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25

27 años
Lo normal no es para nuestra familia.

—Hyung, la corbata.

—Sólo es un detalle.

—La corbata, Felix —masculle entre dientes, bajito para que nadie oyera más que él. Se la terminó por acomodar de todas formas y me fulminó con la mirada. En esos momentos, ni su más amenazadora cara podría asustarme, los nervios eran más grandes.

—¿La pareja Lee? —oímos de pronto, al final del pasillo. Una mujer de cabello gris y totalmente recogido, hasta el punto de estirarle la cara, nos indicó que pasaramos al despacho de la directora.

Felix se colocó de pie primero, y extendió su mano para que hiciera lo mismo. La diferencia, es que mis rodillas temblaban de una manera que nunca antes había visto, y las nauseas que sentía me impedían mover un sólo músculo.

—Binnie, es hora —susurró Felix, con la mirada brillante y emocionada. Sostuve su mano, lo hice por él y por mí, por ambos y por nuestro futuro. En cuanto lo toqué, él comenzó a acariciar mis dedos con los suyos. Hace tiempo que no hacía eso, y su roce me tranquilizó lo suficiente para caminar hasta el final del pasillo.

Entramos, y la misma mujer nos esperaba detrás del escritorio. Ella decidiría todo, era nuestra última esperanza.

—¿Felix y Changbin, Lee? —asentimos—. Tomen asiento, por favor.

Nos sentamos, y de inmediato, la mujer clavó su dura e impenetrable mirada en nosotros.

—Felix profesor en una escuela pública... Changbin... mesero —me mordí el labio, dicho así, nuestra vida parecía carecer de muchas cosas, cuando en realidad, era que no nos faltaba nada gracias a mis padres, aunque claro, faltaba la guinda del pastel y ésta mujer era quién nos diría si podríamos comer o no— ¿Se sienten preparados para ser padres?

Felix tragó saliva y con la voz ronca, pero segura, dijo:

—Desde hace más de un año —la directora nos miró con suspicacia y sonrió de medio lado. Era extraño para un rostro como el suyo. Comenzó a revisar unos papeles, leyó otras cosas, y finalmente cerró la carpeta en la cual se encontraba todo el informe que nos hicieron durante un año para verificar si seríamos buenos padres o no.

—Bueno, todo luce en orden, los papeles están al día y han hecho todos los trámites... ¿Quieren ver a su hija ahora?

Solté un grito ahogado de la emoción, Felix tuvo que sostenerme para no caer desmayado de la silla.

—¿A-a-ahora? —murmuré, casi sin creerlo.

—¿A eso han venido, no? Vamos, se los presentaré —me prometí no llorar, y no lo hice. Pero no pude ocultar toda la emoción que sentía de saber que en unos minutos vería a mi hija.

Mi hija.

Cruzamos todo el hogar de protección de menores. Habíamos acordado con Felix, adoptar a quién más lo necesitase. En sí, todos los niños de los orfanatos se merecían lo mejor, pero el hogar de protección de menores apareció de la nada, como si supiera de nuestros planes.

Nunca vimos a la niña, aunque especificamos que queríamos a una. No nos importaban sus rasgos, su etnia, de dónde procedía, porque todo eso no importaba, ya que lo único que queríamos, era darle amor.

Entramos a un cuarto de techo alto, mohoso y amarillo. Era deprimente, a diferencia del resto del hogar, que desbordaba colores.

—¿Qué hay aquí? —me atreví a preguntar.

—Aquí duermen los más pequeños —me respondió la directora. Me sentí mal de inmediato, y quise llevarme a casa a todos los niños que dormían en sus cunas—. Pero es temporal, es que están pintando sus habitaciones y el olor a pintura fresca es muy fuerte para ellos —eso me tranquilizó. Pero sólo un poco.

Nos indicó que la siguiéramos y se detuvo a mitad de la sala, frente a una cuna. Debía tener sólo unos meses, era pequeña, rosadita y lo más pequeño y enternecedor que haya visto en mi vida. Y era mío.

—Llegó hace tres meses, tiene cinco meses. La abandonaron en un carro de supermercado, luego supimos que su padre era alcohólico, y que su madre estaba muerta por sobredosis.

Eso no importó, porque ella era ahora mi hija, le daría mi vida si fuera necesario para que fuera feliz.

—Es hermosa —murmuró Felix, aún sosteniendo mi mano, y apretándola con fuerza.

La directora la tomó en brazos y me la ofreció, con mucho cuidado. Seguía dormida, era como una pequeña y frágil muñequita de esas que tenía Yeji de niña.

Cuando lo tuve conmigo, contra mi pecho, supe que ya era feliz. Felix me abrazó por la espalda y acarició la mejilla de Chaewon, con extrema dulzura.

—Vamos a llenar unos cuantos papeles más, y ya se podrán ir con la pequeña —asentimos sin prestarle mucha atención, inmersos en las pestañas de Chaewon y en sus pequeñas manos.

Firmamos algo por aquí, algo por allá, ni siquiera lo leímos del todo, queríamos irnos ya.

Cuando al fin nos despedimos, la niña despertó. No supe que hacer, ella seguía en mis brazos y temía soltarla y que cayera al suelo. Pero sólo abrió un poco sus ojos y miró a su alrededor... y me sorprendí de ver que tenía los ojos como de Felix.

—Tiene los ojos de su padre, ¿no te parece? —él me miró extrañado, hasta que se dio cuenta del detalle. Sonrió como nunca y me beso en los labios. Ahora me sentía completamente seguro que al fin, éramos una familia.

FIN


Les agradezco por haber leído la historia Adaptada y por haberle dado su apoyo. En serio 💕














Bromita, aún no se acaba jajajjas🤪🤙🏻.

....

28 años

—¡Papá! —gritó Hyeongjun. Movió los brazos con energía y botó un vaso con bebida, derramando todo sobre el mantel nuevo.

—Jun, mira lo que hiciste —le regañó Minho. Era divertido ver como Jisung se comportaba como un niño al lado de su hijo, haciendo enojar a Minho. Felix río conmigo, ocultando su sonrisa detrás de mi cabello, mientras sostenía a Chaewon.

—Felix, detente o botarás a la niña —murmuré, sin mucho convencimiento.

—No le pasará nada.

Y eso era verdad, Chaewon era la devoción de Felix, lo daba todo por ella. Y como hoy era su cumpleaños, no la soltaba ni siquiera para ir al baño, quería pasar cada minuto del día a su lado, a pesar de que Chaewon llorara porque quería caminar y jugar con Hyeongjun.

Era extraño estar todos juntos. Al final, BangChan seguía con Seungmin, Yeonjun casado con Soobin al igual que Wooyoung y Lia solo que ellos ante un impulso. Jisung y Minho tenían un hermoso hijo y llevaban de novios hace bastante tiempo. Era estupendo saber que mis mejores amigos estaban juntos, todos, y que ahora nos visitaran junto a mis padres y Tzuyu en el cumpleaños de Chaewon.

—¡Papá! —volvió gritar Hyeongjun y esta vez lanzó un pedazo de pastel contra el rostro de Jisung. Felix estalló en carcajadas, agradeciendo que Chaewon fuera tan calmada y no una revoltosa como Hyeongjun.

—¡Lee Hyeongjun! —exclamó Jisung. Su grito despertó a Chaewon, que se había quedado dormida hace poco, y se puso a llorar con ganas. Y Hyeongjun la siguió.

—¿Ya ves lo que haces, Jisung? —le regañó Seungmin—. Eres un desconsiderado, haces llorar a tu hijo y a tu sobrina, que mal tío eres.

—No seas tan cruel, Seung —replicó Jisung.

—Pásamela —le dije a Felix en medio de la pelea. Al principio no quiso, pero terminó por entregármela al ver que Chaewon no dejaba de llorar.

Chaewon se quedó tranquila de inmediato y comenzó a jugar con mi cabello, como siempre hacia cuando la sostenía yo. Acarició mi rostro con sus manos y la besé en la mejilla. Era sorprendente como cada vez sus ojos se parecían más a los de Felix, y su cabello castaño también al mío. Eran demasiadas coincidencias, e incluso llegué a preguntarle a Felix si no me había engañado con alguien, porque Chaewon era su vivo reflejo. Pero siempre él me respondía que jamás se atrevería a mirar a otro hombre ni mucho menos a una mujer cuando estuvo más de la mitad de su vida enamorado de mí. Podrían pasar los años, pero ese lado cursi y romántico de Felix, me temía, que no se iría jamás. Aunque en parte me alegraba, eso significaba una discusión diaria, y una reconciliación también.

Pero sin duda, lo que más me gustaba, era cuando final él me decía que no tenía ojos para nadie más porque me amaba demasiado, y también a Chae chiquita, y no se atrevia a destruir la felicidad que tanto le costó construir.

Era un romántico sin causa ni solución.

—¡Las velas! —gritó de pronto Yeji. Ver a mi hermana pequeña, adulta, era divertido, porque aún no podía quitarme de la cabeza esa vez que nos ayudó a mí y a Wooyoung a saber que Felix estaba celoso. Extrañaba esos años, pero también estaba emocionado por los que vendrían.

Si me ponía a recordar, habíamos cometido demasiadas locuras jóvenes, más jóvenes que ahora. Era un exageradado e histérico, me arrepiento de haberme comportando tan frío en el cumpleaños de Felix y mostrarme diferente ante su declaración, me arrepentía demasiado, por eso, trataba de hacer lo mejor para él siempre. Porque le amaba y nunca me había sentido tan seguro de algo.

Colocaron las velas en el pastel y cantamos el cumpleaños feliz, Chaewon no parecía emocionada, seguía algo asustada por todas las personas a su alrededor, estaba acostumbrada a mi presencia la mayor parte del día, a Felix por las tardes cuando llegaba del trabajo y de Bo ri y Min-ki, nuestras mascotas.

Felix y Hyeongjun soplaron las velas por Chaewon, y Jisung estampó el rostro de Felix en el pastel. Minho estaba al borde del colapso, Yeonjun y Seungmin no hacían más que reírse, mientras Soobin intentaba limpiar a Felix.

Dejé a Chaewon con Hyeongjun para que jugara, se llevaban bastante bien y eso no le agradaba para nada a Felix, consideraba a Hyeongjun como una amenaza. Decía que le quitaba tiempo de su hija. Un padre celoso y esposo también.

Miré a todos mientras comían pastel, y de repente, Felix me atrapó en sus brazos y me apartó hasta nuestra habitación.

—¿Qué sucede? —inquirí, sentándome en la cama.

—Sabes, no lo hacemos tan mal como padres, ¿no lo crees?

—Pff... tú eres un super papá, así que supongo que no —sonrió de medio lado y se arrodillo frente a mí. Me besó en los labios, con dulzura y me recordó esa vez en que me besó el día que comenzó toda esta locura. La diferencia, es que la primera vez me obligué a reprimirme por la rabia que sentía, pero ahora, dejé que mis labios respondieran por mí y se fundieran con el aliento de Felix.

—Estaba pensado... que Chaewon se podría sentir algo sola... —murmuró contra mi oído cuando nos dejamos de besar.

Lo miré por unos segundos y sonreí como tantas otra veces.

Sabía de lo que estaba hablando.

—Bien, pero que esta vez no se parezca a ti, o de verdad comenzaré a sospechar — él río por lo bajo y me volvió a besar, esta vez, como si el mundo se fuera a acabar.

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