3
Sonreí al ver el Aston Martin negro estacionarse frente a mí. La ventanilla no demoró en bajar lentamente y revelar la conductora. Caminé hasta estar muy cerca e inclinarme y verla perfectamente.
—Buenas noches, señorita.
Usé mi tono juguetón y ella no dudó en mostrar su sonrisa.
—Buenas noches, señorita Minatozaki. Esta noche seré su conductor. —Siguió jugando.
—Oh, qué emocionante. —Llevé dos dedos a mis labios. —Espero que sea usted buena conductora.
—No lo dude.
Reí y di la vuelta al carro para entrar al asiento del copiloto. El perfume de mi compañera inundó mis fosas nasales y, cuando la ventanilla se subió, ella se lanzó a devorar mi boca. Sonreímos cuando el beso acabó y la pelinegra arrancó el auto.
—¿Qué tal tu día? —Pregunté con normalidad.
—Fue bastante difícil hoy. —Respondió. —El monoplaza sufrió algunos daños graves.
—Oh, ¿y llamaste a Ferrari?
—Por supuesto. —Asintió con toda la atención en la carretera. —Pero da igual, me traerán otro del 2020.
—Mañana entrenarás con otro monoplaza, entonces.
—Así es. —Me miró cuando detuvo el auto por la luz roja del semáforo. —¿Y tú? ¿Qué tal tu día?
—Por suerte no hubo tanto papeleo hoy. —Suspiré cansada. —Pero mañana tendré bastantes reuniones. Te envidio, ya estás teniendo tus vacaciones.
Ella se rió y siguió con el camino al obtener la luz verde frente a tus ojos.
—Pensé que hoy irías al club.
—No, hoy no. Estoy cansada. —Respondo alzando los hombros.
—Siempre estás cansada y aún así decides follar, Minatozaki. Debes tener alguna razón para no ir.
—No soy tan necesitada, ¿sabes? —Ella rió y yo bufé.
—¿Por qué no estás yendo?
—He ido, pero todo se siente diferente desde esa noche. No he podido llegar desde ella, y se siente malditamente abrumador.
—¿Acaso te enamoraste, Sana? Debe haber otra respuesta a tu falta de orgasmos.
—No encuentro otra.
—Pero debe haberla. Es prácticamente imposible que tu cuerpo no llegue al clímax sólo por una mujer como las demás.
—Entonces encuentrala por mí. —Musité molesta. —Además que tú tampoco pareces muy animada en volver a recurrir los clubes desde aquella noche.
Ella detuvo el auto de repente y apretó el volante.
—No la recuerdo, Sana. No recuerdo su cara ni nombre mas que sus gemidos. Simplemente me perturba no recordar nada.
—Yo tampoco me acuerdo de mucho.
—¿Te acuerdas de su nombre?
—Sí, es Katarina.
Apretó su mandíbula. —Katarina... —Repitió en voz baja. —¿Y su rostro? ¿Lo recuerdas?
Negué con la cabeza. —Eso es lo único de lo que me acuerdo. Se nos pasó los tragos esa noche.
—Todo por embobarnos con ella. —Masajeó su sien. —Hubiese sido mejor si no la hubieras visto.
—Te quejas de no recordarla, pero no de conocerla. —Rodé los ojos.
Mina finalmente bajó la velocidad al visualizar nuestra mansión y parquear el auto ahí.
—Ya da igual. Luego se nos pasará. —Habló segura.
Ambas nos bajamos del auto luego de mirar cuidadosamente los alrededores por si habían cámaras, y cuando rectificamos que no, salimos y caminamos adentro de la propiedad. Mina se tiró en el sofá con una botella de agua en la mano y en la otra una barra de chocolate.
—Traías eso muy bien escondido, idiota. —Musité con enojo actuado. —Espero que me dejes un pedazo.
—No, olvídalo. —Negó de inmediato y escondió el chocolate.
Reí y fui directamente a ella. Me senté al lado de ella y no tardó en sentarse en mis piernas, cada una a cada lado de mis muslos. Escondió su rostro en mi cuello y me dio unos pequeños besos allí.
Ella era así: busca contacto en silencio y se esconde en él.
Nuestra relación era rara. Nos consideramos amigas con derechos, sin embargo no hay ningún tipo de compromiso de por medio más que cuidarnos de la prensa. Nos refugiamos en la otra cada que necesitamos intimidad y contacto más que solo sexo.
Aún así, y para ser sincera, estaba mi perspectiva hacia Mina teniendo bastante cambios nuevos y "raros".
No lo sé, y tampoco quiero pensar mucho en ello porque sé que no me conviene entrar mucho en detalles y comprensión.
Me gusta estar en compañía, sentir el calor de un cuerpo, pero sin comprometerme. Mina es mi mejor amiga y en ella puedo encontrar eso cuando no tengo nuevas mujeres a tiempo.
—Hoy mi padre llamó —Comencé a relatar en voz baja. —, y quiere que vaya a Mónaco justamente cuando estarás allá el próximo año.
—Oh, eso suena perfecto. —Noté su felicidad en la forma que intentó acercase más a mí.
Pero conmigo siempre hay algo malo.
—pero vendrá Miyeon... —Solté en voz baja, casi para mí misma. De inmediato me arrepentí al sentir cómo ella se separaba fríamente y huía de mi mirada. —Espera, Mina-
—Iré a dormir, estoy cansada. —Con voz serena e incapaz de dirigirme la mirada, subió las escaleras y me dejó a solas con las palabras en la boca.
Pero Mina es una mujer estratégica, y antes se subir, retiró su camisa y me dejó dar un vistazo rápido a sus pechos entre el sujetador negro de Calvin Klein.
Aunque ambas tuviésemos miembro, Mina no tenía problema en ceder ante mí y ser quién recibe la mayoría de veces. Sin embargo, también hay ocasiones donde cedo yo para darle la oportunidad a ella. Simplemente nos dejamos llevar por el momento.
Apreté el cojín y respiré profundamente para no caer en su juego. Me dirigí donde estaban los licores y me serví un poco de Whisky. Me apoyé en el mesón con mis manos y tomé un trago, deleitándome.
El corto tiempo de calma se vio interrumpido por mi celular que vibraba molestamente en el mesón. Gruñí al ver el nombre en la pantalla y rápidamente lo silencié.
Ella de nuevo.
Tomé otro trago y todo se fue a la mierda cuando escuché llegar otro auto.
Traté de tranquilizarme cerrando los ojos e inclinarme más. Escuché sus pasos cerca de mí y luego sentí sus manos en mi abdomen y su rostro apoyado en mi espalda.
Me erguí y quité sus manos de mí. Por obligación tuve que recibir un beso en la mejilla bastante cerca de los labios.
—Miyeon, ¿qué hacer aquí?
—¿Así es como tratas a tu prometida?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro