Capítulo 16
Soobin no pudo ni hablar porque ya tenía un Hueningkai jalándolo del brazo a un lugar que el no tenía ni idea, pero no se quejaba.
Sonrió mientras se dejaba guiar, viendo al pequeño pelinegro que jalaba su brazo.
Kai sólo lo había jalado y lo estaba guiando a su departamento porque eso que había pasado en la llamada le había dejado con ganas de más.
Quería probar por completo al menor; después de que le dijo esas palabras y colgó estaba listo, más que seguro, que Soobin estaba seguro de tener sexo con el en ese jodido momento.
Y sus sospechas aumentaron más mientras sentía que Soobin caminaba a su par, sonriendo, y susurrando algunas palabras que Hueningkai no alcanzaba a distinguir.
El pervertido rubio iba diciendo algunas cosas para calmarse que eran; partes que necesitaba para armar su mecha de colección. Pinzas, lentes, dinero, mecha, computador, dinero, más dinero, los mechas eran caros.
Arrugó su nariz cuando sintió que habían entrado a algún elevador, y volteó a ver a Kai, que estaba frente a el, viéndolo ansioso. Mordía sus labios, arqueaba sus cejas, y suspiró, hasta que notó cómo el mayor se estaba frotando contra su rodilla.
Pequeños gemidos salían de su boca, sus manos aferrándose a su nuca, Soobin sintió cómo el bulto que sus pantalones se empezaban a formar ya dolía.
Sus manos se dirigieron a la cintura del otro para verlo fijo, abrió sus ojos y relamió sus labios, listo para hablar.
—¿Tendremos sexo hoy?
—¿Por qué susurras? Sólo estamos nosotros dos. —El menor sólo vio el elevador abandonado, y frunció su ceño.
—Ya llevamos mucho aquí, ¿No? Parece que estamos subiendo al piso 90. —Sólo hizo que Hueningkai volteara a ver los números, y que luego riera algo nervioso, riendo alto y separándose para volver a el.
—Fue porque no presioné ningún botón, oh dios, esto de estar caliente me pone algo estúpido. —Sintió cómo el menor se paró detrás de el, lo abrazó por la cintura, y sintió ese bulto duro en su trasero.
Se volvió a frotar contra su trasero.
—Creo que también me pasa a mi, quiero pensar en otra cosa pero el tenerte frotándote contra mi me hace volver a la tierra. —Besó su mejilla y Kai ladeó su cabeza para hacer que sus labios se encuentren, sintió la pierna del menor meterse entre sus piernas y sus manos en su cintura.
Iba a volver a frotarse hasta que las puertas se abrieron y tuvieron que separarse para poder parecer normales.
Soobin respiró con regularidad y se separó de el, invitándolo a pasar, y el pelinegro sólo pasó, sacando las llaves de su departamento para poder entrar lo más rápido posible.
Estaba sonriente hasta que notó que su celular comenzó a vibrar, y lo abrió viendo los mensajes, haciendo al rizado pararse detrás de el y verlo con curiosidad. No iba a ver los mensajes porque era algo de Kai, así que sólo lo vio a el con un rostro neutro.
Tiró el celular por ahí, tomó la mano del menor, y fue casi a tirarlo a la cama. Después de hacerlo, el mismo se quitó la camisa, el pantalón, se despojó de todas sus ropas y se acostó al lado de Soobin, que apenas se estaba quitando la camisa.
Sus grandes manos que estaban temblando al desabrochar su camisa y después bajar a su pantalón, Hueningkai se acercó y besó su espalda repetidas veces, frunciendo el ceño.
Bien, recibir un mensaje de su hermanita y su mamá al mismo tiempo no era algo que lo prendía y menos, algo que le agradaba antes de tener sexo con el chico con la polla más deliciosa que haya conocido. Hizo un puchero mientras veía y sentía a Soobin acostarlo en la cama, sonreírle, y meterse entre sus piernas.
Llevó dos dedos a su entrada para revisar la humedad, poder dilatarlo, así que tragó saliva y volteó a ver a Kai.
—¿Tienes lubricante?
—Está en este cajón. —Soobin se acercó y en cuanto abrió el cajón, se sonrojo.
Varios vibrador es y dildos de varios colores, lubricantes, y varios disfraces. Supo, que tal vez Beomgyu estaba demasiado equivocado en confiar ciegamente en un Hueningkai inocente.
Sin saber que el pelinegro fue el que le recomendó algún disfraz y uno que otro juguete sexual.
Sus dedos se metieron de forma nerviosa al bote de lubricante, tragó saliva, y metió dos dedos en el mayor, viéndolo fijo a esperar su reacción. Cierto, también tenía que estimular su miembro y ciertas zonas, eso había leído.
Así que su pulgar subió a acariciar su miembro rosado, haciendo quejarse levemente a Hueningkai y llevó sus labios al cuello del otro, esperando buscar algún punto que le genere placer.
—Uhm... Hyuka... ¿Te gustan las caricias en el cuello? —El otro asintió, intentando concentrarse en Soobin pero es que realmente tenía su cabeza en otros lados. No podía con eso. Gemía pocas veces, sólo estaba acostado, y el rubio lo notó, arqueando las cejas.
¿No lo estaba haciendo bien? Soobin se separó de el y lo vio, poniendo sus manos a cada lado de su cabeza.
—Hyuka, ¿Todo está bien?
—Sí, sí, creo que ya puedes meterlo. —No podía. Hueningkai vio cómo Soobin lo miraba fijo, preocupado.
—Podemos parar cuando quieras, ¿Si?
—Ajá, lo mismo te digo. —No dijo nada más y con su mano comenzó a guiar su propio miembro a la entrada del pelinegro que sólo veía el techo, hasta el punto que Soobin sólo lo vio, esperando por aprobación.
Segundos después, el mayor comenzó a negar y a ver al menor.
—¿Podemos parar? —el rubio abre sus ojos y asiente repetidas veces, saliendo, sólo la punta, del mayor y camina por su ropa, sonriendo nervioso.
—E-entonces yo...
—Quédate, por favor, ¿Puedes abrazarme? —Su hermana menor queriendo escapar de casa de su madre para vivir con el porque tampoco aguantaba a la señora, su madre diciéndole que no quiere que se acerque al chico.
Muchas cosas en la cabeza del mayor, que en cuanto abrazó a Soobin e inhaló su olor a gomitas rojas, logró calmarse un poco.
El rubio quería preguntar, era muy curioso y de repente tener a un extasiado Kai por tener sexo a uno que estaba al borde del llanto. No se quejaba por el sexo, no era eso, era que se preocupaba porque en cuanto el mayor abrió su celular todo cambió y como una montaña rusa, en el momento de bajar todo podía salir mal.
Sus manos acariciando la espalda del mayor, la respiración ahora calmada del otro.
—Gracias por quedarte.
—Me quiero asegurar que estes bien. —El pelinegro se acurrucó más contra el, asintiendo. —¿Quieres que te pase tu ropa?
—¿En qué momento te cambiaste, Soobin?
—Me puedo cambiar en menos de 20 segundos porque algunas veces me levanto tarde para ir a la escuela, es una técnica, calzoncillos en el pantalón y la camisa. —Una risita del mayor, y asintió. —Entonces, ¿Te paso tu ropa? —Volvió a asentir.
En cuanto el mayor se puso la camisa, su timbre sonó. Y lo abrió, y ahí estaba, su idiota.
—Mamá no me quiso pasar tu dirección pero yo la conseguí por Beomgyu, ¿Tienes comida? Tengo mucha ham...
Ver al rubio en la cama del pelinegro, cama que estaba destendida. Bahiyyih lo vio.
—Podemos pedir una pizza... —Dijo Soobin, haciendo al pelinegro saltar alegre.
—¡Pizza! —El rubio sonrió y caminó con él para quedar frente a Hueningkai.
—¿Podemos? Tu novio también quiere.
Y el mayor sólo camina a su celular y marca al establecimiento más cercano, viendo cómo Soobin se sonrojó por ser confundido por su novio.
Agradeciendo por tener el celular en su mejilla para ocultar que el también lo estaba.
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