Capítulo Único
¡Baby! No sé si en Argentina siga siendo 12, de verdad intenté poner a trabajar a mi cabeza de chorlito, pero ya sabes cómo me vienen las ideas de despacio y la inspiración.
Pero está hecho para ti, fuiste mi musa para realizar éste pequeño proyecto Soukoku, yo hubiera querido hacerlo RadioDust, pero siento que aún no les podría hacer justicia. *cries in icansuckyourdick*.
Eres de las mujeres más hermosas que he conocido, eres una preciosa amiga, me considero afortunada de tenerte a ti y de haberte ofrecido las nalgas hace unos años, y seguir haciéndolo en la actualidad, eres de las personas que más me han enseñado y de las que más he valorado por todo tu apoyo, tu cariño, por los mensajes de madrugada, eres la mejor de todas, baby, y ésta paja- digo, éste one-shot, va para ti, bb.
¡Feliz cumpleaños, alga de mi vida, espero que te guste esto! Shiki1221
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―Así que basándome en todo esto, puedo afirmar con total seguridad, que sí; Dazai es un puto.
Akutagawa suspiró al escuchar la conclusión de su superior pelirrojo, finalmente había terminado de centrar su tesis de esa noche.
Se lo habían advertido, pero no hizo caso; le habían advertido que no era buena idea acompañar a Chuuya por un par de copas.
Admiraba al pelirrojo, era un hombre joven y poderoso, con grandes habilidades de pelea, incluso quitando su poder, por eso no se preparó mentalmente para conocer el lado quejumbroso de un Chuuya totalmente ebrio. Volvió a mirar a su superior, prestando atención nuevamente.
―... Si es de su tipo, Dazai le pedirá un suicidio doble, ¿puedes creerlo?
Lo cierto es que sí podía creerlo, pero no quería interrumpir ni volverse el objetivo con el que Chuuya quisiera descargar su ira, así que siguió escuchando.
―Desde que lo conocí, pude notar que era un ligón, pero está bien, espero que algún día se le caiga la polla por andar metiéndola hasta en el bote de basura.
Akutagawa sintió lastima por su antiguo jefe, sólo poca. Tal vez debería extrañarle la preocupante manera en la que Chuuya no paraba de criticar a Dazai, pero desde hace años que sospechaba que esos dos no eran solamente compañeros de armas, ni siquiera Mori se tragaba esa.
O tal vez fue plan con maña el ponerlos a trabajar juntos. Después de todo, era Mori, podía esperar cualquier cosa de él.
―... ¡Ya sé lo que haré!
Escuchó el grito de su superior, mientras éste alzaba el puño de la justicia, comenzando a decir su plan, que francamente no estaba escuchando porque estaba muy ocupado haciendo una teoría conspirativa en la que Mori era responsable de todos los problemas amorosos de Chuuya con su antiguo mentor.
Le sorprendía un poco el hecho de que, a pesar de que ellos se llevaban como perros y gatos, confiaban en el otro totalmente, ponían sus vidas en las manos de su compañero y se lanzaban a una muerte segura, y nunca eran capaces de pelearse a muerte, a pesar de todos los insultos y las peleas que tenían.
Su conexión era tal que seguían viendo al otro como compañero, y tal vez cómo algo más.
―¡¿Aceptas o qué?!
Preguntó a gritos, el pelirrojo, ya de pie. Akutagawa, sin saber qué le habían propuesto, solamente asintió; no tenía deseos de morir pronto.
―¡Entonces vamos por ese bastardo polla fácil!
Gritó nuevamente, nunca dejaría de asombrarse por los pulmones de Chuuya, quién lo cogió de la muñeca y se lo llevó a tirones al auto.
Tal vez no era prudente dejar que el pelirrojo fuera en busca de Dazai en tales condiciones, pero lo estaba dejando.
Tal vez debió detenerlo cuando iba por la primera copa, ya que sabía el poco aguante que tenía su superior, pero igual lo había dejado beber.
Y tal vez, sólo tal vez, era pésima idea dejar que conduciera ebrio, pero igual estaba dejándolo hacerlo.
"Seguro Dazai-san aprobaría éste método de suicidio" pensó.
De repente, sintió como frenaba el auto de golpe, menos mal que se había puesto el cinturón, aunque esa fuera la menor preocupación del pelirrojo, quién batalló un poco con el cinturón, hasta que fue él quién tuvo que presionar el botón para que Chuuya fuera liberado.
Salió después de Chuuya, viendo cómo éste se encaminaba al edificio donde se encontraba la agencia.
―Eh... Chuuya-san...
Comenzó a decir, esto ya no le parecía tan buena idea, pero se arrepintió en cuánto vio que el mayor se detenía y volteaba a verlo, rabioso.
―¡No, no quiero oír tus excusas! ¡No quiero oír "Dazai-san, Dazai-san"! ¡Vamos a enfrentarlo o te meto en el maletero!
Sí le creía, pero no lo detenía por la razón que creía el pelirrojo, si no porque...
―Es que son las tres de la mañana, dudo que Dazai-san esté en la agencia.
―Ah...
Fue lo único que dijo el pelirrojo, ya siendo un poco más razonable, hasta que decidió quedarse en el auto a esperar a que el "poste con patas", como lo había llamado el ejecutivo, apareciera en la agencia.
Akutagawa esperaba, con todas las esperanzas de su corazón, que una vez que a Chuuya se le bajara la ebriedad, pensaría de manera coherente y razonable, y así podrían irse a casa. Unas cuántas horas más tarde se dio cuenta de que fue muy iluso al pensar en eso, porque Chuuya ya no estaba ebrio y aún quería quedarse ahí para enfrentar a Dazai, quién apareció con un rubio detrás, el que estaba dándole de patadas para que se moviera y llegaran por fin a la agencia.
Desde el auto se podían escuchar los gritos del rubio con lentes que, si no recordaba mal, era el nuevo compañero de Dazai, y se llamaba Kunikida.
―Ah, al fin llegaron. Creo que es el compañero de Dazai-san.
Dijo Akutagawa, con la inocencia a flor de piel, pues nunca pensó que ese comentario tendría el efecto siguiente en el pelirrojo.
Chuuya, al escucharlo, tensó los hombros, apretó los puños y rechinó los dientes, apretando fuertemente la mandíbula.
El escalofrío que sintió el novato fue un aviso de su cerebro para que comenzara a escapar, con Rashomon a todo lo que daba para que el pequeño pelirrojo no le diera alcance.
O tal vez era mejor tener una muerte digna y quedarse quieto a esperarla. Y esperó...
―¡Ese hijo de puta nunca me dejó golpearlo así!
Con sus puños, golpeó el tablero con fuerza, dejando dos visibles marcas, y eso que Chuuya amaba a su coche. Menos que a sus sombreros y a su vino, pero lo amaba.
―¡Vamos!
Jaló a Akutagawa de la gabardina y lo sacó a rastras del coche, quería ver por la ventana qué diablos se traían ellos dos.
Desde la ventana, con el mayor sigilo posible, Chuuya vigilaba a Dazai, murmurando insultos entre sus dientes.
Dazai estaba a espaldas del pelirrojo, así que aparentemente no veía cómo el otro simulaba estrangularlo con sus manos enguantadas.
Vio con ira como dejaba que Kunikida lo golpeara y como les prestaba toda la atención del mundo a sus otros compañeros.
¡A él nunca le había prestado atención cuando eran compañeros! ¡Y eso que él le daba las nalgas después de cada misión exitosa!
Akutagawa tembló nuevamente al ver a su superior a punto de romper la ventana con sus propias manos.
Chuuya respiró profundamente. No, no podía ser Dazai tan ligón como para meterse con todos sus compañeros de la agencia... esperaba que no.
Después de menos de una hora, observaron que Dazai se marchaba a la salida de la agencia, así que bajaron y volvieron al auto, el cual estacionaron en frente del edificio, y ahí pudieron verlo.
Akutagawa hubiera deseado nunca verlo, porque Chuuya estaba entrando a la cafetería dos segundos después, tomando al más alto del cuello y zarandeándolo, mientras la camarera del café veía la escena un poco espantada.
No había sido nada tan malo, sólo era Dazai sonriéndole ligeramente a la chica y tomándole de la mano, aunque para Chuuya eso significaba mucho.
Akutagawa, como hombre inteligente que era, decidió alejarse lentamente y seguir con su vida, al menos había aprovechado para acosar a Jinko.
Para descubrir sus debilidades, sí. Eso.
Más tarde, después de cumplir con una pequeña misión que Mori le había dejado, estaba caminando por las calles oscuras, de por casualidad pasó por la agencia, y pudo notar que el coche de Chuuya seguía ahí, con la particularidad de que ahora los vidrios se veían un poco empañados y el coche se movía ligeramente.
―Ah, entonces era por eso...
Murmuró, dando media vuelta para salir de ahí. No necesitaba saber nada más.
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