Capítulo 7.
Habían transcurrido treinta días desde el nacimiento de la pequeña Sun Hee. JungKook ahora salía hacia su trabajo, tenía que volver a su vida laboral después del mes de licencia que le habían dado por el nacimiento de su cachorra.
TaeHyung lo despedía con un dulce beso en los delgados labios. No deseaba separarse del alfa, y mucho menos quedarse con la pequeña a solas. El peliazul estaba muerto del susto. Se había acostumbrado a permanecer los tres juntos. JungKook bañaba a su bella florecita mientras TaeHyung se encargaba de la cena, y se repartían los deberes del hogar.
Era trabajo en equipo.
En todo el mes en el que el alfa mimó, cuidó y atesoró a sus dos amores; creó una rutina con su cachorra y omega.
— Ten un lindo día en tu trabajo. — Se despidió sosteniendo a su pequeña cachorra en brazos.
— Nos vemos en unas horas, mis amores. — Besó las mejillas de su omega, y seguido a eso dejó un besito en la pequeña frente de su cachorra. — Pórtate bien mi bella florecita, y cuida a papi. — Se alejó de su pequeña familia tomando camino hacia el trabajo.
— Cachorra. — Expresó acariciando la pequeña y gorda mejilla. — Vas a dormir bien juiciosa y yo me encargare de las cosas del hogar. — Cerró la puerta del apartamento, y llevó a su hija a la habitación para acostarla a dormir.
En medio de arrullos y pequeños besitos en la cabeza de la cachorra; ella se durmió. TaeHyung la cubrió con sus mantitas, y salió de la habitación con sumo cuidado para no despertarla.
— Vamos a limpiar. — Habló para sí mismo, y procedió a limpiar la cocina.
Todo iba de maravilla, el omega logró limpiar la cocina y la sala. Subió a las habitaciones, recolectó toda la ropa sucia que tenía para lavar, y bajó hacia el cuarto de lavado. Después de que el ciclo de lavado terminó, subió a darle de comer a su cachorra.
Allí todo cambió...
La alimentó, le sacó los gases y cambió de ropa. Pasó un tiempo y después de que el omega almorzara; se sentía cansado, así que decidió tomar una siesta. Pero su cachorrita no paraba de llorar. Le revisó el pañal, incluso pensó que tenía mucho calor, y por eso le retiro un poco de sus ropas, estaba por darle un baño a ver si así la bebé se relajaba y se dormía.
Su teléfono celular sonó, y el rápidamente deslizó su dedo sobre la pantalla para contestarle al guapo alfa que lo llamaba. Decidió dejar el baño de la cachorrita para después de la llamada.
— Es tu papá, cachorra, no llores y déjame hablar con tu guapo padre. — Le habló a su hija en brazos. — Hola, mi conejo. — Saludó cuándo posó el celular sobre su oreja.
— Hola, mi bello osito. — En el otro lado de la línea el alfa sonreía al escuchar a su omega. — ¿Cómo están mis amores?
— Bien, alfa. — Dijo con algo de duda. — Pero...
— Pero... ¿Qué amor?
— Olvídalo amor. Estamos bien.
No deseaba preocupar al alfa por el hecho de que su bebé llorara, y él no había dado con la fuente del llanto. No quería hacer que el castaño saliera corriendo del trabajo para ver qué le sucedía a su cachorra.
Porque JungKook era capaz de dejar todo botado sin importar nada.
— Dime, ¿qué pasa? — Inquirió algo preocupado. — Puedo sentir que... — La cachorra lloró como si algo le doliera, y el alfa dejó de hablar.
— Shh, shh, bebé no llores. — Pidió con dulzura, arrullándola.
— ¿Qué tiene nuestro fruto del amor?
— N-no es nada...
— TaeTae... — Lo llamó levantándose de la silla y buscó su abrigo. — Algo pasa, y ahora mismo voy...
— Kookie... — Habló haciendo un esfuerzo por no llorar. — Sólo no se quiere dormir, y llora. — Logró retener el sollozo que amenazaba por escapar de su garganta. Se estaba frustrando porque sólo habían pasado unas horas, y su alfa se iba a salir del trabajo solo porque su cachorra lloraba y él no sabía qué hacer para calmarla.
— Voy para allá.
— No vengas. Tú estás trabajando.
— No me importa. — Buscaba las llaves de su auto. — Ahora mismo me voy...
— ¡No! JungKook... — Dijo sentándose en el sofá de la sala, y con su mano libre jaló unos cuantos de sus cabellos. — Quizás la cachorra sólo quiera escucharte. — Expresó rápidamente. Fue lo único que se le ocurrió para frenar la salida de su alfa de la oficina. — Solo háblale, y cuelga.
— Mi amor... — Se detuvo frente a la puerta cerrada de su oficina. — ¿Estás seguro que con hablarle estará todo bien?
— Sí, alfa.
— Okay, lo haré. — Suspiró. Aunque su deseo era ir a ver a sus amores. — Pero si la cachorra no calma el llanto. — Acarició el relicario que llevaba colgado en su cuello, y como si TaeHyung supiera del movimiento del alfa; realizó la misma acción.
En total eran tres relicarios... Alfa, omega y cachorra contaban con el collar en forma de corazón de color dorado, y con dos fotos de ellos dentro del objeto. En una cara estaba la foto de JungKook, TaeHyung y Sun Hee; los tres juntos. En la otra, una foto de la cachorra.
La pequeña aún no lo llevaba en su cuellito. Claro, por seguridad, y porque su padre alfa se lo quería entregar cuando dijera sus primeras palabras.
— Háblale, alfa. — Pidió a través de la línea telefónica. — Papá Kookie conejo te va hablar mi muñeca linda. — TaeHyung colocó el celular en altavoz. — Nuestro fruto del amor te escucha, conejito.
— Mi bella florecita... — La cachorra movía su cabecita buscando la voz de su padre. — No llores mi bebé. — TaeHyung lloró en silencio. — Dentro de poco iré a casa y los veré. — La cachorra lloró nuevamente, y JungKook tomó la perilla de la puerta. Se iría en ese momento. — Cambio de planes... Me voy ahora...
— ¡No! Jeon JungKook. — Dijo deshabilitando el altavoz. — Te quedas allí trabajando...
— No puedo...
La puerta de la oficina se abrió. — ¡Genial! Estás listo. — Expresó su jefa. — Nos vamos a la junta.
— No puedo. — Dijo tratando de pasar por un lado de su jefa.
— ¿Qué? ¿Qué pasa, JungKook? — Inquirió la fémina.
— ¡Jeon JungKook! Si tú no terminas tu horario laboral, te voy a mandar a dormir al sofá. — Amenazó TaeHyung al otro lado de la línea.
— Osito...
— He dicho, Jeon. — Dijo firme. — Nos vemos en unas horas. No te preocupes. — Colgó la llamada.
JungKook chasqueó su lengua y guardó su celular en el bolsillo de su abrigo. — Vamos a la junta, jefa. — La fémina simplemente asintió con la cabeza, y salieron de la oficina. — Necesito que pase el tiempo rápido. — Pensó, y miró su reloj en la muñeca derecha. — Me quedan cuatro horas en dónde no sabré qué le pasa a mi bella florecita. — Suspiró. — Quiero besar a mi omega, y tener a mi cachorra en brazos.
La junta de trabajo se alargó por una hora más. Y JungKook con la lengua empujaba constantemente su mejilla interna. Cuando finalizó la reunión; el castaño salió corriendo hacia el estacionamiento, se subió en su auto y se marchó a su hogar.
— Osito... — Habló bajo cuando ingresó al apartamento. No quería despertar a su cachorra si es que estaba dormida. — Fresita... — Buscó al omega en la cocina, pero no estaba. — ¿Dónde estás, amor? — Subió a la habitación de su cachorra y tampoco lo vio. — Mis amores... — Dijo deteniéndose en la entrada de la habitación donde dormía con el peliazul. — Mi luna... — Olfateó el aroma de su omega, pero estaba acompañado de tristeza. — Mi amor... — Se dirigió a la gran cama en donde su cachorra reposaba dormida en medio de almohadas que creaban una barrera para que no se fuese a caer de ese espacio. — ¡¿Dónde está tu papi?! — Le susurró a su bella florecita, y divisó que también estaba rodeada de algunas de sus prendas de ropa. — Amor, fresita, luna, omega bonito... — Lo volvió a llamar. — Respóndeme bebé, me estoy asustando... — El aroma de su omega se intensificó, y también el de tristeza.
JungKook olfateó hasta que llegó al lugar de donde provenía la fragancia de su luna. La puerta del baño estaba a medio cerrar. Así que colocando su mano sobre la superficie de madera, la abrió lentamente.
El omega se encontraba sentado sobre la tapa del inodoro, con una gran cantidad de pañuelos desechables arrugados alrededor suyo. Con su cabeza gacha y sus hombros presentando pequeños espasmos a causa de los sollozos. No se dio cuenta de la otra presencia en el cuarto de baño.
Cuando sintió el aroma de su alfa. Levantó su mirada. Allí frente a él estaba el padre de su hija, su amado alfa. Volvió a bajar la mirada y sollozó aún más fuerte.
— ¿Qué pasa, amor? — Se acercó. — ¿Por qué lloras? — Mas llanto fue la respuesta. — Mírame, mi fresita. — TaeHyung negó repetidas veces con su cabeza.
El alfa se acuclillo frente al omega, posó una mano sobre uno de los muslos del peliazul, y con la otra; suavemente tomó el mentón de su pareja. Con extrema delicadeza levantó el rostro ajeno y conectaron miradas.
El castaño sintió que su corazón se fracturaba. No soportaba ver a su hermoso omega en ese estado. Sus ojos estaban rojos e hinchados, su nariz roja, y sus labios con pequeñas heridas a causa del intento del peliazul de callar su llanto.
— Amor... — El omega tembló ante la caricia en su muslo. — Si no quieres decirme lo que sucedió... — Acarició la mejilla. — Solo déjame abrazarte. — TaeHyung se arrojó a los brazos del alfa. — Si mi bebé quiere llorar, yo lo abrazaré y mimaré hasta que se sienta bien. — El omega asintió lento con su cabeza.
Pasaron alrededor de diez minutos en donde el alfa acariciaba la espalda de su pareja, y de vez en cuando le limpiaba las lágrimas. Su aroma lo arropaba para ayudarlo a tranquilizar. El silencio fue roto cuando TaeHyung se separó un poco del alfa, y lo tomó de las mejillas.
— Me vas a decir, ¿qué pasó? — El omega asintió con sus ojitos aun vidriosos por el llanto. — Te escucho mi luna.
— Ko-Kookie... — TaeHyung inhaló profundo. Tan profundo que sintió que sus pulmones quemaban.
— Si mi amor. — Le sonrió dulcemente.
— Y-yo... Soy un mal padre. No puedo cuidar a mi bebé. — Agachó su cabeza en muestra de tristeza.
— No digas eso. — Lo atrajo a su cuerpo para abrazarlo. — ¿Por qué lo dices?
— No ha pasado un día en el que estoy a solas con la cachorra, y no pude cuidarla bien. — Se aferró fuerte a su alfa.
— Amor, la cachorra está dormida y bien. — Besó el hombro de su pareja. — No entiendo.
— Ahora está dormida y tranquila porque gracias a Jimin encontré la manera de que se durmiera.
— Pero eso no quiere decir que no pudiste cuidarla.
— Es que Kookie... — Sorbió su nariz. — Todo iba bien, pero de un momento a otro la cachorra sólo lloraba. — JungKook lo escuchaba atento, y le daba pequeños besos en sus cabellos azulados. — La cambié de ropita, la alimenté, le saqué los gases...
— La estabas cuidando muy bien. — Interrumpió.
— Pero no dejaba de llorar. — Un sollozo se le escapó, y el alfa acarició su espalda. — Cuando me llamaste, iba a bañarla pensando que tenía demasiado calor.
— Es decir, ¿qué eso le pasaba? Estaba muy inquieta.
— Sí, Kookie. — Buscó otro pañuelo para limpiar sus fluidos nasales. — Pero tampoco funcionó tu voz, y escuchaste que lloró. — El alfa asintió. — Después de que corté la llamada contigo, ella sólo movía su naricita, como si estuviera buscando algo, y al no encontrarlo lloraba más. — Le informó. — Entonces llamé a Jimin, y me dio una idea.
— Todo lo que me dices me indica que hiciste hasta lo imposible por calmarla y cuidarla. —El alfa lo separó del abrazo, y acunó las mejillas contrarias, fijando sus orbes verdes en los azulados. — Eres un excelente padre, un omega que cuida y ama a su cachorra con el alma.
— Pero Kookie... Fue con ayuda de Jimin, y aun así no tuve tiempo de prepararte la cena. — Abultó sus labios.
— Con ayuda del que sea. Tú eres un gran padre, y la muestra de ello es que nuestra linda cachorra está durmiendo plácidamente en nuestra cama. Porque su bello, sexy, inteligente y competente padre; logró encontrar lo que ella buscaba. — Besó con ternura el pucherito del peliazul. — No te preocupes por la cena. — Besó la punta de la nariz del omega. — Yo la haré... Ahora dime la idea de Jimin, pero estoy seguro que fue obra tuya.
— Yo quería prepararte la cena.
— Lo harás mañana, o cuando puedas. No te preocupes.
— Bueno, pues como te dije... Jimin me dio una idea, o al menos la pista para que yo pensara en la solución.
Park Jimin es un dulce omega, casado con el doctor Min Yoongi, el padre de sus dos cachorras. Dos hermosas gemelas de un año de edad. TaeHyung lo conoció en un control de pediatría para su cachorra.
El lindo y dulce asistente del especialista en pediatría se hizo amigo del omega peliazul apenas hablaron unas cuantas palabras. Así que cuando TaeHyung no supo qué más hacer ante el llanto de su cachorra. Llamó a su nuevo amigo.
Jimin en la llamada le dijo que si no estaba funcionando todo lo que le relató que hizo, entonces quizás extrañaba el aroma de su padre alfa. Que algo así le había pasado con sus cachorras cuando tuvo que separarse una semana de su esposo por temas de una conferencia médica.
El omega de labios pomposos se quedó hablando solo cuando TaeHyung colgó en medio de su conversación.
— ¿Qué fue lo que se te ocurrió, amor mío? — Inquirió cuando el peliazul dejó de relatar la conversación que tuvo con el otro omega.
— Kookie, yo colgué la llamada, y busqué tu ropa. — El alfa le sonreía totalmente enamorado. A pesar de que el omega tuviese su carita y ojos hinchados por el llanto; este se veía realmente precioso. — La olfateé para así asegurarme cual de todas las prendas tenían más impregnado tu aroma. Y luego le hice un pequeño nido a la cachorra con las almohadas y tus prendas.
— Esa fue una excelente idea, mi osito. — TaeHyung asintió con su cabeza.
— La cachorra después de unos minutos inició a mover su naricita identificando tu fragancia, y después de que la alimenté de nuevo; se durmió profundamente.
— ¿Entonces ella quería mi aroma?
— Estoy seguro que era lo que quería.
— Entonces... ¿Por qué llorabas, mi cielo?
— Ya te lo dije. — Abultó sus labios.
— Amor, lo que dijiste antes. Nada de eso es cierto.
— Pero Kookie...
— Eres un gran padre. La calmaste, cuidaste, alimentaste y no te rendiste.
— Aun así...
— Mi vida, saca esas ideas de tu cabeza. — Se levantó del piso y en el proceso ayudó al omega a ponerse de pie. — Para ser nuestro primer día estando separados. — Abrazó por la cintura al omega, y caminaron juntos hacia la salida del cuarto de baño. — Tú hiciste muchas cosas. Observé que limpiaste el apartamento, y además cuidaste a la cachorra perfectamente. — Llegaron a la cama donde la bebé dormía. Se quedaron de pie observándola desde la orilla de la cama. — Y no te culpes porque ella no se calmaba a causa de no sentir mi aroma. — El omega giró su rostro levemente para mirar a su alfa. — Es que mi vida... Yo la acostumbre a que después de su almuerzo; la acostaba en mi pecho, y la impregnada de mi aroma y así se dormía.
— ¡Alfa! — Le dio un pequeño pisotón en el pie.
— Auchs. — Se quejó con una sonrisa de conejo, dejando ver sus dientes delanteros.
— ¡La malacostumbraste!
— Perdón, mi luna.
— Me la vas a pagar. — Amenazó. — Te lo dije muchas veces. — El alfa asintió con su cabeza, pero sin dejar de sonreír. Su omega ahora no lloraba, y sonreía un poco. — Te dije que no la acostumbraras a dormir así, y mira que hoy sufrí porque no me acordaba que ella adora tu aroma. — Puchereó.
— Yo gustoso pago las consecuencias. — Sonrió pícaro. — Es que no lo podía evitar.
— Lo estás viendo como premio. — Sonrió.
— Pues claro, mi osito. — Besó la mejilla del omega. — Tú me haces pagar de unas maneras muy satisfactorias para los dos.
— ¡Alfa! ¡Conejo caliente!
— Mi osito sexy... — Acercó sus labios a los del omega para besarlo.
— Espera... — El peliazul detuvo al alfa cuando escuchó el pequeño gruñido proveniente del ser que se encontraba en la cama. — La cachorra se despertó.
— Yo quiero que me hagas pagar. — Dijo besando el cuello del omega, para después separarse del cuerpo contrario. — Ahora vamos a bañar a nuestra cachorra, y le damos de cenar.
— No dudes que te la cobraré. — Sonrió, y salió a preparar el baño de la bebé. — Mas tarde me tendrás que bañar, y no hablo sólo del baño con agua y espuma. — Dejó al alfa con su pequeña, que ahora estaba en brazos del castaño.
— Hoy bañaré a tu papi en sudor. — Le susurró a la pequeña. — Pero no le digas que te dije esto, o me va a pisar otra vez.
— ¡Conejo loco! — El omega apareció de la nada, y JungKook pegó un pequeño salto. — ¡Te escuché!
— No dije nada.
— ¡No le cuentes esas cosas a la cachorra!
— Pero es lo que voy a hacer. — Sonrió y le guiñó un ojo.
— La vamos a terminar traumando...
— Ella sabe que sus papis están loquitos de amor, y pues pasan cosas, pero no sabrá qué cosas hasta que tenga ochenta años. — TaeHyung se carcajeó.
— Vamos a que la bañes, y yo te acompaño antes de que le confieses quien sabe qué cosas. — Giró en sus talones y se dirigió a la habitación de la bebé.
— Cachorra... Ni creas que se me olvidó que gruñiste cuando estaba a punto de besar a tu papi. — Le acarició la pequeña mejilla. — Te dije que sólo le gruñas a los demás. — Caminó tras su omega. — No le gruñas a tu padre alfa. Recuerda, a lo demás sí, a mí no.
— Te escucho, conejo...
La pareja salió de la habitación y procedieron a asear a su pequeña bebé. TaeHyung ya estaba más calmado y JungKook les daba mimos a sus dos amores. Cenaron, y después de un par de horas, el alfa llevó a su hija al cuarto donde ella dormía. La cambió de ropita, y le colocó una linda y suave pijama de osito, con un gorrito que tenía dos orejitas simulando las de un oso panda.
— Hoy serás una linda osa. — Besó la pequeña mejilla. — Te voy a pedir que por favor ayudes a tu papi, y no llores cuando no estoy aquí. — La cachorra chupaba su pequeña manita. — Te prometo que no tardare tanto en el trabajo, y de ahora en adelante dejaré tu mantita impregnada de mi aroma. Así me tendrás contigo todo el día hasta que vuelva. — TaeHyung lo espiaba en silencio desde el umbral de la puerta. — Tu papi te cuida muy bien. Es tan bello como protector, tan sensible como amoroso, pero lo más importante es que; te ama y me ama con todo su ser. — TaeHyung sollozó, y JungKook volteó a ver hacia la puerta. — Amor...
— Estoy bien. — Avisó. — Sólo que lloro al verte con el fruto de nuestro amor. Ustedes son mi vida. — Se acercó y cargó a su cachorra para dejarla dentro de su pequeña cuna. — Los amo. — Un dulce beso fue dejado en la cabecita. — Alfa, cuando la duermas... Te espero para mi baño. — Besó por última vez a su hija y la cubrió con la manta. — Descansa mi cachorrita. — Se despidió con un beso volador para su alfa, y salió de la habitación.
— A dormir cachorra. — Dijo el alfa. — La princesa del castillo Jeon debe descansar. — Inició a cantarle su canción de cuna. — Espérame omega que te bañaré muy bien. — Pensó, y sonrió para sus adentros.
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