Capítulo 10. Extra.
Ante los ojos de cada ser, cuando el tiempo transcurre, podemos observar cómo las personas cambian, algunas cosas desaparecen, e incluso el amor se puede extinguir. En muchas ocasiones hasta las cenizas de aquel sentimiento son arrastradas a lo más recóndito de un lugar llamado olvido.
Pero este no es el caso del matrimonio Jeon Kim. El tiempo transcurre, sí, algunas cosas materiales dejan de existir, es inevitable, lo material siempre tendrá un final. Pero su amor, sus sentimientos, su pasión y la fascinación hacia el otro, jamás desaparece. Por el contrario, día a día, por medio de sus baños en pareja, sus caricias aparentemente inocentes, las cuales ocultan su fuerte deseo por siempre estar unidos carnalmente, lo castos besos antes de dormir, sus sonrisas al despertar en las mañanas, y sus salidas en familia; esos actos logran que su amor siga ardiendo como el primer día.
Sus ojos siempre están sobre su adorado esposo, sus pensamientos sólo tienen un dueño, y los latidos de sus corazones siempre gritan el nombre del otro.
En esta pareja el tiempo en definitiva no hace estragos, ellos decidieron que cada segundo de sus vidas será dedicado a su familia y amor creciente. Año tras año, mes tras mes, semana tras semana, día tras día, minuto tras minuto, segundo tras segundo, aquella pareja vive su amor como si fuera el último día de sus vidas.
Ahora, allí están, nueve años después de su boda, tomados de la mano, con su fruto del amor aferrada a la mano de su padre omega. ¿Su destino? El supermercado.
La pequeña familia iba a realizar sus compras semanales; verduras, frutas, carnes, todo lo necesario para alimentarse, claro no puede faltar una que otra golosina para su pequeña hija.
— Vamos a ver quién es el más rápido en llegar con su parte de la lista a la caja registradora. — Expresó el alfa tomando un carrito de compras.
— No me parece justo. — Un puchero pronunciado adornó el rostro del omega. — Tú siempre ganas porque la cachorra te acompaña.
— Fresita... — Lo abrazó por la espalda, y le besó el cuello.
— Nada de fresita. — Mordió su labio ante la sensación del beso. — Son dos contra uno.
Desde que la cachorra cumplió tres años de edad, JungKook y TaeHyung crearon una divertida rutina a la hora de hacer las compras. La pequeña elige a uno de sus padres, ellos se dividen la lista de las cosas que deben comprar, e inician una carrera por el supermercado. Buscan y depositan sus compras en el carrito, cuando la lista está completa; se dirigen rápidamente a la caja. La nena la mayoría de las veces elige a JungKook, y allí es donde TaeHyung dice que no es justa la competencia.
Durante el recorrido en el lugar, el castaño sube en sus hombros a la bella florecita, y la hace sonreír enormemente; cuando brinca como canguro mientras buscan sus futuras compras.
— Papi fresita, hoy no es así...
— ¿No? — Inquirió el omega.
— Papi, hoy yo te elijo a ti. — Se colgó al cuello del omega. — Papi hueles un poquito más dulce de lo normal, puedes atraer alfas, y no quiero que se te acerquen. — Le susurró.
— ¿Qué aroma? ¿Cómo que dulce? — Inquirió despistado JungKook.
— Yo no diré nada, a veces tú, humano, eres bien lento. — Expresó el lobo del castaño.
— Pero cachorra, mi aroma no ha cambiado. — Olfateó el ambiente, y sólo podía percibir el aroma del alfa combinado con el suyo.
— ¡Ay por mi pelaje! Yo también me quedaré callado. — Expresó el lobo del peliazul.
— Dejen de hablar, y vamos a competir. — Sun Hee se bajó de los brazos de su padre omega. — Papá conejo, hoy le voy a ayudar a ganar a mi papi fresita.
— Eso lo veremos. — Le guiñó un ojo.
— ¡Vamos papi! Ese conejo no ganará hoy.
— Nos vemos en la caja, alfa. — Le robó un beso.
— Que gane el más rápido. — Lo nalgueó suavemente.
Y así separaron sus caminos, caminaban apresurados por los pasillos del lugar, buscando y tachando su listado. La cachorra, corría por el pasillo buscando el último elemento de su lista; la leche de plátano de su padre alfa.
— ¡Papi! Corre, ya la encontré... — Tropezó con una presencia.
— ¡Bebé! ¿Estás bien? — TaeHyung abandonó el carrito de compras, y corrió hacia su hija.
— Papi, ese señor casi me deja sin colita. — Se levantó del suelo, y sobó sus pequeñas nalgas.
— No deberían dejar que las mocosas corran por los pasillos. — Observó a la cachorra.
— Mocosa tu...
— Sun Hee... No lo digas. — Se acuclilló frente a su hija. — Ven amor... — Tomó en brazos a la nena.
— Deberías enseñarle a tu mocosa que debe... Wow... — Sus ojos se posaron en la figura del peliazul. — Pero que delicia...
— ¡¿Qué?! — Inquirieron cachorra y omega.
— No veas a mi papi. — Sus dientitos salieron a relucir.
— Es muy grosero de su parte expresarse de esa manera de una cachorrita.
— Deja de lado a la mocosa... — Se acercó al omega. — ¿Cómo te llamas, delicia?
Sun Hee gruñó. — Tranquila bebé, no le gruñas a esta cosa. — Miró al alfa con asco. — Será mejor que se aleje, o de lo contrario...
— ¿Qué? ¿Tu mocosa me va a seguir gruñendo...?— Un gruñido más fuerte se escuchó.
— Te voy a patear las bolas, si es que tienes...
— ¡Ya vuelvo! Voy por mi papá conejo. — La cachorra saltó de los brazos de TaeHyung.
— Espera, bebé, no puedes andar sola por el....
— Mejor que se hubiese ido. — Acorraló al omega contra uno de los estantes.
— Segunda advertencia, aléjese de mi...
— No quiero.
— Okay, yo se lo advertí. — Sonrió malévolamente.
— Ahora me sonríes...
Mientras TaeHyung lidiaba con aquel hombre, a unos pasillos de distancia se encontraba JungKook. Su marca inició a cosquillear, y eso lo inquietó. Así que decidió ir a buscar a su esposo y cachorra, pero una presencia femenina lo detuvo en medio de su camino.
— Buen día... — El castaño gruñó al ver obstruido su paso. Algo dentro de él se removía, incitándolo a correr hacia su omega. Necesitaba ver a su esposo. — JungKook, tiempo sin vernos.
— ¿Disculpe? — No recordaba a la chica.
— Veo que decidiste ser libre, y abandonaste al omega deforme que te marcó.
El castaño intentaba pasar por un lado de la chica, y así continuar con su camino.
— ¿Por qué habla de mi omega?
— ¿En serio no me recuerdas? Claro, como sólo tenías ojos para el deforme y gordo omega que te marcó en aquella sala de juntas...
— Respeta a mi omega...
— ¿Cuál omega? Si te veo solo...
La chica esparció sus feromonas, y allí JungKook recordó.
— Señorita Iseul. — Arrugó su nariz en un gesto de desagrado.
— Mi guapo alfa me recordó.
— No soy su alfa. — Expresó serio. — Y déjeme pasar, tengo algo que... — Sus ojos divisaron a su cachorra. — Mi bella florecita, ¿Dónde está tu papi?
— Maldición tiene un insecto como hija, pensé que quizás ese omega y la cosa que crecía en su vientre habían muerto.
La pequeña caminaba lo más rápido que le permitían sus pequeñas piernas, movía su naricita, buscando el inconfundible aroma de su padre alfa, cuando lo detectó; cubrió su nariz al sentir las feromonas de Iseul.
— ¡Papá conejo! — Gritó corriendo. — ¿Quién es esta que se atreve a rociarte con su aroma? — Le gruñó a la chica, y tomó la mano del alfa.
— Hola nena, ¿Cómo estás? ¿Quisieras probar la nueva golosina que nos acaba de llegar? — Una falsa sonrisa se dibujó en su rostro.
Iseul ahora trabajaba como impulsadora en ese supermercado, se encargaba de regalar muestras de los nuevos productos, y convencer a los clientes de que los compararan.
— Lo siento señorita, pero no recibo cosas que puedan contener pociones para dormir a las princesas. — JungKook soltó una risa nasal.
— ¿Me dijo bruja?
El alfa apretó sus labios para no reírse ante la pregunta. — Florecita... ¿Dónde está tu hermoso papi?
— Lo acaba de decir, señorita... — Contestó gruñendo al ver que la chica acariciaba el brazo de su papá. — Fuera garras, señorita. — JungKook dio unos pasos lejos de Iseul. — Papá conejo, un señor feo está molestando a papi fresita, y lo quiere tocar...
— Hijo de... — Detuvo sus palabras por respeto a su cachorra. — Iseul no queremos muestras, déjanos pasar, tengo que ir con mi omega.
— Es sólo una muestra, por favor recíbanla...
— No tomamos muestras con pociones. — Dijeron al unísono. — Déjenos pasar.
— JungKook, por favor... — Agarró fuerte la mano del alfa.
— ¡Suelta a mi papá! — Gruñó fuerte, y mostró sus dientitos. — ¡Papi fresita! Una bruja quiere llevarse a papá conejo.
— Florecita... — JungKook se quedó sin palabras cuando vio a su omega correr hacia ellos. — ¿Amor?
— ¡Suelta la mano de mi esposo en este momento! — Señaló a la chica. — ¡Mi cachorra! No vuelvas a correr solita por el super. — Un agarre en su mano detuvo sus pasos. — ¡Suélteme! ¿Quiere otra patada en tus canicas?
— Me vas a pagar el dolor en mis partes.
— Se lo advertí, y usted se hizo el sordo... Así que no le voy a pagar nada.
— Me sonreíste...
— Le sonreí porque le iba a patear esas cosas que dice tener entre las piernas, y eso hice.
— Maldito omega.
— ¡Suelta a mi esposo! — Gritó el castaño. — Iseul suéltame ahora.
— No quiero soltarte. — Se apegó al cuerpo del alfa. — Hueles delicioso. — Acercó su nariz al cuello del alfa.
— Ya déjeme en paz, y el aroma que olfatea, señorita, es la dulce esencia de mi esposo.
— No es el aroma de tu dizque pareja.
La pequeña cachorra sólo gruñía.
— ¡Deja de olfatear a mi alfa!
— Tú te vienes conmigo, me vas a pagar el golpe. — Jaló a TaeHyung hacia su cuerpo.
— Papis...
Las marcas en sus cuellos hormiguearon, sus ojos brillaron en sus respectivos colores y en sincronía hablaron. — Cachorra... — La nena miró a su padre alfa y luego al omega. — Hazte a un lado, y cierra tus ojitos. — La nena obedeció. — La violencia nunca es la solución pero se lo ganaron. — Se sonrieron uno al otro.
— ¿Qué? — Preguntaron los que tenían sus manos sobre los cuerpos de ese par.
— No debieron meterse con mi esposo. — Hablaron al unísono.
— ¿Qué está pasando aquí? — Inquirió una voz conocida para el matrimonio Jeon Kim.
La pequeña miró hacia su lado derecho ante el contacto en sus pequeños hombros. — Tío pollito...
— ¡Jimin! — Expresaron al unísono los esposos.
— ¿Qué pasa? ¿Qué es este alboroto?
— Jimin, por favor llévate a la cachorra de aquí. — Pidió JungKook.
— Pero, ¿por qué?
— Por favor, Jimin, llévatela. — Suplicó TaeHyung. — No queremos que la cachorra vea lo que vamos a hacer.
— Tío Jimin, esa señorita y el señor feo se quieren llevar a mis papis.
— Ay, cara... Digo, ya entendí. — Alzó a la cachorra en sus brazos. — Nos vemos en la heladería de la otra calle. — Informó. — Y ustedes dos... — Señaló a los intrusos que se atrevieron a tocar a sus amigos. — Suerte con lo que se les viene.
— ¡No quiero dejar a mis papis con ellos!
— Tranquila bebé, les vamos a enseñar que aquí nadie intenta separarnos. — Hablaron al unísono. — Ve con tu tío, y come un helado grande. — La nena asintió, agitó su manita y se despidió de sus padres, no sin antes mostrarles su lengua a las presencias que la hicieron gruñir.
— Hasta que se llevan a la mocosa.
— Esa niña necesita mano firme.
— ¡Ahora sí se la ganaron, y con bonus! — Gruñó la pareja.
— ¿Qué nos ganamos?
— Mira, tú, maldita resbalosa... — TaeHyung le dio un pisotón al hombre. — Esta vez si te voy a desgreñar por mano larga con MI ALFA. — Le propinó una fuerte patada en las partes nobles al individuo que se negaba a soltarlo.
— ¡Mierda! — Gritó ahogadamente ante el golpe del omega. — Ven aquí maldito omega.
— ¡Suélteme resbalosa! — Empujó a la chica, y se liberó de su cercanía. — Hijo de puta, a mi esposo lo respetas.
JungKook y TaeHyung intercambiaron de lugares, y chocaron sus manos como si estuvieran relevando un turno.
— ¡Ven para acá, resbalosa! — TaeHyung la agarró de los cabellos.
— ¡JungKook! Quítame de encima al deforme de tu omega. — Intentaba liberarse del agarre.
— ¡No haré nada para ayudarla! — Gritó. — Hijo de perra, a mi cachorra no le dices mocosa, y a MI OMEGA no debiste tocarlo. — Estampó su puño cerrado en la quijada del hombre.
TaeHyung jaloneaba los cabellos de Iseul, se aferró a ella con todas sus fuerzas, enserio la iba a dejar pelona. No debió llamar de esa manera a su hija, y mucho menos atreverse a rociar sus feromonas en su esposo por segunda vez. En esta ocasión no había barriga de embarazo que lo detuviera, y su paciencia se había ido a la mierda cuando vio como descaradamente olfateaba a su amado esposo.
La chica gritaba pidiendo ayuda, pero sus compañeros de trabajo sólo murmuraban que ya se habían tardado en que alguien llegara a ponerla en su lugar. Los demás clientes del lugar sólo se quedaban observando el show.
Por su lado, JungKook, tenía como saco de Boxeo al hombre que acosó a su amado esposo. Bien dice que el que pega primero, pega dos veces. Pero en este caso fueron tres, cuatro, cinco y muchas veces más, sin pausas. El alfa no le daba espacio al hombre para que se defendiera. De algo estaba sirviendo su entrenamiento en Boxeo y Taekwondo.
— Eres bueno para acosar y tocar omegas... Pero para esquivar golpes o defenderte, eres una mierda. — Se alejó del hombre que escupía sangre totalmente desorientado. — ¡Bebé! Suelta a la bruja. — Se encaminó hacia su esposo. — Suelta, suelta, amor...
— ¡Mierda! Le arranque las extensiones. — Expresó cuando su alfa lo sujetó de la cintura, y logró separarlo de Iseul. — Amor, la dejé pelona. — Se carcajeó. — Pobrecita...
— Y yo dejé al imbécil más imbécil. — Se sonrieron.
— ¡Ustedes están locos! — Expresaron los golpeados.
— No debieron tocar a mi esposo. — Hablaron al unísono, y se abrazaron. — ¿Estás bien? — Acunaron sus rostros buscando algún rasguño.
— Alfa tus manos. — TaeHyung tocaba con delicadeza los nudillos de su esposo. — Te lastimaste...
— No es nada, omega...
— ¿Qué fue lo que pasó aquí? — Preguntó el de seguridad al ver la escena.
— Esos dos locos nos golpearon.
— Señores acompáñenme a la salida. — Dijo el de seguridad intentando tocar a TaeHyung.
— No toque a mi esposo. — De un manotazo, JungKook impidió el contacto.
— Señor, cálmese. — Otro guardia tomó el brazo del alfa.
— Retire esa mano de mi conejo, o se la arranco.
— ¡Saquen a los locos! — Expresó Iseul.
— ¡Cállate bruja! — Expresó la pareja.
— Hagan su trabajo, y retiren a ese par del lugar. — Ordenó el hombre que se acaba de reincorporar del piso.
— ¡A nosotros no nos sacan! — Gritó JungKook.
— ¡Nosotros nos vamos solos! — Completó TaeHyung. — Les deseo suerte con su empleada resbalosa y pelona. — Entrelazó la mano de su alfa.
— Allí les dejo al pocas nueces. — Señaló JungKook. — ¡Limpieza en el pasillo tres! — Gritó la pareja mientras salía del lugar, sin compras, pero sonrientes.
Estando lejos del supermercado, la pareja se echó a reír, TaeHyung acariciaba las manos de su alfa, y este último besaba las mejillas del peliazul.
— No pensé que enserio le arrancaras los pelos.
— Y yo jamás pensé que le partirías su madre al minicanicas.
— ¿Cómo sabes que las tiene mini?
— Amor, es que te puedo decir que incluso ni tiene... — Se carcajeó. — Lo pateé dos veces, y eso fue como dar una patada en el aire.
JungKook acompañó en las carcajadas al omega. — Mi vida, tantas veces que dices que dejaras pelonas a las que se me acercan, y lo cumpliste. — Le dio un piquito. — Le arrancaste las extensiones, y sus pocos pelos naturales.
— Ya le traía ganas desde la vez pasada...
— A ti nadie te acorrala o te toca. — Lo apegó a su cuerpo.
— Nadie te olfatea o impregna su aroma en ti. — Enredó sus largas manos por detrás del cuello del alfa. — Sólo nosotros tenemos ese derecho. — Hablaron al unísono.
— Te quiero bañar...
— Quiero que me bañes y bañarte. — Lamieron sus labios.
— ¿Y la cachorra?
— ¿Podemos decirle a Jimin que la cuide?
— Que la distraiga con nuestras sobrinas...
— Y así se olvida del mal rato que pasó.
— Pobre nuestro fruto del amor...
— Mi cachorrita gruñe igual que tú.
— Y su mirada es igual a la tuya, cuando se acercan a mí.
— Es una perfecta mezcla de nosotros.
Esa noche Jimin realizó una pijamada para distraer a su sobrina e hijas. JungKook y TaeHyung la llamaron para desearle dulces sueños, en la llamada le explicaron que a veces se pueden encontrar personas que no conocen sus límites, seres que sólo piensan en ellos y actúan mal, pero que mientras ellos estén juntos y se amen, jamás lograran separar a su familia.
La suave brisa acariciaba el rostro y cabello del omega. Su hermosa sonrisa geométrica con una pizca de nerviosismo; le indicaba a su cachorrita que había llegado la hora. Su pequeño fruto del amor se cubría su boquita en un acto de callar el gritito que quería salir por la emoción.
— Ve a vendarle los ojos a tu papá conejo, y guíalo hacia mí. — Pellizcó la naricita de la cachorra.
— Que emoción, ya quiero ver la cara de papá conejo cuando vea...
— Corre, ve por ese conejo.
— Ya vuelvo papi fresita.
— Aquí los espero... — Observó cómo su hija corría hacia su guapo padre.
Sobre el gran mantel de cuadros blancos y rojos, JungKook se encontraba de rodillas, atacando la cesta de picnic; su objetivo, unas bananas con zanahorias picadas y cubiertas de miel.
De nuevo tenía las terribles ganas de comer esa combinación.
Con su boca haciéndose agua por el exquisito sabor que no probaba desde la noche anterior, su momento de alimentación fue interrumpido por una pequeña presencia, y la obstrucción de su vista.
— Papá conejo, no es hora de comer.
— Primero, déjame ver... — Retiró con delicadeza las manitas de su cachorra. — Y segundo, déjame comer mis bananas con zanahorias y miel.
— Papi fresita te necesita. — Intentó jalar a su padre para que se levantara.
— ¿Qué tiene? ¿Se lastimó? ¿Otro imbécil quiere...?
— Tranquilo, tranquilo, no es nada de eso. — Acunó el rostro del castaño. — Le voy a decir a papi que andas diciendo palabras prohibidas.
— No le digas, me va a dar un zape.
— Papá conejo le tiene miedo a papi fresita.
— No es miedo, es respeto.
— Si, como digas... — Besó la pequeña cicatriz en la mejilla izquierda del alfa. — Cierra los ojos, te dejas vendar por mis manitas, y te llevo con papi fresita.
— Ustedes dos traman algo.
— Es una sorpresa, pero sino quieres, pues entonces...
— Pero, ¡¿y mi comida?!
— Deja eso allí. — Guardó el recipiente en la cesta. — Papi fresita te espera.
— Todo sea por mi dulce fresita.
Sun Hee se posicionó a espaldas del alfa, y cubrió aquellos ojos verdes con un pañuelo, cuando verificó que el castaño no veía nada, lo guío hacia el peliazul.
Los sentidos de JungKook se agudizaron. Al no poder ver, decidió usar su olfato para saber si estaba cerca de su omega. — Amor, ¿estás aquí? — Extendía una mano en busca del cuerpo de su esposo. — Fresita... Puedo sentir tu dulce aroma.
TaeHyung se quedó quieto. — Papá conejo, no olfateés. — Regañó. — Eso es trampa, y dañaras la sorpresa.
— Espera... ¿Este dulce aroma no lo sentía desde...?
— Cachorra, descubre los ojos de tu papá olfateador.
— Fresita... Amor... Osito... Espera... — Sus ojos fueron descubiertos. — Tú aroma... Omega... Tú aroma...
TaeHyung estaba frente a él, con su sonrisa geométrica, y una pequeña caja en sus manos. — Alfa, tengo una sorpresa para ti...
— Papá conejo, te quiero callado, y obedeciendo las instrucciones de mi papi fresita. — La cachorra se colocó al lado del omega.
— ¿Qué sorpresa? — Con sus ojos escaneaba a su omega. — Amor...
— Antes de que te entregue esta cajita... ¿Podrías recordarme los votos de nuestro matrimonio?
JungKook asintió.
— Eso, obediente papá conejo.
Con sus verdes ojos perdidos en el mar de los orbes del omega, inició a recitar de nuevo aquella promesa.
— Yo, Jeon JungKook, tu alfa, tu conejo preñador que te ama y te atesora con cada poro de su piel... Te prometo, Kim TaeHyung, que te amaré hasta después de la muerte, cuidaré de ti día a día, y le gruñiré a cualquiera que se atreva a mirarte o siquiera intentar tocarte. — El omega luchaba por no llorar. — Mi vida girara entorno a ti, noche tras noche no te faltaran mis besos y caricias. — Acarició el anillo en su dedo. — Con este anillo sello mi promesa de amor eterno. En vida y muerte, tú y mi cachorra serán lo que más ame.
— ¡Qué bonito! — La cachorrita daba brinquitos en muestra de emoción. — Ahora vas tú, papi fresita...
— Voy cachorra...
— No entiendo lo que hacen...
— Shh, papá conejo, calladito. — Posicionó su pequeño dedo en su boquita. — Escucha a papi fresita.
— Mi amado alfa... — Besó la mejilla del mencionado. — Yo, Kim TaeHyung, tu omega, tu fresita que sería capaz de dejar pelona o pelón a cualquiera que se atreva a olfatearte o manosearte... — JungKook sonrió al recordar que cumplió con lo que dijo. — Yo, tu omega y padre del fruto de nuestro amor... Te prometo que te amaré día a día sin restricciones, te entregaré mi cuerpo y alma hasta el final de nuestros días, mis ojos sólo te miraran a ti, mi corazón solo gritara tu nombre. — El castaño con delicadeza limpió una lágrima traicionera que resbalaba por la mejilla acanelada. — Con este anillo, te entrego todo de mí, te regalaré mis más profundos suspiros, y me encargaré de enamorarte día a día. — Entregó la cajita al alfa. — Y por último... Te prometo que en el próximo parto... Intentaré no morderte, pegarte o gritarte. — Le sonrió con dulzura.
— Mi amor... — El alfa lloraba ante cada palabra del omega. — Espera... eso último... Eso no estaba en tus votos... — Abrió sus ojos en grande.
— ¡Ay! Papá conejo, concéntrate.
— No entiendo... Fresita, eso último, ¿qué significa?
— Abre la caja, amor, ábrela y tendrás la respuesta.
Lentamente, el alfa retiró los listones rosas y azules que hacían un pequeño moño en la caja. — Omega... Esto... — El rostro del castaño palideció. — ¿No es una broma?
TaeHyung acunó el rostro del alfa. — Feliz aniversario de bodas, amor. — Besó los delgados labios. — ¡Felicidades! Serás padre de nuevo.
— ¿Padre? ¿D-de nu-nuevo...? — Sacó la pequeña foto que se encontraba en la cajita.
— ¡Papá conejo, tendré dos hermanitos!
— ¡JungKook! Me dejaste panzón. — Expresó muy feliz. — Y esta vez son dos por uno...
— Dos, dos cachorros... — Su mundo se enmudeció. — De nuevo te dejé panzón...
— ¡Papá conejo!
— ¡Alfa! — El castaño se desmayó. — Cachorra, ve por el gato, trae a tu tío Yoongi.
— Voy veloz.
— Alfa... — En el suelo con la cabeza de JungKook sobre sus piernas, intentaba despertarlo con suaves caricias. — Jimin ganó la apuesta, me dijo que te ibas a desmayar, y mírate ahora.
La pequeña llegó hasta donde se encontraban sus tíos, con su respiración agitada habló rápidamente. — ¡Tío gato! ¡Tío gatoooo! Mi papá conejo se desmayó, ayúdalo por favor.
La pareja que se encontraba observando cómo sus cachorras jugaban con Holly, la miraron de inmediato.
— Te dije que se iba a desmayar. — Jimin se carcajeó. — Típico de alfas, muy machos y todo, pero ven que crearon dos cachorros, y se desmayan del impacto. — Su risa se escuchaba fuerte.
— Deja de recordarme que me desmayé cuando me enteré de las gemelas.
— Y también cuando te enteraste de los mellizos que vienen en camino. — Acarició su pronunciado vientre. — Ve a despertar al alfa gruñidor.
— Que se despierte solo...
— ¡Tío gato! — Sus pequeños labios invocaron un puchero.
— Mira tú, Min Yoongi, vas a despertar al alfa de mi amigo... — Lo señaló con el dedo. — Y sin rezongar, o te dejaré sin leche, y sabes que no estoy hablando de la del desayuno.
— Ya vuelvo pollito. — Salió corriendo.
— ¿De qué leche hablaban, tío pollito? — Inquirió curiosa. — ¿También toman leche de plátano como mis papis?
— Cariño... — Tomó la manita de la nena. — Yo estoy hablando de la leche de almendras, de almendras, es que a tu tío Yoongi, con este embarazo; últimamente se le antoja de esa leche.
— Oww, ustedes los adultos toman mucha leche.
— ¡Por todos los lobos...! Bebé, de ahora en adelante, cuando escuches la palabra leche por parte de tus papis, es mejor que no escuches esas conversaciones, ¿entendiste? — La nena asintió. — Ahora ve a jugar con tus primas y Holly, en un ratito le pondrán unos moñitos en las orejitas.
— Siiii, vamos a jugar a la peluquería canina. — Salió corriendo en busca de sus primas.
— Nunca más mencionaré leches enfrente de esta niña.
Yoongi llegó hasta donde Jeon, y le pidió un poco de alcohol al omega. Ya se imaginaba lo que sucedería, aun así tenía la esperanza que ese alfa no hiciera lo mismo que él, cuándo se enteró de los embarazos de Jimin. Pero no, allí estaba, en el piso, inconsciente.
— Jeon, despierta.
— Yoongi, ¿me voy a quedar viudo? — El mencionado lo miró sin entender. — No despierta, qué tal sino está desmayado, y le dio un infarto. — Sus ojos se cristalizaron en angustia. — Me quedé viudo, y con tres cachorros que cuidar...
— Mierda... Jeon, ¡Despierta! — Dejó de lado el algodón con alcohol. — ¡Jeon JungKook, despierta! — Lo abofeteó. — ¡JungKook! Despierta, tu omega está llorando, y eso les hace daño a tus cachorros.
— Alfa, no me dejes solito con los cachorros. — Sollozaba. — Conejo...
— ¡Mis cachorros! — Abrió los ojos, y se reincorporó. — Mierda, Yoongi, tu cabeza es dura.
— Idiota, ¿cuál cabeza? — Se apartó. — Casi me rompes la nariz con tu cabezota.
— ¡Alfa! No te me moriste de la impresión. — TaeHyung se abalanzó sobre el alfa, y cayeron al prado.
— Omega... — Le acarició la espalda. — No fue un sueño, ¿verdad?
— Yo me voy. — Avisó Yoongi. — Eso ignoren mi presencia. — Refunfuñó cuando no obtuvo la mínima respuesta de ese par.
Con su fuerte y amplia espalda sobre el prado, Jeon guío a su omega para que abriera sus largas piernas en una perfecta "V", el peliazul se sentó sobre la pelvis del alfa, y este lo miraba desde abajo, acariciaba el vientre del omega, mientras que con su otra mano; lo agarraba de la cintura.
— Dos bebés, dos cachorritos...
TaeHyung posó una de sus manos sobre la mano del alfa que estaba en su vientre, y con la otra se apoyó de palma abierta en el pecho. — Son una niña y un niño.
El castaño alargó su mano hasta la ecografía. — Dos por uno. — Sonrió embobado ante la imagen de sus bebés. — Con razón tengo esos antojos...
— Mi alfa, sólo tú no ves que esos antojos eran algo raro. — Acarició la blanquecina mano. — Tengo tres meses de embarazo, y tú no sospechaste nada.
— Pensé que era normal querer comer esa combinación, lo siento, soy lento.
— Muy normal. — Humedeció sus labios. — En cambio mis antojos sólo se basan en querer comerte a ti. — Sonrió pícaro. — Aunque para ser dos bebes, están bien escondidos.
— ¿Quieres hacer simulacros de terremotos en la casita de los cachorros? — Deslizó su mano por la tela de la camiseta del omega, y acarició la piel. — No te preocupes por eso, no tardara en aparecer esa linda pancita abultadita.
— Se me antoja un terremoto lento.
— ¿No tienes malestares? — Humedeció sus labios.
— Muy pocos... — Acarició el pecho del alfa. — Por ahora sólo he tenido pequeños mareos, pero la cachorra se ha encargado de cuidarme.
— ¿Cómo?
— Tiene tus maravillosas ideas... — Miró hacia donde su pequeña jugaba con sus primas. — Ella me alcanza tu ropa impregnada de tu aroma, y esparce sus feromonas a mí alrededor.
— Esa pequeña alfa... A su corta edad, y ya sabe controlar sus feromonas.
— Y pensar que sucedió desde la pelea en el supermercado.
— Se presentó de un momento a otro, y antes de tiempo.
— ¿Te acuerdas que ella nos dijo que ese día olía un poco más dulce? — El alfa asintió. — Desde ese día ella pudo sentir que yo estaba en cinta.
— Pero nosotros no.
— Es que somos lentos.
— Mi bella florecita, mi cachorra, nuestro fruto del amor... — Recordó la primera vez que vio a su hija.
— Es una copia tuya. — Se acercó a los labios del alfa. — Te amo mi conejo preñador, te amo con el alma, a ti y nuestra familia.
— Te amo mi fresita llena de amor, gracias por regalarme esta hermosa familia.
Inicia una nueva aventura en el embarazo del omega, dos nuevos frutos de su amor vienen en camino, los motores de sus vidas corren eufóricos ante aquel nuevo evento. Seguirán amándose, sonriéndose y protegiéndose, en su vida sólo existe su familia y así seguirá siendo hasta el final de sus vidas.
Capítulo dedicado a Chini0109 linda, un día después de tu cumpleaños, pero aquí te dejo mi regalo.
Espero la hubieses pasado muy bien, te quiero mucho. Y en verdad te deseo lo más lindo del mundo en este nuevo año de vida que iniciaste.
Ahora sí, final final, no va más. 😭
Mis panzones se despiden.
Gracias por tanto cariño en esta bebé.
Lxs quiere Tsunade_Dark. 🖤🤟
Besitos púrpuras para ustedes 💜💋
Nos leemos en mis otras bebés.
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