Capítulo 6.
El recorrido hacia hospital estuvo lleno de gritos y gruñidos por parte del omega. En todo el camino no paraba de gritarle al alfa, luego se arrepentía y se disculpaba. Pero después de otra fuerte punzada; lo volvía a gritar.
El castaño sólo decía: si mi amor, perdón amor, lo siento amor, lo que digas amor.
Su mente no podía procesar más palabras. Estaba nervioso y no quería ver a su omega sufrir por los dolores del parto.
Llegaron al hospital, y el ginecólogo junto con dos enfermeras los esperaban con una silla de ruedas. JungKook bajó del auto después de parquearlo lo más rápido posible, abrió la puerta del copiloto, y alzó en brazos a su omega.
— ¡No me muerdas, osito! — Expresó cuando su omega le clavó los dientes en su hombro cuando otra fuerte punzada lo atacó en el vientre.
— Tuf callafte y muevefte. — Dijo el omega con sus dientes anclados al hombro del alfa; mientras el anterior mencionado lo sacaba del auto y lo llevaba a la silla de ruedas.
— Si mi amor. — Dijo el alfa. — Ya me callo, y me muevo.
— Perdón mi conejo. — Expresó cuándo liberó de sus dientes el hombro del alfa. — Lo siento por morderte y gritarte. — Con sus ojos llenos de lágrimas conectó miradas con el castaño. — ¡Ah! ¡Me duele! ¡Me va partir! — Gritó después de que el alfa lo sentó en la silla de ruedas.
Otra contracción lo atacó y está vez fue más fuerte.
— No importa osito. — Lo besó en la sudada frente. — Me imagino que mi dolor en el hombro no es nada comparado al que tú sientes ahora.
— ¡Jeon JungKook! Me duele y mucho. — Le gruñó. — ¡Te voy a embarazar! ¡Lo juro por la Diosa luna que te voy a embarazar! — Las enfermeras y ginecólogo los miraron. — ¡Estoy así por tu leche de plátano y los globos neón!
— ¡¿Qué lo va a qué?! ¡¿Qué la leche de quién?! Y ¡¿Qué los globos qué?! — Dijeron las enfermeras mirando a JungKook; el cual cubrió su rostro porque no esperaba que su omega gritara eso en el hospital.
— Mi omega no dijo nada. — Habló aun cubriéndose el rostro.
— ¡No miren a mi alfa! ¡Ah! — Le gruñó el peliazul a las enfermeras en un intento de levantarse de la silla de ruedas.
— Señoritas... No pregunten nada. — Dijo el ginecólogo conteniendo la risa. — Y será mejor que dejen de mirar al alfa de TaeHyung. — Las chicas observaron al omega.
— ¡Las dejaré pelonas si siguen viendo a mi alfa!
— Osito...
— Lo siento señoritas. — Se disculpó. — Pero si sería capaz de hacerlo. ¡Ah! ¡Esto duele como el infierno!
— Señoritas, lleven al paciente a la sala de parto. — Indicó el ginecólogo.
— Yo voy contigo, omega. — Dijo JungKook tratando de caminar junto a su pareja. — Yo te acompañaré...
— Lo siento, JungKook. — Lo detuvo el ginecólogo. — No te dejare ingresar a la sala de partos. — El castaño le gruñó, y divisó cómo su omega desaparecía de su campo de visión. — ¡¿Cómo qué no?!
— No debes entrar. — Informó el ginecólogo. — Muchos se desmayan y hasta se trauman...
— Me vale. Yo voy a estar junto a mi omega.
— No lo harás. Y aquí te quedas. — Ordenó ingresando por la gran puerta azul; dejando al alfa atrás.
— ¡JungKook! ¡Ven conmigo! — Gritó a lo lejos el omega.
— No puede ingresar a esta área. — Le dijo una de las enfermeras al peliazul.
— Eso lo veremos... — Le gruñó a las enfermeras. — ¡Alfa! Ven aquí.
— Tenemos que estar con él. — JungKook le habló a su lobo.
— Prepárate porque nos van a llamar.
— ¡¿Qué dices?! — Inquirió ante lo dicho por su lobo. — El ginecólogo dijo que...
— Escuché lo que dijo el ginecólogo. — Interrumpió a su humano. — Pero tú y yo sabemos que nuestro omega es terco y no aceptará lo que le digan. — JungKook asintió ante lo dicho por su animal. — Dentro de poco nos llamaran, o veremos a nuestro omega saliendo de allí. — Dijo señalando con su hocico la puerta por donde se había ido su luna. — Ya sabemos cómo es nuestro lindo omega.
— Es capaz de salir gritando exigiendo que nos dejen entrar... — El lobo sonrió al imaginarse a su omega haciendo tal escena.
En la sala de partos las enfermeras luchaban por preparar al omega. Necesitaban cambiarlo de ropa y dejarlo en la bata quirúrgica. Pero el peliazul les gruñía y les pataleaba cada vez que intentaban acercarse a él.
— ¡Si mi alfa no hace presencia en la habitación, no me dejaré cambiar!
— Joven Kim... Eso no es posible. — Dijo una de las enfermeras tratando de acercarse de nuevo. — Por favor déjenos cambiarlo para que inicie su labor de parto...
— ¡No! Ya les dije. — Les gruñó y se dirigió hacia la puerta de la habitación. — Sin mi alfa este cachorro no nace aquí.
El ginecólogo entró a la habitación para verificar el estado del omega. Pero su recibimiento fue un gruñido fuerte y muchos gritos.
— ¿Qué pasa aquí? — Cuestionó observando a TaeHyung.
— Doctor... El paciente se niega a tener a su cachorro sin su alfa presente. — Contestó una de las enfermeras.
— TaeHyung, no es buena idea que...
— ¡Me vale! — Interrumpió al ginecólogo, y tomó una fuerte bocanada de aire para soportar el dolor. — Ya les dije a las enfermeras... — Se acercó un poco más a la puerta. — ¡Sin mi alfa no hay nacimiento!
— Pero eso no es...
— ¡Me largo de aquí! Y tendré a mi cachorro en medio de la carretera. — Dijo empujando al ginecólogo, y gruñendo mientras tomaba camino fuera de la habitación. — No me van a obligar a permanecer en un lugar donde no deseo estar, y sin mi alfa.
El ginecólogo vio la determinación en los ojos del omega. Ya no dudaba que fuera capaz de hacer lo que decía. Suspiró, y se sobó las sienes.
— Señoritas... — Las llamó.
— ¡Ni se les ocurra querer frenarme porque las dejo sin pelos en esas cabezas! — Les advirtió pensando que el ginecólogo les daría la orden de detener su salida del lugar. — Hasta las puedo morder...
Las chicas se quedaron estáticas, y el ginecólogo negó con su cabeza repetidas veces.
— TaeHyung...
— Nada de TaeHyung. — Dijo agarrándose el vientre. — Me largo de aquí.
— No es lo que piensas. — Les hizo una seña con su mano a las enfermeras para que no se movieran de su lugar. De igual manera no se moverían. Las féminas no se arriesgarían a que el peliazul cumpliera con su palabra.
— Entonces, ¿qué es?
— Una de las enfermeras va a traer a tu alfa. — TaeHyung sonrió. — Le dirá dónde debe cambiarse para que pueda entrar aquí, y tú lo esperaras ya preparado para traer al mundo a tu cachorro.
— Eso es lo que quería. — Dijo victorioso. — No era tan difícil ¿Verdad? — El ginecólogo negó con su cabeza. — ¡Esperen! — Expresó viendo a las enfermeras. — Ni se les ocurra mirar de más a mi alfa, porque...
— Nos dejas pelonas. — Completaron las chicas.
— Exacto queridas. — Sonrió y se dirigió hacia la camilla. — Ahora si... ¿Quién me ayudará a ponerme esa bata? — Preguntó como si no hubiese pasado nada.
El ginecólogo salió por un momento de la habitación, y TaeHyung se dejó cambiar de ropa con ayuda de la enfermera. Lo canalizaron, revisaron el ritmo cardíaco de él y su cachorro.
Por otro lado la enfermera asomaba su cabeza por la puerta azul donde anteriormente habían desaparecido con el peliazul.
— Nuestro omega nos tendrá a su lado. — Dijo el lobo de JungKook. — Te lo dije. — Y el alfa se levantó de la silla para acercarse a la enfermera; la cual rehuía de cualquier posible contacto visual.
— Por favor acompáñeme a cambiarse. — JungKook asintió con su cabeza. — Su omega casi sale corriendo a tener al cachorro en medio de la carretera. — Le informó mientras se adentraban a una habitación donde le alcanzó una bata quirúrgica y tapabocas al alfa.
— Lobito. — Lo llamó. — Enserio, tú sí que conoces a nuestro bello omega. — Sonrió internamente e inició a cambiarse cuando la enfermera lo dejó solo.
— Es nuestro bello omega que no dejara que nadie nos separe. — Expresó el lobo. — Ni en su labor de parto dejara que eso suceda. — Aulló en alegría al saber que pronto vería a su cachorro. — Ahora muévete porque nuestro omega nos espera.
— ¡¿Dónde está mi alfa?! ¡Ah! — Gritó al no ver al castaño en la habitación, y al sentir otra fuerte contracción.
— Ya está por venir. — Informó la enfermera.
— ¡JungKook!
La puerta de la habitación se abrió, y un apuesto alfa ingresó para tomar la mano de su omega y besarla. El castaño estaba totalmente vestido de azul. Tenía un gorro, bata y tapabocas quirúrgico. Solo se veían sus ojos verdes claros, y sus manos blancas como la nieve.
— Aquí estoy, amor lindo.
— Pensé que me habían engañado y me harían tener al cachorro sin ti. — Puchereó.
— No. — Acomodó un mechón de cabello rebelde que se había escapado del gorro que cubría la cabeza de su omega. — Osito lindo... Aquí estoy contigo, y vamos a tener a ese cachorro.
— ¡Ah! — Apretó la mano del alfa, y este último hizo una mueca al sentir como se enterraban las uñas del omega en su piel. — ¡Duele mucho! — Abultó sus labios nuevamente, y el alfa besó aquel pucherito.
— Lo sé amor, te duele mucho...
— ¡No lo sabes! ¡Ah! ¡Maldición! — Gritó ante la contracción. Estas ya eran más constantes.
— Es cierto amor... No lo sé.
— Te voy a embarazar Jeon, y ojalá cuando tengas que parir; te parta en dos el cachorro.
— Lo que digas amor.
— No es cierto. — Lloró y besó la mano del alfa. — No quiero que te parta en dos.
— No llores amor.
— Estos dos cambian de estado de ánimo cada segundo, y el alfa es un amor. — Le dijo una enfermera a su compañera, y TaeHyung les gruñó.
— Les dije que no vieran a mi alfa. — Les recordó.
— No lo estamos viendo.
— Las voy a dejar pelonas. — Gruñó. — Y no digan que mi alfa es un amor. Las escuché.
— Osito...
— ¡No, alfa! — Expresó llorando. — Ellas te quieren apartar de mi lado, y te miran mucho. No me gusta.
Las enfermeras se miraron sin saber qué decir.
— No digas eso mi fresita. — Lo abrazó. — Nadie nos separará, y me pondré una bolsa negra que me cubra de pies a cabeza para que no me miren. — TaeHyung sorbió su nariz y sonrió.
— Perdón señoritas. — Las enfermeras sonrieron por la escena del alfa tratando tan dulcemente al omega. — No las dejaré pelonas.
— No se preocupe joven Kim. — Habló una de las féminas. — Entendemos su estado, y tenga por seguro que no vamos a separarlo de su alfa.
— Lo siento. — Abultó sus labios.
— Ahora vamos a traer a ese lindo cachorro al mundo. — Avisó una de las enfermeras; acomodándolo en la camilla con las piernas abiertas de lado a lado.
— Eres muy fuerte mi fresita llenita de amor.
— Te amo alfa. ¡Ah! — Otra contracción lo hizo fruncir el ceño.
— Muy bien, Kim TaeHyung. — El ginecólogo entró a la habitación. — Es hora de pujar. — Dijo después de que una de las enfermeras le indicara que ya estaba totalmente listo.
TaeHyung asintió y tomó una profunda bocanada de aire . — Perdón alfa, pero te va a doler. — Agarró fuerte la mano del castaño, y la ubicó cerca de su boca.
— Cuando sientas la contracción pujas. — Le avisó el ginecólogo, y TaeHyung asintió.
— ¿Qué me va a doler? — Preguntó sin entender. — ¡Ah! ¡Tae! ¡Me vas a arrancar un pedazo de mi mano! — Gritó cuando los dientes del omega se clavaron en su piel.
— ¡Me duele más a mí! — Expresó cuando liberó la mano del alfa de sus dientes.
— Puja de nuevo Tae...
— ¡No! ¡Me va a morder otra vez!
— ¡Cállate, y dame tu mano!
— Si mi amor.
— Puja Tae, puja.
— ¡Estoy pujando! — Las venas de su frente se veían claramente a causa del esfuerzo.
— ¡Ya no me muerdas osito! — JungKook trataba de no llorar en cada mordisco que su omega le daba cada vez que pujaba.
— Tae puja, puja una última vez con más fuerza.
— ¡Ya no quiero tu leche de plátano nunca más Jeon! — Gritó antes de pujar. — ¡Nunca más voy a querer la leche de tu plátano! — Pujó con fuerza y el cachorro nació.
— ¡Ah! ¡Mi mano!
— No te quejes. — Recostó su cabeza en la almohada de la camilla.
— Si mi osito.
— Al fin nació. — Expresó la pareja cuando se vieron a los ojos.
— Doctor... El bebé no abre los ojos. — Susurró una de las enfermeras mientras su compañera sostenía al cachorro en brazos.
TaeHyung logró escuchar, y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
— Kookie...
— No te preocupes amor. — Intentó tranquilizar. — Está bien.
— Doctor su respiración es muy suave. Casi no se siente. — TaeHyung abrió sus ojos en grande.
— ¡Entréguenme a mi cachorro!
— Tranquilo Kim. — Dijo el ginecólogo.
— ¡Que me den a mi cachorro! ¡Ahora! — Sus ojos se llenaron de lágrimas. — Alfa, diles que me den a nuestro fruto del amor.
— Ya lo escucharon. — Expresó el alfa gruñendo y esparciendo sus feromonas. — Nuestro cachorro en los brazos de mi omega, ¡Ahora!
El ginecólogo dio la señal para que dejaran al cachorro sobre el pecho del omega.
— Debemos revisarlo bien, y ver qué le pasa a su respiración...
— ¡Cállense! Y déjenme ver a mi cachorro. — Ordenó Tae abrazando al bebé. — Es cierto. Respira muy suavecito. — Dijo acariciando las mejillas regordetas del pequeño ser. — Abre los ojitos, amor chiquito. — Le habló en el pequeño oído, y la respiración del cachorro se sintió un poco más fuerte. — Eso. Respira tan fuerte como cuando te movías al escuchar que tu papá te hablaba estando en el vientre. — Las enfermeras miraban al ginecólogo sin entender lo que estaba sucediendo.
— Solo observen. — Dijo el ginecólogo.
— Amor. — Habló JungKook, y el cachorro se removió en el pecho del omega.
— Abre los ojitos mi cachorrito. — Dijo de nuevo y la pequeña personita movió su pequeña naricita. — Kookie, ven, y le hablas. — El alfa se acercó, y tomó con cuidado una de las manitos de su cachorro.
— Aquí tu papá. — Se limpió una lágrima que rodó por su mejilla izquierda. — Abre esos lindos ojitos mi bella florecita. — Le dijo dulcemente. — Mira que tu papá quiere bailar con la princesa.
— Kookie, el fruto de nuestro amor es...
El peliazul descubrió el cuerpito del bebé, y confirmó sus sospechas.
TaeHyung no quiso enterarse del sexo del cachorro. En las ecografías le decía al doctor que no le informara ese detalle. Pero su alfa sí sabía, y con esa información se dedicó a terminar de adecuar la habitación de su bella florecita.
JungKook no dejó que su omega ingresara a la futura habitación de la cachorra. Primero, porque quería que fuera sorpresa la decoración. Y Segundo, pues si ingresaba claramente se enteraría del sexo del fruto de su amor.
— Sí mi fresita. — Con su mano libre acarició el rostro del omega. — Es niña. Es nuestra cachorra.
— Kookie, es muy hermosa.
— Igual que tú. — Alagó. — A ver mi cachorra, abre los ojitos, y mira a tu bello papi que te ama intensamente.
Y como si de una orden fuese... La cachorra abrió los ojitos, y buscaba la voz de su papá alfa. Con su naricita arrugada; buscaba el aroma de su papi omega.
— Sus ojitos son tan lindos como los tuyos, Kookie. — El alfa sonrió, y se acomodó en el borde de la camilla.
— Doctor... — Dijeron las enfermeras.
— Chicas, a veces los cachorros necesitan la presencia, aroma y voz de sus padres. — Dijo. — No todos los cachorros reaccionan de la misma manera ante el nacimiento. — Las enfermeras asintieron. — Y por lo que veo el vínculo de ellos tres es tan fuerte que no cambia ni estando la cachorra fuera del vientre.
— ¿Cómo así doctor? — Preguntaron las féminas.
— Resulta que esa cachorrita sólo se movía cuando alguno de sus padres le hablaba. — Informó. — Incluso en las ecografías no se quería dejar ver. Volteaba su cuerpecito, y cuando tenía al ecógrafo sobre el vientre de su padre; ella simplemente me mostraba sus nalguitas. — Sonrió al recordar como luchaba para poder tomar las medidas en las ecografías. — La cachorra cuando escuchaba a su padre alfa, y él le decía que se dejara ver; de inmediato lo hacía. — Las enfermeras miraban a la pequeña familia. — La pequeñita solo necesitaba que sus padres le hablaran para reaccionar, y quedó totalmente demostrado.
— Nos pegaste un buen susto, cachorra. — Dijeron al unísono TaeHyung y JungKook.
— Pero como era de esperarse... Solo necesitabas la voz de tu guapo papá alfa para abrir tus lindos ojitos. — Dijo el peliazul.
— Mi princesita sólo quería que tú la cargaras, y yo le hablara. — Acotó el alfa con sus ojos fijos en su cachorra.
— Siento mucho interrumpir. — Dijo una enfermera, y la pareja volteó a verla. — Pero me llevare a la cachorra.
— No quiero. — Dijo el omega aferrándose con cuidado a su pequeña cachorra. — Alfa, no dejes que se la lleven.
— Sólo la bañaremos, y cuando esté lista, la tendrán con ustedes.
— Tranquilo amor, no tardaran nada.
— Okay. Pero si se tardan las dejare...
— Pelonas. — Dijeron las enfermeras, y todos a excepción de la cachorra sonrieron.
El personal médico se retiró de la habitación, no sin antes tomar los signos vitales del peliazul, ayudarlo a asearse, y curar las mordidas que tenía el alfa en su mano y brazo.
— Kookie. — Llamó, y el castaño se levantó del sofá donde estaba sentado. — Perdóname por todos los gritos, golpes y mordiscos. — El castaño sólo le sonrió dulcemente. — Y te quiero decir que no es cierto lo de que no quiero más tu leche de plátano. — Acarició las mejillas regordetas y rosadas de su cachorra. — No me importa si tengo que pasar por esto mil veces más. — Ahora acariciaba los cabellitos castaños, y luego bajó su mano hacia los deditos blancos y largos de la bebé. — Siempre voy a querer de tu leche de plátano. — Sus ojitos no pudieron retener las lágrimas.
— Mi osito precioso. — Con su pulgar suavemente limpió las lágrimas del omega. — No tienes que disculparte. Sabes que con todo lo que pasó hoy, me sentí más unido a ti. — Besó la frente del peliazul. — De alguna manera compartí tu dolor. — TaeHyung abultó sus labios. — Y mil veces pasaría por esta experiencia contigo, mi luna preciosa. — Con cuidado retiró de los brazos del omega a su cachorra, y la alzó en sus brazos. — Pero no menciones la leche de plátano frente a mi bella florecita.
— ¡Alfa! — Expresó tratando de no gritar muy fuerte.
— Yo sé que te encanta mi leche de plátano, y todo lo que dijiste no era enserio. — Llevó a la cachorra a la pequeña cunita que las enfermeras habían dejado en la habitación. — Pero no digas eso con la cachorra presente porque se puede traumar... — Sonrió volviendo a ver a su omega.
— Conejo... — Abultó sus labios.
— Fresita... — Besó su pucherito. — No me hagas pucheros porque...
— Porque me vuelves a dejar panzón.
— Exactamente, mi osito. — Se besaron en medio de una sonrisa cómplice y pícara.
Transcurrieron un par de días, y TaeHyung junto a la cachorra fueron dados de alta. El alfa salió del hospital con su pequeña cachorra vestida con un lindo conjuntito azul cielo y envuelta en una manta del mismo color. Su hermoso omega caminaba al lado suyo, con su brazo entrelazado con el del alfa.
Tomaron camino hacia su apartamento, y cuando llegaron a la habitación de su cachorra; TaeHyung lloró de inmediato. Sus ojos divisaban el hermoso color rosa palo y verde menta en las paredes de la habitación, los muebles contrastaban en armonía con la pintura de las paredes. La ropita de su cachorra perfectamente doblada y organizada en el pequeño closet de color verde menta. Unos cuantos osos, tigres y conejos de felpa reposaban en algunos de los muebles del lugar. Pero lo que más le llenó el corazón al omega, fue ver los dibujos de pequeños conejos, tigres y ositos con moñitos en sus orejitas y un mural con letras que decía: Este es el dulce hogar de mi bella florecita... Jeon Sun Hee.
— Al-Alfa...
— ¿No te gustó, osito? — Dijo con su cachorra en brazos.
— ¿Cómo preguntas eso? — Se giró, y lo besó repetidas veces en los labios mientras sus lágrimas escurrían por sus mejillas. — Es hermoso. Eres el alfa y padre más dulce, amoroso y especial del universo.
— Bienvenida a casa mi princesa Sun Hee. — Dijo el alfa acomodando a la cachorra dentro de la cuna sin llegar a despertarla. — Este es el pequeño castillo donde crecerás junto al hermoso príncipe que es tu papi.
— Te amo, te amo, te amo. — Expresó el peliazul atacando con besos los labios del alfa y aferrándose al cuerpo contrario como un tierno koala. — Te amamos mi guapo conejo preñador.
— Te prometo que desde este momento ustedes dos serán mi prioridad. — Dijo saliendo de la habitación con su omega aferrado de piernas y manos a su cuerpo. — Son mi vida, mi destino. — Besó aquel lugar en el cuello del omega donde próximamente estaría su marca.
— Mi alfa, mi adoración, mi Kookie. — Expresó besando la marca del alfa. — Eres mío.
— Y tú eres mío.
— Hasta después de la muerte.
El alfa delicadamente recostó al omega en la suave cama, le retiró los zapatos y lo desnudó lentamente.
— Vamos a bañarnos.
— ¿Mi alfa me seguirá bañando aún sin estar panzón?
— Claro que sí.
— ¿Y por qué? — Preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
— Mi objetivo siempre será borrar cualquier rastro de tacto de las personas que tuvieron contacto contigo.
— Sabía que dirías eso.
— Sabes que sólo quiero que tu cuerpo tenga el recuerdo de mi tacto sobre tu piel. Además amo bañarte.
— Amo que lo hagas. — Dijo adentrándose al baño. — Me encanta que seas así.
— Es bueno saberlo, porque...
— ¿Hm, qué? — Preguntó el peliazul volteando a ver al alfa que iba detrás de él. — ¿Qué estás pensando? — Inquirió al ver la sonrisa del castaño.
— Pues le enseñaré a la cachorra a gruñirle a todos los que se te acerquen o te toquen. — Se cruzó de brazos orgulloso de su plan.
— ¡Alfa!
— ¡Omega! — Se acercó y lo apegó a su cuerpo desnudo. — Te lo dije cuando la cachorra estaba aquí. — Acarició el ahora vientre plano del peliazul. ¿No lo recuerdas?
— Lo recuerdo perfectamente. — Cruzó sus largas manos por detrás del cuello del alfa. — Pero no pensé que lo harías.
— La cachorra le gruñirá al que se te acerque. — Besó el lunar en la nariz del omega. — Y gruñirá bonito.
— Conejito loco.
— Fresita dulce y sexy. — Acarició la desnuda cintura del omega. — En todo el embarazo le estuve dando una capacitación. — TaeHyung sonrió mostrando su geométrica sonrisa. — Ahora iremos a la práctica de gruñidos.
— Ya no diré nada. — Susurró cerca de los delgados labios del alfa. — Bueno, diré una cosa nada más...
— Dime...
— Grúñeme alfa.
— Lo que mi omega ordene. — Fundieron sus labios en un dulce beso.
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