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𝖲𝖮𝖭𝖦 𝖮𝖭𝖤

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Las intensas luces de los focos usadas para iluminar el recinto estaban dejándola levemente cegada, aunque con sus años de práctica ya se había acostumbrado a simplemente sonreír y soportar cualquier cosa. Sonríe aunque los gritos te aturdan, sonríe aunque tus piernas tiemblen, sonríe aunque te estés hundiendo. El mundo del espectáculo era cruel, pero ella era una masoquista.

Una pregunta llegó en un papel desde una fan del grupo que había pagado para aquel fansign, y sonrió cogiendo un bolígrafo para responder de inmediato.

"¿Cuál es el recuerdo que más atesoras?"

Quedó con el bolígrafo en el aire, sin saber qué debía responder. ¿Un recuerdo preciado? Su infancia no había sido mala en absoluto, pero no estaba segura sobre qué debía decir. Pensó en su primera mascota, en su primer concierto o cuando fue aceptada en la empresa. Ninguno de ellos parecían ser lo que estaba buscando, hasta que lo encontró.

"El día en el que un niño torpe trató de robarme mi helado"

Sabía que aquel adorable niño que conoció diez años atrás se avergonzaría en cuanto esta respuesta fuera publicada, pero no la importaba si eso significaba que volvería a llamarla después de días ausente. 

— ¡Muchas gracias por haber venido hoy! — se levantó cuando el evento acabó, mirando al enorme público que había agotado las entradas en menos de dos días. Habían realizado una ampliación del espacio, todo sabiendo que Nana sería capaz de llenar eso y más en horas—. Os adoro.

Hubo un coreo de aplausos y gritos. Su público era tanto femenino como masculino, abarcando desde pequeños niños de escuela hasta formales abogadas. Se enorgullecía de eso, de lo que había logrado tras tantos años de esfuerzo y sacrificando tanto tras ella. El mundo del entretenimiento era doloroso, pero ella se había impregnado por completo de él y ya no se imaginaba una vida sin todas esas luces y gritos.

Una de sus trabajadoras de confianza la extendió su bolso en cuanto salió, de inmediato agradeciéndola y sorprendiéndose a la vez por lo rápidos que eran los miembros de su equipo personal. Sabía que la gustaba tener siempre su bolso a mano, aunque en los eventos estaba terminantemente prohibido que llevara material de su vida privada por mera protección. Una vez la robaron el bolso y acabó teniendo que mudarse por el acosador que conocía su dirección por sus tarjetas, y tanto ella como su mánager se negaban a que ocurriera lo mismo.

Sacó el móvil mientras caminaba por los largos pasillos de la edificación, disfrutando del suave murmullo de los trabajadores yendo de un lado a otro de vez en cuando saludándola. Tenía un par de llamas perdidas y varias notificaciones de redes sociales, aunque se desvió de inmediato a un chat en específico. No tenía foto de perfil y probablemente llevaba días sin conectarse por estar jugando videojuegos, pero el tan solo estar a punto de enviarle un mensaje la hacía sonreír como una idiota.

ARISU

Ya he terminado :p tenemos que juntarnos los cuatro y comer yakisoba, yo invito!

Estás en Shibuya?

Sip, aunque tengo que terminar unos protocolos de seguridad

La dejó en visto, aunque inmediatamente después llegó un mensaje al chat grupal con Chota y Karube.

ARISU

Puedo ir al bar?

Me he escapado de casa

Después iremos con Natsuki a comer yakisoba

NANA
Cómo que te has ido de casa???


Ha sido tu hermano???? tu padre???


Arisu Ryohei no me ignores

ARISU

No ha sido nada

Karube??? Contesta

Chota, estás trabajando??? Déjame quedarme en tu casa

Natsuki, puedo ir contigo?? Tu mánager ya me conoce

Nat???

Me he chocado con una loca por vuestra culpa

Me estáis ignorando?

Pues vale

Natsuki cerró el chat, suspirando. Adoraba a sus amigos y odiaba verlos mal, pero estaba segura de que entre las versiones del hermano de Ryohei y la suya estaba la realidad de la situación en la casa de los Arisu. Según su padre y hermano, Arisu era un vago que les tomaba el pelo y tan solo estaba de parásito entorpeciendo la vida de todos. Según Arisu, su padre era un imbécil que quería convertirle en alguien igual que él. Conocía a aquella familia desde que era una niña, y sabía a la perfección que había cosas que fallaban en ambas versiones.

— Oh, disculpe — por andar mirando a las nubes, chocó con alguien. Tan solo podía ver un uniforme rojo, ya que la persona con la que había chocado era definitivamente un rascacielos. Alzó la mirada sin poder distinguir por su pecho si se trataba de un hombre o una mujer, sintiéndose intimidada cuando chocó miradas con la que averiguó que era una mujer—. P-Perdone.

— No ha sido nada, niña —la sonrió. Era imponente y alta—. ¿Sabes dónde está el despacho del CEO?

— Quinta planta — señaló arriba. La mujer del uniforme asintió, silbando para llamar la atención de otro pequeño grupo de bomberos que hablaban al fondo—. ¿Hay un fuego?

— Para nada —rio—. Protocolos de seguridad, hay quejas por el sistema de seguridad antiincendios... ¡Moved el culo, cadetes! Ten un buen día, y mira bien por donde caminas.

Asintió poniendo una postura firme, siguiendo su camino a paso rápido. Escuchó como uno de los bomberos que antes hablaba la llamaba capitana, y se quejaba de no haberle llamado antes para poder pedirla un autógrafo o alguna foto. Se seguía sorprendiendo de encontrar fans suyos incluso en el cuerpo de bomberos de la ciudad.

Arisu decía haber chocado con una loca, mientras ella se acababa de topar con la mujer más intimidante que había visto en su vida. Su enamoramiento la hacía pensar que era el destino, mientras su razonamiento que ambos eran unos idiotas que no miraban por donde andaban.

Una notificación la llegó al teléfono, decidiendo que era mejor entrar en alguna de las salas de descanso para no chocarse con nadie más. Con suerte podría encontrarse a algunos compañeros de agencia, ya que si estaba obligada a quedarse en el edificio hasta establecer de nuevo la tranquilidad habitual en el exterior era mejor estar cómoda y en compañía. No la importaba si era algún aprendiz, ya que adoraba conocer gente.

Aún con sus intenciones de hablar con alguien un rato (que no fueran sus tres amigos, los seres más idiotas que conocía), la sala estaba vacía. Se cerró tirándose al sofá, desbloqueando su móvil para saber de qué estaban hablando. Karube despedido (de nuevo), Chota sin ir a trabajar, Arisu huyendo de casa.

NANA

Soy la única que no está tirando su vida a la basura

KARUBE
Tú nos vas a mantener

CHOTA
Sí, para qué quieres tanto dinero? 

ARISU
Necesito una copa

NANA

Eres menor

KARUBE
Como la verdadera adulta del grupo, Tsuki es la que invita

También porque yo no tengo dinero

CHOTA
Suena bien 

NANA

Os invito si venís a recogerme y comemos yakisoba

ARISU

Hecho

Estás en la agencia?

NANA

Solo me queréis por mi dinero

Os aviso cuando podéis venir, ahora esto es una locura

Están hasta los bomberos por algo del protocolo de incendios

Si os ven en la puerta seguro que se piensan que sois unos criminales

CHOTA
Soy el único que parece decente

Karube tiene pinta de ladrón y Arisu no se baña

ARISU
Sí me baño, imbécil

KARUBE
Una vez al mes

Vamos a tomar una copa hasta que Tsuki salga

ARISU
Vete a buscar trabajo, Karube

NANA

Iros juntos entonces

CHOTA

JAJAJAJA 

NANA

y a ti te espera lo mismo si sigues faltando

KARUBE
Nos vemos enfrente de la estación de Shibuya

ARISU
Genial!

He pisado una pota

KARUBE
Enhorabuena

NANA

Dicen que da buena suerte

Espera no

Era con mierdas

F

Ninguno volvió a hablar tras mandar unos stickers de risa. No quería aburrirse pero no tenía juegos en el móvil, así que entró a Twitter para buscar comentarios sobre su fanmeeting de hoy. Necesitaba leer de vez en cuando las críticas para mejorar, aunque su mánager la regañara creyendo que las críticas y el odio cibernético la harían sentirse mal. Karube la enseñó a pasar por completo de ese odio, y ya simplemente deslizaba sin leer. 

Había ya muchos comentarios sobre su outfit, nuevo color de pelo y su actitud risueña y amable, además de que muchas cuentas resaltaban lo amable y confortante que era. Nunca habría pensado en que ella era así, hasta que cientos de personas la rodeaban de bonitas palabras que tenían en común lo reconfortante que era su presencia. Incluso sus conceptos de MV eran suaves, porque era complicado verla como una bad girl.

Suspiró pestañeando seguidamente por el dolor en sus ojos tras tanto rato leyendo con el brillo alto, aprovechando para mirar por la ventana. El edificio era alto, por lo que podía ver parte del despejado cielo veraniego sobre esos enormes edificios de negocios similares. No llegaba a ver la estación de Shibuya desde ahí, pero estaban otras estaciones cercanas de metro menos concurridas. Tokyo era enorme, y tan solo el recorrido que debía hacer desde su empresa en Shibuya a su residencia privada en Roppongi era una prueba de ello.

Repentinamente, unos fuegos artificiales rompieron la monocromía azul del cielo. Quiso sacarles una foto para después enviarlas al chat grupal y tal vez subirla a su historia, pero ya se habían detenido y su teléfono acabó apagándose de golpe. Primero pensó que era la batería, pero incluso la luz de la habitación se fue por completo y el aire acondicionad dejó de funcionar. ¿Era por lo que estaban haciendo los bomberos en el edificio? ¿Un corte de luz?

— ¿Mánager Kazue? —alzó la voz, saliendo de la sala. Los pasillos estaban completamente vacíos y oscuros. Ni si quiera brillaba la luz de emergencia—. ¿Mánager Ikeda? ¿Hola?

Natsuki comenzó a entrar el pánico, corriendo por los pasillos para bajar hasta recepción. Si era algún ataque o simulacro, ella debía seguir el protocolo establecido, pero estaba demasiado nerviosa y solo se acordaba de correr por las escaleras secundarias hasta la sala de seguridad de recepción, donde siempre había guardias. Tropezó un par de veces, aún sujetando su móvil con fuerza tratando de encenderle, pero nada ocurría. No había absolutamente nadie en ningún piso.

— ¡Secretaria Hayashi! — exclamó nada más pisar el suelo de la primera planta. De nuevo, silencio. 

Salió a recepción a paso rápido, aunque se detuvo completamente confundida cuando vio que la zona que daba a una de las calles comerciales de Tokyo, estaba abandonada. No abandonada como algo vacío, sino abandonada como esas casas de películas de terror. Los cristales de las puertas de la entrada estaban rotos, todo estaba lleno de polvo y los papeles y ordenadores tirados por el suelo. Las plantas de decoración estaban completamente secas y muertas, y en cambio los arbustos del exterior habían extendido sus ramas hasta adentrarse levemente en la edificación.

Eso no era definitivamente un simulacro.

— Nos han echado a los tres, y no tenemos a donde ir – suspiró Karube—. Y encima con el calor que hace...

— Me gustaría ir a un lugar que nadie conozca — Arisu dejó salir un suspiro similar, apoyado por completo en el cartel publicitario.

— ¿Con Natsuki? —bromeó Chota, codeando con un gesto pícaro al moreno. Arisu le devolvió el golpe, sin decir absolutamente nada—. Venga ya, ¿cómo es posible que aún no te hayas confesado?

— Somos amigos — musitó, mirando el panorama del cruce de Shibuya. Había enormes grupos de personas yendo de un lado a otro, deteniéndose de vez en cuando a mirar las pantallas de los enormes edificios. En una de ellas, brillaba la sonrisa de Nana anunciando maquillaje que seguramente la gente compraría solo por ella. Tenía ese efecto en la gente, el de mover gente con tan solo una sonrisa.

— Imaginaos que ahora hubieran zombies — desvió el tema Chota, notándole con la mirada algo baja. Karube compartió una mirada con él, sin poder creerse realmente que Arisu no supiera del obvio enamoramiento de la idol—. Un par de mordiscos, y todos convertidos.

— Si hubiera zombies, Karube sería el único que sobreviviría —bromeó el gamer—. Un par de golpes, y todos KO.

— Nah, yo no— negó, dando una calada al cigarrillo—. Sobrevivirías tú, Arisu. 

— ¿Yo? — sonaba absudo—. ¿Por qué?

- Fijo que serías tú —pensó unos segundos—. Y seguro que Natsuki también, sois un buen dúo — el menor mantuvo su mirada atenta en el rubio—. Arisu, escucha... Deja de quedar con nosotros y vive una vida normal. Tú puedes, y convence de una vez a Natsuki también. Podríamos manchar su reputación.

Nadie quería decir nada. Un par de chicas pasaron por su lado llevando ropa de la mercancía oficial de su amiga, y el semáforo cambió al fin. 

— Bueno, entonces allá vamos — repentinamente, Karube tiró el cigarro y alzó a Arisu en hombros—. ¡A celebrar tu independencia! ¡Lo siguiente será que te confieses a Natsuki!

— ¡Bajadme, no me hagas fotos! — se quejó, aunque estaba divirtiéndose como nunca. Gritaron dando vueltas sin sentido, llamando la atención de la gente—. ¡Shibuya! ¡Me voy a confesar a Natsuki!

— ¡Eso es, campeón!

La diversión se acabó cuando los coches llegaron, provocando un choque entre dos y que la policía apareciera. Huyeron despavoridos mientras Chota gritaba algo sobre fuegos artificiales, escondiéndose en los baños de la estación con la adrenalina al máximo. La luz se fue de golpe, y los teléfonos se apagaron. El mensaje a medias que Arisu le escribía a Natsuki se perdió cuando se apagó todo.

La estación se vació, y cuando salieron, pudieron ver que además todo el cruce estaba desierto. El cartel brillante de la publicidad de Nana desapareció, y solo varios papeles se deslizaban por el asfalto movidos por la ligera brisa veraniega. No había nada, ningún rastro de vida además de ellos.

— Tíos... —alargó despacio Arisu—. Natsuki.

Cada uno tomó un camino diferente. A Arisu no le gustaba el deporte especialmente, pero corrió más rápido que nunca por las sucias y vacías calles para llegar a la agencia donde Natsuki estaba, o debía estar. Seguía sin haber nadie, y el alma se le fue a los pies cuando vio que el edificio sofisticado donde Natsuki entraba a trabajar cada mañana estaba desgastado y con los cristales rotos. Creó un ruido algo molesto de vidrio cuando pasó por la puerta giratoria destrozada, encontrando casi de inmediato el primer rastro de su mejor amiga.

Junto a los vidrios rotos y los papeles tirados por cualquier lado, el caro teléfono de Natsuki decorado con una funda completamente llena de pegatinas estaba tirado como si fuera basura. Su pantalla estaba rajada, y el llavero que siempre llevaba por el aprecio que le tenía había desaparecido. No había nada más suyo, ni si quiera su voz o pasos llegando a él cuando comenzó a gritar su nombre por toda la avenida.

Tenía a Karube y Chota, pero no pudo evitar sentirse perdido por la extraña desaparición de Natsuki.






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𝚂𝙾𝙽𝙶 𝚃𝚆𝙾
⏮ ⏯ ⏭

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𝑷𝑯𝑶𝑻𝑶𝑺𝑯𝑶𝑶𝑻
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Primer capítulooooooo

Es súper recomendable leer con fondo blanco, ya que las imágenes quedan más bonitas

Multiverso de OCs 🌪️


En orden: Natsuki♧, Michiko♡ y Minhee

Where's ♤? 🤔

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