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54 ❝ PARA SIEMPRE ❞

Quizá la idea que tenía en mente no era tan mala ni loca.

Quizá sin Sunhee y su medre dando vueltas por la casa todo sería más tranquilo. Sin embargo, sabía que Félix no lo aceptaria, aunque nunca estaba demás preguntar discretamente, ¿no? Hasta llegar al punto de convencerlo.

Habían pasado unos dos meses desde esa noche en el bar, en donde todo había acabado para él. Y en donde la felicidad y el para siempre comenzaban, con una linda persona a su lado.

Y al pensar aquello, le hacía creer que su idea no estaba tan lejos de ser aceptada. Claro que no le iba a pedir matrimonio... o no aún, solamente sería irse a un departamento precioso y en donde solo ellos dos podrían estar pegados todo el día: Félix ni siquiera tendría que trabajar, pero tampoco descuidar su salud y sus estudios. Él podría besarlo en cualquier momento y hasta hacer chistes con doble sentido, esos que lo dejan colorado y tímido por algunos minutos. Pero claro, con Sunhee o Jisoo no podría hacer eso. Y la última pero no menos importante: follarlo por todos los rincones de la casa para luego mimarlo.

Oh, sus ganas de irse ahora a un apartamento lo estaban llamando, y no le importaría tomar a su novio del brazo y cargarlo al hombro para mudarse.

Salió hacía el patio y se encontró con la persona que siempre se robaba sus pensamientos. El menor estaba regando las plantas, por lo tanto se acercó y lo abrazó por la cintura, para luego dejar un beso en su cabeza.

—Iba a preguntar que haces pero me verías la cara de estúpido —bromeó.

—Ya la vi... —susurró, dejando la manguera dentro de la piscina para que se llenara.

Changbin al escuchar aquello dio rápidamente vuelta al cuerpito de Félix, quedando aún entre sus brazos.

—Oye, sé que soy tu novio, pero también soy tu hyung así que respétame —fingió enojo.

—Lo siento —dijo, rodeando el cuello contrario con sus manos, sonriendo al notar como Seo ignoraba su mirada, siguiendo en el papel de molesto.

Sin embargo, al bajar un poco su cabeza, el peligris tomó su oportunidad y le plantó un besito en la nariz, sonrojándose enseguida. El rubio volvió a levantar la mirada, sonriente y con su corazón latiendo a mil por hora.

—¿Cómo haces? —preguntó luego de ambos se quedaran en un silencio que solo fue llenado con el canto de los pájaros.

—¿Pa-para qué, Binnie? —preguntó un poco asustado.

—Para hacer lo imposible posible. Hace unos diez meses atrás, regresé de Japón sin ganas de nada, ni siquiera de tener una vida, pero te conocí y quise saber como alguien de veinte años podía lucir tan pequeño. Entonces me dieron ganas de protegerte, como si fueses un niño pequeño, hasta que me enamoré de ti, como no tienes idea.

—Yo... yo no lo sé. Pero sí sé que te amo, mucho —Changbin sonrió—. Y sobre todo, entiendo lo que dices. Antes me sentía igual, sin rumbo alguno. Sentía que no iba a poder conmigo mismo. Y de alguna forma, tu amor y tus palabras hicieron que confie más en mi... ¿cómo deberia agradecerte? —Seo se lamió los labios y alzo sus cejas.

—No tienes que hacer nada... pero si quieres... primero dame quince besitos y luego aceptas mudarte conmigo.

—¿Qué?

Félix sintió como su corazón se aceleró y que de pronto el aire no entraba en su cuerpo, hasta que unas manos se introducieron dentro de su camiseta, acariciando su piel cálida. Sensación que le causó cosquillas, por ello largó una pequeña risa.

—Has pagado tus deudas con el hospital y la funeraria, y sé que has ahorrado lo suficiente para pagar la universidad unos cinco meses, además de que puedes seguir trabajando aquí... aunque ahora que lo pienso no te tendré conmigo todo el día, así que ya no quiero...

—Pero yo sí quiero, Binnie —aquello tomó desprevenido al mayor, quien se quedó con sus palabras en la boca.

—¿Quieres? —el menor asintió repetidas veces con una sonrisa—. ¿De verdad? —asintió nuevamente. Seo atrajo el cuerpo de Félix hacia el suyo con fuerza—. No hay vuelta atrás, pequeño. Si dices que sí...

—Sí.

Ambos se sonrieron mutuamente, antes de unir sus labios en un dulce beso.

Sin percartarse de los ojos que los miraban. Y acompañado de una sonrisa, Jisoo salió del balcón de su habitación para adentrarse en el baño, con su corazón latiendo por la felicidad de su hijo.

Seo se sentó en el pasto, haciendo una seña para que Félix se sentara entre sus piernas. Al tenerlo allí, lo acostó sobre su pecho y apoyó su mentón sobre su cabeza, prestando atención al cielo negro con estrellas realmente hermosas.

—¿Ves esa que está allí? —señaló el menor con su dedo a una estrella grande cerca de la redonda luna—. Siempre está en el mismo lugar, es mi abuelo. Siempre supe que desde lejos me está cuidando.

—Claro que sí. Siempre estará, tanto en el cielo, como presente en tu corazón y en el mio.

—¿Tu corazón? —preguntó algo extrañado, pensando que quizá fue una pregunta muy tonta.

—Sí. Él nunca te abandonó. Te escuchó y supo cuidarte lo necesario, y sobre todo, te crío y educó. En el tiempo en el que nos ibamos conociendo, sabía que tu abuelo había sido un buen hombre, y un buen padre para ti. No lo conocí, pero de haberlo hecho, lo hubiese querido... pero no tanto como a ti, así que no te pongas celoso —Lee sonrió, comodandose aun más entre los brazos de Changbin, dejando que estos lo cubrieran del poco viento fresco que había.

—Me harás llorar, y no quiero llorar.

—Mi intencion no es esa, pequeño, es decirte la verdad. Aún así, si nos hubiesemos conocido en otros tiempos, tengo más que claro que tu abuelo me hubiese echado de una patada de tu casa y de tu vida —ambos rieron—. Cuando supe que habías sido abandonado, supe que te tenia que cuidar a toda costa. Nunca se encuentra un peligris pecoso, tímido hasta por las nubes, con una perfecta nariz de envidia, que le tenga miedo a la velocidad alta... nunca se encuentra a alguien así para cuidarlo toda la vida. Desde niño fuiste desprotegido, y es por eso que me encanta que me hayas dejado protegerte cuando ya eres un adulto. No debes agradecerme nada, Félix, yo debería.

—¿Po-Por que, Binnie?

—Le has dado un giro a mi vida, con más sentido.

El menor se levantó y se sentó enfrente suyo, colocando sus piernas a cada lado del cuerpo de Changbin, justamente arriba de las suyas.

—Pero tú también le has dado un giro enorme a la mia, ¿qué hacemos entonces? —pregunto con sus cejas alzadas.

—¿Besarnos? Es muy buena idea.

Félix pareció pensarlo seriamente por unos segundos, hasta que rodeó con una sonrisa el cuello contrario y unió sus labios en un beso.

El primero del resto de su vida.

Y luego de todo lo vivido y sufrido. Luego de ver sinfines de películas románticas y leer libros en donde el amor siempre acaba feliz, al fin tenia su propia historia.

Pero su amor no tendria fin.

Su amor será para siempre. 

FIN.

𝐌𝐀𝐑𝐀𝐓𝐎́𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 ❪𝟗/𝟏𝟎❫

El epílogo se subirá en estos diaaas

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