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Capítulo 3


⸻¿Puedo llamarla hermana? Usted y yo compartimos el mismo esposo.





































Ilitia frunció ligeramente el seño y alzó una ceja, nunca antes le habían dicho "oye" la joven frente a ella parecía no tener idea realmente.

Las sirvientas estaban desconcertadas y gritaron, "Rashta, no," pero ella las ignoró.

Ilitia miró a la mujer con una expresión de perplejidad en su rostro, y la mujer llamada Rashta se acercó y la saludó de nuevo.

—Soy Rashta.

¿Qué se suponía que debía hacer?

—Sí... ¿Rashta?

Ella sonrió, como si estuviera contenta de que Ilitia la llamara por su nombre.

¿Realmente quería que me dirigiera a ella de esa manera? Me sorprendió, pero no lo suficiente como para preguntarle por qué.

El tiempo de la audiencia había terminado, y mi cerebro estaba colapsado por haber escuchado las historias de extraños durante tres horas. Si fuera una emergencia, ella habría pedido ayuda tan pronto como me vio. Sin embargo, sonreía alegremente, así que no parecía que necesitara mi atención urgente.

Me di la vuelta otra vez, pensando que no había nada más que ver. Pero mientras lo hacía, ella extendió la mano y agarró la falda de mi vestido. Las damas de compañía que estaban a mi lado se alarmaron y le quitaron la mano como si fuera un mono de zoológico.

—¡Qué grosera!

—¡No reconoces a esta noble! -Rashta se estremeció en sorpresa, tartamudeando.

—L-Lo siento, debí haberte llamado, pero no sé tu nombre...

Ilitia soltó un leve suspiro y la miro, ¿Realmente no sabía qjien era la emperatriz?

Laura miró a Rashta y le gritó.

—Esta es Su Majestad la Emperatriz. ¡Ten cuidado con tus acciones!

Los ojos de Rashta se abrieron de par en par.

—¿Qué? Yo... yo conozco a la Emperatriz.

¿Ella conoce a la Emperatriz?

Fruncí el ceño ante sus extrañas palabras, ella me miró a los ojos y habló en voz baja.

—Yo... soy Rashta.

¿Quién era Rashta? Mis damas de compañía y yo estábamos terriblemente confundidas. ¿Nos conocíamos lo suficiente como para compartir nuestros nombres? En mi mente traté de recordar a las mujeres de su edad que visitaron este país con dignatarios extranjeros. No me reunía con todos y cada uno de los invitados. Estaban los invitados que eran recibidos por mí, los invitados que eran recibidos por el ministro de asuntos exteriores, los invitados que se reunían con Sovieshu directamente...

Ella nunca había sido recibida por mí. ¿El ministro de asuntos exteriores había conocido alguna vez a una tal Rashta? No sería posible. Si fuera de una gran familia noble, incluso las damas de compañía la conocerían, aunque yo no lo hiciera.

—¿Me conoces? ¿No me conoces? —ser directa era mejor, se estaba cansando de aquel juego.

—No estoy segura.

Que cansado pensó Ilitia y con mirada seria la miro.

Rashta parecía perdida, y le susurró a las sirvientas, "¿Qué hago?" Podía escucharla, por supuesto.

Pero estaba cansada. Ni siquiera sabía quién era. Estaba a punto de ignorarla e irme, cuando Rashta volvió a gritar.

—Vivo en el palacio del este por la bondad de Su Majestad el Emperador.

¿La bondad de Sovieshu?

El palacio del este. Las piernas heridas. La mujer. Ah.

—¿La esclava?

Entonces ¿por qué estaba cerca del palacio central? Antes de que pudiera preguntar, la cara de Rashta palideció.

—Su Majestad, perdóneme por mi grosería. La Señorita Rashta no es una esclava.

Quiso reír, se atrevía a corregirla.

La esclava... era más de lo que esperaba. No esperé encontrarme con ella de esta manera. No me importaban los chismes, pero era tan hermosa como sugerían los rumores. Su tipo de belleza no era como el glamour y la elegancia de una noble como la Duquesa Tuania, sino que la imagen de Rashta era suave y etérea. Sus grandes y oscuros ojos despertaban los instintos protectores, y su cabello era de un plateado claro que hacía aún más misterioso su puro e inocente encanto.

Espera. Mis damas de compañía la bañaron, ¿por qué no la reconocieron? Miré alrededor y vi que algunas no estaban conmigo. Desafortunadamente, las damas ausentes fueron las que bañaron a Rashta.

—Sí. Ahora sé quién eres. -Rashta sonrió.

—Gracias a Dios. En realidad, me he estado preguntando cuándo nos conoceríamos.

—¿Conocernos? Ni si quiera deberías de estar aquí. - Rashta abrió sus ojos, Ilitia tocó sus cienes con molestia —Llevenla de regreso, este es mi palacio y ella no puede andar tan tranquila por aquí..

—¿Cómo debería llamarte, Su Majestad? -parecía no querer rendirse.

—Su Majestad.

—¿Eh?

—Eso es todo.

No sabía por qué estaba teniendo una conversación tan amistosa con esta chica de todas las personas.

Rashta parecía estar cansada y quería darse la vuelta, gruñendo por el esfuerzo mientras movía su silla de ruedas.

Al sentir que mi estado de ánimo se había estropeado, mis damas de compañía agarraron las asas de la silla de ruedas y la empujaron ligeramente hacia atrás.

—Mantente alejada.

—¿Quién eres tú para actuar tan amigablemente con ella?

Las manos de Laura temblaban de ira mientras tiraba de la otra mujer.

—Sucia.

—¿Qué quieres decir con sucia?


Sovieshu apareció, su voz como trozos de hielo.

—¿Rashta estas bien? -parecía que la presencia de Sovieshu fue el detonante de las lágrimas de la joven delante de ellas, Ilitia quiso rodar los ojos pero simplemente se dio la vuelta — Disculpate

Laura quedo viendo a Ilitia, la emperatriz miro a Sovieshu el cual miraba con enfado a Laura y a todas las damas, incluso ella era mal vista por el.

—Majestad, si vas a tener invitados procura enseñarles etiqueta, y las reglas, mi palacio es mi lugar, mi santuario, ni tu, ni ella pueden andar por aquí cómo si nada y por lo que laura acaba de decir yo misma la castigaré, es mi deber.

—Un deber que no haces bien, está joven esta herida, ¿no tienes corazón? -le dolió aquello, una falsa sonrisa se dejo ver.

—Tú la heriste, no yo, a cómo dije y repito por última vez, yo castigaré a Laura, procura que ella sea educada y que sepa las reglas - Sovieshu la miro mal.

—Emperatriz - Ilitia le ignoró y regreso a sus habitaciones



































Hasta aquí terminan los capítulos basados en los tres primeros capítulos de la novela original.

Mis redes.

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