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🐱 Chapter fifty-one


Una punzada de dolor le impedia tener los ojos cerrados por más tiempo. Su cuerpo lo sentía pesado y el frío le calaba por la ropa. Cuando se movió, un quejido que se escapó de sus labios le hizo saber que la punzada de dolor provenía de su tobillo.

Sus párpados se movieron ligeramente hasta que logró abrirlos por completo y darse cuenta que estaba en aquella celda de barrotes de acero.

La ropa que llevaba puesta no era la suya, se trataba de un camisón algo viejo que le cubría poco. Por esa razón era que sentía frío ya que el lugar era lobrego.

Soltó un quejido adolorido cuando una sombra se aproximo hasta él y le pincho con una especie de vara en las costillas, sin embargo su expresión se mantuvo neutra. No iba a demostrar debilidad ante nadie.

Se logró poner de pie tanteando el suelo firme con su pie lastimado, fue cuando salió expulsado del auto cuando se lastimó, seguramente y con suerte  tendría solo una fisura.

Miró a su alrededor para conocer bien el lugar, contó por lo menos unas 8 celdas y cinco o seis personas en cada una de ellas a excepción de una que solo se hallaba ocupada por dos personas,  dos chicas para ser exactos.

Por más que quiso no pudo reconocer a ninguna ya que una de ellas no le veía fijamente como la otra pero pudo darse cuenta que tenía una cola peluda y orejas largas. Se fijó que todos los que estaban ahí se hayaban a media trasformación así como él solía andar. Con sus orejas y su colita expuesta. La mayoría de híbridos jamás hacía eso.

Sin embargo parecía que ahora estaban obligados a hacerlo. Más tarde comprendería el por qué.

Un golpe más pero ahora en su costilla izquierda le hizo apartar la vista de las chicas y enfocarla en el tipo que lo estaba picando con la vara.

Era Han, al que casi le arranca la oreja en el forcejeo.

     —Maldito zorro, ya me pagarás lo de mi oreja, ahora el jefe quiere verte semi transformado. Apagaré el aparato y tú te transformarás ¿Quedó claro? —Dijo su ex guardaespaldas apoyando la vara en el aparato que estaba colocado a un costado dela celda.

Jimin no era experto pero supuso que esos aparatos eran similares a los collares anti-hibridos. Funcionaban con pulsos electromagnéticos que impedían que se pudiera transformar a su antojo. Podía sentirlo en el collar que tenía puesto, un leve espasmo que le causaba una sensación de náusea pero minúsculo casi imperceptible. 

El hombre pulsó un código en el aparato y aquella sensación dejó de sentirse.

     —Bien, ya te puedes transformar
!Hazlo!

Jimin por un segundo pensó en transformarse en zorro completamente para poder escapar pero él en forma de zorro no cabía por enmedio de esos barrotes y sería inútil correr con su pata lastimada así que después de pensarlo por unos segundos negó.  No se transformaría en nada.

     —No lo haré.

Un pinchazo más en sus costillas fue lo que recibió ante su negativa.

     —¡Hazlo o ya veras!

     —¿Qué cosa voy  a ver? No tengo miedo ni de ti ni de nadie. No voy a transformarme solo que tú lo ordenas traidor.

La vara con la que lo picaban era lo suficientemente larga y cada piquete era doloroso, estaba seguro que le quedarían moretones por todas sus costillas. Sin embargo,  eso no era importante, lo que debía hacer era salir de ahí.

Unas pisadas comenzaron a resonar por todo el lugar produciendo un eco amortiguado por las paredes. De la oscuridad emergió una figura masculina, alta y delgada, su inconfundible cabello negro y ligeramente largo.

Jimin abrió sus ojos convirtiendo su rostro de molestia en uno de curiosidad. Aquel hombre que al principio confundió momentáneamente con Yoongi era un tipo que no conocía y aún así le era extrañamente familiar.

El hombre llegó hasta donde su celda estaba ignorando las suplicas de los demás encarcelados, se colocó frente a él detallandolo minuciosamente de pies a cabeza. Jimin no bajó su mirada en ningún momento, la mantuvo fija sobre ese hombre de mirada profunda y fría.

     —Así que... eres Jimin —Suspiró, sus manos metidas en los bolsillos de su pulcro traje mientras hablaba demostraba su aire de superioridad y falsa modestia.

     —Soy Min Jimin para usted y todo el mundo —Respondió el pelirrojo de manera soberbia alzando su mentón.

El tipo sonrió mostrando una dentadura perfectamente bien alineada y reluciente de blanco.

     —Min Jimin, no tienes idea de lo hermoso que suena con mi apellido —Respondió con media sonrisa.

Jimin arrugó el  ceño entonces, al parecer aquella extraña similitud si era por algo.

     —¿Quién eres tú? —Se animó a preguntar.

Su cuerpo aun temblaba un poco pero podía apoyar su pie por más tiempo. 

     —Un Min por supuesto,  Min Hoshi. 

Jimin tenía un leve recuerdo que haber escuchado ese nombre antes. ¿Quizá Yoongi lo mencionó en algún momento?

¡Ahh claro que si!

     —Ah ya, eres el primo de Yoongi.

     —Vaya creo que mi primo me estima mucho porque habla de mí con su querido zorro ¿No es así?

     —Por supuesto que no te estima —Respondió amenazante—. Dice que eres solo una molestia, que jamás haces bien tu trabajo y que lo único valioso que aportas a su organización es que si un dia él no está para quedar al mando nada se perdería porque tú eres el otro Min al que darían todo, precisamente tú vienes siendo como la última opción sin él.

La sonrisa altanera de Hoshi comenzó a borrarse poco a poco.

Esto era verdad. 

El problema era que Yoongi si estaba, siempre estaba para opacarlo en cada cosa que él lograba. Siempre sobresalía más su primo que él.

Por mucho tiempo se planteó como seria si Yoongi no estuviera. Así que comenzó a planear todo desde su posición insignificante, consiguiendo aliados y enemigos que odiaban también a los Min y sobre todo a Yoongi.

Si consideran a Yoongi un traidor, deberán sacarlo del próximo liderato y todo le correspondería a él. Así de simple.  La regla imperturbable era la de no tocar híbridos porque ellos mismos lo son. De hecho, Min Hoshi era híbrido como todo hijo varón nacido de un Min. Pero Hoshi jamás ha sido honesto, para llegar a obtener lo que tanto deseaba no dudaría en pasar todas esas reglas por encima, si con ello consigue el poder que tanto anhela.

     —Tienes agallas Zorro, muchas diría yo. Jamás conocí a un chico tan astuto como tú, solo mira como has dejado a mis hombres, hiciste volcar la camioneta y casi te escapas de no ser porque ya estabas  en mis dominios. Siempre me ha fascinado tu astucia Jimin, desde que te conocí.

Una de las manos de Hoshi se acercó para tocar su mejilla pero Jimin se echó más hacia atrás corriendo su rostro lo más que podía.

     —¿Desde cuando me conoces? —Preguntó toscamente, queriendo  saber más sobre ese personaje.

¿Estaba ganando tiempo? No lo sabía, no sabia si alguien ya sabía dónde estaba para poder ir por él. Confiaba en Yoongi pero ¿Qué tanto alcance tenia él para encontrarlo rápido?

Aun así confiaba y esperaba así que solo se concentró en hablar.

     —Diría que desde aquella cena tonta de compromiso de mi tonto primo y esa mujer. ¿Tu madre cierto?

Era obvio,  quizá él no lo vio en ese momento ya que sus ojos solo podían enfocar a Yoongi en aquella cena donde lo conoció. Min Hoshi debió estar ahí como toda la familia Min, como Woozi, como Hoseok... pero él no estuvo atento a nadie más que a Min Yoongi. 

     —Conoces a Daehyun —No fue una pregunta ya que la respuesta venía más que  implícita. Sin embargo,  eso le sorprendió bastante.

     —No diría eso, pero desde ahí empecé a seguir todos tus pasos, sabía todos tus movimientos. Cuando supe que mi primo estaba interesado en ti comprendí  que eras más que un bonito zorro de cabellera roja. Era mi oportunidad para cavar la tumba de Yoongi y enterrarlo bien muerto veinte metros en el infierno. Yo traté de secuestrarte aquella vez, también ese accidente de auto.

La carcajada de Min Hoshi salio de sus labios e hizo eco en todos los rincones del lugar y aunque Jimin le veía de manera desafiante logró provocarle un escalofrío.

     —Yoongi no es estúpido, sabrá lo que haz hecho y te hará pagar aunque sean familia —Dijo ocultando cuando asustado estaba.

Ahora entendía que jamás estuvo solo, siempre estaba vigilado por Min Hoshi y sus hombres.  Un aire frío  cargado de repugnancia le recorrió todo su cuerpo desde los pies a la cabeza.

     —Conozco lo suficiente a mi primo como para saber que es lo que quiere lindura.  Yo mismo sugeri a tus guardaespaldas, ¿Recuerdas aquel texto del numero desconocido? Me reí tanto a lo lejos al ver como salias corriendi y a Yoongi detrás de ti, todo fue idea mía.

Jimin se sintió invadido y vulnerado al descubrir que alguien había estado vigilándolo desde las sombras. La sensación de ser observado constantemente le produjo una sensación de escalofrío en la espalda. Se sentía como si hubiera sido despojado de su privacidad y autonomía.

La mirada filosa que le lanzó al hombre que lo había estado controlando era una manifestación de su rabia y frustración. Jimin se sentía enfurecido por haber sido manipulado y controlado sin su consentimiento. La sensación de haber sido un objetivo en manos de alguien más le resultaba humillante y despreciable.

¿Cómo podía haber permitido que alguien lo vigilara de esa manera?

Tan cerca.

Peligrosamente cerca.

Jimin se sentía invadido, vulnerable al saber la verdad de ese hombre, estaba  enfurecido con él.

Min Hoshi por el contrario estaba euforico. Podría obtener el control, un trato... un lindo híbrido de zorro a cambio  del poder y la posición que él cree que le corresponde en la organización de la familia.   Por fin las cosas cambiarian y dejaría de ser un don nadie.

     —Sólo eres la sombra de Yoongi —Tartamudeó Jimin sabiendo que con ello desataria su propio infierno.

Más allá Han y Hiroshi no dejaban de vigilar la puerta.

Hoshi sonrió de manera siniestra pero a pesar de eso una sombra de rencor y frustración brilló en una esquina.

Efectivamente el zorro no se equivocaba, Hoshi creció bajo la sombra de su primo mayor, Min Yoongi. Desde joven, siempre se sintió como si estuviera viviendo en el reflejo de su primo. La Familia Min que siempre fue una organización tradicional y patriarcal, donde solo los primogénitos varones tenían derecho a heredar el poder y el liderazgo fue un peso con el que creció sobre su espalda.

Él siempre se sintió como un extraño en su propia familia. Su padre, un hombre severo y exigente además de arrogante siempre lo comparaba desfavorablemente con su primo Yoongi.

"¿Por qué no puedes ser más como Yoongi?", le decía. "¿Por qué siempre tienes que fracasar?"

Min Hoshi se sintió como si estuviera condenado a ser un fracaso desde el principio. Fue el estigma que se le impuso incluso desde antes de comenzar. Su primo Yoongi era el favorito de la familia, el que siempre obtenía las mejores negociaciones, el que siempre cumplía con las expectativas de todos. Min Hoshi, por otro lado, siempre parecía estar un paso atrás y aunque corriera para alcanzarlo jamás lo lograba.

A medida que crecía, Hoshi se llenó de rencor y odio convirtiriendose  en un rebelde y  despreocupado. Se negaba a seguir las reglas y las tradiciones de la Familia Min. Se sentía como si estuviera atrapado en una jaula, y que la única forma de escapar era romper las reglas y hacer su propio camino aunque este fuese el equivocado.

Pero su actitud despota parecía empeorar las cosas. Sus misiones siempre fracasaban por su impulsividad, y su padre y el resto de la organización siempre lo criticaban y lo despreciaban.

Hoshi se sintió como si estuviera viviendo en un ciclo de fracaso y desprecio. Se sentía como si nunca fuera a ser lo suficientemente bueno, como si siempre fuera a ser la sombra de su primo.

Pero algo cambió en él. Algo lo hizo darse cuenta de que no tenía que seguir siendo la sombra de su primo. Algo lo hizo darse cuenta de que podía tomar el control de su propia vida y crear su propio destino: Un bello híbrido.

Y ahí fue cuando comenzó a planear su venganza contra su primo Yoongi y la Familia Min.

La mirada desafiante del híbrido de zorro  no parecía intimidar a Min Hoshi. De hecho, parecía divertirlo. Se acercó a la celda, su sonrisa creciendo en su rostro lascivamente.

     —Ah, eres un espíritu valiente, ¿verdad? —Se burló, su voz fue baja y seductora—. Me gusta eso. Me gusta que no te rindas fácilmente. Sabes, es atrayente. Quizá eso le gustó a Yoongi.

El  zorrito  lo miró con desconfianza, pero no dijo nada. Min Hoshi se rió, su risa baja y gutural. Casi parecida a la de Yoongi.

     —No te preocupes, no te haré daño... todavía —Añadió con  su voz llena de una suave amenaza—. Eres demasiado valioso para mí. Eres el esposo dem grandioso  Min Yoongi, después de todo. —Dijo haciendo un ademán con ambas manos.

La mirada de Jimin  se endureció aún más, y Min Hoshi se rió de nuevo. No podía permitir que se burlara  de él.

     —Jamás serás ni la mitad de lo que Yoongi es —Soltó duramente tratando de herir más el ego de aquel hombre  

     —Sí, sé que eres leal a mi primo, Pero no te preocupes, no te pediré que traiciones a Yoongi. Al menos, no todavía.

Min Hoshi se acercó más a la celda, su rostro cerca del híbrido. Como Jimin permaneció en silencio, Hoshi se permitió hablar todo lo que quiso.

     —Verás, tengo un plan —Anunció con su voz baja y conspiradora—. Un plan para derrocar a Yoongi y tomar el control de la Familia Min. Y tú, mi querido híbrido de zorro rojo, eres una pieza clave en ese plan.

La mirada del híbrido  se ensanchó, y Min Hoshi se rió de nuevo de él.

     —Sí, sé que estás pensando en cómo escapar —dijo bajo, achicando su mirada, como leyendo la mente de Jimin —. Pero no te preocupes, no escaparás. Al menos, no hasta que hayas cumplido con tu papel en mi plan.

Jimin por su parte, confiaba con todo su ser en que Yoongi llegaría pronto por él a salvarlo junto a los demás híbridos que Hoshi mantenía cautivos.

Sabía que su esposo no era tonto, tramaría un plan para sacarlo de ahí... o eso esperaba realmente.  Quería creer eso, quería confiar ciegamente porque no podía hacer nada más que eso. No podía perder la esperanza.

     —No te tengo miedo, no eres más que un cobarde —Escupió  tratando de de ganar más tiempo.

Min Hoshi elevó la comisura de su boca ligeramente hacia arriba al escuchar las palabras de Jimin. Se acercó más a la celda, su rostro ya estaba muy  cerca de él.

     —Ah, eres valiente, ¿verdad? —habló  Hoshi  sarcastico —. Pero no eres tan valiente como crees. No eres tan valiente como para enfrentarte a mí.

Min Hoshi se detuvo frente a la celda, su mirada fija en Jimin retandolo de alguna manera.

     —Verás, Jimin, tú eres un peón en mi juego —Explicó—. Un peón que puedo usar para obtener lo que quiero. Y lo que quiero es el poder. El poder que me corresponde por derecho.

     —Tú no tienes derecho de nada. Solo eres un idiota sin criterio propio.  ¿Estás dolido solo porque te dijeron que eres nadie? —Se mofó Jimin con todo el valor del mundo.

Min Hoshi se rió de nuevo, su risa se volvió  más alta y más histérica casi perdiendo el control.

     —Y tú, Jimin, solo eres el esposo de un mafioso y nada más —Atacó Hoshi con rencor—. El esposo del hombre que me ha estado impidiendo obtener el poder que me corresponde. Así que, ¿qué crees que voy a hacer contigo?

Jimin se mantuvo firme, su mirada fija en Min Hoshi, aunque podía sentir el miedo creciendo en su interior.

     —No te tengo miedo maldito obsesionado —repitió, tratando de mantener su voz firme.

Min Hoshi negó haciendo un suave ruido con su lengua y por último sonrió cuando sacó su arma de la funda y le apuntó provocando que Jimin parpadeara de sorpresa.

     —Ah, pero sí que me tienes miedo —Se burló—. Me tienes miedo porque sabes que soy capaz de hacer cualquier cosa para obtener lo que quiero. Y lo que quiero es el poder.

     —Si si ya todos nos sabemos el libreto. Eres tan aburrido y tan...

El pelirrojo se estremeció cuando la celda fue abierta abruptamente, su corazón se aceleró. ¡Era su oportunidad!

Intentó escapar, pero Min Hoshi lo sujetó bruscamente, sus dedos largos  aferrándose a su brazo como garras le dolían.

     —No te preocupes, Jimin —Dijo colocando el cañón de la pistola en su sien, la voz de  Min Hoshi se mantenía  baja y seductora mientras se acercaba—.  No te voy a hacer daño... todavía.

Jimin intentó forcejear, pero Hoshi lo mantuvo firme, su mirada estaba  fija en la suya y picaba como pinzas con veneno.

     —O... quizá podría dejarte vivo al final para que seas mío— Ésta vez  su voz  estaba llena de insinuación.

Jimin  sintió nauseas y un frío recorrer su espalda al escuchar las palabras de Min Hoshi. Sabía que no podía permitir que eso sucediera. No podía permitir que Min Hoshi lo tuviera en su poder.

Con un esfuerzo desesperado, Jimin intentó liberarse de la mano de Hoshi, pero este lo mantuvo firme, su mirada fija en la suya.

     —No te preocupes, Jimin —repitió Hoshi— Te voy a hacer mío, y no habrá nada que puedas hacer para evitarlo. No está Yoongi puedes divertirte conmigo.

Jimin sintió un miedo ciego recorrerlo  pero no se rindió. Sabía que tenía que encontrar una forma de escapar, de encontrar a Yoongi y pedirle ayuda. No podía permitir que Hoshi lo tuviera a su antojo.

Intentó forcejear, pero  Hoshi lo mantuvo firme contra su cuerpo grande. De repente el hombre se inclinó hacia adelante, su rostro cerca del de Jimin.

El zorrito sintió un escalofrío y un río brubujeante  nació de pronto al darse cuenta de lo que Min Hoshi intentaba hacer. Intentó girar la cabeza, pero  Hoshi la sujetó con una mano, obligándolo a mirarlo a los ojos.

     —No —Susurró Jimin en  voz baja y desafiante —No te permitiré que me hagas esto.

Su cuerpo se tensó y evitó con todas sus fuerzas que los labios de aquel hombre tocaran los suyos. Ni si quiera un roce leve.

Hoshi no se rindió, su risa baja y susurrante era muy dominante, aún así Jimin se mantuvo firme.

     —Oh, sí que me permitirás hacer lo que quiera contigo.

Y con eso, Min Hoshi logró esta vez  besarlo  a la fuerza, su boca cubrió la de Jimin. El zorrito se sintió abrumado y enardecido,  una furia  ciega  comenzó a recorrer su cuerpo, y su instinto de supervivencia tomó el control.

Con un esfuerzo desesperado, Jimin intentó empujar a Min Hoshi, pero este lo mantuvo firme.

De repente, en la cabeza de  Jimin resonaron las palabras de Yoongi: "Tú eres mi pequeño zorrito, mío y de nadie más".

Con renovada determinación, Jimin intentó liberarse del agarre de Min Hoshi, y esta vez, logró empujarlo hacia atrás.

Min Hoshi se tambaleó hacia atrás, su rostro enrojecido por la rabia.

     —¡Eres un insolente! —gritó furioso.

Jimin en un impulso sintió una oleada de adrenalina invadirlo.  De repente, su cuerpo comenzó a cambiar, su forma humana se desvaneció y se transformó en su bello zorro.

Su pelaje rojo brillante se erizó, y sus ojos celestes se iluminaron con una intensidad feroz. Jimin, ahora en su forma de zorro, se plantó firme en el suelo, sus dientes afilados listos para lanzarse a atacar a Min Hoshi sin importar su pata dañada.

Min Hoshi se recompuso al verlo, maravillado su rostro pálido ahora lleno  de una curiosidad insaciable.

      —Viéndolo bien, me pagarían una fortuna por tí —Anunció acercándose.

Pero Jimin ya no era un ser humano racional, era un zorro rojo feroz y listo para atacar. Se lanzó hacia adelante, sus dientes afilados listos para morder, y Hoshi se vio obligado a retroceder para evitar el ataque.

Jimin estuvo a punto de morderlo, fibras de tela del pantalón quedaron prendidas en su ocico.

La habitación se llenó de gañidos y el aire se cargó de tensión. Hoshi se dio cuenta de que había subestimado a Jimin, y que ahora se enfrentaba a un enemigo mucho más peligroso de lo que había imaginado porque a pesar de ser más  pequeño que su propio  tigre,  Jimin era fuerte.

Jimin  se detuvo en seco, su mirada fija en Min Hoshi. Su respiración era agitada, y su corazón latía con fuerza en su pecho. Estaba listo para atacar otra vez,  listo para defenderse a sí mismo en ausencia de Yoongi.

Hoshi tomó la vara de metal con la que Han le estuvo picando,  con una sonrisa cruel en su rostro. La vara era larga y delgada, con un mango de goma en un extremo y una punta metálica en el otro. Era un arma diseñada para controlar y dominar, y Hoshi la empuñó con confianza.

     —Vamos a ver cómo te gustará recibir un poco de dolor —dijo Hoshi con su voz llena de sadismo.

Con un movimiento rápido y brutal, Hoshi golpeó a Jimin en las costillas  con la vara, enviando una descarga eléctrica a través de su cuerpo. Jimin se convulsionó de dolor, su cuerpo se vio forzado a  sacudirse  violentamente por los espasmos.

Hoshi se echó a reír de manera  cruel y despiadada.

      —¿Te gusta? —preguntó,  a manera de  burla— ¿Te gusta recibir un poco de dolor zorrito?

Jimin se debatió en el suelo, su cuerpo todavía seguía convulsionándose de dolor. Hoshi se acercó a él, la vara seguía   en su mano y con ella  lo golpeó de nuevo, enviando otra descarga eléctrica a través de su cuerpo.

El zorro gruñó de dolor, su voz débil y desesperada. Hoshi se rió de nuevo con  su risa cruel y malvada disfrutando del sufrimiento ajeno.

Hoshi continuó golpeando a Jimin con la vara, enviando descarga tras descarga de dolor a través de su cuerpo. Jimin se retorcía  en el suelo  pero a pesar de ello se ponía de pie una y otra vez.

Quizá si recibía un par de descargas más sucumbiria ante el dolor de aquel cruel castigo. Sin Embargo  no fue capaz de averiguarlo.

El sonido de una  explosión fue ensordecedor,  la habitación se llenó de un humo denso y acre. Hoshi se tambaleó hacia atrás, su rostro pálido de sorpresa y miedo.

Jimin, que había estado a punto de saltarle encima a Hoshi otra vez  se detuvo de repente, su mirada fija en la puerta donde antes Han y Hiroshi estaban parados.

La puerta fue derribada de golpe, y una figura imponente se detuvo en el umbral, con la mirada pesada como plomo observando todo, su rostro estaba lleno de una furia que parecía a punto de estallar.

     —¡HOSHI! — gritó Yoongi, su voz como un trueno que pudo haber hecho temblar todo—. ¿Qué has hecho maldito psicópata?

Hoshi no retrocedió, su rostro pálido tampoco mostró   miedo.

     —¿Cómo me has encontrado tan rápido  Yoongi? —Fue lo único que preguntó.

La respuesta del pelinegro fue clara, arrojando el cuerpo de una mujer que cayó de rodillas ante Hoshi, temblando de miedo.

     —Está bruja nos dijo todo.

     —Y-Yoongi, tú no entiendes... tartamudeó Daehyun temblando en el piso.

Pero Yoongi no estaba dispuesto a escuchar. El gatillar de su arma hizo a Daehyun temblar más en el suelo.

     —Son un par de escorias y van a morir ahora mismo.

Su mirada cargada de furia reparo en el zorro que temblaba en la celda y se endureció mucho más. Esta vez no iba a perdonar a nadie.

     —¡Yoongi,  Yoongi por favor yo no quise...

     —Cállate, no voy a matarte aun, primero pedirás perdón de rodillas a tu hijo.

Con algo de esfuerzo Jimin volvió a su figura humana, estaba desnudo pero Yoongi no dudo en quitarse su saco y entregárselo mientras le acariciaba el rostro.

     —Que valiente eres mi pequeño zorro. 

Fue tan grato, con eso Jimin  sintió sus energías resurgir de las cenizas. Se aferró a su esposo con fuerzas.

Más allá Hoshi a pesar de estar acorralado por los hombres que Yoongi trajo consigo  logró sacar su arma y disparar.

Solo el eco del disparo fue como un trueno en todo el lugar.

El destino de alguien estaba sellado con ello.

Min Hoshi

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