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El tiempo comenzaba a pasar, y con ello, la llegada de la pequeña princesa estaba más cerca que nunca.

Mal seguía llendo regularmente a sus sesiones con Elizabeth, evitando cualquier estrés o emoción muy fuerte que alterara su tranquilidad fuera de las horas de terapia.

Y sí, la herida por la muerte de Ben seguía abierta. Probablemente lo seguiría estando por mucho tiempo más, pero ahora le era más fácil pensar en él sin deprimirse y/o alterarse. Sabía que parte de eso era gracias a la emoción de al fin conocer a su hija.

Ese pequeño pedacito de amor al cual vería crecer.

Claramente la ponía nerviosa el hecho de ser madre soltera, pero contaba con el apoyo de Bella y Adam, de su padre y sus amigos, incluso la Señora Potts, Lumière y Ding-Dong estaban impacientes por conocer a la nueva integrante de la familia. Eso la reconfortaba enormemente. Muchas personas las querían y apoyaban, y eso era lo que Ben hubiera querido para ambas.

¿Que si le dolía que él no la acompañara en esos momentos? Claro que le dolía. Cada día trataba de adaptarse a la realidad de que no volvería a estar a su lado por mucho tiempo. Pero quería cumplir con la promesa que le hizo, sería feliz y disfrutaría su vida al máximo.

Mal daba vueltas por la habitación de su bebé, caminando un poco como le había recomendado su doctora. Los chicos, Hades y sus suegros habían hecho lo posible para que fuera un espacio cómodo tanto para la futura madre como para la niña.

Tenía un armario repleto de ropa para las diferentes etapas que tendría en los siguientes dos años. La cuna era cómoda y un móvil de dragones y bestias colgaba encima de ella. Una mecedora blanca reposaba junto a la ventana, con un peluche de pegaso reposando sobre ella. El cambiador era versátil, para poderlo transportar si debían viajar. En el baño tenía una bañera para bebés junto a un montón de patitos y animales marinos de hule. Muchísimos juguetes, libros y peluches para jugar.

Además, contaba con dos coches o carriolas adaptables para los próximos años y un asiento de auto.

Todo estaba listo para su llegada, incluso el maletín con las cosas necesarias para estar en el hospital.

La niña dormiría en la habitación de sus padres hasta que la reina estuviera cómoda para dejarla dormir sola.

Mal había tomado la decisión de que Hades y Bella serían quienes entraran con ella al parto desde hacía un par de meses. No estaría Ben, pero tendría a su padre y a su segunda figura materna, eso la tranquilizaba un montón.

El parto estaba programado para finales de esa semana, ya que la bebé estaba tan cómoda en su hogar temporal que el parto se había atrasado un mes. La pelimorada estaba preparada para todo, porque sabía que tal vez entraría en labor de parto antes por las mismas razones.

Adam la ayudaba a colgar la última foto del embarazo sobre el muro. Ben y ella habían decidido colocar una foto de cada mes como recuerdo. Y Mal quizo continuarlo porque era una idea muy bonita.

-¿Te sientes bien? - le preguntó su suegro.

Ella asintió con algo de cansancio. Se había sentado en la mecedora para poner los pies en alto.

-Son esos dolores pre-parto.

Sus ojos brillaron intensamente cuando volvió a sentir el mismo dolor, cada vez aumentaba más.

-¿Crees que es hora de ir al hospital? - interrogó con preocupación.

-Sí.

El ex-rey se fue luego de asegurarse que estuviera más calmada. Pocos minutos después, Bella y Hades llegaron listos, con los maletines de ambas sobre sus hombros.

El Dios del Inframundo la levantó y se la llevó cargada hasta llegar al auto. Bella se quedó en el asiento trasero con ella para ayudarla con ejercicios de respiración mientras que el padre de Ben conducía. Llegaron rápidamente al hospital a pesar de no vivir tan cerca.

Hades volvío a cargarla hasta que una de las enfermeras les facilitó una silla de ruedas.

-Le avisaré a los chicos para que vengan - dijo el hombre- Suerte.

Besó la coronilla de Mal y esta le sonrió. Al entrar a la habitación que les habían asignado en el ala de maternidad, la doctora la examinó.

-Te faltan seis centímetros de dilatación para poder dar a luz, pero viendo como ha avanzado todo en las últimas horas puede que sea más pronto de lo que creemos.

La mujer desechó los guantes y se levantó del banco.

-Volveré en una hora. Si necesitan algo me llaman.

Después de eso pasaron cuatro horas más, y Mal no aguantaba el dolor. Lo peor es que aún le faltan tres centímetros. Su padre y su suegra hacían lo posible por ayudarla.

Hades le buscaba un vaso con hielos cada media hora para que se refrescara y se hidratara. Bella la ayudaba a caminar y a estirarse por el cuarto.

No fue hasta la séptima hora que al fin estuvo lista para poder comenzar el parto. Estaba agotada, pero ya estaba muy cerca como para rendirse.

El dios estaba detrás de ella, haciendo de apoyo, mientras que le permitía apretar su mano todo lo que necesitara. Bella volvía a ayudarla con su respiración junto a la enfermera.

-Solo dos veces más y podrá salir la cabeza.

Mal pujó con todas sus fuerzas. Después de unos quince minutos más, un llanto inundó la habitación, haciendo que los ojos esmeralda de la pelimorada se llenaran de lágrimas.

Bella ayudó a limpiar a su nieta.

-Estoy muy orgulloso de ti, pequeña - la felicitó el peliazul.

Su hija sonrió con las pocas fuerzas que tenía. Bella se acercó sonriendo y con los ojos llorosos. Puso a la niña en brazos de su madre. Se calmó al sentir su calor.

-Bienvenida al mundo, princesa. Yo soy tu mamá- le dijo, besando su cachete.

La pequeña abrió sus ojitos con esfuerzo, haciendo que sus familiares se enternecieran.

-Eres igualita a tu padre, mi amor- las lágrimas rodaban por sus mejillas.

-Pero tiene tu nariz y tu sonrisa - dijo Bella.

Mal arrugó la nariz y sonrió.

-Es cierto.

-La perfecta combinación de ambos- agregó el dios, besando la frente de su nieta.

Cuando a la bebé le hicieron sus chequeos, al igual que a Mal, los demás pasaron a conocer a su sobrina y nieta.

Estaba atardeciendo cuando la pelimorada se quedó a solas. Ya que su progenitor estaba profundamente dormido en el sillón junto a la camilla. Él se negaba a dejar solas a su hija y a su nieta, pero el sueño lo venció.

Mal podía estar igual, pero estaba tan emocionada y maravillada por tener al fin a su pequeña con ella que sabía que dormiría cuando la bebé lo hiciera.

𝑻𝒉𝒆 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒎𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒓𝒂𝒈𝒊𝒏𝒈 𝒐𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒐𝒍𝒍𝒊𝒏𝒈 𝒔𝒆𝒂,
𝑨𝒏𝒅 𝒐𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒉𝒊𝒈𝒉𝒘𝒂𝒚 𝒐𝒇 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒕.

-A tu papá le hubiera encantado conocerte, mi vida - le dijo, acariciando su manito.

La bebé estaba pegada al pecho de su mamá, comiendo. Una mano la tenía sobre su corazón y la otro tomaba la de la reina.

Secó sus lágrimas con cuidado. No estaba triste, solo nostálgica.

-Te amo muchísimo.

Besó su frente. A los pocos segundos, sintió una brisa rozando sus brazos y sus mejillas. Ella sonrió.

-Y tu papi también te ama mucho.

𝑻𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉 𝒘𝒊𝒏𝒅𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒉𝒂𝒏𝒈𝒆 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒓𝒐𝒘𝒊𝒏𝒈 𝒘𝒊𝒍𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝒇𝒓𝒆𝒆,
𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒊𝒏'𝒕 𝒔𝒆𝒆𝒏 𝒏𝒐𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 𝒍𝒊𝒌𝒆 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕.

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No estoy llorando, solo tengo algo en el ojo.

El próximo es el último capítulo de esta mini historia.

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora 💕.

Publicado el 11/09/2021.

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