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Debía admitir que la adorable musiquita estaba comenzando a ponerla de los nervios. Nunca venía nada bueno cuando sonaba, y después era seguida de esa tétrica voz robótica que les decía algo espantoso como: solo te quedan diez segundos para morir entre terribles sufrimientos.
Esta vez, hablaba de un 5♠️. De inmediato algunos como el enorme hombre o la chica deportista se prepararon, mientras el resto se quejaba. Se apoyó en una pared esperando a conocer las reglas, pensando en cómo podría convencerlos para trabajar a todos juntos. Estaba segura de que todos esos juegos podrían llegar a resolverse con algo de valentía y trabajo en equipo.
Juego: Pilla Pilla
Reglas: huir del cazador
— ¿Quién la lleva?
— Y yo que sé — replicó Karube.
Halla la zona segura oculta en uno de los apartamentos en el tiempo límite. Si cumples este objetivo, se completa el juego.
Tiempo del juego: 20 minutos
Cuando hayan transcurrido la bomba oculta en el edificio explotará.
Arisu de inmediato la buscó con la mirada, encontrándose, para su sorpresa, a una Nana sonriendo hacia la gente para comenzar a comentarles la situación.
— ¡Nana, ven con nosotras! — propuso la chica universitaria.
— Tengo una idea — todos sus fans pusieron los oídos en ella por completo—. ¡Trabajemos en equipo! Si nos organizamos por plantas, podremos encontrar la sala y así nadie se hará daño — sonrió, tomando las manos de las chicas y sonriendo de manera brillante a los hombres—. No debemos asustarnos por las picas, tan sólo debemos encontrar algo y si trabajamos juntos será más rápido y fácil.
Tal vez si cualquier otra persona les hubiera propuesto aquello le habrían mandado a la mierda, pero ella no era cualquier persona: era Nashiro Natsuki, la idol más querida de toda Asia. Si su mayor modelo a seguir y crush les proponía algo de manera tan suave pensando en su bienestar, jamás podrían decir que no.
— ¡Cuídese, señorita Nana! — exclamaron, mientras se separaba en unas escaleras de toda la gente. Todos tenían ya su zona asignada, y buscarían tal y como les había pedido Natsuki.
Sujetó el brazo del rubio emocionada y nerviosa a la vez, mientras Arisu contemplaba molesto como el hombre de sombrero se les unía sin preguntar.
— Ha sido muy buena idea, Tsuki — dijo Karube, mirándola con orgullo—. Vamos a ganar este juego gracias a ti, otra vez.
Nashiro se sonrojó por las palabras, restando importancia con un gesto de mano. Tan solo era ella misma, y hacía lo que creía correcto. No quería usarlos, porque todos estaban trabajando por un mismo objetivo.
— Nana, no se separes — pidió Arisu, mientras subían por las interminables escaleras—. No sabemos quién es el cazador y va a ser muy peligroso.
— Somos un equipo, no me separaré — prometió. Karube se giró para mirar al molesto extraño subiendo tras ellos con la mirada fija en la pelirrosa.
— Oye, tú, deja de seguirnos — musitó nada amable.
— Os estoy evaluando —respondió burlon—. Tal vez seáis aptos para ser mis aliados. Esta preciosidad de aquí ya lo es, claro... — cuando la menor se giró, extendió su mano. Antes de estrecharla, Arisu entrelazó sus dedos de manera desconfiada—. Nitobe, encantado.
— Eh... Nana — no quiso seguir hablando con él, así que se giró aún manteniendo su mano entrelazada con la del gamer. Ni de broma le soltaría, debía aprovechar.
— ¿Eres médico? —Arisu preguntó, recordando la búsqueda.
— Agente inmobiliario — negó.
Arisu comenzó a interrogarles, mientras Natsuki veía a sus grupos de personas distribuirse por los siete pisos. Algunos no se habían acercado a compartir su plan, pero la sorprendió ver que la séptima planta era ocupada por una figura encapuchada de gris claro. Si el hombre militar iba a la sexta, eso quería decir que todas estaban cubiertas por un buscador.
Llegó a la cuarta planta en el momento en el que la canción cubrió el edificio, anunciando al fin el comienzo del juego. Casi podía sentir el tiempo acabarse según esperaban la llegada del cazador, pero estaba demasiado asustada por lo que pidiera ocurrir como para comenzar a correr abriendo puertas según dictaba el plan.
Arisu no soltaba su mano a pesar de que la estuviera apretando debido a la incertidumbre, mientras que Karube vigilaba a su alrededor con la guardia en alto. Casi la da un infarto cuando unas trompetas tronaron.
Debido al silencio, pudo escucharse a la perfección como un ascensor se abría en una planta alta, y pesados pasos le seguían. El cazador era alguien enorme, sin dudas. El eco lo hacía todo aún más terrorífico, creando un ambiente silencioso y tenso.
— Vamos, Nana — sabía que era una mala idea subir, pero debían hacerlo—. Debemos buscar puertas.
La planta cinco estaba vacía, y podía ver desde el balcón abierto como más personas abrían puertas. Arisu probaba con ayuda de Karube haciendo todo más rápido, mientras ella vigilaba que el cazador no llegase por algún lado del pasillo.
— A esa velocidad no lograremos nada — pronunció Karube impaciente. Comenzaron a correr, obligando a Natsuki acelerar su ritmo para no quedar atrás.
Estaba a punto de abandonar la planta cinco al no encontrar ahí nada, cuando una oleada de tiros hizo eco en el edificio entero. Se asomó buscando con la mirada desde la zona abierta donde se podía ver todo, tan sólo creyendo cruzar miradas con el encapuchado de la planta alta que no se había movido un milímetro. El resto también estaban paralizados buscando el origen del ataque.
—¿Qué ha sido eso? —dudó Ryohei, aunque estaba claro que había sido el cazador.
— Vámonos de aquí — casi suplicó, con voz temblorosa por el miedo—. El cazador está arriba, no subamos.
Karube dudó, mirando como estaba pálida del susto. Subió un escalón susurrando que iba a comprobar si realmente había algo arriba, cuando un cuerpo ensangrentado cayó de los escalones altos. Estuvo a punto de chillar, aunque se cubrió la boca a tiempo con el corazón a mil y el estómago en la garganta.
Aquel hombre en el suelo era a quien había grabado un vídeo para sus hijas. Había aceptado sin dudar ayudar a distribuir las plantas, y ahora estaba muerto. La culpabilidad la cubrió como una suave manta, y quiso llorar.
Karube y Arisu se asomaron para buscar al culpable, mientras ella subía para tirar de ellos evitando mirar el cadáver. Debían salir de ahí, e ir a las plantas más bajas. Tenían dos tramos de escaleras para huir, porque si subían estarían de frente al peligro, y su instinto de supervivencia era mayor a cualquier cosa.
— ¡Vámonos!
— ¡Arisu!
Los disparos iluminaron las escaleras, y justo a tiempo sus amigos escondieron sus cabezas. Karube sujetó su brazo sin mucho cuidado para correr, chocandose entre ellos y con las paredes. Pasaron la cuarta planta, y comenzaron a bajar a la tercera sintiendo los pasos del asesino tras ellos. Nitobe les empujó para adelantarse, aunque cuando iba a bajar a la segunda, Arisu agarró a Karube para tirar de ambos lejos del agente inmobiliario.
— ¡Meteos ahí! — ordenó, empujandoles hacia un hueco de la pared. Natsuki cerró los ojos con fuerza apenas respirando correctamente, los tres pegados entre sí para ocupar el mínimo espacio posible. Escucharon los pasos por encima de sus latidos acelerados, y pudo soltar un poco de aire cuando siguió a Nitobe.
—Debemos seguir — Karube fue el primero en salir del escondite. Natsuki asintió armandose de valor, queriendo salir de ahí con vida y sin que más personas murieran. Nitobe gritaba plantas más abajo, aunque mientras corrían girando pomos unos nuevos disparos silenciaron eternamente al hombre.
Los gritos femeninos debían ser de la universitaria y su amiga, aunque de nuevo las voces se cortaron de la peor manera posible. Tiraron de ella para agacharse tras el borde del balcón, pensando en qué hacer mientras analizaban al cazador.
— ¿No se te ocurre nada? — susurró alterado Karube.
— ¡No podemos ganar contra algo así! — negó Ryohei.
— ¡Piensa en algo!
— ¡Piensa tú en algo!
Nashiro se frotó la cara con frustración, exprimiendo sus últimas neuronas mientras ellos se ocultaban rápidamente junto a ella. Debían seguir probando puertas, pero el cazador era demasiado peligroso y ya apenas quedaba gente. Debían ser nueve en el edificio, y sus principales colaboradores habían caído ya.
— Debemos avanzar para abrir más puertas — susurró. Karube asintió recordando aquello.
— Su visión disminuye con la máscara — su amigo de la infancia iba a su ritmo propio, analizando al asesino—. Es su punto débil — concluyó emocionado, cruzando miradas con ella—. Nana, es hora de trabajar en equipo.
La emoción de Arisu la contagió. Si él confiaba en su plan de mover a la gente por un bien común, entonces no había nada que perder. Le siguió corriendo mientras se asomaba para gritar.
— ¡Escuchadme! — debido a la arquitectura y ausencia de tráfico, su voz resonaba como altavoces—. ¡El cazador está en la segunda planta del bloque central! ¡Con la máscara no ve bien!
— ¡Karube, déjale, es buena idea! — detuvo Nashiro, siguiendo sus pasos.
— ¡Busquemos la zona segura en equipo!
La emoción y adrenalina hacían cosquillear sus dedos, sin poder creerse que apenas una semana después de su fanmeeting estaría corriendo por su vida evitando que un hombre con máscara de caballo la alcanzase.
— ¡Avanza por la cuarta planta del bloque central! ¡Si hay alguien, que huya! — de inmediato una fuerte voz femenina respondió. Nana soltó una risa incrédula, aunque el teléfono anunciando que tan sólo quedaban ocho personas y minutos la hizo querer hacerse bolita y llorar.
Desde una planta más arriba, el cazador se asomó para disparar. Fue extraño, porque no se detenía a pesar de que el chico de gorra se hubiera escondido ya. Se arrastró por el suelo sintiendo la mala mirada de Karube a punto de repetirla que debía dejar de ser tan amable con todos.
— ¡Hey, ven aquí con nosotros! — llamó. Temblaba tanto que no la escuchaba—. ¡Soy Nana, la chica de abajo! ¡El cazador no puede darte desde ahí, ven!
Arisu tiró de ella para que no se asomara, yendo él en su lugar a por el chico. Karube estaba que se arrancaba la cabeza de la frustración de tener que soportar que la parejita se creyese una ONG. Sustuvo al joven asustado para correr juntos, comprobando que sus amigos fueran tras ella cada cierto tiempo. Arisu seguía comprobando puertas, fiel al plan.
— Voy a detenerle —el matón sacó de la nada un cuchillo.
— ¡No seas idiota! — le espetó, deteniéndose de golpe y olvidado al rescatado—. ¡Es una pistola, Dai!
— Yo no lo haría — Natsuki frunció el ceño confundida cuando el militar apareció frente a ellos—. Mide 190 y pesa 90 kilos. Su mano dominante es la derecha. Su forma de disparar es básica. Seguramente sea un exsoldado o policía.
No les miró en todo su análisis. Unos pasos llegaron apresurados, y el compañero de bandana oscura le entregó un extintor de incendios. Por fin les miraron, aunque por un segundo se sintió más observada que sus amigos. Le ofreció el objeto a Karube.
— A por el cazador — En su opinión, fue terrorífico—. Tú busca la zona segura —le habló a Arisu—. Niña, ven con nosotros.
Las órdenes fueron extrañas. La separaban de Arisu y la guiaban al ataque del cazador cuando era obvio quien de los dos sería más útil. Ella era pequeña y apenas tenía fuerza, mientras Arisu era más grande y ágil. Lo lógico sería que ella fuera a buscar la zona segura, o incluso ambos.
— ¿Qué? No nos des órdenes — negó Karube.
— ¡De acuerdo! — Arisu se unió a esa alianza—. Buscaremos arriba.
Trató de llevarla con él, pero la enorme mano del militar les detuvo. Su mirada era gélida y penetrante, tanto que Natsuki sintió miedo.
— La chica se queda aquí, la necesitamos.
— Comprobadas quinta y sexta planta de los bloques sur y este —la deportista estaba sobre el borde, como aparecida de la nada—. Dividamonos y busquemos.
— Faltan las dos primeras — se apresuró a decir Natsuki.
— Bien, iré a mirar.
Ahogó un chillido del susto cuando se tiró ventana abajo. Arisu y Karube se asomaron, mientras los dos hombres misteriosos la hacían un gesto para que los siguiera.
Quedan cinco minutos
— Debemos hacerlo — habló Natsuki, mirando a Arisu—. Nos vemos luego, Ryo.
— Mantente a salvo, Tsuki.
— Te lo prometo.
Le sonrió antes de perderle por los pasillos. Aguni, como se llamaba el militar enorme, le dio un extintor que arrancó de la pared. El plan era sencillo:su compañero atraía al cazador a una zona cerrada, y ahí le atacarán Karube y Aguni mientras ella estaba como factor sorpresa escondida para rociarle del producto químico. Su tamaño era perfecto para no ser vista, según él, y por eso estaba ahí y no Arisu.
Todo pintaba perfecto. Aguni se escondió junto a ella cuando el cazador apareció atraído por el hombre de bandana, pero en lugar de aparecer para defenderle, el misterioso gigante se mantuvo a su lado esperando fríamente. Se estremeció cuando el cazador disparó, sabiendo que Aguni acababa de dejar morir a su compañero. Ahora no sabía si le tenía más miedo al cazador o al hombre con quién compartía escondite.
— S-Señor Aguni — susurró—. M-Mi amigo...
En silencio, hizo la marca para salir y rociar al cazador, aunque la quitó el extintor y empujó más adentro del refugio casero. Se extrañó por aquello, aunque sintió alivio cuando le contempló defender a Karube.
Llovieron balas, y hubo gritos y golpes. No podía ni quería ver lo que ocurría, manteniéndose con la esperanza de que Karube estaba en pie aún luchando. No podía salir a ayudarles por como estorbaría, ni tampoco ir a buscar ayuda porque el cazador la vería. Estaba acorralada ahí.
— ¡Que venga alguien! — Natsuki tembló cuando escuchó la voz ahogada de Arisu por la distancia—. ¡La zona segura está en la 406! ¡Hacen falta dos para superar el juego!
— ¡Arisu!
Natsuki dudó, pero al asomarse para salir corriendo se topó con el cazador y se asustó volviéndose a esconder. Se insultaba mentalmente por estar dejando a su suerte a Arisu, pero el miedo y el cazador no la dejaban moverse.
Quiso que todo se detuviera por unos minutos. Los golpes a su lado, el cronómetro acabando, los gritos y disparos más allá de la planta donde estaba. Repentinamente todo acabó, y sonó un estallido viscoso.
Se asomó despacio con náuseas por la sangre y los nervios, aunque ya estaba todo resuelto. Avanzó titubeante hacia ambos hombres.
— A este tipo, ¿también le han obligado a participar? — hizo una mueca de dolor cuando su amiga comenzó a inspeccionar preocupada su abdomen—. Estoy bien, Tsuki... ¡No mires la herida!
— ¡Es algo profunda! — insistió, levantando la tela de su camiseta para mirar bien el daño—. Mira como estás... Debí haber ido con Arisu y así no habríamos tardado tanto.
El sonido de una radio distrajo a su amigo. Era una voz cortada pidiendo que volvieran, y no debía ser un genio para saber que se refería a Aguni y su compañero fallecido. ¿Estaban en un mismo grupo? ¡Podrían unirse para encontrar respuestas!
Karube cogió la radio para responder, aunque ella no se acercó. Aguni cruzó miradas con ella, poniendose en pie, y lejos de todas las posibilidades de sus acciones pateó con fuerza al rubio en su herida y después la golpeó a ella en la cabeza. La fuerza fue suficiente para hacerla caer inconsciente, y así poder cargarla sin esfuerzo sobre su hombro.
Tardó unos segundos en incorporarse con dolor, mirando como era llevada con desesperación en sus ojos. Apenas podía tenerse en pie tras aquellos golpes, y no podía perseguirlo como deseaba. Gritó poniéndose en pie con todas sus fuerzas, pero su cuerpo no tenía la misma determinación que su mente.
— ¡BAJALA! — gritó al punto que su voz se partía—. ¡TSUKI! ¡HIJO DE PUTA! ¡ARISU, VEN! ¡TSUKI!
Aguni hizo oídos sordos, lanzando una última mirada al chico que estaba a punto de desgarrar su abdomen y cuerdas vocales por la pequeña chica sobre su hombro. Salió sin preocuparse por ser detenido, ya que después de todo su amigo estaba al borde de caer inconsciente también del dolor y el chaval desaliñado lo suficientemente lejos y distraído como para llegar a tiempo.
— ¡ARISU, SALVA A TSUKI! ¡ARISU! ¡CAPULLO DE MIERDA!
Cayó al suelo apenas pudo subir los escalones, viendo los mechones rosados de su mejor amiga cubrir su rostro caído por la gravedad. Se la veía relajada, en un profundo sueño del que no despertaría hasta estar lejos de él.
— ¡¿Karube?! — Arisu se asomó corriendo asustado. Su compañero estaba tirado en el suelo perdiendo sangre, mientras un enorme hombre se llevaba a una Nana inconsciente—. ¡NANA!
Quiso ser la chica escaladora para volar en su ayuda, pero mientras se tropezaba por los escalones y se golpeaba con la pared al resbalar, supo que la había perdido. Un coche arrancó llevándose lejos a su Nana, y no había llegado a tiempo para protegerla como había prometido.
Juró proteger a Natsuki sobre su propia vida, y se la habían arrebatado frente a sus ojos sin poder mover un dedo.
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𝚂𝙾𝙽𝙶 𝚂𝙴𝚅𝙴𝙽
⏮ ⏯ ⏭
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𝑷𝑯𝑶𝑻𝑶𝑺𝑯𝑶𝑶𝑻
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Volviendooo!
Siento mucho no poder actualizar muy seguido, pero mis estudios siempre van a estar por encima de cualquier otra cosa
Este es el rumbo que cambié. En un principio, Nana iría a la playa con arisu y jugaría el 7❤️, pero cambié eso por algo diferente jej incluso cuando cambié eso nana estaría consciente del secuestro pero entonces lo que planeo no podría funcionar de manera natural
Get ready🤪
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