la frente—. Ni me he presentado. Mi nombre es Lucas, estoy en primer año igual que tú.
—Yo soy Amy y acepto tu invitación de merienda. —él sonríe a plenitud y caminamos hacia uno de los bancos que teníamos cerca.
Cuando terminamos nos compartimos los números y me dirijo a ver a mi maestro de instrumento. Subo dos pisos de escalones y llego a un aula grande donde se debería encontrar mi profesor, pero está completamente vacía.
Cierro la puerta y me dedico a observar las aulas de los pasillos, las cuales son verdaderamente grandes, hasta que oigo como el maestro grita desde un extremo del pasillo pidiéndome que me acerque.
— Amy, veo que tienes entendido todo por aquí —comenta con una sonrisa agradable y en respuesta esbozo una también.
—Tengo todo bastante organizado, sólo me faltaba venir a hablar con usted.
—Bien, quiero decirte que tus compañeras ya escogieron las parejas de estudio que van a tener por los cuatro años que van a estar en el Instituto. —comenzamos a caminar rumbo a las escaleras, mientras la conversación me llama la atención.
—¿Pareja de estudio? —interrogo frunciendo el entrecejo. Nadie me habló nada de pareja de estudio.
—Es un estudiante mayor que tú que te ayudará en todo lo posible. En tu caso te escogieron, no dieron oportunidad de elegir. Él quiso ser tu encargado para ayudarte —comenta restándole importancia al asunto mientras sonríe al ver una figura muy conocida acercándose a nosotros.
— ¿Él? —le pregunto extrañada.
—Este es Alejandro. Viene de tu antigua escuela, creo que se conocen.
No me jodan… ¿Tú?
—Alejandro esta es Amy. Espero que se entiendan y se lleven bien —afirma mi profesor encantado y yo observo a mi nueva pareja con horror. Esto no está bien.
—Hola Amy, nos vemos de nuevo —saluda con esa sonrisa tan suya erizándome la piel de pies a cabeza.
De todos los estudiantes de esta escuela, ¿tienes que ser tú?
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