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☀Capítulo II

→FBI←

No me acuerdo cuando empezó todo esto, todo este sentimiento que otros tachan como extraño y yo como "un rasgo de personalidad".

Cuando la pubertad golpeó mi cuerpo es la respuesta más aceptada ante mis ojos, durante ella veía a todos mis compañeros de clase desarrollarse, en ese momento me fijaba en las chicas, claro está, el mono de los chicos llegó más tarde. Durante los primeros años algunas chicas ya tenían sus pechos desarrollados, curvas, menstruación, vellos... y la verdad durante el principio algo me atraía, el hecho de estar justo en ese paso de pasar de niña a mujer tenía su toque... pero cuando ya terminaban de dar el paso se volvía lo menos atractivo que vi nunca...

Después llegaron los hombres, más bien chicos... aunque claro, eso ya fue durante mis primeros años de policía... Un joven apenas salido del bachillerato, menos de 20 años fijo cuando yo en ese momento tenía 25, no tanta  diferencia, lucía muy joven, mucho más joven que el resto de novatos... no me acuerdo de su nombre pero si de su miembro pequeño y cero vello, su piel suave, el pensar "es como un niño" mientras me lo follaba en la propia oficina de mi jefe en la cual ni podía pasar... Cada vez esa idea de "como si fuera" me quitaba todo el agrado... lo odiaba... ¿por qué no podía ser? ¿por qué necesitaba una copia barata si podía obtener lo real?

Había tenido tantos encuentros pero ninguno con tantas posibilidades como las que USA me dio al dejarme al cargo de su querido hijo, su hijo que con solo una foto lograba excitarme y que tanto deseo le tenía de hace tiempo... Ahora yo era el jefe del propio FBI... pero USA era mi jefe y la idea de tirarme a su hijo era mucho mejor que cualquier novela erótica antes escrita.

Él estaba ahí mismo, a pocos metros de mi en aquel inmenso patio trasero jugando en una estructura de trepar, un niño muy energético la verdad.

¿No te parece lindo? — Preguntó Usa, llamando mi atención extrañado.

¿El qué exactamente? — Pregunté esta vez yo.

Su inocencia... es tan feliz sin notar el mundo de mierda en el que vivimos... — Respondió, viendo con una sonrisa orgullosa a su hijo.

Sí, la verdad es que así es muy bello... — Respondí, a la par, claramente no estábamos pensando en lo mismo, pero él no tenía porque saberlo. — Es tan pequeño... — Pensé en voz alta.

Y aun así es de los más grandes de su clase... me da pena verlo crecer... ¿sabes? supongo que es lo que tiene ser padre... — Me comentó, dirigiendo mi vista hacía mi. — ¿Y tú FBI? Nunca me hablaste de ninguna mujer.

Este se apoyó sobre la vaya que separaba el pequeño porche elevado del propio jardín, viendome a mi y retirando la vista de su amado hijo.

No tengo mucho interés en relaciones, soy más de cosas puntuales y ya. — Respondí, separándome de la valla.

Un lobo solitario~. —Vaciló, mientras hablaba se separaba también de la vaya, yendo a un minibar que había. — Yo también decía eso, y mírame.

No me maldigas. — Reí ante sus palabras, yendo hacía él y quedando a su lado. — Katherine era una gran persona... 

No hablemos de ella frente a ONU... — Se quejó, viendo hacía donde su hijo. — No sabe nada del tema.

¿Y qué le vas a decir cuando pregunte por su madre? — Pregunté.  — Lo va a saber algún día, ¿no?

No, le diré lo típico de que murió en el parto o que se fue. — Se sirvió un vaso de whisky y seguido lo bebió.

Se escuchó de lejos la pequeña voz de ONU, estaba llamando a USA para que le vea bajar por el tobogán de pie, por desgracia tras el primer paso se resbalo y acabó cayendo directo hacía el suelo de golpe, solo pareció haberse dado un golpe en el culo al caerse y poco más, pero su llanto empezó a sonar mientras Usa se dirigía a él, soltando el vaso mientras le regañaba de forma amable por su acción.

Me acerqué un par de pasos hacía donde antes estaba Usa, viéndole agarrar con sus manos el delicado cuerpo de su hijo y levantarlo del suelo, sacudirle el polvo y tierra de su ropa y abrazarle, siendo correspondido mientras hablaba de algo que apenas escuchaba... No era mal padre, se notaba que se preocupaba por su hijo que si supiera mis intenciones me mandaría directo a chirona. Por eso mejor que no lo sepa.

Dio un sorbo a su vaso, terminándome el líquido para luego ver como se acercaba junto a ONU de la mano, caminando hacía dentro de la casa.

Venga~, es solo un rasguño, ¿sÍ? — Usa se paró, girando a mirarme. — FBI, oye, hazme un favor, ve a la habitación de ONU, el armario a la derecha, saca un pijama y tráelo al baño.

Asentí para luego recibir una sonrisa de mi jefe, el cual se giró de vuelta a su hijo y caminó hacía la casa de nuevo, yendo hacía las escaleras y dirigiéndome hacia la habitación del menor, agarrando de aquel armario empotrado un pijama que claramente era de un niño pequeño, no solo por el tamaño si no también por aquel color azul pastel decorado con lunas y estrellas blancas que cubrían ambas piezas de este mismo.

Dirigí mis pasos hacia el baño no muy lejano al dormitorio, toqué una vez y seguido otra, pero a pesar del sonido del grifo junto al agua y a la dulce risa del menor no había ningún indicio de la presencia del dueño de la casa.

¿Usa? — Pregunté en un tono levemente alto, pero nadie respondió, quizás había tenido que ir a contestar alguna llamada o algo así...

En ese momento pude estar esperando un tiempo indefinido en la puerta con la ropa en la mano, pude ir a buscar a Usa o en todo caso entrar al baño únicamente para soltar la ropa e irme.

Pero claramente, no fue así.

Abrí la puerta lentamente, apenas un par de dedos la verdad, pero fueron suficientes para llamar la atención del menor.

¿FBI? — Preguntó el jovencito, viendo desde el borde de una bañera casi llena de agua y espuma. — Papá se a ido por una llamada, ¿Entras? — Comentó, restregando aquel dulce cuerpo por el borde de la bañera, apenas dejando ver más allá de la suave piel de sus hombros y sus pequeñas manitas invitándome al pecado.

Y aquí podría volver a lo mismo de antes, pero no, no lo hice. Porque ante mis ojos la inocencia de ese chico se convertía en una invitación al infierno, porque sabía que esa dulce piel se había expuesto solo para mi, y si ese no era el caso ya Dios o Satán podrían haberme mandado señales, pero no lo hicieron, no vino ni Usa ni ninguna otra sirvienta a revisar al joven, era como si la casa hubiera acabado solo para él y para mí, solos los dos... Los dos juntos... Y si nadie se interponía en esto y me permitían cerrar esa puerta detrás mía, soltar el pijama con lentitud y acercarme hasta quedar arrodillado frente a la bañera, también me iban a permitir probar de aquella manzana.

→...←

¿Entonces? ¿Cómo fue ese primer encuentro? — Preguntó aquel policía que, el ahora joven adulto, conocía medianamente bien como para saber que su caso y él tenían relevancia, sabiendo que sus palabras tenían y tendrán que ser escritas a detalle, quiera o no.

Tenía 7 años, ya llevaba... Creo recordar 2 meses, casi 3 diría yo, teniendo le como mi niñero. — El joven hizo una pequeña pausa, su vista nerviosa se posaba directamente sobre sus manos que se entrelazaban entre sí sobre su regazo — Mi padre me fue a bañar antes de acostarme como era costumbre, pero le surgió una llamada y tuvo que retirarse unos minutos...

¿Entonces? ¿Entró él?

El de pelo azulado, claramente teñido puesto que en su niñez era de un claro tono rubio, asintió.

Mi padre le pidió que me trajera un pijama, yo al verlo abrir la puerta le pregunté si iba a entrar y... Él... — Los ojos del joven, unos ojos azulados que en algún punto de esa historia mostraron luz e inocencia, se cristalizaron, empezando a soltar algunas lágrimas silenciosas. — Su sonrisa... Cerró la puerta, soltó la ropa de forma tan lenta que era casi una tortura... Y... Luego... — Su voz se corrompió, dejando salir varios gemidos, al coger aire en busca de calmarse.

No estás obligado a comentar nada, necesitamos detalles, pero tampoco vamos a forzarte. — Comentó el mismo policía, soltando un cuaderno con apuntes y un bolígrafo azul sobre aquella mesa grisácea en plena habitación, casi vacía. — Podemos parar si no te sientes bien, ONU.

No, no, no — Negó rápidamente el chico, limpiando sus lágrimas con las largas mantas de ese jersey gris. — Yo... Puedo hacerlo... — Respiró, cerrando sus ojos mientras el policía volvía a su postura principal. — Él... Simplemente fueron roces... Al principio nunca hubo penetración, solo acariciaba mi cuerpo, cada centímetro... Lo apretaba como si para él se tratase de un juguete... Y si le preguntaba lo excusaba todo en un masaje o que me estaba limpiando el jabón.

El policía asintió, apuntando rápidamente algunas palabras en aquel cuadernillo, soltando el bolígrafo y pasando las hojas rápidamente como si buscará algo hasta encontrarlo, leerlo y seguido ver al menor.

Cuando le interrogaron, él comentó que tú lo estabas incitando, seduciendo, en todo momento... ¿Puedes decir algo respecto a eso? — Preguntó de vuelta el agente.

Tenía 7 años... — Fue la respuesta que recibió este mismo. — ¿Qué tanto puede seducir un niño que apenas sabía sumar? — Preguntó, con cierto tono de ira o indignación, no hacia él mismo o hacia el policía, si no hacía las propias palabras que sabia que aquél hombre iba diciendo, no de un joven de 25 años... Si no de un niño de 7.

✧Se recuerda que este libro no está a favor ni busca normalizar o/y romantizar actos similares a los que se describen en la historia, todo está escrito desde el punto de vista del abusador y de la víctima en forma de crítica.

1704 palabras.

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