
SONG SIXTEEN
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La tacita de porcelana decorada con preciosas flores de cerezo acompañaban a la perfección el suave té dulce al que el Sombrerero le había invitado. La habitación del número uno era algo caótica, pero era grande y estaba bien iluminada. Le gustaba estar ahí mejor que sola.
— Agradezco tu invitación, Danma — admitió, añadiendo un azucarillo con mucho cuidado de no tirarle—. Estaba sola y...
— No te gusta estar sola — sonrió comprensivo—. Creí que estarías con tus amigos.
— Yo también, pero me han dejado sola — hizo una pequeña mueca que sustituyó por una leve sonrisa—. Deben estar adaptándose a la Playa, y como saben que tengo amigos aquí...
— También necesitarán su tiempo de pareja — la cucharilla que removía el té caliente se detuvo, y Natsuki miró con sorpresa al líder del resort.
— ¿Pareja? — repitió. El Sombrerero asintió, analizando su gesto decaído—. ¿Crees que... a Arisu le gusta Usagi?
— ¿No están juntos? — aparentó sorpresa—. De verdad creí que sí. Antes de que llegaras, había mucha química entre ellos, ya sabes, como esas encantadoras parejas que se protegen. Deberías haber visto como la miraba, como si fuera la chica más preciosa de Borderland.
A cada palabra que Takeru decía, Natsuki se hundía más en el sofá. Eran como pequeños cuchillos, clavandose en su corazón sin piedad. Arisu había estado mucho tiempo con Usagi, había sido ella quien le había ayudado después de lo de Karube y Chota... ¿Y si era verdad? En realidad, Ryohei nunca había mostrado demasiado interés por ella. Jamás la había invitado a salir, la trataba como una hermana y más de una vez escuchó como hablaba de otras mujeres con sus amigos. Además, a ella... A ella no la miró estando en bikini, pero a Usagi...
— N-No lo sabía... — bebió un sorbo, aunque se quemó la lengua y tuvo que apartar la taza de golpe. Sobresaltado por su grito, el Sombrerero fue hacia ella y tomó el recipiente de porcelana para dejarla en la mesita—. Solo me he quemado un poquito, qué boba soy.
— Claro que no, princesa — acarició el dorso de sus manos—. No eres una boba. Ahora al menos ya sabes que quema.
No hablaba del té, y eso la hizo soltar una lágrima que limpió con rapidez por vergüenza. Siempre estaba llorando, debía dejar de ser tan sensible por todo.
— ¿Crees que debería dejar de intentar beberlo? — musitó. Él asintió despacio, con compasión. Ella quiso llorar de nuevo—. Es que llevo tanto tiempo queriendo... — tomó aire, tratando de verdad no verse demasiado afectada. Tenía diecinueve años, no podía seguir llorando por un amor adolescente.
— Si es el té correcto, se enfriará — se sentó a su lado—. Si tarda demasiado, es mejor dejarlo ahí para no hacerte daño. Es lo mejor, Natsuki.
— G-Gracias por el consejo sobre el té — se apoyó sobre su hombro—. Eres un gran líder y amigo, Danma.
¿Sabría el Sombrerero que ella había sido llevada en contra de su voluntad a la Playa? Aguni y él eran muy buenos amigos, y el Sombrerero aseguraba odiar actos violentos que no fueran por un bien mayor. Ella fue golpeada para llevarla en contra de su voluntad lejos de sus amigos, ¿él no despreciaría esa manera de actuar también?
— Mi pequeña amiga Natsuki, te mereces lo mejor de todo este país — acarició sus pequeñas trencitas rosas—. Eres la estrella del espectáculo, y nos iluminas a todos. No dejes que nadie opaque tu luz.
— Siempre creí que él me ayudaba a brillar.
— Tal vez sea la propia estrella de Usagi — suspiró pesadamente—. Encontraremos un chico perfecto para aquí, en la Playa. Alto, guapo, talentoso y divertido. ¿Prefieres morenos o castaños?
— No quiero usar a la gente para superar a alguien más — se levantó de su cómoda posición, subiendo por completo las piernas al sofá para mirarle de frente—. Debo ser madura, y superarle sola.
— Estoy tan orgulloso — sonrió. Ella correspondió, sintiendo cálidas esas palabras—. Vamos, el té ya debe estar perfecto para tomar.
— Danma, ¿te puedo contar algo más? — jurgueteó con sus dedos, nerviosa—. Es que... No quiero que parezca algo grave, pero confío en ti y Ann me dijo que hablara con Aguni o contigo.
— ¿Qué ocurre, querida?
— No me siento cómoda con Niragi — admitió—. Se me confesó, pero fue muy brusco y no me gustó. Me dio algo de... miedo. No digo que sea malo o algo así, pero prefiero que deje de acompañarme a todas partes.
— Gracias por contármelo, pequeña —la atrajo hacia él para rodearla en un ligero abrazo—. Asignaré a alguien de confianza para que vaya contigo, y destituiré a Niragi.
— Eres muy bueno conmigo, gracias —sonrió ampliamente—. Si necesitas mi ayuda, cuenta conmigo Danma.
— Lo haré — aseguró, dejando en sus manos la taza de té ya tibia—. Lo haré.
— ¡Hey, Natsuki! ¡Nat! ¡Nana!
— No grites, Arisu — silenció, acercándose a paso rápido. El sol comenzaba a esconderse bajo las paredes exteriores del resort, tiñendo el cielo de un suave naranja—.¿Dónde has estado todo el día? Te he estado buscando.
— Estaba con Usagi — aclaró—. ¿Dónde estabas tú? Te hemos estado buscando. Ninguno de tus amigos ha querido decirme donde estabas.
Los únicos amigos que Arisu conocía eran Hideki, Sakumi y Kougami. El cojo no podría saber donde estaba, entonces eran los dos primeros los que se habían negado a hablar sobre su ubicación. Entendía que no quisieran hablar de su posición por seguridad teniendo en cuenta su fama y los locos que había en el recinto.
— Estaba con el Sombrerero — el adolescente frunció el ceño confundido—. Yo también te estaba buscando, así que como estaba sola me he ido con él. Es muy amable.
— Te dije que Aguni...
— Estoy segura de que el Sombrerero no sabe nada de eso — pronunció firme—. Confío en él.
— También confiabas en Aguni y mira donde estás — señaló impaciente—. Todos aquí son cómplices, Nana.
— Son mis amigos, jamás me harían daño — rebatió—. Ann me curó, el Sombrerero me está ayudando y mis amigas no saben nada.
— Eres demasiado inocente, Natsuki — insistió—. Escucha, Usagi y yo hemos estado en el bar...
— ¿Como una cita? — preguntó. Arisu ladeó la cabeza confundido, sin entender el cambio de conversación—. Ya sé que te gusta Usagi. Es muy bonita y agradable, suerte con ella.
¿La chica que le gustaba estaba deseándole suerte con una chica que no le gustaba?
— No entiendo nada —admitió.
— He visto como la miras, como estáis siempre juntos. El amor es muy bonito, me alegra que sea una chica como Usagi — dijo de corazón.
— Estás confundiendo todo, somos amigos — la conversación sobre los Paramilitares giró de golpe a sus sentimientos. La idol apartó la mirada al escuchar alboroto al fondo del pasillo, y se puso algo nervioso por no poder aclarar todo correctamente. Tomó sus hombros con suavidad como siempre hacía, aunque esa vez fue bruscamente apartado por una tercera persona que no vio llegar.
— Las manos donde pueda verlas, mocoso — sintió el cañón del arma en su espalda—. Has estado muy escondidita, Natsuki.
— Él no me estaba haciendo nada — aclaró—. Somos mejores amigos — apresuradamente, tomó su mano.
Tras él, siendo los culpables del escándalo del pasillo, aparecieron más Paramilitares. Aguni iba al frente como siempre, y su mera presencia tensó a la idol. ¿Por qué todo lo malo les pasaba a ellos?
— El Sombrerero me ha hablado de tu solicitud — pronunció despacio Aguni. Nashiro se escondió ligeramente tras Arisu—. He escogido a gente de mi confianza para que te acompañen.
— G-Gracias — carraspeó, mirando el suelo.
Aguni parecía extremadamente confundido por ese cambio en Natsuki tan repentino. De hablarles con una sonrisa enorme de cualquier cosa, a esconderse asustada tras un crío. ¿Acaso...?
— Vamos — ordenó. Los Paramilitares de inmediato le siguieron—. Niragi, he dicho vamos.
— Claro — alargó, siendo obligado a moverse.
— Los Paramilitares me dan algo de miedo ahora — susurró en cuanto se alejaron—. Por cierto, mañana por la noche jugamos. Mis amigas quieren unirse a la fiesta para despedirme, ¿quieres venir con Usagi?
No le gustaban las fiestas en absoluto. Siempre había preferido quedarse en casa con sus videojuegos y ramen precocinado, y era Karube el que acompañaba a cualquier lado a Natsuki. Ambos eran sociales, divertidos y queridos por la gente. En cualquier otra situación habría dicho que no, pero no dejaría a Nana sola por la noche con gente así.
— Le preguntaré si quiere venir, pero yo sí — ella asintió sorprendida por su afirmación.
— Si Usagi viene, venid a mi habitación a las nueve — indicó. Asintió tratando de recordar donde estaba su habitación. Suite enorme, claro—. ¡Nos vemos, Ryohei!
Mientras se alejaba a paso rápido, Arisu recordó que no había llegado a aclararle correctamente que entre él y Usagi no había nada más que una amistad.
Habitación de resort enorme con vistas a la piscina. Era lo poco que recordaba de la zona privada en la que Natsuki descansaba. En esa zona había más Paramilitares, y pudo notar de inmediato como dos hablaban tranquilamente frente a una puerta al fondo del pasillo. Realmente se tomaban en serio la seguridad de la idol.
— Oye, oye — detuvo uno—. ¿Quién eres tú? — vio su pulsera, y negó firmemente—. Debes ser parte de la junta o un Paramilitar para pasar. No eres ninguno de los dos, largo antes de recibir una bala por el...
— ¡Ryohei! — la cabecita de Natsuki se asomó a tiempo por la puerta—. ¡No pasa nada Anzai, es mi amigo!
Las miradas fijas de ambos hombres le siguieron hasta que cruzó la puerta, y de inmediato la idol cerró soltando un leve suspiro. Se puso de puntillas para asomarse por la mirilla, y respiró más tranquila cuando vio... lo que fuera que hubiera visto.
— Tienes mucha seguridad — comentó.
Natsuki asintió, sacudiendo con la toalla sus mechones rosas empapados. Acababa de ducharse, y olía a un champú de flores que le dejó algo abobado cuando pasó por su lado.
— ¿Usagi no ha querido venir? — preguntó, abriendo un armario y revelando bastante ropa de todo tipo de colores (destacando el rosa y amarillo)—. ¿Me queda mejor el amarillo o el verde? — mostró dos vestidos varaniegos de dichos colores. Su cerebro dio cortocircuito—. Espera, me los voy a probar para que digas.
Entró al baño, y él seguía ahí como una estatua procesando todo. Algo incómodo, se sentó en un pequeño sofá que había ahí (en su habitación apenas había una cama y una ventana) para esperar a que Natsuki saliera. En realidad todos los colores le quedaban bien, incluso el negro aunque ella lo negara.
— Hey, Nat — llamó. Ella respondió desde el interior indicando que estaba escuchando—. ¿La fiesta esa es en la piscina?
— En el sótano — exclamó desde dentro, aunque en un segundo la puerta volvió a abrirse revelando a la chica con el vestido verde—. ¿Qué te parece?
— E-Eh... Tú... Eh... — balbuceó.
— ¿Qué te pasa, Ryo? — se cruzó de brazos, y tuvo que apartar la mirada rojo hasta las orejas. ¡¿Desde cuando su mejor amiga llevaba escote?! Si apenas podía mantener la paz mental con sus bonitos conjuntos pastel, en esa ropa... Debía pensar en que aún no se había declarado, no estaban juntos ni nada por el estilo—. Mejor me pruebo el amarillo...
— ¡S-Sí! — exclamó. La idol soltó una risa por su tono, y volvió a cerrarse en el baño—. Idiota, idiota, eres un idiota... — se regañó mentalmente, buscando bajar el tono rojo de su cara.
Realizó ejercicios de respiración y ensayó que decir mentalmente varias veces, aunque de nuevo cuando salió con un brillante vestido amarillo quedó en las nubes. ¿Cómo podía verse tan preciosa en cualquier cosa? El color amarillo resaltaba el brillo de sus ojos marrones, y ni ese escote podía hacerle apartar la mirada de su bonita sonrisa impaciente.
— Este — respondió de inmediato. La mayor se miró en el espejo, y al darse la vuelta pudo ver que quedaba aparte de la cremallera de la espalda por subir—. Nat, el vestido...
— ¿Está sucio o algo así? — se preocupó—. Es muy bonito, ¿verdad? — se miró la espalda en el espejo, y vio la cremallera—. Oh, es que no llego — rio—. ¿Puedes ayudarme?
Código rojo, código rojo.
— C-Claro — sé un hombre valiente, Arisu. Es solo un poco de espalda, no es una pitón que quiere arrancarte la cabeza. Sus manos no parecían estar conectadas con su voz mental, porque temblaron al tratar de coger el pequeño zip. La más baja se estremeció por su tacto frío—. P-Perdona.
— Tienes las manos muy frías — comentó. Finalmente subió el vestido del todo, y ella se giró antes de poder alejarse un paso. Era bajita, pero aún así la cercanía era mala para la salud de su corazón—. Gracias.
— No me gusta Usagi —aclaró repentinamente. Ella mostró cierta confusión—. Es una gran amiga. Nada más. No me gusta.
— Oh — asintió. Pudo ver de nuevo su enorme sonrisa—. Gracias por aclarármelo.
— ¿Quién es el chico que te gusta a ti?
Ahora era ella la paralizada. No era buena idea confesarse en ese momento, en absoluto.
— Esto... — alargó—. Te lo diré después.
Asintió. ¿Debía ilusionarse? Parecía haberse alegrado sal saber lo de Usagi... O no. No estaba seguro, solo sabía que quería confesarse como prometió en Shibuya antes de desaparecer del mundo por completo.
Natsuki buscó unas sandalias que, según ella, pegaran a la perfección tanto con su vestido como con su llamativo pelo. Se frustró un poco, pero finalmente se decantó por unas sandalias blancas. Amaba la moda y vestir bien, por eso en ningún momento metió prisa o se quejó por tener que opinar por cada cosa que enseñaba.
— Esto me recuerda a mi graduación — rio, agitando la mano para saludar a los Paramilitares que vigilaban su puerta—. Chota acabó siendo mi pareja porque le rechazaron, y tuve que cambiar mi vestido porque no pegaba con su corbata.
— Fuiste la más guapa de toda la fiesta — Natsuki escondió su cara sonrojada en el brazo que había entrelazado con el suyo—. ¡Es verdad!
— Calla, calla, que me avergüenzo — rio.
De reojo podía notar como de los dos vigías de la puerta, uno comenzaba a seguirlos de manera distraída. Vigilar su puerta parecía esencial, ya que cualquiera podría colarse y esperar por ella dentro. Cuando era idol, vivió varios episodios así, en los que fans obsesivos se colaban en sus hoteles o residencias.
— El rosa siempre ha sido tu color — apoyó ligeramente su sien sobre su brazo—. Desde pequeña.
— Y tú le odiabas — recordó—. Me manchabas mis vestidos rosas porque decías que era un color feo.
Jamás admitiría que para su tonta mente de niño de nueve años, ver a una chica guapa llevar cosas bonitas que la hacían aún más guapa era demasiado para sus dos cortas neuronas. Tampoco admitiría que, en esos momentos, era uno de sus colores favoritos porque al verlo pensaba en ella de inmediato.
— ¿Perdón? — ella negó, volviendo a reír—. Tu padre me odiaba.
— Sigue haciéndolo —admitió—. Dice que eres una mala influencia.
— Oh... — adiós a obtener aprobación del suegro. Al menos su familia amaba a Natsuki más que a él.
La zona de recepción era amplia, pero con tanta gente yendo hacia la piscina y sótano parecía más pequeña de lo que era. Bikinis, vestidos de fiesta y hasta militares. La Playa era mezcla de todo tipo de gente que buscaba evadirse de la realidad. Justo como Natsuki parecía estar haciendo, y él debía vigilar.
— ¡Hey, Natsuki! — la primera persona conocida apareció. Eran tres chicas vestidas de fiesta, y sonrieron cómplices al verla con él tan pegada y contenta—. Debes ser Arisu, ¿cierto?
— Eh, sí, soy yo.
A pesar de que presentaron y comenzaron a charlar, olvidó sus nombres y tan solo depositó toda su atención en la bonita Idol de vestido amarillo.
Las personas saludaban felices cada vez que la veían, y su devoción a los fans la hacían detenerse a al menos sonreírles o desearles una buena noche. Los Paramilitares que no estaban de fiesta se organizaron para vigilar la zona de la piscina y sótano en caso de algún altercado. No se fiaba en absoluto de esa organización, pero admitía que si la gente se acobardaba ante su presencia, los respetaba lo necesario.
— ¡Vamos a la zona VIP! — exclamó, tomando su mano para no perderle. Efectivamente, nada ver sus mechones rositas dejaron que pasara a la zona más segura de la zona de la discoteca baja. Estaba más limpio, más despejado y había gente más relajada que en la otra zona—. Hey, Ryohei — podía ver como movía sus labios, pero no escuchaba nada por la música. La Idol hizo un gesto para que se agachara, acabando finalmente sintiendo su aliento en su cuello—. ¿Quieres beber algo?
Negó de inmediato. Debía estar sobrio para cuidar de Natsuki. Ella asintió, le dijo algo a una de sus amigas y fue a la barra. Se sentía tan fuera de lugar...
Natsuki sí que bebió. Bebió, cantó, bailó y rio. Le trató de incluir en todo, y finalmente acabó hablando con una chica con rastas que se presentó como Kuina.
— Ve al baño si tienes tantas ganas — rio la mujer, bebiendo de su cerveza—. Una cerveza no me vuelve ciega, yo vigilo a Natsuki.
— Gracias — suspiró. Lanzó una última mirada a la cantante, quien estaba ahora con los Matsumoto riendo de algo. Quería verla feliz, pero sabía que en esos momentos tan solo buscaba evadirse como todos los miembros de la Playa.
— ¡Creí que Kougami era mayor! — admitió. Hideki se mostró ofendido, y sus compañeros de sección comenzaron a burlarse de él sin piedad. Estaba algo mareada por el alcohol, pero era plenamente consciente de lo que hacía y decía. Había dejado de beber ya al querer ser responsable, aunque no dejaban de ofrecerla cosas. Aceptó tan solo un refresco de naranja.
— Hey, Nat — llamó Sakumi—. ¿Y tu amiguito?
— Estaba hablando con Kuina — se giró para buscarle, aunque tan sólo vio a la chica moviendo la cabeza al son de la música. Agitó su mano para saludarla con una sonrisa, y señaló el pasillo del baño. Asintió comprendiendo el mensaje—. Ha ido al baño.
— ¿Sabes? Te ves mejor con Niragi — opinó Tomoe. Miku hizo una mueca, y negó—. ¡Venga ya, es un mocoso y Niragi un hombre! Además, los polos opuestos dicen que se atraen, y tú eres tan adorable y él tan fuerte...
— Pero Natsuki está enamorada de Arisu — recordó Hideki—. Eso de los polos opuestos es de niñas pequeñas, Tomoe.
— ¡Solo digo! — refunfuñó—. Un mocoso de diecisiete querrá chicas de su edad, no sé.
Hizo una mueca escuchando eso. Usagi y Arisu tenían la misma edad. Siempre había sido consciente de la diferencia de edad, pero no creía que fuera un problema porque... Porque eran Ryohei y Natsuki. Eran mejores amigos, inseparables, la persona del otro.
— Estás siendo grosera, Tomoe — opinó Miku—. Deja ya el tema, no es asunto tuyo.
— Como sea.
Tragó saliva volviendo a poner una sonrisa. Solo eran comentarios sueltos, comentarios que en algún momento escucharía de alguien. Su padre también vio mal una relación entre ambos tras enterarse que Arisu no empezaría la universidad, su manager la advirtió que no se acercaran demasiado por los rumores... El Sombrerero dijo que estaba en una relación con Usagi, y Tomoe aseguraba que no debía fijarse en él.
— ¿Te gusta el pequeño Arisu? — rio Karube, jugando con el mechero entre sus dedos. La en ese entonces rubia asintió despacio, algo avergonzada. Al fondo, Chota y Ryohei disfrutaban de las olas que movían la arena y generaban una espuma preciosa—. Hey, Tsuki, ¿por qué pones esa cara?
— Es... dos años menor — se frotó los ojos—. Mi padre dice que es una mala influencia, y... Bueno... No sé.
— Como tu hermano mayor — rodeó sus hombros con un brazo— doy mi aprobación. Olvídate de lo que digan esos idiotas, no os conocen a ninguno de los dos.
— La edad...
— ¡Son un año y diez meses! — recordó, estrechándola contra su pecho—. Escucha, nadie más ha visto lo felices que sois juntos. Si supieran lo mucho que os queréis, no dirían nada de eso. Yo lo sé, por eso quiero verte en el altar con un bonito vestido blanco y ese idiota esperando por ti.
— Nana, hey, Tierra llamando a Nana — Tomoe agitó una mano sobre su cara. Había quedado absorta mirando un punto en el suelo—. ¿Te encuentras bien? Pareces algo ida.
— Uh, no es nada, perdona — negó, dando un trago a su bebida. Arrugó la nariz por el extraño sabor—. ¿Dónde están Sakumi, Miku y los Matsumoto? — preguntó al verse sola con la chica.
— Sakumi ha empezado a vomitar. Sobre Hideki. Han ido a llevarla a la cama y a que Hideki se diera un buen baño.
¿Dónde había estado? ¿Tanto se había sumido en sus pensamientos?
— Qué mala suerte — volvió a beber. Seguía estando igual de malo—. Sabe fatal.
— ¿Tu refresco? — olió el vaso, más no probó—. Deben haberse derretido los hielos.
— Ugh — rio, decidiendo mejor no seguir bebiendo. Cuando pasara por la barra en su camino en busca del perdido adolescente, dejaría el vaso ahí—. Vaya, ¿dónde está Kuina?
— ¿Kuina? — repitió. Miró hacia la barra, pero ya no estaba ahí. Tomoe se encogió de hombros—. Voy a buscarla. No te muevas de aquí.
— ¡Espera! — detuvo. No quería quedarse sola—. Te acompaño.
— No hace falta, solo será un momento.
Tras eso, Tomoe partió casi volando. Y ella quedó sola en la pista, rodeada de todo tipo de personas. Hombres borrachos, mujeres riendo con fuerza y un par de parejas en las esquinas. Estaba incómoda, y para qué mentir, asustada. El alcohol la estaba jugando malas pasadas al tambalearse levemente. Debía ir al baño, donde Arisu había ido antes de perderle de vista. O encerrarse en el baño de chicas.
Dejó el vaso en la barra, y viendo por un segundo borroso, continuó su camino al pasillo del baño. Su cabeza dolía, ¿por qué se encontraba tan mal?
— Hey, hey, preciosa. Cuidado, te vas a caer — unas manos sujetaton su cintura con fuerza a tiempo—. Te tengo.
— Ryohei... — dudó. Ryohei, quería a Ryohei—. Quiero irme a dormir.
— ¿No quieres quedarte un rato más, entonces? — negó, sin verle la cara. La sala daba vueltas, y lo único que la mantenía plenamente consciente de estar en pie eran las manos firmes en su cintura—. Vamos a tu habitación entonces, Nana.
Se giró para mirarle la cara, y de inmediato supo que él no era Arisu. Arisu no tenía el pelo negro y largo, tampoco ojos tan afilados o piercings. Arisu era un poquito más bajo, más delgado y con la tez más bronceada. Él no era su Ryohei.
— Voy al baño —señaló, buscando soltarse. Creyó escuchar como alguien la llamaba, pero estaba demasiado aturdida—. Puedo ir sola.
— Estás muy borracha, mejor te acompaño — empujó levemente sus caderas para hacerla andar en la dirección que él quería. Volvió a escuchar su nombre, y esta vez él también—. Ese...
— ¿Ryohei?
— Yo soy Ryohei, Nana —mintió—. ¿No me reconoces? Soy Arisu.
— No eres él — negó—. No eres mi Ryohei. Eres... no eres él.
Frunció el ceño furioso.
— ¿Qué tiene él que no tenga yo? — los ojos de la idol se desenfocaron un segundo—. ¡Respondeme!
— A mí.
Antes de que el adolescente pudiera esquivar la gente que los separaba, tiró con insistencia de su nuca para volver a besarla. Su resistencia era diferente a la de aquel día en su habitación, por lo que no pudo alejarse o siquiera forcejear lo más mínimo. Simplemente se quedó ahí, sin corresponder en absoluto. La quería para él, quería poder besarla, tocarla, verla desnuda y en todas esas facetas que escondía su sonrisa de ángel. La ansiaba.
— ¡¿Qué te crees que haces?! — recibió un empujón que le mandó completamente lejos de la chica—. ¡Te advirtieron que te mantuvieras lejos de la cría! — reclamó.
— ¡Ese capullo no es nadie! — gruñó, dispuesto a arrastrar con él a la pelirrosa. Sin embargo, no estaba ahí—. No te metas en asuntos que no te incumben, Aguni.
No había sido una buena fiesta en absoluto.
SONG SEVENTEEN
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𝑷𝑯𝑶𝑻𝑶𝑺𝑯𝑶𝑶𝑻
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Buenas de nuevoo, finde de Nunu actualización💋
Recordatorio random: pueden encontrarme en tiktok como ajebipink :p
Ay, ya me da penita hasta nana pero todo es por el desarrollo de personaje 🤠
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