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01

10 años
Galletas de Chocolate

Mamá se arreglaba para ir al teatro con mi padre, llevaba un vestido liso de seda rosa y un sombrero con plumas que yo utilizaba para jugar a disfrazarme de indio nativo cuando Lia, Minho y BangChan venían a jugar a casa. Si mi mamá se enteraba sería niño muerto.

Nos dijo que se iría cuando llegara la nueva niñera. La anterior fue una anciana de cabellos grises que no hacía más que apretarme las mejillas cuando rompía cosas o desobedecia ordenes. Acostumbraba a portarme mal y ser muy entrometido, la niñera no soportaba mi manera de ser.

Como ella vivía aquí, en una habitación al lado de las nuestras por si se nos antojaba algo por las noches, era insoportable. Controlaba cada minuto de nuestras vidas hasta que un día murió.

Papá nos dijo que se fué a hacer un viaje para visitar a las hadas que vivían en Perú. Yeji se lo creyó y le escribió una carta que mamá prometió enviársela. Hyunjin y yo sabíamos la verdad, la mujer ya había pasado a la otra vida y por lo que escuché hablar a las cocineras, fue de un ataque cardíaco.

Como era demasiado pequeño para medir la gravedad de una muerte, solo me alegré por no tener que soportarla más. Era más parecida a una bruja que a una amiga de las hadas.

Comenzó a caer una suave lluvia que hacía que un dulzón olor a tierra y flores se mezclara y entrara por las ventanas. Las sirvientas las cerraron para que no se mojaran los marcos y porque mamá se volvió loca al pensar en la humedad y en lo esponjoso que se pondría su cabello.

Cuando ella subió corriendo las escaleras para darse un retoque de último minuto sonó el timbre retumbando por toda la casa. YeonMin, el "mayordomo", se apresuró con su paso de pingüino a abrir la puerta. Un viento se coló hacia dentro e hizo que estornudara, nos habían vestido para la ocasión con unos espantosos trajes de color verde agua y a Yeji un vestido del mismo color, nos formamos en fila por orden de estatura y nos quedamos quietos cuando la nueva niñera entró.

Era joven, me relajé en cuanto le vi el rostro. A su lado iba una niña de cabellos castaños y parecía ser más grande que Hyunjin, era alta(no más que Hyunjin) y vestía unos jeans con una chaqueta morada mojada por la lluvia. Supuse que sería su hija, no me gustó la idea de que viniera otro niño a vivir a mi casa.

-¿Aquí es? - preguntó la chica, masticando chicle. La niñera asintió y nos sonrió con amabilidad.

Yeji no se resistió y se apresuró a abrazarla, era una niña bastante encantadora que se encariñaba rápido con las personas. La niñera la levantó y la abrazó como si fuera su propia hija, tal vez no era tan mala, como la anciana.

-Tú debes ser Yeji la princesa de la casa, me han contado mucho sobre ti -le dijo ella. Yeji abrió mucho los ojos sin caber la felicidad, se llevarían muy bien.

-¿Quién es ese niño? - preguntó mi hermana de repente.

Apuntaba detrás de la niñera y la impaciencia hizo que se moviera entre los brazos de ella. La niñera la dejó en el suelo y se movió unos centímetros para dejar al descubierto a un niño de mediana estatura como la mía, con el cabello un poco rizado pero a la vez liso y color negro, con mejillas rojas y los ojos hinchados. Se notaba que había estado llorando, se notaba a kilómetros.

-Es mi hijo, Felix. Él espera ser tu amigo- le respondió ella. Yeji se acercó al niño y lo abrazó, pero él la empujó e hizo que calera al suelo.

-Felix, no hagas eso- le regaño su madre.

Hyunjin ni siquiera se movió, nos estaban educando para ser educados y guardar la compostura en todo momento. Yo sabía desde hace tiempo que no lo lograrían conmigo, así que caminé al lado de Yeji y la levanté, después la obligué a ir al lado de Hyunjin y yo solo, con mis 10 años bien ganados fui y encaré al tal Felix.

-Vuelves a empujar a mi hermana y te corto ese cabello - eso no pareció asustarlo tanto, se quedó mirándome como mi perro a un gran hueso, eso me asustó por que existía la posibilidad de que él fuera retrasado.

-Felix, disculpate con Yeji - dijo la niñera.

Felix fue hasta Yeji sin apartar la vista de mi ojos y se disculpó. Ella ya había olvidado el asunto en cuanto se levantó del suelo, pero esa no era la excusa para no hacerse esperar.

-Tu cabello castaño te delata, tu eres Changbin - me volteé a ver a la niñera y asentí con la cabeza. De los tres yo era el único que se parecía a mamá, Hyunjin y Yeji eran parecidos a papá con su cabello negro plateado y sus ojos verdes. Yo era una versión más grande de Peter Pan, según mi abuela.

-Entonces, este jovencito es Hyunjin, ¿no? - continuó la niñera.

-Así es- dijo Hyunjin, con voz firme y frente en alto.

Yo solía reírme de él y la rigidez con la que hacía las cosas, parecía una muñeca sin articulaciones. Su perfección no me gustaba, cuando era pequeño solía jugar conmigo y cantar a los pies de la mesa como si fuera un escenario. Cuando cumplió los diez, le dio más importancia a la escuela y se pasaba largas horas estudiando encerrado en su habitación. Ahora era muy maduro para tener 13 años.

-Ella es Chaeryeong, mi hija mayor- la chica hizo un globo con el chicle y lo reventó, nos lanzó una mirada sin expresión y siguió masticando.

Desde el segundo piso se escuchó el tanteo de mi mamá que ya estaba lista para marcharse. Mi padre apareció desde la cocina, llevaba un pedazo de pan en las manos y unas cuantas migajas estaban esparcidas por su traje.

Mi mamá lo vió y lo regañó con la mirada, me parecía a mi papá en muchas cosas.

-Tzuyu, que bueno que ya estas aquí - exclamó mi mamá, el vestido volaba como esos de los cuentos de princesa de Yeji - Nosotros ya nos vamos, en la cocina está la lista de los chicos

La niñera, Tzuyu, le sonrió y asintió. Mi papá terminó de comerse el pedazo de pan y se despidió de nosotros con un beso en la frente, mi mamá nos abrazó y se fueron.

YeonMin le indicó el camino a Tzuyu hasta su habitación, lo cual sería un problema ya que había una y ella venía con más niños. No traía maletas ni mochilas, ni bolsos, me pregunté dónde estaría su ropa.

Sus hijos la acompañaron, Chaeryeong con la misma indiferencia y Felix sin dejar de voltearse a nuestra dirección para lanzarnos miradas sospechosas.

Cuando nos quedamos solos, fruncí el ceño. Hyunjin no cambió su postura y se fue a la biblioteca para leer alguno de los libros de papá. Yo odiaba esas cosas, no tenían dibujos y eran aburridos, la mayoría hablaba de números y cosas que ocurrían en otros lugares del mundo. Yo prefería los de aventuras y piratas, como Peter Pan. Estaba realmente obsesionado con el país de Nunca Jamás y los niños perdidos.

Acompañé a Yeji a jugar a la cocina, nos estaban haciendo Galletas y un pastel de manzana y queríamos decorar con chispas de colores.

Pasaron los minutos mientras nosotros esperábamos a que la comida estuviera lista y Tzuyu entró. La sonrisa no se le borraba, aunque yo notaba que estaba triste.

-Veamos que dice la lista - su voz sonaba musical. En la pared había una hoja donde estaban anotadas las cosas que podíamos hacer o lo que éramos alérgicos, a qué hora debíamos irnos a la cama y sin fin de cosas más.

-Yeji, no puedes comer caramelos ni cosas que contengan azúcar después de las siete y treinta - los tres miramos el reloj y se veía con claridad como la manija apuntaba el número nueve - Lo siento, Yeji. Pero no podrás comer. Y dice que tu hora de dormir es a las nueve, así que ya deberías estar cepillándote los dientes.

Yeji se sorbió la nariz, decepcionada y se fué arrastrando los pies. Le guardaría pastel y galletas para el desayuno.

-Y tú, Bin - Tzuyu leyó la lista y luego me miró - Tienes hasta las nueve y media, pero tampoco puedes comer - eso ya lo sabía, pero tenía la esperanza de que ella se distrajera unos minutos - Eres alérgico al maní, a las naranjas, a los mariscos, a las picaduras se insecto, al polen, al polvo y... A un buen comportamiento, según tu madre

Bufé y jugué con unos tenedores que había sobre el mesón de la cocina. Mamá era siempre tan exagerada.

Ryujin, la cocinera, era mi confidente de travesuras, sacó del horno una bandeja con Galletas de chispas de chocolate. Se me hizo agua la boca y estiré la mano para alcanzar una, pero la mano de Tzuyu golpeó la mía antes de que pudiera sentir el calor de éstas.

-No puedes, Bin

Miré instintivamente a Ryujin e hinché mis mejillas, ella comprendió y me guiño un ojo.

En ese momento, entró Felix.

Sentí como el enemigo se acercaba. Por el simple hecho de empujar a Yeji, Felix se había buscado un lugar en mi lista negra, donde figuraban mis maestros, algunas niñas de mi clase, la niñera anterior y el tío Jimin - que siempre me hacía bromas pesadas cuando nos visitaba - que era el padre de mi prima Yuna.

-Pero que niño más adorable, ¿Quieres una galleta? - le dijo Ryujin en cuanto lo vió. Quedé petrificado, le estaba dando mis galletas al niño retrasado.

-Gracias - le contestó él. Su voz, puaj, era tan falsa. Sólo quería robarse mis galletas, si descubría que había hecho pastel ¿También lo querría?.

No aguanté más la escena y me fui, no sin antes escuchar como Felix le preguntaba a su mamá:

-¿Por qué está enfadado?

-No tiene permitido comer galletas - y en cierta parte, era verdad.

Me pasé veinte minutos arrojando los cojines de los sillones contra la pared, botando cuadros de fotos y floreros. Cherry estaba afuera y no lo dejaban entrar de noche porque se hacía en la alfombra, tenía que admitir que lo segundo que me obsesionaba después de Peter Pan era mi perro, ese Chihuahua de cachorro que destrozaba cosas al igual que su amo.

Cuando vi el reloj y las manecillas anunciaron las nueve y media, dejé el desorden tal cual y subí a mi habitación. En las escaleras me encontré con Chaeryeong, que llevaba unas cosas puestas en los oídos y eso hacía que ella moviera la cabeza y cantará con una linda voz en bajito. Me encogí de hombros y seguí mi camino.

Sería difícil adaptarse a la nueva niñera, sin embargo, a pesar de que no me dejó comer MIS galletas, era mejor que tener de vuelta a la bruja maruja que tuvimos.

Antes de poder cerrar la puerta de mi habitación, vi detrás de un gran florero que adornaba el pasillo, cabello con leves rizos negros de Felix. Me había seguido.

Estaba escondido al igual que cuando llegó detrás de su mamá. No me dió buena espina que supiera dónde dormía, ¿Y si en la noche se venía a robar mis juguetes?.

Me encerré y con la duda infantil en la cabeza, tomé mis cosas más preciadas - una colección de la película de Peter Pan, el libro con la obra ilustrada, un peluche de campanita y una caja de recuerdos - para esconderlas debajo de mi cama. Así que me sentía más seguro.

En seguida, la puerta se abrió y Tzuyu inspeccionó la habitación.

-Cepillate los dientes y ponte la pijama, si me necesitas, estaré en el cuarto de Yeji leyéndole un cuento - no alcanzó a ver cuando escondía mis cosas, le sonreí y asentí. Ella cerró la puerta y yo me dispuse a ver televisión.

¿Dormir? Seguro.

Vi una película que no entendí del todo, pero para demostrar mi rebeldía, la vi de todas formas. Se llamaba "Mujer bonita", no entendía a qué se refería, ya que las personas en la televisión no paraban de besarse e insinuarse cosas. Podía ser muy independiente a mis 10 años, pero aún así habían cosas que no comprendía, como el ¿por qué se besaban? Era asqueroso, se llenaban de baba y gérmenes.

Una vez, cuando estaba en el receso comiendo pan con BangChan en la escuela, vimos como Lisa besaba a un niño un año mayor que ella. Él tenía once y era rubio con unos grandes ojos azules. BangChan me pellizcó el brazo, susurrandome que Lisa era una "traga babas", yo no pude estar más de acuerdo con él.

Cuando los protagonistas se pusieron muy empalagosos y comenzó a darme asco, apagué el televisor. Todavía no tenía sueño y no sabía que más hacer.

Entonces, alguien golpeó mi puerta.

Era muy tarde, dudaba que fuera Tzuyu para ver si ya dormía. Yeji imposible. Hyunjin, apenas me hablaba, mucho menos vendría a verme a mitad de la noche.

Para dejar de atormentarme, abrí la puerta para saber quién era, pero no había nadie. Cuando estaba apuntó de cerrarla, me percaté de que había algo en el suelo.

Encima de una servilleta, habían dos galletas con chispas de chocolate.

Ryujin me había venido a dejar las galletas a escondidas, era lo más seguro.

Las tomé y las envolví con la servilleta, miré. Todos lados para verificar que no habían testigos y las escondí en medio del traje que traía puesto. Sin embargo, cuando estuve a punto de volver a cerrar la puerta, detrás del florero gigante se vieron los rizos de Felix otra vez.

Estaba mal escondido, si me movía un poco hacia la derecha, le podía ver la mitad del cuerpo.

Lo miré y luego las galletas...¿Habría sido él?

-No - dije en voz alta, y finalmente, entré a mi cuarto para comerme esas deliciosas galletas.

El inicio de una historia... 👀

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