"Hola, Ron", saludó Harry alegremente a su compañero. "¿Qué tal? Hermione ya está instalada?"

Ronald Weasley cerró con cuidado la puerta del despacho y se giró lentamente para mirar a su mejor amigo. Levantó la máquina de escribir y la dejó de golpe sobre el escritorio, derramando una taza de café.

"¡Eh!", exclamó Harry. Se levantó como un rayo de su silla y empezó a limpiar frenéticamente el café. "¡Maldita sea, Ron, ese informe debe presentarse hoy! ¡A Williamson le va a dar un ataque! Es peor que Snape en lo que respecta a la caligrafía y la pulcritud!"Lanzando un rápido hechizo de secado sobre el pergamino y esperando lo mejor, Harry dio un paso alrededor del escritorio encontrándose cara a cara con su amigo. "¿Qué demonios te está sucediendo?"

Metiendo la mano en el bolsillo con exagerada calma, Ron cogió el papel doblado y se lo ofreció sin mediar palabra.

Harry frunció el ceño, se subió las gafas a la nariz y tomó el papel. Sus afilados ojos verdes buscaron los gélidos azules de su amigo, sosteniendo la mirada durante un largo momento, y luego abrió el papel. Lo leyó una vez, levantando las cejas.

"Parece que alguien tiene problemas", dijo.

"¿Parece que alguien tiene problemas?" Ron se hizo eco. "¿Es todo lo que tienes que decir al respecto?". La ira irradiaba del mago más alto como ondas de calor.

Harry frunció el ceño y volvió a mirar el papel, y frunciendo los labios, lo leyó por segunda vez más despacio. Volviendo a mirar a su amigo, se encogió de hombros. "Sí, parece que a alguien se le ha ido la pinza", dijo Harry. "No es un juego de palabras". Entonces, un pensamiento repentino lo golpeó como el Knight Bus. "¡Caramba, Ron, dime que no tienes alguna bofetada en el trasero!".

"Si no fueras mi amigo, Harry..." Ron no pudo completar el pensamiento en voz alta. Estaba vibrando en su sitio, con los brazos rígidos a los lados. "¡No soy yo! Eres tú!"

"¿Yo?", exclamó Harry. "¿Qué?" Entonces, un pensamiento singularmente horrible lo golpeó, y se volvió de un tono enfermizo de cal. "¿Ginny?"

El susurro horrorizado de Harry aflojó la rabia fuertemente contenida de Ron, y como un rayo su puño salió disparado. Golpeó a Harry en un lado de la mandíbula, haciéndolo caer hacia atrás, y en el suelo.

Ron se agachó y agarró a Harry por el cuello. "¡No vuelvas a decir una cosa así de mi hermana!", le ordenó. "¡Ni se te ocurra!"

Sacudió al joven auror por la parte delantera de la camisa y lo levantó de un tirón, dejando a Harry de puntillas. "¡Eres tú!", gritó. "¡Tú y Hermione!"

"¿Qué?" Preguntó Harry. Apartó a Ron de un empujón. "¡Has dado una vuelta de tuerca! ¿Hermione y yo? Nosotros nunca!"

Frunciendo el ceño, Ron dio un paso atrás, repentinamente inseguro de sí mismo. Su enfado se desvaneció. "¿Estás seguro?", preguntó. "Tú y ella nunca, ya sabes..". Terminó el pensamiento con un burdo gesto.

"Creo que recordaría algo así", replicó Harry, frotándose la mandíbula. Se acomodó en la silla de su escritorio. "De todas formas, ¿qué te hace pensar que esa carta es sobre Hermione? ¿Y a ti qué te importa? Estuvieron juntos sólo un par de semanas, y ahora está con Snape".

"Sí, no me lo recuerdes", murmuró Ron. Suspirando, sacudió la cabeza y se dejó caer en la silla frente al escritorio de Harry. "No es nada para mí, Harry, no realmente", respondió Ron encogiéndose de hombros. "Esa carta, cuando la encontré, bueno, fue un shock. Sólo pensé que eran tú y Hermione". Miró a su amigo con ojos llenos de dolor. "Podría soportar que fuera cualquiera menos tú".

"Lo entiendo", dijo Harry en voz baja. "Ese maldito medallón del horrocrux te hizo mucho daño. Lo entiendo, Ron. Créeme. Todavía tengo pesadillas". Trabajó la mandíbula. "Es una pena que no te hayas quedado en la fuerza. Tienes una pegada tremenda".

"Lo siento por eso", le dijo Ron sonrojado. "Vas a tener un moratón".

"No hay problema", le dijo Harry. Metió la mano en su escritorio y sacó un frasco de pasta para moretones de serie. "¿Qué te hizo pensar que se trataba de Hermione, precisamente?", murmuró mientras se untaba la barbilla con el espeso ungüento amarillo.

Señalando la máquina de escribir que estaba sobre el escritorio entre ellos, Ron explicó. "Estaba ayudándola a desempacar su nueva oficina en Hogwarts, y encontré la carta escondida bajo la tapa de su máquina de escribir". Pronunció la palabra con cuidado. "La que le prestaste justo antes de que se fuera".

"Maldita sea, Ron", respondió Harry con un profundo suspiro. "Muy bien, pásame la carta de nuevo".

Ron se inclinó y recogió la única hoja de papel mecanografiada del suelo donde había caído y se la entregó al otro lado del escritorio. "¿Qué vas a hacer?" Una repentina mirada de horror cruzó su rostro. "No vas a enfrentarte a Hermione, ¿verdad?".

"¡Prefiero enfrentarme a Voldemort de nuevo!" bromeó Harry. "Me mataría primero y me resucitaría para poder limpiar el desastre". Sonrió a Ron mientras extendía el papel sobre el escritorio.

"Buen punto", resopló Ron. "Entonces, ¿qué puedes hacer con esto?".

Después de un largo momento de examen cuidadoso, Harry dijo: "Bueno, definitivamente puedo decirte que no fue escrito por Hermione. Para empezar, se trata de papel muggle, que se vuelve amarillento con el tiempo. Yo calcularía que tiene entre veinte y veinticinco años".

"Oh." Ron soltó un enorme suspiro de alivio. "Bueno, ya sabes, el amarillo es su color favorito, que es otra razón por la que pensé.." Le dio a Harry una mirada interrogante. "Sin embargo, ¿estás seguro?".

Harry asintió con la cabeza. "Positivo", añadió. "¿Ves, aquí? La mujer en cuestión habla de estar prometida a alguien en tiempos de guerra. Hermione no estuvo prometida hasta después de la guerra". Cruzó las manos sobre el papel.

"Es cierto", convino Ron, "pero la carta se cayó de su máquina de escribir". Su ceño se arrugó en señal de concentración. "Quiero decir, de su máquina de escribir".

"No", afirmó Harry, "la máquina de escribir no es realmente mía. Era de mi tía Petunia".

"¿Tu tía Petunia te regaló una máquina de escribir? No es propio de ella ser tan generosa".

"Sí, es curioso. Cuando volví a limpiar mi habitación, le dije que me iba a unir al equivalente mágico del cuerpo de policía. Me dijo que necesitaría algo para teclear mis informes y me lo dio". Harry se encogió de hombros. "Tío Vernon acababa de morir, y supongo que se sentía muy triste y llena de remordimientos".

Ron se recostó en la silla, inclinándola hacia atrás sobre dos patas. "Sí, ahora que lo pienso, recuerdo cuando la trajiste", admitió. Una lenta sonrisa se extendió por su rostro. "Hizo que el viejo Williamson se distrajera y no te dejara conservarla".

Simultáneamente, utilizaron una voz alta y chillona para imitar al Jefe del Departamento de Aurores. "¡Esos artilugios muggles! La amante de Alastor Moody le regaló uno en el año 79. No son más que un montón de ruido. Todo ese chasquido me pone nervioso. Le obligué a deshacerse de él igual que te estoy obligando a deshacerte de ese".

"Sí, Williamson seguro que lo odiaba". Harry se rió. "Sabes, siempre me he preguntado quién era la 'dama de compañía' de Moody".

"¿Podrías creer a Poppy Pomfrey?" le dijo Ron. Rápidamente, hizo a un lado las miradas de asombro de Harry. "De todos modos, volviendo a esta máquina de escribir: me pregunto. Si pertenecía a tu tía Petunia, no crees que ella.."

"No lo sé, Ron", interrumpió Harry. Dobló el papel, abrió el estuche y lo introdujo en su interior. Rápidamente, volvió a cerrar la tapa y la aseguró con un encantamiento de cierre sólo para estar seguro. "Pero creo que debería devolverle la máquina de escribir de todos modos".