El albornoz que se había colocado Jimin al salir de la ducha ahora no estaba, quizá yacía tirado sobre la alfombra o el piso más allá o en algún lado. Eso no tenia importancia.
Lo que pasaba sobre aquella cama era lo importante.
El cuerpo caliente de Jimin aún estaba bajo el otro cuerpo más fornido, retorciéndose del placer que los besos recibidos le provocaban más la intromisión de tres dedos hábiles en su interior que se movían y curveaban cada tanto hacia arriba arrebatandole gemidos de gozo.
Sus labios estaban tan rojos por besar y ser besado con hambre por Yoongi y sus manos no se habían podido quedar quietas por más que había querido pues ahora tocaban todo a su paso y antojo. Los brazos fornidos, el torso caliente de Yoongi, sus pectorales duros que le hacían querer morderlo y marcar ahí que ese pecho firme le pertenecía a él.
Y Yoongi solo podía gruñir en desesperación al desear poseer al zorrito, dominarlo por completo pero complacerlo en el proceso. Después de haber intentado introducir el primer dedo, a partir de ahí todo se desbordó por completo, así que no se dio cuenta en qué momento ya tenía los tres falanges metidos en ese cálido interior que lo succionaba más que bien casi haciéndolo babear al imaginar como succionaria su pene.
Absorbía todo de Jimin, sus besos más sus jadeos desesperados, su aroma de frutos silvestres de la loción de ducha, el jugo del placer que se cernía sobre su piel. Todo.
Todo en Jimin le parecía exquisito, no quería desperdiciar nada, besaba y tocaba todo a su paso así como las pequeñas manos contrarias tocaban todo de él.
Por un momento se detuvo para mirarle a los ojos y Jimin los abrió como esperando aquello, sus miradas se habían cruzado una vez más haciéndoles perderse en una espiral de emoción anticipada.
Sus ojos celestes, como dos pedazos de cielo raso por la mañana cálida le hicieron retener un suspiro que se ahogó en el infinito azul cautivandolo con su brillo sin igual,
en ellos se asomaba un fuego ardiente, que despertaba sus más profundos deseos. Y entonces fue que lo supo.
Estaba listo.
Su zorrito estaba listo para recibirlo.
Primero acomodó el cuerpo de Jimin sobre la cama, apartó un par de mechones de su rostro rojo y sudado y besó castamente sus labios haciéndole suspirar.
En la mesa de noche en la gaveta de hasta abajo él mantenía siempre sus cajas de preservativos y lubricante que no podía faltar, le servía durante su temporada de celo porque solía masturbarse para calmar el calor un poco. No le gustaba salir corriendo a buscar ayuda y menos de aquella mujer.
Sacó una caja, y tomó un preservativo, no habían hablado aún de cachorros con el zorrito así que debían ser cuidadosos, se lo colocó bajo la mirada atenta y deseosa de Jimin y después agarró un poco de lubricante con sabor y olor a uvas y untó un poco en sus dedos, después de eso los llevó justo al agujero dilatado y lo llenó de la sustancia pegajosa y el resto lo coloco sobre todo su pene sobre el preservativo.
Eso sería suficiente para no herir a su chico en su primera vez, porque sería gentil pero lo tomaría fuerte, así le haría saber cuanto lo deseaba y cuanto lo disfrutaba. Así le haría desaparecer toda es inseguridad que estaba seguro que Jimin retenía entre su anhelo y su pasión.
Podía verlo.
La mirada de Jimin no se apartó nunca atento a los movimientos del pelinegro siempre, esperando algo ansioso y a la vez nervioso, observando la seguridad en Yoongi porque él parecía saber todo lo que hacía y estar seguro de cada paso a dar, y si estaba igual o más nervioso que él no lo demostraba.
El pelinegro se fue acercando lentamente, cayendo despacio sobre su cuerpo desnudo, tembloroso y expectante.
Lo volvió a tomar, por el cuello de manera lenta y callada, porque quería besarlo hasta el hastío. Era la hora perfecta para besarlo, quería hacerlo antes que nada, deseaba besarlo, acariciarlo. Anhelaba
estrecharlo entre su cuerpo y aquella cama, quería apretarlo duro y morderlo dulcemente. Deseaba comerlo a besos sin prisa alguna y llenarle de ternura, aferrado a su cintura desnuda, caliente y dura.
Y jimin se dejó besar de aquella manera tan irracional y brutal, sentía su cuerpo de fuego. No supo en qué momento Yoongi había sacado el resto de su ropa interior pero ahora podía sentir su piel desnuda contra la suya.
Una de las manos de Yoongi fue vagando lentamente entre ambos cuerpos, buscando acomodarse entre las piernas de Jimin, tanteando la entrada y sosteniendo su pene duro e hinchado presionandolo justo en el agujero que lo estaba por recibir.
Y Jimin jadeó con deseo cuando la mirada penetrante color ámbar se fijó en él y solo en él y entonces sucedió.
Muy lentamente Yoongi cruzó aquella línea que lo separaba de la cordura y la lujuria, sin dejar de mirarse, se fue introduciéndo de apoco sintiendo ese calor rodearlo. Jimin jadeó con fuerza cuando sintió más de la mitad adentro. Un fuerte pero amortiguado "Ahhh" resonó de sus labios entreabiertos. Yoongi no dejó de mirarlo en ningún momento pero una de sus manos buscó la de Jimin la cual se aferraba con fuerza a la sabana debajo de él y las entrelazo con fuerza mientras se dejaba ir en todo su interior.
—¡O-ohh D-daddy!
Oh Joder.
Min Yoongi podía jurar que sólo Jimin tenía el don y el poder de hacer sonar en su mente esa palabra de dos formas; de una muy dulce y preciosa y ésta, de una forma tan erótica, sensual y caliente.
Eso le llenó de un fuego inexorable que quería salir a llama viva.
Por ese momento Yoongi solo quería olvidarse del mundo y de los demás y darse el lujo de saber que Jimin hoy y siempre sería solo suyo, total y completamente suyo.
Buscó una vez más sus labios de manera desesperada y hundió su lengua en la cavidad bucal tragandose los nuevos gemidos que comenzaban a salir de Jimin, porque había comenzado a moverse lentamente, torturandole el alma y el cuerpo deliciosamente al pelirrojo.
—Mio
Jimin enterró sus uñas en la espalda de Yoongi respondiendo con ello un "Si" recibiendo con gusto una estocada que le revoloteó hasta el cerebro, mandando señales de placer a todo su cuerpo. Todo su ser, todo él vibró de puro placer al ser tomado de manera tan lenta pero profunda.
Jadeó una vez más cuando Yoongi salió casi por completo y volvió a entrar de manera rápida y así, repitiendo el proceso, provocando que que cuerpo temblara al ritmo de la cama.
—Oh Dios Si, ¡Yoongi!
Música para sus oídos.
Yoongi solo podía deleitarse con esos lamentos provocados por él. Jimin sonaba tan bonito de aquella manera, su voz excitada, tomada por la lujuria era una maravilla.
—Oh Minnie, tan bueno... tan caliente... mierda.
Yoongi se movía aun lento pero certero, llevándolo tan profundo que lo dejaba sin aire, quería tomar todo de Jimin, todo su ser, su cuerpo y su alma, hasta su sangre, su dulzura y sus lágrimas, todo de él. Quería disfrutar de él y que Jimin disfrutara por igual.
Yoongi definitivamente ya estaba tan perdido cuando tomó el cuerpo de su zorrito y lo acercó más hacia él, elevándole una pierna arriba sobre su hombro, con la otra mano apretando su cuello con la fuerza suficiente para cortar un poco de aire y Jimin Chilló de placer cuando sintió aquello combinado con un fuerte golpe de estocada en su interior.
Era la gloria, Jimin jamás se había sentido así tan ido. Podía volar.
Yoongi mientras tanto disfrutaba de aquella ardiente anatomia la cual tomaba con pasión y desenfreno. Jimin era suyo y él era de Jimin.
Si antes estaba tan cegado y se negaba a aceptar, ahora estaba tan agradecido de aquella dulce insistencia porque sabía que, Jimin le pertenecía desde antes y que ahí era donde quería estar el resto de su vida.
Su mano que sostenía el fino cuello se soltó y comenzó a recorrer la piel caliente, sus pezones duros, sus dedos tocaron sus labios para después besarlos con morbo y dulzura mientras se movía con desesperación golpeando justamente ahí en aquel punto de delirio sin retorno.
—Mmmhhhnnn Y-yoongi, ¡Yoongi!
El pelinegro soltó aquella boca y le miró a los ojos una vez más.
Jimin estaba tan delicioso y caliente como un rico manjar y por dentro era tan suave y estrecho que sentía que podía seguir ahí por horas, quería correrse una y otra vez ahí.
Su lado más primitivo deseaba llenar, dejar ahí su semilla y preñar. Gruñó complacido, pero su lado racional no quería compartir a Jimin por el momento con nadie más así sean sus cachorros. Quería deleitarse por mucho tiempo con él, con su suave sonrisa, su belleza su voz tan dulce y por supuesto, su cuerpo delicado y hermoso.
Dejó de moverse y se salió por un momento recibiendo un reproche de parte de Jimin pero, lo hizo para volver a la posición inicial. Bajó la pierna de Jimin que sostenía en alto y las separó, se metió entre ellas y volvió a pegar su torso, su cuerpo completo al de Jimin, le sujetó ambas manos arriba sobre su cabeza pegadas a la cama y volvió a meterse de lleno, duro y rápido y no paró de moverse.
Sus pieles al chocar producían aquel sonido mórbido y sus bocas al besarse con deseo también. Delineó su figura, su cintura, apretó la carne con deseo y Jimin aceptaba cada caricia con amor. En ese punto, deseaba ser siempre poseído de aquella manera, tan dura y suave a la vez, ser arremetido con fuerza pero amado con pasión.
Quería entregarse siempre también de aquella forma en su totalidad, no le importaría nada más que ser de Yoongi, ser amado así, no le importaria que el sol no alumbrase jamás, ni que la luna no deslumbrara en el cielo, no importaba que se apagaran estrellas, solo deseaba sentir para siempre ese calor de aquellos besos, de aquellos brazos. Solamente deseaba fundirse para siempre como el acero entre las manos audaces de Min Yoongi.
Y Yoongi solo deseaba tenerlo así para él, besarlo así, tocarlo y acariciarlo así sin censura sin remedio y morir entre sus piernas.
Los besos en la boca dejaron de ser delicados y ahora eran de nueva cuenta tan salvajes como sus duras estocadas, Jimin podía sentir como era presionado con fuerza en su zona sensible, haciéndole retorcerse y volverse agua bajo aquel cuerpo fornido ahora perlado en sudor. Yoongi abandonó la deliciosa boca para comenzar a recorrer hacia abajo el cuello, las clavículas, una de ellas estaba adornada por un lunar el cual decidió morder y chupar.
Podía sentir como las uñas de una mano de Jimin rasguñaba por su espalda y sus brazos, después se aferraba a una de sus nalgas y se enterraban ahí con fuerza, una súplica implícita de que quería más, más profundo, más duro y más rápido. Y eso fue justo lo que recibió por parte de Yoongi. La otra mano de Jimin jalaba los negros cabellos alborotados y mojados de Yoongi.
—Daddy, sí oh D-daddy...
Yoongi levantó la vista de donde sus labios habían hecho estragos en Jimin, sus marcas de amor adornaban su cuello y miró sus apetitosos labios. Eran como dos pétalos de rosa bañados por la brisa mañanera, y le invitaban a darle el beso más sucio, dulce y al la vez apasionado. Debía, no... necesitaba beber de ese dulce néctar que desbordaba en pasión y gemidos de placer.
Así lo hizo.
Lo besó, con amor, con ternura pero al mismo tiempo reclamándolo suyo tan duro y mojado. Sus caderas ahora se encontraban una con la otra en el camino, producían un sucio y deleitoso "plap plap" que hacía eco en la habitación.
Jimin gritó, se aferró con fuerza cuando algo se expandió en su interior y explotó, su interior se contrajo haciendo que Yoongi gruñera, no necesitó más que dos embestidas más para correrse gimiendo sin parar el nombre de Yoongi.
El pelinegro se deleitó con aquella sensual visión vio como los ojos de Jimin viraron de placer hacia atrás y su boca se abría en busca de más aire. Se tensó, jadeó y mordió la piel, besó y succionó deseando hacerlo suyo en cada verso de la vida, donde su alma pudiera fundirse con la suya y donde sus cuerpos se entrelazaran para siempre en el éxtasis de la pasión.
Salió del interior de Jimin quien aún atravesaba las espirales de su orgasmo y se sacó el preservativo, volvió a introducirse en él y después
se corrió fuerte y tardado, marcando con su esencia ese lugar sagrado donde deseaba morir cada día tatuando con su semen un sello de propiedad y lujuria.
Ya mañana arreglaría eso, pero ahora quería que Jimin sintiera como lo deseaba, derramándose en él.
Su orgasmo fue tan arrasador como el de Jimin, ambos cuerpos temblaban de pies a cabeza, Yoongi miro el desastre que era su zorrito y pegó su frente sudada con la de él.
—Te amo Jimin —Lo había dicho. Lo había admitido finalmente.
Lo amaba, sin control y eso era nuevo para él, jamás había sentido algo tan fuerte por alguien y eso le daba incertidumbre, y sin embargo, no quería detenerse.
Jimin, sonrió dulcemente con la satisfacción doble aflorando en su ser. Él también lo amaba.
Ahora solo quería descansar en la plenitud en la que ahora flotaba. Abrazado a Yoongi sin soltarlo.
No lo soltaría jamás.
...🦊🐱...
Finalmente... ¿Qué les pareció 👀? Sean honestas 🤭💛
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